Secuencias de una Ciudad Patrimonio de la Humanidad. Toledo. (2)

SECUENCIAS QUE INTERVIENEN PARA QUE UNA CIUDAD COMO TOLEDO HAYA SIDO DECLARADA  PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD, LAS CUALES  DEMUESTRAN SU CALIFICACIÓN, COMO UNA DE LAS CUMBRES DE LAS BELLAS ARTES Y DE LA HISTORIA.

 SECUENCIAS DE UNA CIUDAD PATRIMONIO

Al observar a esta ciudad como patrimonio de la humanidad, debemos de darnos cuenta que su universalidad  no solo estriba en la densidad de monumentos que concentra, también debemos reconocer en ella los pequeños detalles escondidos que esta despliega mágicamente a través de sus múltiples peculiaridades, con sus diferentes estilos y la disparidad de pensamientos que la han fecundado, los cuales han dado forma a este monte único que abraza un río.

Aquí deja esta humilde página unos detalles de muestra, para que Toledo sea mejor comprendida y al mismo tiempo amada.

Central eléctrica construida en la margen del río Tajo, por la antigua Fábrica de Armas de Toledo, en estilo neomudéjar y para su propio uso. Se la denomina de Azúmel, por hallarse en lo que fue la huerta que regentaba en la edad media el hebreo de dicho nombre. Ahora se encuentra en desuso y deteriorándose.

Representación del árbol del bien y del mal, con la serpiente, los frutos y la cabeza de Eva. Se encuentra esta curiosa talla, en un catafalco recordatorio, delante de la Capilla Mozárabe, para la exposición sobre el Cardenal Cisneros en 2017-18.

Desde las alturas, observamos el cubo que forma la milenaria mezquita de Ibn Hadidi, de Valmardón o del Cristo de la luz, del año 999  y formando conjunto con ella, una iglesia o ermita construida en el siglo XII,  que por su sincretismo nos legó el primer arte de estilo mudéjar de Hispania entonces, expandiéndose a toda la península ibérica.

La bellísima y barroca estatua de cuerpo entero, de nuestra santa principal Casilda, coronada por su santidad, ofreciendo flores. Tallada en un mármol especial traído desde Génova, para ser colocada en una de las obras más universales que existen en el orbe. Me refiero al controvertido  «Transparente», el cual al ser contemplado, da paso a un imaginario extraordinario, que solo se puede dar en Toledo.

En esta vista podemos ver la parte alta de la cerería catedralicia y la percha donde se colgaban los cirios, para que estos se secaran. Por encima unos rascacielos aglutinados sin orden ni concierto en mala hora construidos, pues quitan el encanto de una ciudad gótica y renacentista de primer orden. Por encima de todos ellos sobresaliendo, el Palacio Imperial toledano, al cual denominamos como el Alcázar.

Esta es otra de las entradas secretas a los bajos de Toledo. Dichos lugares servían como caballerizas o para mantener frescos los alimentos. Aunque al ser también utilizados para llevar a cabo rezos, ceremonias, enseñanzas o traducciones, las cuales no pertenecían a la religión oficial, se les dio un gran protagonismo al tacharles como antros misteriosos por heterodoxos, otorgando a esta ciudad una leyenda mágica sin parangón, forjada desde Europa.

Vista parcial toledana, donde observamos  su nutrido caserío y  emergiendo de este, las torres que coronan los flancos del Ayuntamiento. También el edificio, el cimborrio y la espadaña de la desacralizada iglesia de San Marcos y a un lado la torre mudéjar de Santo Tomé. Todo ello en un conglomerado único.

Rica estampa de un trabajo  geométrico diseñado en cerámica por el arquitecto Dº Arturo Mélida, donde se representan dos cuadrados entrelazados con sus cenefas, que nos conducen a un octógono, el cual contiene en su interior una estrella de tipo mudéjar, con su ojo central. Se encuentra en el cubo de entrada a la Escuela de Artes y Oficios que este diseño, siendo por ello premiado en   la Exposición Universal de 1889 celebrada en París. En España fue muy criticado por ello.

Aquí observamos la bella estampa nocturnal iluminada, de la parte alta de la Puerta de Bisagra, tomada desde el Miradero. Este monumento que recibe al visitante de la ciudad, se le debemos al maestro  Alonso de Covarrubias, con sus cubos circulares exteriores renacentistas, con sus torres interiores mudéjares y sus tejados de cerámica vidriada.

