Secuencias de una Ciudad Patriminio de la Humanidad. Toledo. (3).

SECUENCIAS QUE INTERVIENEN PARA QUE UNA CIUDAD COMO TOLEDO HAYA SIDO DECLARADA  PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD, LAS CUALES  DEMUESTRAN SU CALIFICACIÓN, COMO UNA DE LAS CUMBRES DE LAS BELLAS ARTES Y DE LA HISTORIA.

SECUENCIAS DE UNA CIUDAD PATRIMONIO

Al observar a esta ciudad como patrimonio de la humanidad, debemos de darnos cuenta que su universalidad  no solo estriba en la densidad de monumentos que concentra, también debemos reconocer en ella los pequeños detalles escondidos que esta despliega mágicamente a través de sus múltiples peculiaridades, con sus diferentes estilos y la disparidad de pensamientos que la han fecundado, los cuales han dado forma a este monte único que abraza un río.

Aquí deja esta humilde página unos detalles de muestra, para que Toledo sea mejor comprendida y al mismo tiempo amada.

Quizás no sepamos apreciar la suerte que tenemos al poder penetrar en el “sueño de la historia”, a través de estas secuencias y otras tantas repartidas en otros reportajes. Por ello pido que se deje a este lugar como un “santuario de la memoria”.

Desde enfrente de la ciudad del fondo, observamos en el atardecer su peculiar por atractiva silueta, meciéndose sobre un río, atrayéndonos  visualmente, pero también íntimamente, como si se tratara de un poderoso imán. ¿Por qué será así Toledo? Entra y quizás comiences a comprenderlo.

En el rico trono donde se asienta la custodia de Arfe, fue construido en madera el siglo XVIII y revestida con plata y bronce por el platero Machuca, con trazas del maestro Narciso Tomé. Este es uno de los bellos ángeles que la sustentan, con dos sobrerrelieves como la imposición de la casulla a San Ildefonso y el escudo del cardenal borbónico.

Bellísimo torreón medieval, en estilo mudéjar, perteneciente al hoy Palacio de la Cava y antes Palacio de los Duques de Maqueda, Al entrar por la Puerta del Cambrón, te deja impresionado al verle de frente.

Genio tallado en estilo plateresco, en la columna derecha que da paso a la capilla mortuoria de la dinastía de los Trastámara. El mismo se tapa la vista con un antifaz, por lo que representa acceder a ella.

Gran cuadro pintado al óleo por el pintor recientemente fallecido Tomás Peces, referido a la colorida  y famosa procesión del Corpus Chisti. Esta escena entre otras, adornan parte del recorrido de dicha manifestación eucarística. En dicha escena observamos la cruz de Cisneros, a los pajecillos, a los maceros de la Diputación toledana, a un aguacil. al público y a los toldos.

En esta escena hallamos uno de los ejemplos más representativos, debido a la tradición de que por la iglesia de Toledo, pasó el famoso por antiguo “Arca de la Alianza” o “Arca de las Reliquias”. Detalle pintado por Juan de Borgoña, en la Sala Cisneriana de su catedral.

Exteriormente vemos otro de los ábsides con el estilo que predomina en la ciudad de Toledo, el arte mudéjar. Al lado podemos observar su espadaña y detrás el frontón escalonado, donde comienza la nave del templo. Nos referimos a la parroquia latina dedicada a San Justo y Pastor.

En la nave de la epístola de la antigua iglesia de San Román, entre arcos de herradura, califales y lobulados, vemos sus preciosas pinturas de tipo románico toledano, con papas y santos cristianos y por encima tres escenas correspondientes a los tetramorfos.

Detalle de los toldos que se colocan para la procesión del Corpus Cristi, sirviendo de palio a la custodia de Cisneros, que contiene al Santísimo. Entre ellos y el paredón del lado, se distingue la aguja de la torre norte de la catedral toledana.

La originalidad en la construcción de la catedral de Toledo, no solo la podemos observar en su planta y sus alzados, también la vemos en sus elementos estructurales, como en sus pináculos, siendo ejemplar el que vemos en la instantánea. Sobre el contrafuerte, se levanta la cúspide central más alta, rodeada de otras cuatro más bajas, que además del peso necesario, contienen una hermosa nota gótica. Corresponde el mismo al lado de la epístola, hacia los pies del templo.

Rústica fuente octogonal, revestida con diferentes tipos de baldosines cerámicos, tanto de arista como de cuerda seca. Se encuentra esta en uno de los patios que guarda Toledo secretamente.

La riqueza de la “Dives Toletana” o catedral toledana, llega a límites insospechados, no solo por oro y su plata, sino por la ejecución de sus grandes joyas y su combinación de estilos, pues en su custodia vemos el más puro estilo gótico isabelino, rodeada del gótico-renacentista del fondo.

Detalle ya desaparecido, de un edificio construido en los alrededores de Toledo en estilo neomudéjar, con arco de herradura enjarjado, contenedor de otro lobulado circular. Por encima la sebka con sus típicos rombos.

En la capilla de San Blas, en el claustro de la catedral toledana, podemos observar esta bella pintura del nacimiento de Cristo con la adoración de los pastores, en la que su padre José se encuentra dormido. Se la debemos a los pintores italianos, Gerardo Starnina y Nicolás de Antonio.

 Torre mudéjar, con sus cuerpos superiores y su campanario, perteneciente a la parroquia latina de San Miguel “el alto”, de bella estructura, pues en ella vemos arcos apuntados, columnas en cerámica vidriada, sustentando arcos lobulados, así como arcos de herradura apuntados.

Cuarterón dorado, que forma conjunto en la reja del altar mayor de la catedral toledana, debida al rejero Francisco de Villalpando, donde se ve a una diosa consagrando al verano por sus frutos, sobre plataforma acuática, sustentada por cabezas de caballos y canes.

Al bajar desde una de las colinas de la ciudad de Toledo, por la Cuesta de San Justo, nos encontramos al frente con la torre de estilo barroco, de la iglesia latina de San Justo y Pastor.

Página del Liber Misticus del siglo XIII, escrito en letra visigótica y con notación musical de oficios y misas, que perteneció a la parroquia mozárabe de Santa Justa y Rufina.

Vista aérea del puente gótico de San Martín, por donde se escapa el río Tajo, mandado restaurar por el arzobispo Dº Pedro Tenorio en 1390, unía la ciudad de Toledo con la región de la Sisla y los importantes montes del mismo nombre, los cuales abastecían a esta urbe con sus diferentes productos de caza, leña o ganados.

Detalle del mosaico romano, descubierto en la Vega Baja de Toletum, cerca de la presa de Azúmel. Se refiere no solo a los distintos tipos de pesca en el río Tajo, también a los diferentes tipos de pesca y sus pescados importados, desde los confines del imperio.

Todavía en nuestro tiempo del tercer milenio, podemos observar los acantilados de  la Roca Tarpeya, formado el profundo valle o torno toledano, por la fuerza del río Tajo y el arroyo de la Cabeza.

Escudo con cruz roja, la cual dicen pertenecer a la Orden del Temple, al encontrarse sobre una de las columnas de la iglesia latina de San Miguel “el alto”, que fue su primera deidad en Hispania. También se cuenta que dicho templo, fue de religión templaria.

El deterioro de nuestro río Tajo a su paso por Toledo, por su sequedad como comprobamos en esta instantánea, sin correr su agua natural por la presa de Azúmel, se lo debemos al Canal de Isabel II, pero sobre todo al desastroso por injusto trasvase Tajo-Segura.

Sensacional dibujo cerámico por su pureza y pulcritud, debido a la mano del ceramista Vicente Quismondo. Entre los baldosines que le componen, vemos un bello bodegón adornado, con una fuente repleta de diferentes frutos veraniegos.

Estandarte dedicado a las “Confesiones” de San Agustín, cuando oyó el “Tolle lege” y se convirtió al cristianismo, al abrir la biblia por la Carta de San pablo a los Romanos. El día del Corpus Cristi, adorna este la entrada al convento de las monjas agustinas, conocidas como “Gaitanas”.

Bello detalle de una pintura perteneciente a  un retablo toledano, posiblemente de Luis de Velasco, donde vemos a un soldado romano dormido, en la resurrección de Cristo.

La Sierra de Nambroca con su pico Marica, totalmente oscurecida tras el incendio que la ha asolado en el mes de Junio del año 2019.

La custodia de Cisneros, brillando sobre el altar mayor de la catedral toledana, donde es observada por los cientos de figuras de reyes, santos y ángeles, tallados en piedra y conformando este lugar sagrado.

Costanera y ábside típicamente mudéjares, definiendo la belleza del barro convertida en ladrillo. Pertenece a la ermita del Cristo de la Vega.

Intrincada yesería mudéjar, que forma parte de una antesala catedralicia toledana, en cuyo tallado se observan magníficos detalles geométricos y entre ellos secretamente, se ha trabajado el anagrama distintivo de la virgen María.

Tras la puerta de un antiguo convento toledano, el denominado como de “Jesús y María”, observamos algunas mujeres musulmanas admirando uno de sus claustros. Pese a pertenecer a diferentes religiones, tanto sus antiguas monjas como ellas, van con parecida indumentaria.

En la noche veraniega, dedicada a la proclamación anual de Toledo como Ciudad Patrimonio de la Humanidad, vemos reflejadas algunas obras de su pintor por excelencia, como es Doménico Theotocópulis, el Greco, sobre las torres delanteras norte y sur de la catedral toledana.

Arco de herradura de época musulmana, perteneciente a la Mezquita de Tornerías. Se encuentra situada en el centro comercial de la ciudad de Toledo o antiguo “Arrabal de Francos”, Dicen ser del siglo XI, estando construida sobre unos grandes cimientos visigodos, como pueda ser un palacio o una iglesia.

Una de las antiguas sillerías, perteneciente a uno de los conventos que aún subsisten hoy día en Toledo. Pese a su desgaste, todavía se puede observar el tallado en su parte baja y las imágenes que coronan su parte superior.

Portada en estilo barroco de la iglesia latina de San Justo y Pastor, en cuya hornacina superior vemos las estatuas de bronce de los dos pequeños mártires romanos. Desde estas piezas arquitectónicas, emerge su esbelta torre.

En uno de los antiguos tapices del siglo XV, confeccionados en Flandes que guarda la catedral toledana, se puede ver al rey David de los judíos, a punto de ser coronado.

Una estampa toledana en la Calle Alfonso X “el sabio”, adornada con toldos y reposteros, pues por ella pasa la procesión del Corpus Chisti. Por encima las torres de San Ildefonso.

Bellísima basa en mármol de capitel islámico, tallado en el siglo XI con diferente floresta y con caracteres cúficos. Hallado en la iglesia de San Bartolomé de Sonsoles.

En uno de las orillas del río Tajo, en su parte caudal más estrecha y frente al Cerro del Bú, se levanta la Casa del Diamantista José Navarro, que hace dos siglos talló según una leyenda, los diamantes para la corona de la reina Isabel II.

Entre la animalística fantástica que compone la talla del coro bajo catedralicio, vemos al fabuloso unicornio. Su cuerno influyó en la antigua alquimia, por medio de la medicina espagírica, siendo adquirido por los boticarios de la edad media, como antídoto universal.

Arcos y balaustrada, perteneciente a la parte superior de la escalera diseñada por el arquitecto Alonso de Covarrubias, para el Hospital de Santa Cruz de Toledo.

Plañideras góticas, talladas sobre la tumba del mismo estilo, para el arzobispo reformista de Toledo en el siglo XVI, Bartolomé Carranza de Miranda, que tachado como hereje fue juzgado por la inquisición, muriendo en Roma. Sus restos se trajeron a esta tumba en el año 1993.

En estos dos chapiteles catedralicios, observamos en el más bajo una cruz patriarcal arzobispal toledana y en el más alto las tres coronas que determinan dicho cargo de poder. Por encima de este último, las cuatro bolas determinantes de los cuatro elementos.

Sobre piedra arenisca, se encuentra tallada esta estela funeraria de un guerrero, perteneciente al siglo VIII antes de Cristo. Fue encontrada en el pueblo toledano de Las Herencias o Heredades de La Peña, en la comarca de la Jara. Al encontrarse al suroeste peninsular posiblemente pertenezca a la cultura tartésica por su simbología. Hoy se encuentra en el Museo de Santa Cruz de Toledo.

