Estaba esta campana consagrada a dios, con el patrocinio del santo que hemos nombrado, San Eugenio. Tenía sus reglas de toque, pues con ellas se abrían y se cerraban las puertas de Toledo en la edad moderna,  tras sus nueve tañidos a la hora  de los “Ave María”, el del amanecer y el del anochecer, también se tocaba con ella las doce campanadas del “ángelus” al mediodía.

Se usaba también en el toque de la plegaria del “Padre Nuestro” en la misa mayor y por la noche se tocaba a las “ánimas”. Por ello ha sido la campana más usada de todas las de la catedral. La Campana, es la «comunicación»  de algún evento portentoso, en este caso medido  por el tiempo religioso.

Era además mensajera por el encanto de sus y penetrantes acordes, que  hacían comprender al que los escuchaba sus sentidos místicos,  pues sus vibraciones pertenecen al Poder Creador que se expande desde lo uno, a la Voz de Dios por sus retintes y al Verbo Creado por su expansión. Este es  el significado simbólico general de las campanas, que por forma geométrica en triángulo, corresponde con la Trinidad, primera manifestación de Dios.

 Comentando sus sobre relieves, en su cuerpo exterior o combro contiene hacia el norte una cruz además de la Virgen del Sagrario y el anagrama de la propia virgen María en la peana. Al oeste contiene la efigie de San Eugenio, al este el escudo de la catedral y dos más pequeños del arzobispo y del obrero, este último era además capiscol y canónigo. Además tiene cinco largas inscripciones latinas, que se refieren a los personajes antes mencionados y también al rey Fernando VI y a quien la fundió en 1753, Alejandro Gargollo.

Todos los datos e inscripciones además de ser muy precisos, se encuentran bastante adornadas con guirnaldas, flores y ramos, todos ellos dorados de la mejor manera, observando en una de ellas a los pies de la cruz y por encima de sus anillos su peso en arrobas, lo que determina un testimonio importante.

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