1º- Primer cuerpo exterior de la torre norte o de las campanas

Los comienzos de esta magnífica torre a la que vulgarmente se la denomina como “Giganta”, se refieren a la época islámica, pues según los estudios hechos en ella se ve que se asienta  sobre los cimientos y muros del alminar de la mezquita mayor y era en su altura, desde donde el almuédano llamaba a la oración. Llegaba este en altura, hasta lo que hoy es la base de la sala de poleas.

Alminar según algunos expertos quiere decir “faro” y según otros viene de almenara, que quiere decir hacer fuego. Esta forma de alumbrar en la altura, serviría para conducir a los viajeros de noche hasta la ciudad. Pero realmente es para que se oyera bien al muecín desde todos los contornos, en este caso para congregar a la oración de los viernes en la mezquita mayor de Tulaytula.

Según nos cuentan sus anales, las noticias del primer y fortísimo cuerpo cuadrilongo, se encuentra fabricado de forma lisa en sus paredes y con grandes estribos o botareles, contrafuertes o machones en sus ángulos, para dar una buena resistencia a la misma, conteniendo una ventana para dar luz a la hoy sala del tesoro, se lo debemos esto al maestro Rodrigo Alfonso que la comenzó en 1380, siglo XIV, en tiempos del arzobispo Tenorio. En uno de sus estribos  se encuentra una hornacina de Domingo Díaz, con un arzobispo tallado.

Esta zona llega hasta un primer friso con acantos y perlas con escudos de Tenorio. Ya en siglo XV se hace cargo de la construcción de la torre el maestro Alvar Martínez o Gómez, que comienza el segundo cuerpo del campanario en 1428, tallándole con resaltes de columnillas en sus lienzos y  rematándole con un friso más ancho de pizarra negra, donde se hallan los escudos de los arzobispos Tenorio, Rojas y Contreras y el canónigo obrero (cruz, castillo, león rampante y círculos). En él observamos una larga abertura, dando una luz difusa a la sala de poleas. Desde las Claverías (Claustro), por el pasillo de una galería jónica se accede al interior de la torre.

El tercer cuerpo también con los junquillos en sus lienzos y estribos o botareles, se llega hasta otro bello  friso corrido con vegetal de acantos y bolas, que se remata en sus calles con arcos ciegos, conteniendo en sus tímpanos muy bellos azulejos valencianos, todo conformado por Daniel de Bruselas. Debajo de estos se observa una ventana que da luz a la sala de la maquinaria del reloj de la torre.

El cuarto cuerpo sigue con las columnillas, siendo más bajo que los anteriores y tiendo un friso corrido con bolas, rematándose con otros arcos ciegos que contienen cabezas salientes denominados como “camafeos”, dándole una belleza y una perspectiva inusitadas. Corresponde interiormente con parte del camaranchón y la escalera de madera que sube a las campanas.

 El quinto cuerpo es el campanario bajo, con sus dos ventanales de medio punto a cada lado, ocho en total con sus buenas rejas de hierro, del año 1432 y entre estas se encuentran a cada lado una hornacina que se  remata con pequeño arco ciego y que contiene una escultura en mármol de algún santo toledano, según nos cuenta su historia.

Termina el campanario bajo, con un corto cuerpo (pues al interior la altura del mismo corresponde con este cuerpo de las campanas  y el camaranchón anterior), con resaltes de bolas y rectángulos en su altura donde se hallan los escudos del arzobispo Martínez Cerezuela.

Por encima los modillones que sustentan un antepecho calado, dando paso a la terraza con la que remata la parte cuadrada de la torre sobre unos 50 metros de altura. Fabricado con buena piedra berroqueña, aunque en esta zona se observa el cambio de materiales, pasando de  granito gris a granito más blanco, lo que hace pensar en un cambio de cantera, por  acabarse la materia prima, o quizás por la restauración llevada a cabo en la zona alta tras el gran incendio de 1660. Este formidable cuerpo se llevó a cabo en los arzobispados de Tenorio, Luna, Rojas, Contreras y Cerezuela, terminándose en 1440.

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