Figura simbólica en alquimia, representando al basilisco hermético. Animal híbrido alado, con cresta y cola de serpiente. Era temido en la edad media por su mirada. La corona ensartada al contrario en su cuello, significan los conceptos más oscuros y profundos  de la psique humana. Se halla tallado en el bestiario hermético, el cual conforma el claustro de San Juan de los Reyes.

Desde dentro de la ciudad, frente a nosotros vemos el magnífico torreón exterior del Puente de San Martín, después de sufrir los avatares de varias guerras y por ello varios deterioros y sus reconstrucciones, sin embargo aquí se encuentra erguido frente a nosotros después de cerca de 700 años de historia.

Esta es la bajada a la entrada de un cementerio muy particular, como es el del Convento de Beatas Jerónimas de San Pablo en Toledo, el cual fue fundado en el año 1464, motivo por el que en él descansan muchas generaciones de monjas de clausura.

Terminación exterior  de uno de los transeptos o brazo del crucero con sus galerías, que compone el edificio del Hospital de la Santa Cruz, concretamente el del lado Este. Se encuentra dicha zona, sobre una de las terrazas que descienden hasta el río Tajo y que fueron denominadas como «jardines colgantes de Galiana».

Una de las galerías que distribuyen el acceso a las diferentes dependencias de la Escuela de Artes y Oficios de Toledo. En su altura la cierran y embellecen originales arcos, que contienen una ambivalencia tanto antigua como modernista, entre lobulados y reprimidos rectilíneos. Esta es otra originalidad «melidana».

Los denominados como cigarrales, tan famosos por su idiosincrasia paisajística y su riqueza natural y constructiva, no solo se hallan al exterior de la ciudad. Ciertamente todavía quedan algunos en el interior de la ciudad de Toledo.  El que ahora apreciamos en la instantánea  frente a la ciudad y en apariencia colgado de la misma, se denominó como «Jardín del Moro». Este perteneció a otro médico famoso, discípulo del doctor Marañón, el ginecólogo Dº José Botella.

Detalle del yamur en cerámica vidriada, que ostenta el centro del tejado de la mezquita del Cristo de la Luz. Este sirve de amuleto apotropaico para defender dicha sala de cualquier mal, además de embellecerla. Se repuso tras su restauración en el año 2010.

Estampa de uno de los muchos lugares recónditos, que componen la tranquilidad y el sosiego, en el correr del tiempo toledano. Corresponde con la escalera de subida a un jardín, que puede pertenecer  tanto a la ciudad como a sus alrededores. Desde luego sé de buena tinta, que por ella han subido las mentes más reconocidas del mundo en el siglo pasado y en este.

Curiosa postura de un mirlo toledano posado sobre un olivo,  tratando de refugiarse de la nevada que le está cayendo encima. Este ahueca sus plumas repletas de grasa, para protegerse del intenso frío.

Paisaje del laberíntico conglomerado de casas y edificios toledanos. Aunque si nos fijamos un poco, en él podemos observar la galería y torreón restaurados, del  convento de San Juan de la Penitencia, que fue fundado en 1514 por el Cardenal Cisneros.  A un lado la torre-alminar de San Lorenzo, edificios destruidos en 1936. Debajo el Convento de las Jerónimas de San Pablo, fundado por Dª María García a  principios del siglo XV.

Este es el panel indicativo del Circo Romano de Toletum construido por los hispano-romanos en el siglo primero de nuestra era. En él vemos su espectacular magnitud, además de orientarnos y enseñarnos los diferentes cementerios que hubo sobre el mismo y en sus alrededores, en épocas posteriores.

 

Aquí observamos uno de los torreones restaurados, perteneciente al Castillo de San Servando. En el podemos ver uno de sus matacanes, el cual contiene una ventana enteramente mudéjar, con arco lobulado.

Sobre el diseño de un plato en cerámica, el  pincel sujetado por las manos de un diestro alumno de la Escuela de Artes y Oficios, rellena con el óxido pertinente a los tejados de la primada de Toledo, para que al cocerle posteriormente, sus irisaciones le den un gran brillo y esplendor.

Uno de los muchos secretos mejor guardados que contiene esta enigmática ciudad, es esta pequeña ermita santuario, construida el siglo pasado al más puro estilo mudéjar, a la cual no la falta detalle, ni siquiera el ábside para contener interiormente a la Virgen de la Candelaria. Y es que Toledo esconde cantidad de misterios, aún por desvelar.