Preciosa imagen del ojo central entre riscos, del puente gótico de San Martín, el cual despide desde Toledo al río Tajo. Instantánea que demuestra la estrechez del congosto a su paso por la ciudad, cuyo monte talló hace miles de años.

Detalle de una anunciación, con la imagen del arcángel Gabriel. Pertenece a la capilla de San Blas, que se encuentra en el claustro de la catedral toledana, con su estilo italianizante, debido a los pintores florentinos Gerardo Starnina y Nicolás de Antonio.

Lo que parece un arco de hechura romana, bajo la explanada delantera del Museo de Santa Cruz, quizás pertenezca a parte de lo que pudo ser el segundo artificio construido por Juanelo Turriano, para que el agua del Tajo se elevara hasta la Plaza de Zocodover.

Instantánea desde la lejanía, del monumento neomudéjar al Sagrado Corazón de Jesús, que parece sujetarse sobre la nueva Pasarela de los Polvorines al lado  del Cristo de la Vega. Fue encargado por el cardenal Pedro Segura al arquitecto Juan García Ramírez y terminado en 1933. En el intervinieron el ceramista Ángel Pedraza, el forjador de Julio Pascual  y el escultor Tomás Gimena, entre otros.

Detalle de una de las pinturas románicas al fresco con influencia omeya, que adorna la albanega de uno de sus arcos de herradura que forman la Iglesia de San Román de Toledo. En este caso se refiere al profeta Zacarías.

Vestigio de una moderna noria y tras ella un peculiar palomar almenado. Estos elementos se encuentran formando parte de un cigarral modernista, que en sus primeros tiempos llegó a ser un hotel.

En el centro del maravilloso por espléndido retablo gótico, perteneciente al altar mayor de la catedral toledana, en su parte media observamos tallada en madera dorada, una virtuosa torre eucarística, diseñada por el maestro Petit Juan y en la que trabajaron otros grandes artistas como Felipe Bigarny, Copín de Holanda, Sebastián de Almonacid o maestro Rodrigo entre otros. Esta obra eucarística inspiró años más tarde al alemán Enrique de Arfe, para ejecutar la famosa custodia de Cisneros.

Lápida conmemorativa, que se encuentra en el centro del Puente de Alcántara, donde está escrito que dicho puente fue solado el año 1760. Su secreto consiste en que solo puede verse a cierta hora solar.

Desde el Bosque de la Amistad en la lejanía, observamos la entrada principal del vasto cigarral dedicado al Ángel Custodio, cercano al río Tajo. Su historia se alarga hasta tiempos romanos, pasando por los árabes con el wali Abdallah-ben-Abdellazzis. En el tiempo medieval con D. Enrique de Villena, para llegar al tiempo renacentista del cardenal D. Bernardo de Sandoval y Rojas, que le convirtió en un lugar de intelectuales de sus tiempo.

La simetría de las plantas y las flores, siempre nos están enseñando que se encuentran basadas en la divina geometría, en este caso en una estrella de cinco puntas o pantaclo. Así es de inteligente el universo.

En el riguroso verano toledano, las inteligentes golondrinas buscan un lugar donde posarse al mediodía, como este sitio fresco a la sombra.

Aquí observamos una lucerna o candil, el cual servía para dar luz al interior de la casa romana. Hallado en Toledo, se expone en su Museo de Santa Cruz.

Bajando por la Cuesta de San Justo, nos encontramos con la iglesia latina que la da nombre, con el muro exterior de la capilla del Corpus Cristi, su torre y una hornacina de leyenda entre familias rivales como los Silva y los Ayala, con el Cristo de las Cuchilladas.

Detalle de los ángeles músicos, reproducidos en cartón-piedra y pintados al fresco por Narciso Tomé y los suyos, en el habitáculo que forma la ventana por donde pasa el sol de la mañana, hasta lo más profundo del camarín donde se halla el sagrario del pelícano.

Tímpano y arquivoltas de la conocida Puerta del Reloj, de la Feria, de las Ollas o de la Chapinería, la cual da entrada desde el norte a la catedral toledana. En sus fajas están talladas escenas de la vida de Jesús, más el tránsito de su madre.

Instantánea donde observamos dos copias de las coronas oferentes más importantes de los reyes visigodos, como son la de Suintila que entre el 621 al 631 consiguió reinar sobre toda la península y la de Recesvinto que legó el Liber Iudiciorum o Código de Recesvinto entre el 656 al 672.

Entre los atavíos con que se adornan los balcones para festejar el Corpus Cristi toledano, podemos ver aún una bandera española tradicionalista, dedicada al sagrado corazón de Jesús.

Sobria pintura al óleo de un calvario, copia de otra que se encuentra en el Escorial debido a Roger Van der Weyden. Este del Museo de Santa Cruz de Toledo, se le atribuye a Juan Fernández de Navarrete “el mudo”.

Cipo funerario del cementerio musulmán, que se encuentra a la entrada de la casa del santero del la ermita del Cristo de la Vega, el cual tiene inscrito en árabe cúfico, la leyenda que dice: “En el nombre de dios, el clemente, el misericordioso. Oh, gente la promesa de dios es verdadera, esta es la tumba del jeque que decía que no hay más dios que Alláh”.

Uno de los modelos de los muchos tipos de ventanales, que se encuentran dando luz al interior de la catedral de Toledo, por medio de sus vitrales. Dicho patrón arquitectónico entre otros, se encuentra gravado sobre una losa de jaspe, que ahora forma parte de un enterramiento.

Uno de los típicos ventanucos que dan luz a una de las torres mudéjares toledanas, adornándose exteriormente con un típico arco islámico.

Al entrar en la gran capilla de San Blas, de la catedral toledana, observamos dos sepulcros góticos. En el primero es donde se encuentra enterrado el arzobispo Dº Pedro Tenorio, que nos legó además de esta capilla, el claustro bajo donde se encuentra, más el puente gótico de San Martín. A su lado descansa su sobrino Vicente Arias Balboa, que además de obispo de Plasencia, fue su secretario.

Instantánea del interior de la torre defensiva exterior del Puente de San Martín, con sus respectivas almenas, más el balcón abierto de forma defensiva, para arrojar aceite hirviendo, piedras, flechas o lanzas, cuando se quisiera tomar Toledo en la edad media.

Detalle de uno de los tapices catedralicios, el cual nos ilustra que en la edad media, algunos médicos judíos o musulmanes, dejaban escritos sus saberes y experiencias, por medio de los monjes escribas de las órdenes monásticas, en sus scriptorium sobre pergamino, haciéndonos por dicho medio un grandioso legado.

Esquina del claustro alto que perteneció al antiguo Hospital de Santa Cruz. Hoy día es uno de los remansos de paz en el centro de Toledo, perteneciendo al Museo de Santa Cruz, donde se pueden admirad grandes exposiciones.

Sobre dos grandes platos de cerámica, debidos a la mano del ceramista toledano Domingo Sánchez Vaquero, observamos que para ellos se ha inspirado en dos cuadros de la anunciación salidos de los pinceles de Doménico Theotocópulis “el Greco”. La más azulada se encuentra en Roma y la más amarillenta, en el Museo de Santa Cruz de Toledo.

Ventanas de medio punto en la iglesia latina de San Román, que dan luz desde la nave central a la nave de la epístola. Su particularidad es que se encuentran pintadas al fresco en el siglo trece, con caracteres en latín, pero también y de ahí su misterioso enigma, con caracteres en árabe cúfico.

Retrato del cardenal primado de Toledo, Bernardo de Sandoval y Rojas, pintado por Luis Tristán. Este prelado cambio sus apellidos, metiendo el segundo en primer lugar. De ahí que con dicho hecho, muchas de las techumbres de los monumentos que mandó edificar, tuvieron forma oval o elíptica.

Delicada vidriera emplomada, donde vemos el escudo cardenalicio del personaje de la fotografía anterior, Sandoval  y Rojas. Este se halla en un pequeño ventanillo, que pertenece a una de las capillas de la ermita del cigarral del Ángel Custodio, que el mismo fundó en el siglo XVII, cediéndole a la orden mendicante de capuchinos descalzos de San Francisco.

Detalle de ventana escalonada hasta el hueco de luz, con alfiz y arco apuntado en estilo neomudéjar, decorada con cerámica debida al maestro Pedraza.

Heraldo de armas de tiempo de los Reyes católicos, que está tallado en el antecoro del monasterio de San Juan de los Reyes. Por su postura, sustentando con su hombro el friso que mantiene la balaustrada, levantándose el faldón sobre su rodilla izquierda y sujetando su porta compás, posiblemente se refiera al maestro de dicha obra, Juan Guas.

Una de las calles de Toledo, concretamente la dedicada a Antonio Martín-Gamero, antes denominada como de Obra Prima refiriéndose a la cercana catedral, es conocido por su “Historia de Toledo” de 1862. En ella podemos ver colocados los toldos que servirán de palio a la custodia de Cisneros, el día del Corpus Cristi.

Antiguo baldosín de cerámica, contenedor del anagrama o símbolo coronado, sobre la virginidad de la virgen María. Se encuentra en la colección Vicente Carranza, en el Museo de Santa Cruz, que fue donada por el mismo en 2001 a la Junta de Comunidades de Castilla- La Mancha.

Este es el paje de los Reyes Magos, que se encuentra tallado en el pórtico septentrional de la catedral toledana. Sonriendo y sin barba, sustenta las cinchas de sus tres cabalgaduras, que tiene atadas a un mástil y en su mano derecha recoge sus espuelas, terminando la escena epifánica.

Detalle de una de las únicas columnas visigóticas talladas con personajes. Se encuentra sustentando dos arcos del tipo de herradura, en la iglesia del Salvador de Toledo, que fue anteriormente la segunda mezquita más importante de la ciudad. En el vemos la escena en que Jesús, cura de su ceguera a un ciego de nacimiento.

Uno de los bellos atardeceres sobre la ciudad del Tajo. Sobre su base se ciernen ya las sombras de la noche, en su parte intermedia se atisban algunos de sus colores claros y por encima la sublime silueta contra el cielo azul del horizonte occidental.

 Detalle de la pintura de Navarro sobre Santa Lucía, en la Capilla de los Doctores, en la antecapilla de la Capilla del Sagrario. En el vemos a un ángel, que sustenta un plato, donde se encuentran los ojos de la santa, tras su martirio.

Ábside mudéjar de la iglesia latina de San Justo y Pastor y a su lado la Capilla de Corpus Cristi de diferente estilo, tratando de parecerse al primero.

Formando parre del pilar toral del norte, denominado de las Sibilas, observamos en detalle el escudo del arzobispo de Toledo Dº Pedro de Luna, sobrino del entonces Papa Luna. Benedicto XIII, que pasó por esta sede de puntillas. A su lado el escudo de los Trastámara, en tiempos de los potentes Reyes Católicos.

Aquí tenemos la cara del nuevo gigantón, que sale a las calles toledanas en sus festividades. Representa al comunero Juan de Padilla, que luchó contra Carlos I en las Guerra de las Comunidades. Tras la derrota de Villalar, murió decapitado.

Entre los capiteles de las columnas del claustro catedralicio toledano, observamos a varias figuras levantando espadas y velas Se refieren a la fiesta teatral de la Sibila, que se representa este acto teatral en dicho templo en el mes de diciembre.

Yesería exterior de la Casa de Mesa, que dicen ser del siglo XIV. En ella vivió el famoso alcalde de Toledo, Esteban Illán, después perteneció al señor de Malagón, cuya esposa protegió en este edificio a Santa Teresa de Jesús. Contiene un salón y techumbre mudéjares muy bellos.

Hisopo más que almirez, pintado por Juan de Borgoña y su equipo en el siglo XVI, para adornar una de las escenas que conforman la Sala Cisneriana de la catedral de Toledo.

Angelote entre ramas y cornucopias, el cual está dedicado al arte de la cerámica, al encontrarse pintando un jarrón con esmaltes. Debemos esta escena, a uno de los ceramistas más fecundos y artísticos en dicha técnica, como fue el maestro Vicente Quismondo.

