Tranco Décimo

RÍO TAJO X

Siguiendo al discutido por enigmático Luis Hurtado de Toledo, sabemos que fue primero militar y luego sacerdote rector en la iglesia de San Vicente de esta ciudad. También fue traductor y destacado poeta, que inspirado por Garcilaso, nos dejó sonetos y octavas sobre mediados del siglo XVI, en su «Sponsalia de Amor y Sabiduría», describiendo en ella “La Casa y Jardín de Diana”, referenciando algún soto toledano cercano  al río Tajo:

Un campo fértil, verde, umbroso y llano/

está en Toledo, donde Lusardo ufano/

alberga y apacienta su ganado. /

De cedro, mirto y lauro muy galano/

está todo este campo rodeado. /

Y aquí ninguna pena no se siente/

que al corazón humano atormente…( )

Un vítreo claro y cristalino/

del Tajo dulce sale cual fontana, /

y aqueste riega el néctar tan divino/

que bebe el sacro chorro de Diana…( )

Por donde la grama está dura y ruidosa, /

pasa tan leve y blanda su corriente/

que ni saben si es hierba u otra cosa/

el agua que derrama aquella fuente.

Debió de ser este al parecer un personaje muy ilustrado, pues tras la demanda de ciertas preguntas sobre algunos municipios por parte del rey Felipe II, para enterarse el mismo de cómo se componían tanto la historia como la geografía de las admirables   tierras de Hispania, le tocó a Hurtado escribir la descripción sobre esta ciudad. Y así lo hizo en 1576, por medio del “Memorial de algunas cosas notables que tiene la Imperial Ciudad de Toledo”.

Si me remito a esta historia, es porque en el capítulo veinte de dicho memorial, se describe perfectamente el agua del río Tajo, diciendo: “es clara, limpia, sana y delicada, aunque por su sutileza, muchas veces adelgaza y resfría los intestinos”. También salen a relucir en el capítulo veintiuno las famosas berenjenas que se daban en sus huertos, escribiendo extrañamente de ellas que eran venenosas. Quizás cuenta esto de ellas, por el mote que se originó desde otras ciudades, denominando despectivamente a los toledanos como “berenjenos”, lo cual les enfadaba bastante, llegando hasta la agresión física del que así los nombraba a la cara.

Esto tiene su lógica si estudiamos dicho tiempo, pues entonces se tenía muy en  cuenta la “limpieza de sangre”, con respecto a los judeoconversos. Precisamente porque muchos de los platos alimenticios que se cocinaban y consumían por parte de estos últimos, se acompañaban con las sanas berenjenas.

Dicha forma de pensar por parte de los cristianos viejos, tenía gran repercusión, pues el 23 de julio de 1547 el arzobispo toledano Juan Martínez Guijarro  (Silíceo) consiguió que se aprobara el estatuto de limpieza de sangre, pese a la gran oposición tanto de la ciudad de Toledo, como de muchas familias toledanas.

Otro autor reconocido en el Siglo de Oro, como era el toledano Sebastián de Horozco, salía al paso en defensa de este hiriente mote, explicando el origen de dicho apelativo en su libro Teatro Universal de Proverbios, aclarando que por razón de las berenjenas de Toledo, no se podía insultar a los toledanos, pues estas no eran solo manjar de cristianos nuevos, sino de todos.

Tanto Hurtado como Horozco eran descendientes de familias judeoconversas, por tal motivo este último trataba de quitar hierro al asunto de las berenjenas. Por cierto,  también se le achaca a este personaje toledano, la famosa y universal novela “El Lazarillo de Tormes”. Todas estas anécdotas nos las sirvió sin querer, la larga y caudalosa corriente del Tajo de aquellos tiempos.

Si alguien quiere aprovecharse de estas páginas, sabe que intelectualmente, tiene la obligacion por ley,  además de moralmente, de hacer referencia tanto del autor como de su trabajo.

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