Todo esto ha desaparecido. Posteriormente se ha traído el agua desde el pantano del río Torcón en Menasalvas, cuyos depósitos de decantación se hallan en el Cerro de los Palos. Actualmente el agua con el que sacia su sed Toledo, pertenece ahora al rio Guajaraz, viniendo desde el pantano de Argés.

Todavía en la bajada de la Pozuela Baja, divida en dos por el valle que atraviesa y corre el arroyo del mismo nombre, circula el agua recogida más arriba en varios vestigios de aquella canalización, cuya zona se encuentra repleta de cigarrales y por ello habitada.

Algunos de ellos se les han dado nombres que nos recuerdan precisamente la traída de aguas del siglo XIX o el desbordamiento del mismo en algunas ocasiones en años de mucha lluvia. Uno se llama “de la Traida”, otro “del Aguarón” y el tercero denominado «El Venero», pues por el siempre está corriendo el agua, aunque sea mínima.

Entre ellos pues, es lógico que al cruzarlos el arroyo de la Pozuela, aún se encuentren vestigios identificativos de dicha fábrica de traídas de aguas hacia Toledo.

Hoy día por medio de fotografías aéreas sobre el propio cauce del arroyo, se observa que algún cigarral importante como el denominado de María Luisa, ha fabricado presas con grandes charcas para el abastecimiento de sus riegos.

Es decir, que aprovechando el propio cauce del arroyo, en su paso por dicho cigarral, se observan estos grandes acuíferos no naturales, para el mantenimiento del mismo, donde existe un biotopo no autóctono, formado entre otros por patos, cangrejos, etc.

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