Desde lejos observamos las diferentes arquitecturas de la ciudad de Toledo. Por un lado el gótico isabelino de San Juan de los Reyes, el renacentista de la Puerta del Cambrón y las murallas mudéjares de las Vistillas de San Agustín. Por encima el Parador de Turismo y el Hospital Geriátrico, dando paso a la comarca de la Sisla Menor.

Parte superior de la pulcra armadura damasquinada y el bello casco del sargento, perteneciente a la colección que se encuentra en Toledo, concretamente en la iglesia mozárabe de Santa Justa y Rufina, confeccionada en el siglo XVII, ejecutada por el armero Melchor González Chavarri, que acompaña al Santo Sepulcro en la procesión del Viernes Santo toledano. En el año 2018, dicha procesión no ha salido a la calle el viernes santo, debido a la lluvia.

Desde el centro del tejado del Ayuntamiento de Toledo, determinado por el pináculo que sustenta su bola terráquea,  veleta y cruz, observamos el imponente crucero de la iglesia mozárabe de San Marcos y parte de su espadaña. Ahora es un templo desacralizado, el cual es usado como archivo municipal y como museo para diferentes exposiciones.

Detalle de uno de los magníficos pórticos que contiene esta ciudad de Toledo. En el vemos el trabajo en estilo mudéjar, por las filigranas hechas en la colocación de sus ladrillos y su embellecimiento a través de baldosines con cerámica de arista.

Otra vista desde el interior de esta ciudad patrimonial. En primer término la zona alta del palacio del canónigo Dº Andrés Munárriz, construido en 1536 con trazas de Alonso de Covarrubias, hoy cigarral particular. Por encima los restos reconstruidos del Convento de San Juan de la Penitencia, mandado construir por el Cardenal Cisneros ricamente en 1514,  según el estilo mudéjar y destruido en la guerra de 1936. Ahora este edificio alberga el Conservatorio de Música y el prestigioso Centro de Estudios Internacionales de la Fundación Ortega y Gasset.

Desde una ventana mudéjar, distinguimos una puerta en otro estilo, la cual nos conducirá a otros mundos y otros caminos, los cuales tienen su fin en el alma humana.

Un  ángel volatinero, que con sus alas abiertas quiere levantar el vuelo hacia las alturas. El mismo se encuentra representando a la gloria, en uno de los lados del rico altar mayor de la catedral toledana.

Un palacete mudéjar en la calle de San Lorenzo, cuya bella galería superior al estilo plateresco más puro, nos da idea de que su mezcla no desentona, legándonos la idiosincrasia de esta ciudad, la cual algún día ostentó la riqueza de su tolerancia, entre comillas.

He aquí la peana sustentadora de un sagrario, tallada en piedra caliza y después dorada y policromada en el siglo XV, reflejando que ya entonces se  festejaba y se llevaba a cabo la procesión del Corpus Christi. Pertenece al Convento de Santo Domingo «el real».

Aquí vemos el antiguo edificio de la Alóndiga toledana, donde se guardaban anteriormente toda clase de productos, entre ellos el famoso trigo toledano. A su lado la entrada de la desaparecida iglesia dedicada a la Virgen de los Desamparados, la cual bendecía este lugar. Su actual perspectiva,  la podemos ver casi idéntica en el cuadro titulado «Toledo y la Tormenta» del Greco, pintado hace más de cuatro siglos.

Antiguo brocal de un aljibe en uso, tallado en granito gris en estilo isabelino Se encuentra este en una de las casas del Callejón de la Soledad, la cual formó parte en tiempos de la Casa de los Templarios en Toledo.

Maqueta de una zona de la ciudad de Toledo entre los siglos XVI y XVII. En ella podemos observar el imponente Palacio Imperial de los Austrias (hoy Alcázar), al lado de uno de sus torreones el Convento de Capuchinos, debajo el Hospital de Santiago, a un lado el famoso y desaparecido Artificio de Juanelo, atravesando la Ronda de Cabestreros y pegado al Convento Nuestra Señora del Carmen y más arriba el entonces Hospital de la Santa Cruz de Jerusalén. Hoy muchos de estos edificios han desaparecido.

Desde el interior de un aljibe toledano, podemos observar  su estructura  geométrica y la fecha de cuando fue construido, más la firma del alarife que le llevó a cabo, en este caso Pedro Morales.