Sobre los tres círculos rectores en que se basa el perímetro en la planta de la Catedral de Toledo, describiendo un semicírculo en su base y usando el rectángulo áureo, se obtienen tanto el alto, como el ancho basilical del templo. Al otro lado, siguiendo la misma composición, vemos sobre el plano original, las alturas reales de sus bóvedas en la planta.

Custodia ejecutada en barro por el artista Domingo Sánchez Vaquero, y luego revestida cerámicamente en el color del brillante oro, por él mismo, para dar a esta su total concepción eucarística, pero sobre todo una gran singularidad.

Diferentes tonalidades de colores, sobre la fachada principal del templo gótico por excelencia, de Toledo. Estas embellecen sus torres y sus portadas, haciéndonos ver algo totalmente nuevo en cierta época del año.

Esta bella placa de metal repujado de época tardo-romana, que pudo pertenecer a un pectoral, apareció en la villa romana de Carranque, en el cercano pueblo de Illescas.

 La aguja catedralicia o alcuzón, levantándose nocturnalmente por entre las calles toledanas, asombrándonos su figura por el solo placer de admirar una joya tan gótica, a la que parece dar luz la Luna por encontrarse a su lado, en estos momentos de la instantánea.

Detalle de una de las pinturas claustrales, que adornan el claustro de Sta. María de Toledo, debido al pintor Francisco Bayeu, donde vemos a un lazarillo indicándole a un ciego, el reparto de limosna, por parte de San Eugenio a un pobre.

Desde las alturas de la ciudad de Toledo, vemos frente a nosotros el exterior del Teatro de Rojas, en el lado correspondiente a la zona de la escena. A un lado, también vemos sobresalir, el esbelto campanario de la iglesia de San Nicolás.

Esta joya de Sta. María de Toledo, es el copón rico denominado “del jueves santo”, por usarse el mismo en dicha celebración. Fue ejecutado aproximadamente el año 1530, por el orfebre Ludwig Krug. Es de plata sobredorada y sus pequeñas escenas, están compuestas con aguada sobre vitela.

En esta instantánea vemos una chimenea y restos de parte de un jarrón decorativo, pertenecientes a los antiguos tejados de la judería grande toledana.

Apenas nos fijemos bien, sobre el damero de losas grises y blancas que forman la base de Sta. María de Toledo, observaremos una de tantas luces que se filtran tras los vitrales y se reflejan  en su suelo. En unos segundos veremos que su movimiento y desplazamiento, es consecuencia del movimiento de traslación del planeta, con respecto a nuestra estrella de vida.

Fotografía donde vemos la entrada de servicio del cigarral Montealegre, por medio de los baldosines de cerámica que así lo dicen. En los laterales, podemos ver dos cruces usadas por los caballeros mozárabes, los cuales en nuestro tiempo, siguen su antigua tradición. Estos vienen de familias, que en la dominación musulmana de Alándalus, pudieron seguir  celebrando el antiguo rito de la misa de origen toledano, pagando un impuesto a sus dominadores.

En uno de los ángulos del cuadro del Expolio, que se encuentra en la sacristía de Santa María de Toledo, observamos sobre color blanco la firma del moderno genio que la ejecutó a últimos del siglo XVI escribiendo, Doménico Theotocópulis hizo. Este artista universal, quiso dejar su esencia pictórica al futuro pintado un sello lacrado, como queriendo dejar el papel pegado al lienzo y además pintó también una especie de clavo, como si estuviera clavado para los siglos venideros.

Desde las alturas toledanas, al atardecer una incomparable instantánea, con sus torres de diferentes estilos, apuntando hacia las nubes. La torre mudéjar de Santa Leocadia de arriba u los chapiteles renacentistas de su antiguo palacio imperial.

Detalle de una reja en celosía con león rampante, debida al maestro herrero Julio Pascual. Se encuentra en un espléndido salón de la bella estación de ferrocarril toledana, donde eran recibidos y descansaban los reyes que viajaban en tren hacia Toledo desde la capital de España los siglos XIX y XX, antes de arribar a esta ciudad universal.

Dibujo a plumilla llevado a cabo el año 1972, dejando testimonio de cómo se encontraba la famosa calle del Ángel, la cual vertebraba la judería grande de Toledoth. Y fotografía comparativa de la misma, del año 2019, donde vemos la falta de un balcón a uno de sus lados y la falta de un portalón, ahora bloque de viviendas.

Desde la serenidad interior de un templo toledano hebraico, como es Sta. María la Blanca, observamos la luz difusa que entra a través de sus dos ventanas orientales, por medio de sus celosías de alabastro, alumbrando parte de la cúpula renacentista de Alonso de Covarrubias, cuando este oratorio era ya cristiano.

Instantánea del campanario alto de Santa María de Toledo. Entre sus arcos góticos, podemos observar la melena que sustenta una de sus grandes campanas, como es la de San Sebastián y otro campanil delantero, que da las horas del reloj catedralicio.

Bellísima ánfora salida de las manos del ceramista talaverano Ruiz de Luna. Con su azul característico talaverano y bajo ella su firma, con su escudo y el satélite de su apellido y la cuidad donde se ejecutó. Pertenece esta a una colección particular.

Tras el jardín paradisíaco de un cigarral con su fuente, se observa al fondo con el sol de la mañana, la silueta de la Ciudad Imperial. El ambiente místico por espiritual, se palpa por el ambiente de su privilegiado entorno.

Detalle de las yeserías que adornan y dan sentido al muro de occidente de la sinagoga del Tránsito, antes de Samuel Ha-Leví, con sus sobresalientes mocárabes, que dan paso a la banda epigráfica de texto hebraico, entre castillos, granadas y pámpanos con hojas de vid, con su cerrada filosofía cabalística.

Vista superior de los torreones de la puerta de Bisagra y las almenas de las murallas medievales que cerraban en aquel tiempo a su arrabal más importante toledano, como era el de la Antequeruela.

Sobre el mármol de la basa de una columna, aparecida en la villa romana del personaje Materno en Carranque, se ve una inscripción del cantero muy sugestiva, que según los investigadores quiere decir: “En el nombre de nuestro emperador Teodosio”, que reinó en el siglo IV.

Sugestiva imagen de un espectáculo de luz y sonido, que determina la estructura interior de madera de como se pudo construir la Puerta del Cambrón en Toledo, la cual fue anteriormente la Puerta de los Judíos o Bab-al-Yaud.

Escudo del cardenal Conde de Teba. Este se encuentra decorando uno de los órganos más importantes del coro catedralicio, el fabricado por Pedro de Liborna Echevarría, en el lado de la epístola o coro del arzobispo.

Trasera de la escultura denominada “Silla de Asiento”, del escultor Eduardo Chillida, la cual fue transportada al comienzo de la democracia, por un gran helicóptero y colocada en la colina más alta del Cigarral de Menores, perteneciente a la familia Marañón.

Yesería mudéjar de principios del siglo pasado, la cual adorna lo que fue el Salón de Reyes de la Estación de Ferrocarril toledana, ahora capilla de la misma. Entre dos cadenetas sin fin, se ven hojas pentagonales, las cuales contienen una semiesfera, tallada con exquisitos azafates, cuya simetría es perfecta.

Antigua entrada con tejaroz y vistosa cerámica, perteneciente al monasterio de San Bernardo, o de Ntra. Sra. de Monte Sión, que se encuentra hacia el este de las afueras de la ciudad. Pertenece a la orden de los monjes cistercienses.

Este extraordinario tipo de jarrón repujado en bronce con cariátides y luego dorado, se encuentra aderezando la terminación de la balaustrada que contiene el altar de prima, donde se asienta la virgen blanca, en el interior del coro de la catedral toledana.

Desde la Presa del Ángel sobre el río Tajo, al fondo se observa en detalle, la silueta del Monasterio de San Juan de los Reyes, sobre las Vistillas de San Agustín.

Vistosa vidriera al sur de la Capilla Mozárabe, la cual filtra la luz tenuemente hacia su interior. Al ser fundada por el Cardenal Cisneros, para seguir en ella el antiguo rito español de la misa, se le representa al mismo, junto a su ajedrezado escudo cardenalicio.

Escudo tallado en granito, sobre el dintel que da paso real a la mansión del Cigarral de Menores. El mismo debe pertenecer a las familias Bertrán de Lis y Solís, los cuales cuidan de este enclave histórico.

Entre los tapices que guarda como un tesoro Sta. Mª de Toledo, los cuales son desplegados para la procesión del Corpus Christi, observamos en detalle en uno de ellos, al rey David tocando el arpa.

Sobre el istmo que une la ciudad de Toledo con el norte, vemos en el horizonte el impresionante edificio renacentista del Hospital de San Juan Bautista, vulgarmente denominado “de afuera”. Fue construido a expensas del Cardenal Juan Tavera y diseñado por el maestro Alonso de Covarrubias. Debajo el barrio de las Covachuelas.

Lindo y complicado tablero por su excelente talla en yeso, con sus enjutas, sustentando un friso con caracteres hebreos y filacterias vacías. Se encuentra junto a otros, en la galería de mujeres, de la Sinagoga del Tránsito o de Samuel Ha-Leví.

En esta instantánea, tomada desde el Paseo del Tránsito, mostramos uno de los pocos vestigios pertenecientes a la Judería Grande de Toledoth, refiriéndonos a los restos del muro que la cerraba, hacia el lado occidental.

En el rosetón del occidente de Sta. Mª de Toledo, entre los magníficos vitrales que la componen, nos encontramos con el hexagrama o estrella de los magos, representación fidedigna del arte de la alquimia, con la conjunción de los opuestos al final de la obra, fuego y agua. El orden cósmico. Con la piedra al rojo y la cabeza parlante, ahí está como testimonio del gran arte.

En la entrada a Toledo del río Tajo, en su margen derecha, se encuentra la central eléctrica de Safont, que se construyó aprovechando la anterior presa denominada del Canal, que fue su cauce original. Se asienta este edificio, sobre antiguos molinos del Corregidor.

Aquí dejamos un ejemplo, de las magníficas por simbólicas gárgolas interiores del claustro de San Juan de los Reyes en Toledo. Debajo el lobo de Gubbio que formó parte de la vida de San Francisco y por encima, el arlequín o titiritero de las fiestas medievales, tocado con el sombrero de “tres picos”. Para más información, remitimos al 1º Cuaderno Heterodoxo Toledano.

Como en un nacimiento, entre los montes fronteros a Toledo, con sus arboledas, sotos y genista, aparecen mimetizados sus famosos cigarrales, cantados por los sabios del siglo de oro y por los poetas españoles de todos los tiempos.

Aljibe con antiguo brocal en estilo gótico, en un lugar recóndito de esta ciudad. La estructura de forja para extraer su agua, se basa en columnas salomónicas rematadas por hojas y una rueda con cadena que baja hasta una carraca circular con mango. En nuestro tiempo solo sirve para adornar.

Claroscuro de la antesala capitular cisneriana trazada por Enrique Egas, entre la terminación del armario en rica madera tallada por Gregorio Pardo y las pinturas murales al fresco con trazas de Juan de Borgoña, realizadas por Alonso Sánchez, Luis Medina y Diego López, con decoración vegetal donde podemos observar cantidad de pajarillos, simbolizando la “lengua de los pájaros”. Son de comienzos del siglo XVI.

Restructuración de la fachada occidental de Sta. Mª de Toledo en gris, debido al espectáculo de luz y sonido, que se lleva a cabo anualmente el mes de septiembre en Toledo.

Talla en madera de una de las muchas ciudades andaluzas tomada por los Reyes Católicos en su camino hacia Granada. Esta se refiere a Coín y forma parte de los distintos sitiales del coro bajo de la catedral toledana. Fueron talladas por las delicadas manos del maestro Rodrigo Alemán y su apreciado equipo.

Austera aunque bella sillería, perteneciente al coro alto del convento franciscano de San Juan “ante portam latinam” o de los Reyes. En ella se observan veintiocho sitiales, frente al altar.

En esta instantánea observamos la colina de un cigarral toledano, repleta de olivos mediterráneos y de esbeltos cipreses. En su centro se alza una columna que se remata con una cruz, es decir, un crucero, como es costumbre de encajar en este tipo de pequeñas fincas, que se encuentran mirando a la ciudad.

Atractiva cerámica sobre baldosines fabricados en arista. Dichos dibujos de estilo musulmán, con sus dieciséis sinos y azafates, nos conducen a un centro único o estrella, el cual representa al ojo divino o a un templo en el infinito.

