ICONOS SAGRADOS TOLEDANOS 5.

PRIMER TORO DE TOTANÉS.

Nos cuenta F. Jiménez de Gregorio, en su monumental y descriptiva obra “Los Pueblos de la Provincia de Toledo, hasta finalizar el siglo XVIII” de 1970, que Totanés era un poblamiento ibero-celta importante, pues por sus cercanías pasaba una ancestral cañada ganadera, posiblemente la Senda Galiana, habiéndose encontrando cerca del mismo dos verracos.  

Totanés se ubica en la Sisla Menor a 31,1 Km, al Suroeste de Toledo, perteneciendo parte de su término a la Dehesa de Alpuébrega, cuya población se halla cerca del valle formado por el arroyo del mismo nombre, lugar a donde pudieron pertenecer las figuras de lo que son dos toros, siendo recogidos y ubicados en el caserío, donde hasta hora se han asentado para disfrute de sus vecinos.

El primer toro al que nos referimos es original, encontrándose ubicado en la parte central de la Plaza de la Concepción, cuyo nombre es por  su iglesia, pegada a su Ayuntamiento. Tallado en granito algo pulimentado, la peana y parte de sus patas no son originales. Su longitud es 1,20 m., con poca altura. Podemos apreciar que se corresponde con la figura de un toro, por su papada, el hueco de sus cuernos y su hocico.

Por estas tierras pasaban otras cañadas ganaderas, aunque la ancestral senda Galiana en concreto, venía desde la Rioja ibérica, cruzando la meseta sur hacia la zona de Toledo y sus montes (Carpetania), dirigiéndose hacia la Sierra de Alcudia (Turdetania). Es decir, que estos toros hallados entre dicha senda y el caserío de Totanés, indican su itinerario por este territorio.  

Sobre el mismo vemos tres pequeños huecos o cazoletas en su lomo y dos más en su cuarto trasero izquierdo, con otras señales. Estas  pueden referirse a motivos astrológicos de su tiempo. 

Estas esculturas zoomorfas en granito pertenecen a la segunda Edad del Hierro, las cuales suponían una manifestación arqueológica casi olvidada, llegando a ser ahora una de las más sugerente de nuestra tierra toledana, por su expresión de carácter totémico además de apotropaico, ya que servían como protectores tanto del ganado como de los pastos.

Gracias al historiador M. Almagro-Gorbea y a sus trabajos arqueológicos y otros más, sabemos que estas figuras pertenecen a un antiguo culto zoolátrico, siendo númenes protectores para la reproducción de toros y suidos, los cuales eran pastoreados, además de servir de manutención a nuestros antepasados.  

Esto nos sugiere, que hay que oír las voces en los ecos de antaño, sobre aquellos que aún captan en el espíritu de aquellos pueblos a través de las tallas de sus antiguas piedras. Esto nos hará comprender en parte el psiquismo ancestral de aquellos humanos, en cuya morada es donde reside la fuente del pensamiento simbólico.

Y es por medio de este ejemplar, por lo que intuimos como se expresaban las comunidades primitivas. Por tal motivo damos las gracias a los investigadores en los que nos basamos, pero sobre todo a los habitantes de Totanés, que con el fuerte arraigo a su tierra, guardan  este toro como seña de identidad primitiva, siendo el reflejo de sus propios genes, legándolo a los seres venideros.

Artículo publicado en la revista Cuatro Calles nº 23, en el cuarto trimestre de 2022.

© Copyright A. Vega 2023

Si alguien quiere aprovecharse de estas páginas, sabe que intelectualmente, tiene la obligación por ley,  además de moralmente, de hacer referencia tanto del autor como de su trabajo.