Los restos de la antigua iglesia de San Lorenzo, restaurados en parte por el arquitecto Chueca Goitia, frente a su cigarral de Munárriz. Desde estos emerge su torre barroca, cuya parte baja corresponde con el antiguo alminar de una mezquita.

Detalle de pintura al fresco del admirable artista Juan de Borgoña, en la Capilla Mozárabe de la Catedral de Toledo, que corresponde con la zona baja de su torre sur. En el vemos al Cardenal Cisneros acompañando a sus soldados talaveranos y jareños, en la toma de la ciudad de Orán en Argelia.

Doble arco de herradura, perteneciente a la entrada de un baño musulmán, cercano a la que fue mezquita Al-Yamí comunal de Tulaytula. Al fondo se encuentra el brocal hexagonal del aljibe que llenaba dicho balneum.

Desde el noroeste, observamos a la ciudad de Toledo. Debajo las murallas alfonsinas que sustentan los echadizos que han tapado alguno de sus antiguos barrios. Más arriba grandes edificios neoclásicos y modernistas construidos sobre antiguos conventos y por encima el caserío con sus cúpulas y torres, con su inigualable estampa.

Pintura al fresco de medio cuerpo rezando, del arquitecto Juan Guas, con su pequeño hijo en la misma postura. Este nos mira de frente con gesto de piedad, queriéndonos decir que fue un ejemplo a seguir en la ejecución de sus obras,  pues fue maestro mayor de la catedral toledana y maestro principal de San Juan de los Reyes, con sus originales trazas en planta y alzado.

Frente a nosotros el famoso «Baño de la Cava», con su «peñón» delantero. Estos sustentaban posiblemente un puente de barcas. La torre exterior con dos alturas, para tiempos veraniegos la baja y para tiempos invernales la alta. El pilar dentro del río, está dado la vuelta por la fuerza del agua en una de sus extraordinarias crecidas.

La cara de amor hacia su hijo, de la Virgen de la Estrella en el lado oeste del trascoro de la catedral toledana. Esta fue en sus tiempos la patrona de los pastores, ovejeros y laneros, que con sus fiestas y cánticos molestaban a los cantores del coro, cuando interpretaban sus antífonas acompañados por los órganos.

Desde las alturas, observamos la torre mudéjar de la antigua parroquia de la Magdalena, cuyo interior es usado para guardar algunos de los pasos que procesionan en la Semana Santa toledana.

Parte de unas estanterías en estilo mudéjar, las cuales contienen y sustentan una de las bibliotecas particulares de esta ciudad, con libros, escritos e investigaciones, sobre todo lo relacionado con la ciudad de Toledo.

Panorámica tomada desde un torreón pegado al río Tajo, desde el que vemos la coracha de «la Cava» que baja hasta el mismo y tras esta, el arco central del puente de San Martín por donde pasan sus aguas contaminadas, con sus inseparables espumas.

Hermosa y singular tinaja en barro de estilo mudéjar, cuyos adornos determinan su parte de tolerancia allá por los siglos XIV y XV. En ella encontramos manos de Fátima, ramos de olivo, palomas y cuarterones con otros distintos simbolismos.

Columnas y capiteles reutilizados, con arcos mudéjares, los cuales sustentaban la casa del párroco de la Iglesia de San Salvador. Enfrente un patio con sus tumbas y un aljibe. Este lugar en concreto, es nombrado el siglo XVI en la universal obra  de «El Lazarillo de Tormes», cuando este se retira para vender los vinos del arcipreste de dicho templo.

Uno de los capiteles islámicos, obra en mármol con desgastadas volutas y trabajado en nido de abeja, el cual se encuentra sustentando el arco de uno de los pórticos mudéjares toledanos.

Este es uno de los restos que quedan aún del Circo Romano, que se halla en la urbe denominada antiguamente como Toletum. Corresponde con los restos de la escalera de subida a las gradas superiores del mismo. Pese a su importancia, se encuentra en un paraje degradado y sin cuidar, Recordemos que pertenece a una ciudad que es Patrimonio de la Humanidad.

Dibujo del posible segundo artificio, que tuvo que fabricar el relojero Juanelo Turriano, al quedarse el Palacio Imperial  todo el agua que este elevaba y no ser retribuido parte de su coste tanto por los militares del rey como por el Ayuntamiento, al no recibir la ciudad el líquido elemento del río Tajo.

