2º – Segundo y tercer cuerpo de la torre norte o de las campanas

Sobre la base cuadrada de la torre,  construye Hanequín de Bruselas el campanario alto, con un ligero y bello cuerpo octogonal en estilo gótico flamígero y le termina en 1448, con ocho paños contenedores de altos ventanales con gablete, que se finalizan triangularmente en una cruz, conteniendo escudos reales.

En sus ángulos, fuertes estribos a dos alturas que terminan en pináculos, con pequeños arbotantes y en los extremos de la base, cuatro altas columnas piramidales o cipreses pétreos que se adornan y rematan en sus cumbres con cresterías, contenedores del escudo del arzobispo Cerezuela. En uno de estos pilares dice, que se fabricaron estos en 1804, posiblemente se refieren a una restauración, debida a la erosión del aire y del agua en estas alturas. En su zona baja del sur, aún podemos observar la cabria de hierro para subir materiales a esta terraza. Se volvieron estos a reconstruir a finales del siglo XIX.

Se remata este segundo cuerpo con arcos ciegos y un antepecho calado y pequeños pináculos. Al lado del mediodía, se fija aún la armadura de hierro que contenía la campana de volteo denominada como “esquilón”. Todo el conjunto, da una sensación de fragilidad aérea y de perfección sin precedentes en los contornos, siendo un extraordinario cuerpo de bella filigrana y componente  decorativo primordial en esta torre.

Por encima  se encuentra el chapitel, siendo el tercer cuerpo que remata la torre, con forma octogonal como el anterior que se concluye en forma piramidal, como si de un tronco de cono se tratara, por tal motivo se le denomina como “alcuzón”. Fabricado al interior con buenas maderas y revestido al exterior a base de pizarra y plomo en sus ángulos y su base.

Contiene tres niveles, teniendo salida cada una de ellos por su puerta y señalados por tres coronas de hierro al exterior repletas de rayos, simbolizando a una tiara pontifical o gorro de santidad por sus tres coronas, pues desde la lejanía se debía distinguir como iglesia primada de los reinos de España. A dichos rayos se le colocaban faroles de colores en las fiestas más principales, debiendo dar una sensación increíble y que esta es la grandiosa aguja terminada en punta, como su quisiera llegar al cielo y rasgarle.

Se quemó este y el segundo cuerpo en octubre de 1660, reedificándose  en tiempos del arzobispo Portocarrero y el canónigo obrero Rivadeneira, dejando en este último una placa con tal evento y tras ellas muchas reliquias, diciendo que se subió a este campanario alto la última campana en 1682, legándonos la fecha de la terminación.

Por encima aún, contiene la torre cuatro grandes bolas de cobre, que disminuyen en altura, como recordatorio del yamur islámico, representación de los cuatro elementos. En la última bola, el canónigo obrero mencionado dejó depositadas aún más reliquias. Sustentan estas una gran veleta con el escudo del cardenal Cisneros y una cruz de hierro como templo cristiano que es y por encima un vaso que dicen contener un paño con leche de la Virgen María.

Torre norte o de las campanas, con una altura de más de 90 metros de altura, con una belleza inusitada,  siendo vista a lo lejos desde todos los contornos, aún estando por delante el palacio imperial, que se encuentra en la colina más alta y que el pintor Doménico Theotocópulis conocido como el Greco, pintó dicha torre a un lado de dicho palacio, para que esta ciudad fuese reconocida universalmente, de ahí la identidad tan especial la de esta atalaya religiosa. Debió de tener su compañera al lado sur, pero esta se hundió.

Este dato se confirma según una carta del arzobispo Gil de Albornoz, que nos sirve como documento excepcional, correspondiendo al año 1345 pues dice: “Cuando estaba a punto de acabarse la catedral, cayó la torre de las campanas, derribando de mala forma gran parte de esta”. La torre sur que se debería elevar tanto como la torre norte, al menos había llegado posiblemente en su construcción hasta su propio campanario.

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