Pilares con sus tajamanes, que se encuentran en el centro del río Tajo, al empiece de la curva del cerro de la Cabeza, dando paso al “agua caliente”. Pertenecieron a un molino harinero, aunque anteriormente por su estructura y fortaleza, pudieron formar parte de otro acueducto romano, que abastecería de agua a la Toletum romana.

Detalle del conjunto de pinturas perteneciente a la sala del capítulo de los canónigos de la catedral toledana. Juan de Borgoña nos dejó en su juicio final pintado al fresco, la escena de una pecadora resucitada, atrapada por el cabello por una especie de demonio, que la arrastrará al averno.

Impresionante elevación de los pies exteriores del magnífico templo gótico de San Juan de la Reina, donde apreciamos sus fortísimos contrafuertes y sus altivos pináculos.

Placa conmemorativa donde dice que en el año 1618, el canónigo de la catedral Jerónimo de Miranda, edificó en este sitio privilegiado, en las colinas fronteras a la ciudad de Toledo el convento de San julián, cediéndolo a la orden de los Clérigos Menores. Tres siglos más tarde, fue recuperado por el insigne médico Gregorio Marañón, haciendo de este lugar uno de los más destacados a nivel europeo.

Clave de bóveda en Sta. Mª de Toledo, donde se observa uno de los símbolos mitológicos del cristianismo. En él se observa al pelícano, picando su pecho para dar de beber la sangre a sus hijos. En el arte de la alquimia se refiere a la búsqueda de la perfección, correspondiendo a la  imagen del jarrón para destilar.

Antigua espadaña con sus campanas, que sobresale del desaparecido hospital de San Juan de Dios, frente a la Sinagoga del Tránsito en Toledo, que fue demandado por el cardenal Lorenzana. Sobre la mitad del siglo pasado en adelante, fue maternidad provincial de beneficencia, donde hemos nacido muchos toledanos.

Doble ventanal en una de las capillas de la catedral toledana. Estas se cierran y adornan con finos vitrales, donde observamos la escena de los magos siguiendo la estrella de Belén y su adoración a Jesús recién nacido. En el cuadrifolio superior, vemos el escudo del cardenal Mendoza.

Típico yamur de cuatro esferas decrecientes, de tradición musulmana, que sobresale en lo más alto de sus minaretes. En este caso, por él sale el agua el agua de vida, que llena la fuente y refresca el ambiente por sus iones negativos.

Esta es una de las tapas de los registros de las bocas de riego que contiene la ciudad. Son de  hierro fundido, donde se ve a unos ángeles  que vierten sus cántaros de agua con el escudo del Ayuntamiento de Toledo. Fueron fabricadas sobre los años 50 del siglo pasado, en la fundición de Donas Serrano, en el cercano pueblo de Cedillo del Condado. Muchas de ellas desaparecen por creerlas obras de arte. Una de ellas fue subastada en julio del 2017, en una casa de subastas de Madrid.

Detalle de la estatua en bronce del arzobispo de Toledo Dº Bernardo de Sandoval y Rojas, con su leyenda historiada. Este fundó el primer cigarral toledano, el del Ángel Custodio. Fue fundado por el mismo, convirtiéndole en convento de capuchinos descalzos.

A lo lejos, como pintado sobre la penumbra, el crucificado gótico sobre la cruz, culminación de la reja reina de la catedral toledana, obra del insigne rejero Francisco de  Villalpando, de comienzos del siglo XVI, por encargo del cardenal Tavera. Obra cumbre en el mundo conocido de entonces.

Pequeña pero coqueta fuente, reutilizada en un cigarral cercano a la ciudad. Debió de pertenecer esta posiblemente, a alguno de los edificios religiosos desamortizados en el siglo XIX, o recuparada tras los incendios por los incendios provocados por las destructoras ordas francesas a las órdenes de Napoleón, en su retirada hacia el norte de España.

Parte frontal de la tarasca toledana, la cual se refiere a la bestia del Apocalipsis, que  huye por las calles toledanas, antes de que la custodia con la ostia consagrada haga el mismo  recorrido. Es conducida por Ana Bolena, debido de ser parte integrante de la reforma protestante en el siglo XVI.

Esta es parte de una de las galerías subterráneas, que se hallan ocultas en el subsuelo toledano. Nos referimos a los sótanos del Palacete de Linares, que van desde el mismo y atraviesan la calle Reyes Católicos en plena judería grande.

Estos lindos ornatos en yeso, con piñas sustentando volutas, conforman los capiteles de la sinagoga de Sta. Mª la Blanca de 1180. Estas forman geométricamente, la natural curva espiral de crecimiento, que pese a su influencia entre románica y almohade, se encuentran inspiradas en la geometría de Euclides, que se estudiaba en la primera escuela de traductores toledana.

Desde la lejanía, entrada principal del famoso cigarral del Ángel, fundado por el arzobispo toledano Dº Bernardo de Sandoval y Rojas, donde muchos intelectuales del siglo de oro se encontraban. A últimos del siglo pasado, aquí se reunían los poetas españoles más prestigiosos.

Este es uno de los múltiples órganos de la catedral toledana. En este caso es uno de los más espectaculares y hermosos, estando colocado en el coro del deán. Su caja neoclásica de orden corintio, debió de ser diseñada por Ignacio Haam, con figuras de Mariano Salvatierra y construido por el famoso organero Verdalonga.

Esta es una las gárgolas interiores del claustro de San Juan de los Reyes. Se refiere a una gata egipcia, deidad de la ciudad de Bubastris, que simboliza las diferentes hecatombes de las distintas civilizaciones.

Curiosa olambrilla colocada en una de las centrales eléctricas, que pertenecían a la antigua Fábrica de Armas. Ahora esta se está hundiendo irremediablemente, al encontrarse abandonada. Así es el destino de estos establecimientos, a las orillas río del Tajo.

Estas monjas toledanas, caminan raudas hacia el interior de la catedral, para ser testigos de la ceremonia de la consagración de nuevos sacerdotes.

Este “pedrón” que hace esquina en la iglesia de los santos Justo y Pastor, sirve para recordar la leyenda del Cristo de las Cuchilladas, donde tuvo lugar el abrimiento del muro para salvar a Isabel de los Silva y a su amado Diego de los Ayala, por rencores entre familias.

La capilla de la epístola, en la ermita del Santo Ángel Custodio. La bella reja renacentista que la cierra, es debida al insigne forjador del hierro, Dº Julio Pascual.

Atardecer desde uno de los caminos cigarraleros. Este en concreto se dirige como vemos, a la trasera de la ermita de San Jerónimo, que fue usada desde su construcción en el siglo XVII, para dar misa a los cigarraleros de los contornos. Fue fundada por el canónigo Jerónimo de Miranda.

Preciosa ánfora por el colorido de su revestimiento cerámico y por su ornamentación, pues sus asas corresponden con cabezas de carneros. Se encuentra en esta joya, en la ahora capilla de la Estación de Ferrocarril de Toledo y debió ser ejecutada por alguno de los grandes ceramistas toledanos.

Tras algunas flores y árboles frutales y entre una suave niebla, al fondo aparece la silueta de la entrada a Toledo desde el norte, con la puerta de Bisagra y a su lado el templo de Santiago del Arrabal.

En el trascoro occidental de Sta. Mª de Toledo, nos encontramos un arcosolio a la que la gente de la ciudad al tenerle gran devoción, le nombra como la Capilla del Cristo Tendido. Es de un exquisito estilo gótico tardío, de entre los siglos  XV y XVI.

En una de las calurosas noches toledanas, advertimos el dibujo sobre la propia puerta del Cambrón en color blanco, suya sublime sensación nos la trasmite un espectáculo de luz y sonido sobre ella. Por ella hace siglos, entraban los judíos toledanos a su Judería Grande.

Presento aquí mis dibujos a lápiz, sobre el antiguo diseño de las míticas y universales coronas más importantes de los reyes visigodos, escondidas más de 1100 años en Guarrazar. Una pertenece al rey Suintila y la otra al rey Recesvinto, las cuales fueron ofrecidas al entonces grandioso tesoro toledano de los reyes, que era la honra y el talismán nacional de los godos.

Dentro del arte mudéjar toledano, de forma simbólica podemos ver un cuadrado que contiene a un círculo en expansión. Este último contiene una estrella, cometas y planetas, como referencia de la expansión del universo. Al juntarse con el paso del tiempo, formarán la “cuadratura del círculo”, pensamiento geométrico del paraíso.

A la salida del claustro bajo, cuya puerta entre gótica y renacentista conduce al claustro alto de San Juan de los Reyes, donde vemos el ensamble de dos tipos de arcos, con decoración gótica. El de debajo es carpanel y el de encima trilobulado, conteniendo entre ellos la deteriorada pintura de un calvario, donde vemos arrodillado a un franciscano.

Una vistosa perspectiva del frontal sur de la Estación de Ferrocarril toledana, desde donde emerge su singular torre-alminar, al estar construidos en un puro estilo neomudéjar, dejando testimonio de su idiosincrasia toledana.

Interior de la Central Eléctrica del Ángel, que perteneció a la Fábrica de Armas de Toledo. Tras su desaparición, esta quedó abandonada. Por este motivo vemos en ella el deterioro de sus antes potentes turbinas, las cuales daban energía al Palacio Sabatini y a la maquinaria para la fabricación de armamento.

Apenas miremos con los ojos del entendimiento, los círculos que se encuentran embelleciendo las albanegas de la Sinagoga de Sta. Mª la Blanca, con suerte nos daremos cuenta de los diferentes y ricos tipos de geometría descriptiva, con que fueron esculpidos en el yeso. En este caso se refiere a un hexágono regular, que al proyectarse sobre si mismo, nos da la estrella de David que representa a la identidad judía, aunque también a la islámica.

Asomándonos al cauce del río Tajo a su paso por Toledo, podemos observar aún lo agreste de su paisaje, por medio de intacta naturaleza. Pertenece este detalle al famoso Cerro del Bú.

Fotografía del último eclipse lunar, ocurrido el 16 de Julio del año 2019, hecha desde los alrededores de la antigua Cuidad Imperial.

Interior de la Puerta del Septentrión de la catedral toledana. Por fuera se la denominó en tiempos de “los libreros”, y luego de la Feria, de la Chapinería, de la Epifanía o del Reloj, aunque por dentro se la puede denominar de la Anunciación, por estar esculpida esta en sus tímpanos, obras de Nicolás de Vergara y Juan Bautista Vázquez.

Inigualable vista desde los cigarrales toledanos, de una parte de Toledo. En ella podemos ver más cercana a nosotros, la ermita de San Jerónimo. Al fondo, el impresionante hastial de los pies, que pertenece a San Juan de los Reyes. Su contemplación nos deja perplejos, apenas seamos un poco sensibles.

Mano izquierda en una placa de mármol, del siglo VII en época visigoda, aparecida en Malpica de Tajo. Posiblemente se refiera a una deidad entre arriana y católica.

Balconada en un cigarral toledano, con vistas hacia el agreste paisaje del otro lado del río Tajo. En su interior, se adorna con una rústica mesa, conformada por una columna que sustenta una piedra de molino.

Detalle de una yesería, donde observamos un escudo contenedor de la corona real de un imperio. Pertenece al salón de recibimiento de la Estación de Ferrocarril de Toledo, donde fue recibido el rey Alfonso XIII, así como grandes personajes y mandatarios, cuando llegaban a la ciudad por este medio.

Desde el patio de los faroles de un privilegiado cigarral toledano, podemos observar al fondo la incomparable silueta de la ciudad, desde su cara oeste.

Este es otro detalle de la reja forjada por el maestro herrero Julio Pascual. En ella vemos un castillo de los escudo reales españoles. Por tal motivo, se halla adornando el salón real de la bella estación de ferrocarril toledana.

Edificio contenedor de la central hidroeléctrica de Safont, que se encuentra a la entrada de Toledo en su vega alta, sobre los molinos medievales de Pedro Pérez.

Precioso arco de herradura usado en la construcción de la alta parroquia latina de San Román. Pintado al fresco después, según la tradición románica, con reminiscencias y caracteres musulmanes, al estilo omeya.

