Tranco Decimosexto

 

RÍO TAJO XVI

Con respecto a la pesca, además de las capturas por los medios nombrados en la revista anterior, también se admitía pescar en judrias, consistentes en una especie de barrera o presa molinera para evitar crecidas. También con redes autorizadas  denominadas “de marco”. Por ello, se debía de obtener buenos beneficios con la pesca obtenida de estas formas en el río. Lo observamos muy bien en los magníficos detalles que nos dejó plasmados el Greco, en su cuadro “Toledo y la tormenta” de 1599, en la que vemos la judria en la presa de Pedro Pérez, con las personas recogiendo la pesca y más abajo en el “río llano”, a los pescadores legales  con sus cañas pescando en medio del río.

Para la pesca libre también se podía pescar con caña, aunque para dichos pescadores, los más pobres, se dejaban los tramos más peligrosos. Quizás por este motivo, Hurtado nos cuenta que:

“Pescador de caña, más come que gana”.

La pesca del río Tajo se consumía fresca en la ciudad. Se sabe que en el Toledo del  siglo XV, se vendían por doce maravedíes nada menos, cada uno de los barbos o cada una de las anguilas pescados en el Tajo toledano, especies famosas que fueron plasmadas en diferentes mosaicos romanos aparecidos en esta ciudad, en el de las “Cuatro Estaciones” en la Fábrica de Armas y en la “Casa de Materno” en Illescas. Otros precios más bajos tenían los sábalos, las truchas y las bogas, la carpa se debió introducir posteriormente. Por tal carestía, se traía hasta aquí el pescado llamado “galiziano” por venir de Galicia, que para su duración venía ahumado, o en escabeche, como congrios y besugos y en salazón las populares sardinas.

Para controlar sus orillas del río a tal efecto, había alguaciles que vigilaban todos los tramos de su cauce, pues siempre había furtivos que trataban de engañarlos, sobre todo en los tiempos de sequía o de hambruna. Al ser capturados estos, se les ponía en manos del Corregidor, para hacer justicia  ante los arrendatarios y los pescadores legales. Los pescaderos cortaban y vendían el pescado y había otros intermediarios denominados como regatones, los cuales hacían de subir el precio del pescado.

Además del jaramugo y el pez espinoso que se alimentaba con los mosquitos de la orilla, en este fecundo río había más especies, con otras variedades como cangrejos de río, camarones, mejillones autóctonos o almejas, sin olvidar las sanguijuelas gigantes. En cuanto a su fauna, por sus orillas se veían nutrias, topos y otros animales beneficiosos para su entorno.

Ahora solo hay ratas, patos y otros tipos de aves sobre sus sucias y contaminadas aguas fluviales, pescando los pocos peces asfixiados que aún colean en sus aguas. En los buenos tiempos del río, cuando estaba sin contaminar y no había presas que los frenaran, tanto el barbo como la anguila, remontaban el cauce del Tajo para desovar tal como lo observamos en la cerámica de Ntra. Sra. del Prado en Talavera.

Que sepamos en la vega alta del río, existieron a través del tiempo, el cañal de la presa de Safont, el cañal del Corregidor, en lo que ahora es una central eléctrica o antiguos molinos de Pedro Pérez, tal como lo vemos en el detalle del cuadro “Toledo y la tormenta”, del Greco. Había otro cañal en lo que era el arenal de Safont y otro más en el hoy denominado Río Llano, en el otro cauce hoy desaparecido.

Lógicamente habría alguno más abajo, ya dentro del torno rodeando a la ciudad, sobre todo en la judria o pesquería de la presa de Saelices o San Félix, pues esta se encontraba frente a la Isla los Canónigos, para el recreo veraniego de los  mismos. A estos les apetecería degustar las tajadas del pescado fresco, recién atrapado en el río Tajo.

También habría cañales en las presas y molinos de los dos Romayla y otro más posiblemente en el antiguo molino de Daicán, el cual tendría su judria. Desde luego, los que si están registrados según las crónicas, era el cañal de Azúmel, en lo que hoy es la terminación de la presa del mismo nombre, Fábrica de Armas y ahora Universidad de Castilla-La Mancha, además del cañal de pesquería del molino o presa del cigarral del Santo Ángel Custodio.

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