El expresivo muro exterior de la antigua iglesia de San Agni y San Ginés, anteriormente mezquita por el arco de herradura interior y la mano de Fátima que contiene este. También posible templo o palacio visigodo, por las piedras de dicha civilización incrustadas en el mismo, las cuales simbolizan el recorrido al interior de la tierra, de ahí el mito de su sobrenombre como «La Cueva de Hércules», consistiendo además de su antigua caverna, en un gran depósito de aguas hispano-romano en su subsuelo.

Bajando la pina y estrecha Cuesta del Corchete, nos encontramos un edificio muy singular toledano como es el Nuncio Nuevo, mandado edificar por el cardenal Lorenzana, en cuya fotografía vemos su escudo y a su lado la cúpula de su capilla oval en el centro del conjunto.

Una cabeza romana, embutida en la puerta musulmana de la alcazaba toledana. Esta daba paso al largo adarve de Doce Cantos. Como era costumbre esta misma recordaba a Fátima, la hija del profeta Mahoma, para bendecir y dar buena suerte a todo el que pasara por ella. Todavía queda aún otra más en Toledo, embutida en la Puerta del Sol, la cual se encontraba anteriormente en la Puerta de Valmardón.

Otro de los muchos torreones, que contiene semiescondidos esta ciudad de Toledo. En este caso me refiero la capilla oratorio, de lo que hoy día corresponde con el Museo del Greco.

Aquí tenemos una biblia hebriaca, donde está escrita la Torá referida al Pentateuco. Esta extraordinaria joya impresa en papel el año 1494 en Italia, pertenece a la Colección Borbón-Lorenzana, la cual se encuentra en la Biblioteca Regional de  Castilla La Mancha de Toledo.

Ventana que daba luz al interior de los baños de Curtidores, de Tenerías o de San Sebastián. En ellos se purificaban los musulmanes que iban a rezar a la cercana mezquita de Al-Dabbagin. Fue después convertida en la iglesia mozárabe de San Sebastián.

El claroscuro de un capitel, en el claustro de la catedral de Toledo, donde observamos parte del busto y el rostro de un monje, con  orejas grandes, tratando de percibir el sonido de su propia naturaleza, representada a sus lados por múltiples hojas de acanto.

Aquí presentamos un hueco tallado en la dura roca toledana, tapiado a cal y canto, pues se creía que era una de las salidas de la famosa Cueva de Hércules, la cual pasaba como cloaca por debajo de la catedral toledana.

Sutil forma de trabajar el ladrillo toledano, en el estilo mudéjar, surgido en esta ciudad. Dichas formas romboidales, las podemos ver en la escondida puerta del Palacio de Benacazón, antiguo convento de monjes recoletos.

En esta vista del cerro toledano, podemos ver hasta cuatro tipos de lienzos de las murallas toledanas de diferentes épocas. Uno es la propia roca de granito, otro es de tiempos musulmanes por sus bloques de piedra reutilizados, tanto en tiempos romanos como visigodos, el mismo está reforzado más tarde en estilo mudéjar y el trasero junto con los castilletes es más moderno, perteneciendo al picadero de la destruida Academia de Infantería.

Uno de los miles de sótanos, que forman parte de los subterráneos de Toledo, dando a dicha ciudad un carácter especial, reconociendo en parte su misterio. Este se encuentra aún sin limpiar, ni restaurar, en el callejón de la Soledad.

Precioso capitel islámico con volutas. Su talla por medio de la técnica de nido de abeja, contiene una sutilidad absoluta, pues determina ramificaciones vegetales, de donde salían sus frutos, hoy destruidos. Pertenece a los tesoros que se guardan y se exhiben, en los museos toledanos.

Arco árabe, que por su riqueza pudo pertenecer a alguna zona importante en la antigua mezquita aljama de Tulaytula. Gracias a no ser destruido, pasó posteriormente a formar parte  del palacio usado por el Arcedianato de Madrid en Toledo. Por ello, nos le encontramos  en una de las casa de la Plaza del Consistorio de esta ciudad.

Bellísimo artesonado en madera, con infinidad de mocárabes, al estilo de los cielos construidos en las salas principales de la Alhambra de Granada, para deleite de sus emires. Este que aquí vemos, sirve para embellecer la techumbre de la Sala de la Custodia, en el primer cuerpo de la torre norte o campanario de la Catedral de Toledo.