Nombre dado en cerámica azul a uno de los cigarrales de Toledo, al encontrarse el mismo en un alto frontero al Paseo del Tránsito, desde donde se observa el admirable perfil del monte donde se asienta dicha urbe bimilenaria.

Interior de la espléndida iglesia de San Juan de los Reyes. Se construyó para colegiata y lugar de enterramiento de los reyes católicos. Pero las circunstancias del tiempo y del espacio, cambian los planes primitivos, siendo ahora en nuestro tiempo rico convento franciscano.

Entre la división de las filacterias vacías, que adornan una de las bandas superiores de la Sinagoga de Sta. Mª la Blanca, observamos interiormente dos cuadrados ensamblados que forman una estrella octogonal, que guarda en su interior el nombre de dios en caracteres cúficos florales.

Cabeza tallada por el equipo del arquitecto Arturo Mélida, para conformar una de las gárgolas del claustro de San Juan de los Reyes. Pertenece al “niño de la cucaña”, que se refiere al comienzo del nuevo tiempo de la nueva era de acuario platónica.

Curiosa olambrilla pintada en azul, sobre marmolina blanca. En ella vemos un curioso escudo, con dos rombos alargados en un lado, referidos a la sebka y en al otro tres crecientes lunares, de tradición musulmana, usada por la familia papal y arzobispal de los Luna. Pertenece a la central hidroeléctrica del Ángel.

Aquí tenemos el Cerro del Bú frente a Toledo. Este promontorio tallado por el arroyo de la Degollada y el río Tajo que corre a sus píes, ha sido habitado desde la prehistoria toledana. Como vemos en su fotografía de la izquierda, hace unos años se replantaron sus laderas con un tipo de arbusto para su regeneración. Sin embargo en la fotografía de la derecha, en nuestro tiempo observamos la sequedad de los mismos.

Delicada balaustrada gótica, por estar tallada en pizarra. Pertenece a la entrada del presbiterio de la ermita del Cigarral del Santo Ángel Custodio. En ella se aprecian los ocos de infinitud. entre cardinas y las recurrentes bolas decorativas.

Exquisito trabajo geométrico tallado en yeso, perteneciente a uno de los círculos diferentes por exclusivos, que adornan las albanegas de la Sinagoga de Sta. Mª la Blanca. Su contemplación, nos conducen a pensamientos sorprendentes.

Estudiando en profundidad el círculo anterior, a través de su geometría descriptiva, es cuando nos percatamos de sus cualidades intrínsecas, al contener este la cuadratura del círculo. Fue construida esta sinagoga en el año 1180 y en esa fecha comenzaba a funcionar la  Escuela de Traductores de Toledo, que fue muy fecunda en la geometría de Euclides.

Monolito de granito gris, que se halla en el Bosque de la Amistad entre los pueblos de España e Israel, como recordatorio de los sefardíes a sus mayores. Se colocó este en octubre del año 1979, que en la era judía corresponde al de tishry del año 5740.

Rico capitel toledano, perteneciente a uno de los 32 pilares que sustentan los arcos de la sinagoga de Sta. Mª la Blanca. Conformados interiormente de manera romboidal o sebka, de donde salen volutas vegetales, con ornamentación de mazorcas o piñas.

En el Rincón de los Poetas del Cigarral del Ángel, bajo un arco verdeante, vemos el busto del poeta José Hierro, con su poema al instante del lugar y al río Tajo, que se encuentra detrás.

Aquí está el tiempo sin símbolo

como agua errante que no modela el río,

no entre cosas de tiempo,

ando, vengo y voy perdido.

Restos de los bajos de la antigua sinagoga toledana, denominada del Escriba o del Sofer. Esta se encontraba escondida hasta hace unos años, al ser escavados sus  despojos, dejándolos abiertos a la luz de nuevo.

Parte alta del pórtico principal del monasterio de San Juan de los Reyes. Entre arcos conopiales contiene a su santo patrón, San Juan con el copón de Aristodemos, con el se le quería envenenar.

Pulcra fuente en mármol blanco, con su ataifor, que da frescor a un escondido patio toledano. Se encuentra a la entrada del Archivo Provincial de Toledo, edificio que perteneció al antiguo Convento de Jesús y María, hoy extramuros de la ciudad.

Rústica hornacina de un cigarral toledano. En ella observamos la figurilla de María Magdalena con sus largos cabellos de penitente y el recipiente con los ungüentos que usó para ungir la cabeza de Jesús, en Betania.

Destacado y colorista detalle, de una de las pinturas al fresco en el claustro de la catedral toledana, debido a los pinceles de Francisco Bayeu, donde vemos la mitra, el báculo y la capa de San Eugenio, primer obispo católico de la urbe.

Desde el Cigarral de Menores, entre cipreses y olivos, obtenemos esta instantánea con el caserío y la silueta de la ciudad del fondo, Toledo.

A lo lejos desde oeste en la mañana brumosa, vemos la imponente silueta del monasterio franciscano de San Juan de los Reyes, sobresaliendo su cimborrio y sus pináculos.

Celosías doradas pertenecientes a la decoración de un retablo gótico, con pinturas de San Pedro y San Pablo, que flanquean al anagrama de Cristo, aprovechadas para adornar el altar de la ermita del Sto. Ángel Custodio.

Piedras caballeras por encima de la ermita de la Virgen del Valle. Estas en concreto dan nombre al conjunto pétreo a su lado, como “piedra del rey moro”. Y es que su silueta se parece a una cabeza con turbante, referida al último rey de la taifa musulmana Al-Qadir, al mirar por última vez la fortificada medina de Tulaytula.

Aquí presentamos la última cena de Jesús, rodeado de sus discípulos, consagrando el pan y el vino, precisamente formando parte del importante y famoso Transparente catedralicio toledano, con su dedicación eucarística.

Terminación de la abandonada Presa de Ángel, al lado derecho del cauce del río Tajo, perteneciente a la antigua Fábrica de Armas de Toledo.

Detalle de uno de los capiteles en el claustro de Sta. Mª de Toledo. En el vemos a la dama y al caballero entre los setos y hojarascas de un laberinto. Jóvenes ejerciendo el amor puro o amor cortés como idea lívida, intentando la seducción terrena. Aunque realmente corresponde con la búsqueda platónica, mística e inalcanzable del alma.

El río Tajo en su salida de Toledo, una vez pasado el profundo valle que él mismo ha tallado durante miles de años. Allá va sereno y armonioso hacia las planicies, regando vegas, huertos y sotos. Le despide con sus brazos abiertos, la estatua del sagrado corazón.

En la capilla de la cripta de Sta. Mª de Toledo, denominada “del sepulcro”, en el altar central nos hallamos ante un espléndido grupo escultórico, que se encuentra dedicado al Santo Entierro de Cristo, cuyas hermosas figuras contienen una gran delicadeza y una fuerte tristeza. Se lo debemos al famoso escultor Copín de Holanda.

Entre las almenas de un palacio y un ciprés, observamos parte del crucero exterior y cimborrio del Monasterio de San Juan de los Reyes. En su parte media, se encuentran las famosas cadenas colgadas, que sean de donde sean, determinan la prisión del cuerpo, mientras que la blancura del interior simboliza la pureza del alma.

En el pequeñísimo homenaje hecho en la ciudad de Toledo, al famoso astrónomo toledano Azarquiel, el inventor de la azafea y el astrolabio, en el mil aniversario de su muerte 1019-2019, vemos a un lado el ecuador y la eclíptica y al otro los eclipses y rotaciones lunares. Debemos este acrílico con silicio a Abuylla, que le titula “viaje a las estrellas”.

Entre las almenas del Puente de San Martín, sobresale al fondo la silueta sur de la Sinagoga del Tránsito o de Samuel Ha-leví.

Bello jarrón de cerámica talaverana, adornando una casa en Toledo. En ella observamos sus colores tradicionales, con una escena típica de caza.

El color del sol al atardecer, sobre los muros del Palacio de la Cava. Su pátina dorada, le da un encanto especial, atrapando la vista del que lo mira, pareciendo una visión única.

Pintura al fresco con leyenda en latín, simulando una lápida marmórea en la Casa de las Miñacas. Fue compuesta el año 2003.

Este es uno de los torreones neomudéjares exentos, construidos por alguna empresa eléctrica en los años cincuenta del siglo pasado, concretamente el de la Cuesta de Santa Ana. En su interior se encontraba un transformador para dar luz a dicho barrio. Esta era la sensibilidad que había en esta ciudad de Toledo, para no desentonar con su exquisita belleza.

Bifaz de silex gris en el centro, adaptado para la mano de una mujer o un niño, así como raederas a los lados, que servían para descuartizar grandes animales. Fueron hallados en un valle de entre los lugares de Huecas y Rielves, en la provincia de Toledo. De tiempos neolíticos, tienen más de cinco mil años.

Sutiles pinceladas de un Greco en pleno desarrollo de su carrera en Toledo. Corresponde con uno de los ojos de Jesús abrazando la cruz, subiendo al Monte Calvario, cuya vista mira hacia las alturas de forma compasiva. Ahora se halla en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.

Bajo aloes y arboledas, discurre el río Tajo hasta llegar a la presa de Santa Ana, donde se comienza a despedirse de Toledo después de haber abrazado el monte donde se asienta la misma.

Vista aérea de parte del Convento de las Concepcionistas Franciscanas del siglo XV. Sobresale de ella su esbelta torre de estilo mudéjar, una de las más altas de la ciudad en su estilo.

Ventana circular cerrada por una fuerte verja de dieciocho brazos o balaustres, que van desde el exterior hacia sus adentros, hasta llegar a un círculo interior, representando a un sol que es por donde entra la luz a sus interior.

Antiguas páginas de un tratado astronómico, donde se encuentran dibujados las dos caras de un astrolabio, el cual fue inventado gracias a los estudios del toledano Abū Isḥāq Ibrāhīm ibn Yaḥyā al-Naqqāsh al-Zarqālī, alias Azarquiel. Con dicho instrumento se medía la altura de las estrellas sobre el firmamento.

Perspectiva exterior de la Sinagoga del Tránsito o de Samuel Ha-Leví, donde se celebraron las pascuas y festividades hebreas desde su construcción en el año 1361, hasta la fecha del decreto de expulsión en el año 1493.

Siguiendo otra fotografía anterior con el mismo círculo, que se encuentra en una de las albanegas  decorando los arcos de la sinagoga de Sta. Mª la Blanca, al observar la proyección de la estrella hebrea hacia el exterior, se conforma un hexágono inscrito en en dicho círculo. Al expandirse y según la geometría sagrada, tiene que ver con el arcángel Metatrón según el libro de Enoch, el judaísmo y el árbol de la sabiduría.

Sobresaliendo entre la arboleda a lo lejos, vemos el moderno puente denominado de Parapléjicos sobre el río Tajo, al conducir este al Hospital del mismo nombre. Fue construido el año 1975 y restaurado modernamente en 2009. En su salida, conduce al nudo norte de la ciudad de Toledo y la zona denominada como La Peraleda.

En uno de los cuadros dedicados a la Asunción de María, de Doménico Theocópulis el Greco, que se conserva en el Museo de Santa Cruz de Toledo, vemos en una de sus esquinas parte de los símbolos marianos que se nombran en la letanía del rosario. Entre otros vemos los correspondientes con estrella del mar, torre de David, pozo de aguas vivas o fuente de sabiduría.

Nave principal perteneciente al Convento de la Inmaculada Concepción en la ciudad. Fue instituido por Dª Beatriz de Silva en el año 1492 sobre los Palacio de Galiana de arriba, siendo este de Toledo la casa mater y primero de las concepcionistas franciscanas.

Sobre la tribuna derecha del interior de San Juan de los Reyes, se alza una de las columnas torales del templo. Por encima de los mocárabes gótico-mudéjares, sobresalen en cornisa varias cabezas talladas referidas a los rostros de los grandes artistas que levantaron su grandiosa nave, sirviendo de modelo y referencia ejemplar para los tiempos futuros.

Aquí hallamos uno de los cigarrales de los alrededores de Toledo, que mimetizado con el paisaje, sus arboledas y sotos le dan  frescor y le esconden de las miradas indiscretas. Remanso de paz armónica para el espíritu, pues a poco que se sea sensible, notaremos su increíble naturaleza íntima.

