r – Presa y fuente de Caravantes

Otro de los arroyos que se debían sumar al tercer acueducto romano de Toletum, era el de Caravantes, el cual se adheria  a los arroyos de  la Pozuela, de Val de Coloma, de la Taberna y otros más pequeños. Este nombre le observamos en el plano de Coello e Hijón de 1.858.

En dicho plano se observan  los cigarrales de Rabanera y del propio Maestro de Capilla o de Caravantes, que tras la desamortización de Mendizabal pudo tomar dicho nombre, así como la venta del mismo nombre en el camino que iba a  Polán. Es decir, que el cerro del mismo nombre que ya no existe y sobre el que se levanta un hotel, se encuentra al suroeste de la ciudad. Si existe todavía el cigarral de dicho nombre y el paraje con el resto de la fuente como aún se la conoce.

Pese a que el paraje se encuentra lleno de maleza, árbustos de distintos tipos, con muchas ramas secas, las cuales dificultan el paso, aún se puede acceder a dicha fuente, la cual se encuentra fabricada en ladrillo y en el centro de su  parte baja tiene una piedra con un agujero, por el que discurre el agua cuando su depósito se llena por mediación de la lluvia, el cual se halla medio destruido.

Algo más atrás por encima, a unos cinco metros de altura se encuentra una muralla de piedras de granito o gneis, las cuales forman una especie de presa natural, que contiene su propia salida. Indudablemente en tiempos antiguos, en ella se concentrarían las aguas que desde varios arroyos, bajaban desde cerca del Cerro de los Palos, sobre todo en tiempos romanos, que tanto sabían como conducir el agua para su propio placer y economía. Dicho cauce hoy se encuentra cortado por varios cigarrales construidos más arriba.

Dejo aquí mi dibujo a mano alzada sobre el lugar, para que quede como testimonio antes de que desaparezca parte de este lugar encantador por romántico y se construya sobre el mismo, sin tener en cuenta dicha cuenca, la cual dio de beber posiblemente un día a la bimilenaria Toletum.

Si alguien quiere aprovecharse de estas páginas, sabe que intelectualmente, tiene la obligación por ley,  además de moralmente, de hacer referencia tanto del autor como de su trabajo.

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