Alfonso VIII de Castilla (1157-1217). Entre  los siglos XII-XIII, los judíos para este rey eran su  “tesoro”. Este ganó la batalla de las “Navas de Tolosa” al Islam. Alguno de los mercenarios renegados que no intervinieron en ella, al pasar por Toledo hacia el norte, quisieron matar a los judíos toledanos, pero la ciudad los defendió. Donó Alfonso a su almojarife Abuamar Yosef ibn Susán, una heredad cerca de Toledo con carácter “inmunitas”, por lo que nadie podía entrar en ella. Esta es una de las primeras noticias que podemos tener de un cigarral o casa de campo en Toledo.

Era entonces naguid de Castilla y recaudador del rey Josepf  ibn Salomón ben Susán, denominado también como Yazid ibn Omar ha-Nasí,  pues fue nasí o príncipe de dicha tierra por sucesión de su padre, hasta  su muerte en 1205. Construyó en Toledoth la bella sinagoga de su nombre, además de poner a disposición su palacio a los judíos que huían desde Francia y el Languedoc al ser expulsados en 1182 de dichas tierras del norte, por la intolerancia contra ellos. Protegió a varios poetas, uno de ellos fue Abraham ben Natam.

Por aquí andaba R. Yehudá ben Isahac ibn Sabbata, poeta y escritor, que se movía en los círculos de los magnates judíos más importantes. Al escribir este una obra sobre los cinco reyes de España, fue anatemizado por los suyos de religión. Dedicó una de sus obras al rab mayor de Toledoth  D. Todros Haleví.

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