Nos encontramos ahora en uno de los tramos del claustro de San Juan de los Reyes, cuya belleza gótico-flamígera nos deja perplejos a nada que nos fijemos en sus figuras, pero sobre todo en los secretos florales y alquímicos que esconden sus delicadas tallas y celosías.

Tumba antropomorfa tallada en el granito, que por su profundidad y demás dimensiones, parece utilizada para un bebé. La misma se encuentra en el interior del terreno de un cigarral toledano, en los alrededores de Toledo.

Uno de los múltiples niños, que se encuentran tallados en el claustro de San Juan de los Reyes. Su cuerpo se encuentra desnudo, entre las ramas de un árbol, en el que recoge sus frutos. Su rostro es de asombro, como si viera algo inusual en su mundo.

Placa conmemorativa, referida al escritor lírico y periodista francés Mauricio Barrés, el cual estaba enamorado de Toledo y desde estos parajes cigarraleros, se inspiró para escribir una de sus obras sobre el Greco y la ciudad. Se encuentra esta como dice esta, al lado de una de las fuentes el cigarral de Menores o de Marañón.

Con solo unos toques de pincel, el Greco nos dejaba la imagen difusa de un ángel en una de sus excelentes obras, la de una de sus ascensiones, encontrándose ahora el el Museo Nacional Thyssen-Bornemiza. Dicho modelo también le usaría en el «andrógino» de su cuadro mítico de el Laocoonte.

Sobre los acantilados del río Tajo en su salida  de Toledo, observamos el taller y la vivienda en nuestra ciudad, usada por el escultor vallisoletano Victorio Macho.

Rascadores de silex gris y piedra moledora de tiempos prehistóricos, que pertenecieron al ajuar doméstico de nuestros ancestros, para desmembrar la caza cobrada por estos mismos. Pertenecen al período neolítico con más de cinco mil años. Fueron encontrados en el valle formado entre los pueblos toledanos de Rielves y Huecas.

La imponente torre mudéjar de la iglesia latina de Santo Tomé, con su considerable altura y su doble campanario, donde observamos las típicas ventanas con arcos tumidos apuntados y lobulados, de herradura embellecidos exteriormente por otros lobulados, divididos estos por otro cuerpo, con arcos polibulados más pequeños sustentados por columnillas de cerámica vidriada.

Preciosas olambrillas, donde podemos ver que se encuentran compuestas por la geometría mudéjar clásica, usada por los maestros ceramistas toledanos y una típica escena animal costumbrista, referida a la caza. Pertenecen al piso superior del claustro de San Juan de los Reyes.

En el exterior del presbiterio de Sta. Mª de Toledo, entre sus pilares torales del lado norte, nos encontramos el túmulo mortuorio del gran cardenal de España, Dº Pedro González de Mendoza, hijo del Marqués de Santillana. Se achaca su fábrica clásica  a lo romano, al escultor Andrea Sansovino en el siglo XVI. A este artista se le tiene como representante del Quattrocento.

Pequeño pasadizo entre edificios, parecido a un cobertizo. Este daba paso ascendente de forma discreta, desde el Convento de Sta. Isabel de los Reyes al edificio frontero, perteneciendo ambos a la comunidad de monjas clarisas franciscanas. Se encuentra este
en la Travesía de Santa Isabel.

Extraordinario plato de cerámica, por su limpieza y perfección, fabricado por el método de «cuerda seca» y diseño de dibujo para un baldosín. Pertenecen a la mano del ceramista José Aguado, siendo expuestos en la exposición que recordaba su nacimiento hace cien años.

Detalle central de un descriptivo cuadro al óleo, denominado como Vista y Plano de Toledo, llevado a cabo por el genial Doménico Theotocópulis, denominado como Greco. En el observamos la cara norte de la ciudad de su tiempo. En el centro, sobre una nube y vuelto del revés, se ve el Hospital de San Juan Bautista, vulgo de Afuera y al lado izquierdo el plano de la ciudad. Así de preciso fue aquel inigualable artista.

En la austeridad del arte mudéjar toledano, construido con un material básico, como es el ladrillo de barro simple, se encuentra una belleza geométrica muy sutil, en el exterior del ábside de la que fue iglesia de San Antolín. Aqui vemos tres arcos tumidos ciegos, formados por ángulos agudos, los cuales se embellecen al exterior con otros tantos arcos lobulados.

Este es otro de los muchos sótanos bajo tierra, que aún se encuentran en la Judería Grande. Concretamente en la Calle de las Bulas, muy cerca de la que fue la academia talmúdica de los Golondrinos.

La espadaña que aquí vemos con sus campanas, perteneció a la iglesia de Ntra. Sra. del Tránsito, cuyo edificio fue cedido por los Reyes Católicos a la orden de Calatrava, haciendo de ella su iglesia particular y su archivo, como Priorato de San Benito. Antes fue una de las joyas del judaísmo en el Toledoth hebreo. Sinagoga mandada construir por el ministro de Pedro I, Samuel Ha-leví de la familia Abulafia.

 En una de las tinajas medievales que contienen los museos de esta ciudad, observamos un magnífico estampillado. Esta en concreto, se encuentra adornando el actual Museo del Greco. En la imagen vemos una pentalfa o estrella de cinco puntas, que como símbolo mágico trata de apartar las malas influencias astrales, evitando enfermedades.

Conformando el crucero de la catedral de Sta. Mª de Toledo, observamos las magníficas rejas de Villalpando y de Céspedes y al fondo la extraordinaria portada del mediodía, coronada por el árbol de Jessé, el órgano del emperador y la rosa mística de su vidriera.

Se nota por su fisonomía, que esta calle es una de las muchas tan estrechas que contiene la ciudad. Me refiero a la Calle San Cristóbal, que va a dar en su bajada a la calle San Torcuato. Si sus piedras hablaran, nos contarían su verdadera historia.

En la instantánea observamos una caja de caudales de tiempos judíos, pues apareció entre los sótanos de la Judería Grande, de esta ciudad de Toledo. Es curiosa, porque su interior, se encuentra revestido exteriormente y remachado con plomo, además sus dos cierres dentados, la hacían muy segura. Posiblemente debió de pertenecer a algún recaudador de impuestos.

Detalle de un león coronado, con doble cuerpo, simbolizando las dos naturalezas del ser humano. A ambos lados se observan dos rostros, pertenecientes al «hombre verde», el cual participaba en la procesión de los locos de las catedrales. Se puede ver entre los capiteles del claustro catedralicio toledano.

Desde los altos de la calle Sta. Isabel, vemos sobresalir hacia lo alto, el chapitel sur que remata una de las dos torres del Ayuntamiento toledano. Estos fueron terminados por el hijo del Greco Jorge Manuel Theotocópulis sobre 1613.

Nave lateral del evangelio en Sta. Mª de Toledo, en cuya instantánea observamos que va desde el transepto norte a los pies del templo, con su piso ajedrezado y sus fuertes columnas, las cuales sustentan su empinados arcos fajones, de puro estilo gótico castellano.

Otra de las tumbas antropomorfas, tallada en el granito gris que se encuentra en los alrededores de Toledo, la cual nos recuerda el pasado prehistórico de esta ciudad patrimonial.

Asi de rico es el crucero-presbiterio del monasterio de San Juan de los Reyes, tallado como una alhaja para la que iba a ser la iglesia donde descansaran los cuerpos de los Reyes Católicos, por ello observamos tantos escudos coronados, sustentados por el águila simbólica del evangelio de según San Juan.

Esta es otro de las estrechas callejas, que componen el sugestivo centro histórico de la ciudad de Toledo. Concretamente se denomina  callejón de Orates, diciendo en uno de sus extremos «Esta calle es de Toledo», y así  nadie la pudiera cerrar para su disfrute, sino para paso y disfrute del común.

Una de las naves laterales de la sinagoga de Sta. Mª la Blanca, antes en tiempos hebreos fue la Sinagoga Mayor desde 1180 y tras el pogromo  de 1391, pasó a ser iglesia de la Orden de Calatrava y después beaterio. Su extraordinaria belleza cabalística, es única en el mundo, siendo más tarde enriquecida con  las yeserías de Alonso de Covarrubias.

Sobre el agua de una sobria fuente cigarralera, vemos reflejados su cuenco superior contenedor del agua viva y a su lado en perspectiva la espadaña de su antigua iglesia. En este caso corresponde a la del cigarral de Clérigos Menores.

La espléndida por bella pared del hekal de la Sinagoga del Tránsito, es contenedora de una sorprendente sebka, dejando perplejo al que la admira. Fue mandada edificar por el virtuoso hebreo Samuel Ha-leví, ministro de finanzas del rey Pedro I, cargo que le costaría posteriormente la vida.

Crepúsculo otoñal, cuyo color oro dibujan sobre el horizonte las agujas más altas de esta ciudad, que fue imperial al comienzo de la edad moderna. Este claroscuro es el que buscan los poetas, el cual se clava en sus entrañas, no en las físicas, sino en las psíquicas y en las espirituales. De ahí su fascinante atracción.

Esta virgen morena, es la denominada como virgen del Sagrario, patrona de Toledo. Aquí la vemos en todo su esplendor, en su carroza, con sus joyas y abalorios, preparada en los días de su octava, para su fiesta mayor el 15 de agosto.

Este paso, es el denominado como Arquillo del Judío. Posiblemente perteneciera a un adarve hebreo, el cual daba paso a los barrios altos de la judería grande o barrio del Alacaba, donde debían de vivir los judíos más ricos.

En una de las espectaculares pinturas del Greco, observamos en una de sus ángulos tres mitras. Estas corresponden con las sedes de Siena, Urbino y Ferrara, que corresponden a los tres obispados rechazados por el misionero franciscano San Bernardino de Siena. Este fue acusado de herejía y luego hecho santo católico.

Magnífica cúpula renacentista, debida al arquitecto Alonso de Covarrubias, la cual acoge la escalera que sube del claustro bajo al claustro alto de San Juan de los Reyes.

Bonita estampa del monasterio de San Juan de los Reyes, cuya instantánea está tomada desde los cigarrales que circundan la ciudad de Toledo.

Desde una nueva perspectiva, observamos la figura de un personaje vestido con la dalmática de los Reyes Católicos, Se encuentra tallado en la clave del arco carpanel que sustenta el comienzo del coro de San Juan de los Reyes. Al tener en su mano derecha su compás metido en la funda y la rodilla izquierda descubierta, posiblemente se trate de la figura de su arquitecto, Juan Guas.

Baldosines de cerámica, dibujados y esmaltados por el maestro ceramista Vicente Quismondo, conteniendo a San Martín de Porres, santo de color, colocando flores a la imagen de la virgen María. Se encuentra señalando el parque de su nombre, en el convento de Sto. Domingo «el real».

Zona superior de la nace central, perteneciente a la sinagoga de Santa María la Blanca, construida en el año 1180 y varios siglos después, fue beaterio y consagrada como iglesia cristiana. Tras cerca de nueve siglos, con tremendos avatares y guerras, ahí está aún en pie.

En la Plaza de San Juan de los Reyes, con su sabor medieval único, podemos ver la estatua de la reina católica Isabel I de Castilla, delante del lienzo del Palacio de La Cava.

Antiguo brocal de aljibe en barro estampillado, del siglo XIV, que ahora adorna los rincones de un cigarral, sirviendo de sostén o tiesto para un tipo de hiedra. Entre sus dibujos, observamos el esquema de la «pata de oca», símbolo de los constructores de catedrales y monasterios.

En el claustro gótico isabelino del convento de San Juan de los Reyes, destruido por las ordas francesas y  de nuevo reconstruido por los monjes franciscanos, el arquitecto Arturo Mélida y restaurado  por el escultor Cecilio Béjar. De frente la puerta que da a la clausura del convento.

Canecillo tallado en la terminación de una viga, perteneciente al antiguo «Archivo Secreto» del Ayuntamiento de Toledo, del cual formaba parte integrante y principal.

Curiosa cruz tallada, que forma parte de la puerta de un cigarral, el cual perteneció a un canónigo en tiempos del cardenal Sandoval y Rojas. Era Dº Jerónimo de Miranda Vivero, instituyendo allí el enclave de los Clérigos Menores.

Vista parcial del paisaje de la ciudad de Toledo en 2019, desde donde observamos una fracción del andamiaje en su torre norte catedralicia, para su restauración.

Aquí podemos observar una de las bellas tallas que componen el claustro de San Juan de los Reyes, donde se ve a un joven desnudo, sobresaliendo entre la hojarasca.

Bella estampa, compuesta por el atuarique que embellece la sinagoga, que fue oratorio sabático del hebreo Samuel Ha-Leví, de la familia Abulafia y hoy denominada del Tránsito.

Extraordinario capitel con talla de «nido de abeja», de época califal, recuperado de entre los escombros de esta ciudad.

Desde lontananza se observa la cúpula-cimborrio del Hoapital de San Juan Bautista (de Afuera), en el m´s puro estilo italianizante.

Antigua fuente de ocho lados, con su ataifor central reflejado en sus aguas. Esta da paz y tranquilidad en uno de los cigarrales toledanos.

Las expresiones del ser humano, las cuales revelan el lenguaje del alma, talladas en uno de los capiteles isabelinos del claustro de San Juan de los Reyes.

En uno de los cuadros del Greco, en concreto el de San Bernardino de Siena, se observan extramuros de sus murallas, algunas ruinas del Circo Romano y el convento de San Bartolomé de la Vega, además de un rostro casi imperceptible sobre la propia muralla, que se vuelve hacia nosotros con su hombro y brazo y pierna doblados. ¿Qué nos quiso decir el artista con este trampantojo en la propia obra?

Paisaje desde los montes fronteros alrededor de Toledo. Instantánea en la que apreciamos los tejados del antiguo matadero, las torres de la Puerta del Cambrón, el Convento de monjas Carmelitas, el antiguo Nuncio o manicomio y la Diputación Provincial. A su lado derecho el edificio en hormigón, denominado vulgarmente «Bonobunker».

En un antiguo aljibe del siglo XIV, se observan sus rasgos distintivos, las cuales determinan posiblemente la marca del artesano que la llevó a cabo, con el palo central más dos inclinados a los lados, simulando una «cruz bífida». Dicho cuño visto como «pata de oca», pertenecía a los secretos de cofradía, de constructores iniciados en la arquitectura sagrada. Testimoniando su presencia entre los  edificios de Toledo, así como en sus aljibes.

Hacia su cabecera, la gran nave central que la define. Nos referimos a la suntuosa iglesia del monasterio franciscano de San Juan de los Reyes.

Cimacio de tumba musulmana, por sus gráficas letras en árabe cúfico. Se encuentra este en cigarral Toledano.

Interior del claustro del convento de San Juan de los Reyes, en gótico isabelino de mano de los hermanos Egas. Fue totalmente destruido por los franceses en retirada hacia la Galia, en la guerra de la Independencia causada por Napoleón. Fue restaurado con paciencia por sus frailes y otros.

Pequeña tumba antropomorfa, la cual se encuentra dentro de un cigarral toledano.

Cúpula renacentista, achacada al maestro Cobarruvias, sobre la escalera que sube a un claustro toledano. Su base cuadrada, pasa a ser octogonal por medio de sus pechinas y en su centro luce el círculo totalmente aconchado.

Bello y trabajado escudo gótico y conopial, que en su centro contiene el escudo sustentado por ángeles, con las cinco llagas de Cristo, insignia de los frailes franciscanos.

El bello y agreste paisaje que podemos observar aún, desde dentro de la ciudad, donde vemos un resto de la muralla judía.

Una de las fuentes acanaladas en su cuenco, que se pueden disfrutar en los cálidos veranos cigarraleros, cuando cantan las cigarras para refrescarse.

Paredón exterior del cuerpo alto, de la Sinagoga del Tránsito, con sus ventanas lobuladas de estilo toledano.

Una de las tres cruces dedicadas al Pelícano, que se encuentran en esta ciudad. Esta en concreto corresponde con la Portería de San Juan de los Reyes.

Esta es una entre muchas, de las manos encontradas en Toledo e investigadas en la serie de Cuadernos Heterodoxos Toledanos, la cual formará parte de un tercer conjunto.

Entre los bellísimos relieves, que representan al Génesis del Antiguo Testamento, tallados en el trascoro de la Catedral de Toledo, nos encontramos conformada de forma didáctica la «Leyenda de Adán».

En lontananza, entre el verde primaveral, el segundo pabellón de la Escuela de Artes y sobre este la esbelta figura de San Juan de los Reyes.

Mi plumilla en colores sepia, sobre la típica Calle del Ángel, que dividía a la Judería Grande en dos y que antes se denominó en parte, del «Assuica».

Pareja de recién casados, en uno de los clásicos balcones del Ayuntamiento.

Relicario de madera color ébano, plata y vidrio, perteneciente al convento de Santa Isabel de los Reyes. En su pie se lee «San Blas Obispo y Mártir» del primer cuarto del siglo IV.

El río Tajo bajo el cerro donde se asienta la ciudad de Toledo. En su curso vemos primeramente la presa del Hierro y después la presa de Romaila.

En madera dorada y policromada, observamos un extraordinario calvario debido a las manos de Frá Angélico. Se encuentra este en el tesoro catedralicio.

En esta doble instantánea se comprueba la inspiración del cuadro ecuestre de Carlos I en la batalla de Mühlberg, pintado por Ticiano, y la misma escena en cerámica, en la Sala de Plenos del Atuntamiento de Toledo.

Detalle de riquísimo ataurique, en la galería dde Mujeres de la Sinagoga del Tránsito, con hojas de vid y lirios, divididos por columnas.

Imafrontes del segundo pabellón de la Escuela de Artes y Oficios, vistos desde el jardín de San Juan de los Reyes.

Bellísimas estatuas de Santa maría Jacobea y Nicodemus, que se encuentran talladas en gótico isabelino, y forman parte del Pórtico del Sur catedralicio. Fueron talladas por Hannequín de Bruselas y en sus manos sustentan el martillo y las tenazas, así como los  los ungüentos para bajar a Jesucristo de la cruz y enterrarle.

En lo alto por encima de nuestras cabezas, observamos los grandes canchos de granito, que conforman el paraje denominado por los toledanos, como la «Piedra del Rey Moro».

Esta extraordinaria Chorografía apaisada del río Tajo, en su salida de Toledo hacia el Oeste, se la debemos al matemático del rey Felipe IV, el italiano Luis Carduchi, que la dibujó y coloreó el año 1641. Copia que se encuentra en el Archivo Municipal de Toledo.

Instantánea desde Zocodover, del torreón noroeste del Palacio Imperial o Alcázar, con la bandera española ondeando al viento y como testigo la Luna en cuanto creciente.

Jarrón de cerámica toledana, que se encuentra formando parte de la balconada del patio de la ermita de la Virgen del Valle, que da al extraordinario paisaje de la ciudad, abrazada por el río Tajo. En él se observa el nombre de la persona que le donó.

Uno de los tres montículos que circundan la ciudad de Toledo, formando parte al otro lado del río Tajo. Me refiero al majestuoso y  natural Cerro del Bú, el cual fue habitado desde la prehistoria y por tal motivo, contiene sus misteriosas leyendas.

Extraordinario cuadro del Cardenal Lorenzana. Cuando el cabildo toledano, se enteró de que venía con tal cargo a la primada, escribió en sitio visible: «No se crea Ana Lorenza, que aquí hará lo que en Sigüenza». Contestando el interesado en una cuarteta: «No me llamo Ana Lorenza, que me llamo Lorenzana, haré aquí lo que en Sigüenza, y lo que me dé la gana».

Instantánea desde uno de los torreones del Ayuntamiento toledano, desde el que vemos parte de su compañero, parte de la galería del Palacio Arzobispal, así como las torres y el cupulín de San Ildefonso.

Vista de la gloria con la Virgen y parte de los apóstoles. Debajo los extraordinarios desnudos con una gasa blanca, que aguardan en el purgatorio para ascender a ella, cuando el ángel toque la trompeta. Maravillosa escena de la Sala Cisneriana, pintada por Juan de Borgoña.

Nueva panorámica desde la zona norte de la gran iglesia gótica de San Juan de los Reyes, donde se aprecian sobresaliendo los pináculos de la galería alta del claustro y parte del convento actual. Instantánea tomada con aparato electrónico volador.

Presbiterio que forma parte de un camarín, con su pequeño altar, en cuya hornacina se encuentra nuestra Virgen del Valle, tan querida por los toledanos de todas las épocas, desde su hallazgo.

En el pórtico del mediodía de la Catedral de Toledo, entre sus magníficas tallas, se observa el detalle de la Barca de la Eucaristía, donde una mujer sostiene las mieses y los racimos de uvas, los cuales son su esencia.

Este es el torreón del este de las Casas Consistoriales de la ciudad de Toledo, debido al diseño de Jorge Manuel Theotocópulis.

Estos son los vivos colores que definen a un coccinélido, denominado comúnmente como “mariquita”. Sobresale por su colorido de entre las sábanas recién lavadas.

En uno de los barrios más antiguos de la ciudad, sobresale de entre su caserío la torre mudéjar y el cimborrio neoclásico, de la Iglesia templaria de San Miguel.

En el agua que contiene el cubo de sacar agua en el pozo de San Juan de los Reyes, se ve reflejada una de sus cresterías y uno de sus pináculos.

Una de las más significativas yeserías que se encuentran en el centro de esta ciudad de Toledo, con un bellísimo ataurique mudéjar, con pavos reales y puntas de diamantes.

Naves del crucero o transepto sur,  nave mayor y naves colaterales,  contrafuertes,  pináculos y arbotantes de la catedral de Toledo.

Vidriera que da luz al interior del patio del Ayuntamiento. Como es lógico, en ella se representa el último de los escudos que representa a la ciudad, como es el águila bicéfala.

Una de las preciosas lunas crecientes, la cual la pudimos observar en tiempos del confinamiento de la pandemia que asola al mundo, pero sobre todo increíblemente a toda España.

Bellísimo ropaje religioso, debido al taller de Molero, con la Cruz de Malta en el cuello y laterales del rectángulo inferior, donde vemos al cordero místico. Sobre los omoplatos, dos manos abrazan al diácono. Dicho terno es muy paracido al que viste San Esteban, en el cuadro del Entierro del Señor de Orgaz, del Greco.

Los grandes canchos de granito, que se encuentran sobre la caída del valle hacia el Tajo. Estos forman parte del denominado conjunto de la «Piedra del Rey Moro». Conjunto megalítico de hace miles de años.

Sobre uno de los pilares torales de la gran iglesia gótica de San Juan de los Reyes, se observan las cabezas de los oficiales y aprendices que trabajaron en tan magnífica obra. Sobre ellos dos coronas, las de los Reyes Católicos, que mandaron construirla para su enterramiento.

Abajo, al fondo del valle del Tajo, vemos la presa de Romaila que daba paso a la Huerta de los Canónigos y enfrente la central eléctrica hoy sin servicio de Saelices o de San Félix.

En este cuadro vemos de cuerpo entero al Cardenal Primado Juan Martínez Guijarro, que para darse importancia, se cambió el último apellido por «Silíceo». Era también matemático y un lógico renacentista. Al ser dominico, instituyó la «limpieza de sangre», cargando más las tintas sobre los judeoconversos.

El jardín del Museo del Greco, con los charcos típicos después de una intensa lluvia primaveral.

Precioso ataurique mudéjar, con las geometrías octogonales musulmanas y entre ellas letras cúficas, donde se alba a Alláh. Forma este parte de un palacio cristiano, de ahí la tolerancia toledana.

En lontananza observamos el magnífico edificio de San Juan de los Reyes. Al fondo, el moderno Puente de Parapléjicos.

Frontón con el escudo del águila imperial y por encima, los modernos pináculos de las alturas de los que fue en Toledo la sede del Banco de España.

Trampantojos muy desgastados, donde observamos  las junturas de cada ladrillo con su pintura y lo más llamativo, es ver espejos en marcados, los cuales reflejarían el edificio de frente, hoy ya sin su brillo original.

Descriptiva fotografía del Arrabal de Santiago, donde vemos la iglesia mudéjar de tres ábsides que le da nombre, el interior renacentista de la puerta de Bisagra, así como la muralla musulmana.

La mano de San Juan Evangelista, portando el cáliz de Aristodemos, con el que se le quería envenenar. Le pintó el Greco el año 1609, en su última etapa toledana, antes de su fallecimiento unos años después.

Cuando se hundió esta segunda torre catedralicia, pasando el tiempo se la terminó de una forma muy curiosa, pues su forma determina la de un horno alquímico, que al ser seccionado contiene todos los elementos indispensables para hallar el huevo filosófico.

Tras la muralla toledana, se observan unos colores únicos, entre rosáceos y azulados, que el Greco hubiera plasmado con gran plasticidad, al captarlos.

Celosías en los ventanales claustrales de San Juan de los Reyes, que se abren hacia el cielo azul sobre los pináculos fronteros.

Ángel recogiendo la sangre de Cristo crucificado, en un convento toledano. Este renueva el simbólico mito del Santo Grial.

La rosa de occidente, iluminada interiormente en sus horas nocturnales, cuyos vitrales se reflejan con sus colores al exterior.

Entre el verde de los árboles, surge el sobrio torreón exterior del Puente de San Martín. Su lado exterior fue destruido por una bastida de guerra, por Enrique II de Trastámara.

Vista aérea desde el  norte de la ciudad, donde podemos ver su zona conventual, parte del Hospital de la Santa Cruz y sobre su colina más alta, su imponente Palacio Imperial, conocido como “El Alcázar”, desde tiempos musulmanes.

Detalle de la puerta de entrada a la sinagoga de Santa María «La Blanca», con su precioso trabajo  en madera con tracería mudéjar.

El triste semblante del joven apóstol preferido de Jesús, San Juan “el evangelista”, que el Greco pintó como si le hubiera conocido en persona, fijándose en un rostro de su tiempo.

Bellísimo atardecer en toledo, con el claroscuro de su Dives catedralicia al fondo.

El ángel de la séptima trompeta, pintado por Juan de Borgoña en la sin par Sala Capitular de nuestra catedral.

Esta flor amarilla y humilde hallada en el campo, nos enseña geométricamente lo que es un heptágono regular, más el centro. Simboliza a los siete días de la Creación. Sabia naturaleza.

Frente a nosotros el menhir denominado de la Cabeza, en uno de los frontales pétreos tallados por el río Tajo.

Dos aspirantes a músicos, tocando sus melodías en las Cuatro Calles, con un violín y un violonchelo.

Uno de los restos existentes en mármol, de tiempos antiguos medievales. Se encuentra en el Archivo Municipal de Toledo.

Esta es una imagen de lo se denominó en tiempos árabes, como el “Muro Azor”, correspondiendo a un largo adarve, que en nuestro tiempo es donde se asienta parte de la zona conventual toledana.

Ahí está altivo, uno de los mirlos que anidan entre los cipreses que dan oxígeno a un cigarralito toledano.

Desde las penumbras catedralicias, al fondo observamos el ran hastial del transepto sur, con su Árbol de Jessé y el Órgano del Emperador.

Este es el dibujo llevado a cabo por M. Batanero, para describirnos la famosa alacena templaria, que se encontraba en el Palacio de San Miguel “el alto”.

Perspectiva toledana en claroscuro, de uno de los bellos atardeceres de nuestra histórica ciudad.

Esta es la mano con guante y anillo cardenalicio, con postura de bendecir, la cual pertenece al cardenal Lorenzana, que nos legó su palacio para universidad y el nuncio nuevo, para enfermos mentales.

Este es el pórtico renacentista del convento de San Agustín, obra del famoso arquitecto Alonso de Covarrubias.

Este es el viril o porta hostias, parte principal de la custodia de la catedral de Toledo. Le vemos bendiciendo el día del Corpus del año 2020, desde la Puerta de Reyes de la catedral de Toledo.

Interior del Arquillo del Judío, con salida a la nueva Plaza del Sofer o Escribano. Postigo que dividía a la Judería toledana en dos, la de abajo y la de arriba.

Enternecedora estampa, donde el niño Jesús acaricia la barbilla de su madre la Vírgen. Esta es una de las tallas más famosas del claustro de la catedral de Toledo.

A lo lejos en lontananza, observamos el antiguo Castillo de Almonacid. De origen musulmán, guardaba los caminos de Las Nambrocas.

Uno de los muchos profetas, que se encuentran tallados concretamente en la grandiosa capilla de la familia Luna en nuestra catedral.

Restos de la Fuente de Caravantes, antiguo canónigo de la catedral, que nos recuerda a la venta que había en sus contornos, en el camino hacia Polán.

Moneda de oro macizo con un valor de 25 pesetas. Se acuñó en tiempos del rey Alfonso XII, en el año 1877.

Esta es una de las calles que conforman el Poblado Obrero de nuestra ciudad, refiriéndose concretamente a uno de los oficios de la antigua Fábrica de Armas de Toledo.

En esta instantánea podemos observar dos grandes hitos o joyas, según se mire. Delante el parteluz de la Puerta de Reyes de la catedral de Toledo, el cual contiene grabados en sus círculos, las ciencias usadas en su construcción y detrás la famosa custodia de Arfe, joya de la cristiandad.

Veleta donde observamos a D. Quijote, cabalgando por esos caminos de la Mancha, sirviéndonos de recordatorio de nuestra lengua vernácula, el castellano.

Rojizo atardecer sobre Toledo, de una belleza sin igual, pareciendo estar fuera del mundo buscando en nuestro interior.

La sabia naturaleza, nos enseña secretamente la geometría descriptiva de un pentágono estrellado, encontrándose en una humilde flor.

Curiosa ventana lobulada en estilo mudéjar en el ábside de Santa Úrsula, tapiada en su zona alta y abierta en la baja.

Busto arrodillado de una de las reinas de la Casa Trastámara, en su capilla de Reyes Nuevos, en la catedral de Toledo.

Gran peso de plomo de época romana, en la colección de los Cuatro Tiempos.

Paisaje donde observamos los baños musulmanes de Abdabaquín o de Curtidores, en la Cornisa del Tajo, bajo la iglesia de San Sebastián.

Rostro de uno de los cardenales que pertenecieron a la curia toledana. Fue pintado en la Sala Capitular de la catedral por Juan de Borgoña.

Uno de las muchas galerías subterráneas que se encuentran en la Judería Grande, la cual está completamente horadada por ellas, para llevar a cabo sus moradores hebreos las fiestas de su religión, sin ser molestados.

El gran ventanal tras la buhardilla, por donde penetra la luz del día al extraordinario Trasparente catedralicio, construido por Narciso Tomé.

Preciosa cerámica en cuerda seca, con sus irisados y diferentes colores, donde observamos una escena de caza.

Las dos conchas visigodas en el muro exterior de lo que fue la iglesia de San Agni y San Ginés, con el mito de la Cueva de Hércules. Con el tiempo aparecerá la tercera concha.

Desde su tribuna, el ábside de la capilla gótica de San Pedro en la catedral, con el cuadro de la curación del paralítico de Bayeu. Fue fundada por D. Sancho de Rojas.

Bello paraje en el interior de las murallas de Toledo. Corresponde al jardín de lo que fue el cigarral del cardenal Lorenzana, en el interior de nuestra ciudad.

Imagen sedente y revestida en plata, de Santa María de Toledo, la cual preside el retablo mayor de la catedral de Toledo.

La Luna en cuarto creciente, legando su influjo y su magia sobre la noche toledana, alumbrando sus encrucijadas.

Magnífico tablero repuesto con diferentes tipos de cerámicas de diferentes tiempos. Todos sus componentes son del estilo cuenco o arista.

Un rayo de sol, reflejándose sobre las losas grises y negras del templo catedralicio, pareciendo por su movimiento un reloj de sol.

Muro y Cubilete de San José o Mirador de Buenavista, sobre un segundo lienzo de muralla toledana.

Las monjas jerónimas del Convento de San Pablo, sentadas en su coro interior, tras un acto cultural en su iglesia.

Uno de los ricos relicarios que contiene la catedral toledana. Mano donde se halla uno de huesos de Santa Cecilia, patrona de los músicos.

Espiral logarítmica en el árbol de celebración de la Navidad del año 2020 (el de la pandemia), que se encontraba en Zocodover.

Pintura al fresco del gigante San Cristóbal, en uno de los muros de una de las capillas de la catedral, con el niño Jesús a cuestas y por ello hundiéndose en el río.

Un petirrojo entre la gran nevada “Filomena”, buscando el sustento para su nido y sus crías.

Subida a la Cava Baja, en lo fue Judería Grande. Por ella se subía al barrio más floreciente de la misma, donde vivía el sanedrín y los banqueros hebreos.

Rico friso repujado en sobrerelieve en bronce y oro bruñido, representando la batalla de Troya, que forma parte en la zona baja de la famosa reja principal de la catedral, obra de Francisco de Villalpando.

Un avión supersónico de dos motores, atravesando las tierras toledanas.

Este patio pertenece a un antiguo palacete, que ahora denominan como Casa del Judío, en el corazón de la Judería. Tras el edicto de expulsión, paso a manos de un canónigo de la catedral.

Lignum Crucis en la catedral toledana, que fue donado al templo por el arzobispo Juan de Aragón, el año 1327.

Monolito de granito toledano, recordatorio de los sefardíes a sus mayores. Se colocó el año 1979 de nuestra era, año 5740 de la era hebrea, sobre el Monte de la Amistad, frente a la ciudad.

Bóveda pintada al fresco con un cielo estrellado, a la entrada de la Capilla Mozárabe o del Corpus Christi, con una piedad y los escudos del Cardenal Mendoza.

Imagen con la salida del Tajo de nuestra ciudad, hacia la Vega Baja. Le acompaña un verso de Garcilaso de la Vega, de Égloga III.

Pintado el caudaloso río se vía,
que en áspera estrecheza reducido,
un monte casi Pintad alrededor ceñía
con ímpetu corriendo y con ruido;
querer cercallo todo parecía
en su volver, mas era afán perdido;
dejábase correr en fin derecho,
contento de lo mucho que había hecho.

Abertura de uno de los pozos que se encuentran en el claustro de la catedral y que eran las cisternas de la mezquita mayor de Tulaytula, dando agua a la fuente de las abluciones.

Aquí observamos una de las torres mudéjares más esbeltas de Toledo, donde dicen que fue coronado niño el que fuera Alfonso VIII, el de la batalla de las Navas de Toledo.

Bajo los enterramientos del condestable de Castilla Álvaro de Luna, maestre de la orden de Santiago y su mujer Juana Pimentel, joyas del gótico en la catedral de Toledo.

Lápida mortuoria musulmana, referida a un emir de Tulaytula. Se encuentra depositado en un restaurante.

Atardeciendo, en primer término las torres de la Puerta del Sol y de la Luna y más atrás el interior la Puerta de Bisagra.

Fotografía donde cabe la ermita de la Virgen de la Cabeza, que se encuentra frente a Toledo, sobre el cerro del mismo nombre.

Contrato de compra-venta con la firma de Miguel de Cervantes Saavedra. En el Archivo Provincial de Toledo.

Túmulo de precioso mármol gris del cardenal e inquisidor Fernando Niño de Guevara, enterrado en el convento de San Pablo de Toledo.

Seguiremos derramando al mundo secuencias toledanas hasta llegar al infinito, pues estas son inabarcables. Disfrutemos un poco de sus viejas esencias, con las cuales haremos intuir las venideras.

Este trabajo ofrece  distintas llaves de variados siglos, para seguir abriendo las claves o clavículas que atesora Toledo, ya que con dichos flases, tratamos de perpetuar la esencia más escondida que ostenta esta ciudad con su río.

Las fotografías que aquí se exponen corresponden a un grupo de amigos, que  nos maravillamos cada día cuando paseamos por las calles de esta ciudad, redescubriendo en ella sus detalles, sus rincones, sus colinas o sus secretos más recónditos. Entre otros Félix Muñoz, Jesús Galán, Celia Fuentes, Santiago Cabañas, Mª Angelines Moreno, Agustín Luceño, Mª Carmen Alonso, Fernando Merino Matamala, Ester Velasco, Tatiana Cobo, Rosalina Aguado y un servidor de ustedes Alejandro Vega.

© Copyright A. Vega 2019

Si alguien quiere aprovecharse de estas páginas, sabe que intelectualmente, tiene la obligación por ley,  además de moralmente, de hacer referencia tanto del autor como de su trabajo.