Colección de libros aún por colocar, con distintos asuntos eclesiásticos, que se encuentran el rico Archivo Diocesano de Toledo, dentro del recinto del Palacio Arzobispal.

Dintel a la entrada de la casa, que fue de Alonso de Castellón, secretario del Santo Oficio de Toledo. En la parte alta del mismo, observamos la fecha de su construcción, el año 1584.

El «círculo de los posibles», donde vemos un revuelo de ángeles y profetas tallados y al fresco, construido por el arquitecto de la Catedral de Toledo, Narciso Tomé, gracias a desmontar una de sus bóvedas, para dar luz a su famoso Trasparente, joya del arte barroco y monumento a la eucaristía.

Acompañando a las figuras y filigranas talladas, para dar belleza al trasaltar de la catedral toledana, se adosaron dos escudos pertenecientes al reinado y al cardenalato de su tiempo. El águila de una sola cabeza coronando el escudo, perteneciente a los Reyes Católicos y el escudo del cardenal Mendoza, con el anagrama del «Ave María Plena».

Las dos puertas. Estas pertenecen a la parte más defensiva de la ciudad. La delantera pertenece al torreón de entrada del Puente Alcántara y la trasera se corresponde con la muralla de la ciudadela o alcazaba. Para poder traspasar sus umbrales en la edad media, o había que ser muy valiente o tener los papeles en regla.

Capitel gótico en uno de los pórticos interiores de la catedral toledana, concretamente el de Santa Catalina de Alejandría, el cual da paso desde la nave hacia el Claustro. En el podemos observar, el entierro de la santa titular Catalina. Esta fue patrona de los filósofos, de ahí el significado de dicha puerta.

Otro de los bellos torreones, que se levanta mimetizado entre el caserío toledano. Este pertenece a la finalización de uno de los transeptos o brazos del crucero, del Hospital de la Santa Cruz. Recientemente restaurado, forma parte de uno de los museos más importantes de la ciudad como es el Museo de Santa Cruz.

Detalle del cuadro de la Trinidad, pintado para el convento de Santo Domingo «el antiguo», por el genial Doménico Theotocópulis, el Greco. Dicha obra se encuentra en el Museo del Prado, quedando en el convento una buena copia de «Seisdedos».

Paisaje toledano, donde observamos la cúpula y las torres de San Ildefonso, la torre de San Vicente y la espadaña y el convento de Carmelitas Descalzos. Toda una historia religiosa, en esta ciudad universal.

Detalle de la bandeja con la representación del «Rapto de las Sabinas», de Benbenuto Cellini. Cincelado por este orfebre en el siglo XIX. Corresponde a una obra magistral de una sola pieza, para el tesoro de la catedral de Toledo.

Tras las murallas de Toledo con sus altivas almenas, en su interior y entre su caserío observamos diferentes edificios como torres, espadañas y palacios, los cuales en conjunto nos hablan de su dilatada historia.

Presentamos aquí una de las veinte gárgolas interiores, las cuales canalizan el agua de lluvia hacia el interior del claustro del Convento de San Juan de los Reyes. Se refiere religiosamente al ángel que representa el evangelio escrito por Mateo, simbolizando junto a sus otras tres compañeras de los otros lados al Tetramorfos, que viene de cuatro por «tetra» y forma por «morphé».

Columnas y capiteles romanos, reutilizados por los visigodos, que sirvieron para sustentar los arcos de herradura de una mezquita, frente a los arcos de medio punto de un templo cristiano. Esta mezcolanza de estilos, se dan en la iglesia del Salvador, en Toledo.

Vitral de la Anástasis, donde se observa a Adán y Eva, tras ser expulsados del paraíso terrenal, comprobando el futuro que les espera antes de entrar por la boca del Averno. Se halla en la catedral de Toledo.

Imagen del atardecer desde la lejanía, donde vemos la torre de San Nicolás y a su lado un detalle del campanario de la torre de la Magdalena. Las dos junto al caserío toledano, se encuentran dibujadas sobre la inmensa estampa de la cara oeste del Alcázar. Esta instantánea recuerda a un daguerrotipo en blanco y negro, llevado a cabo a finales del siglo XIX por el fotógrafo Casiano Alguacil.

Pinturas al fresco sobre la bóveda que cierra la Sala Capitular de invierno, perteneciente a la Santa Iglesia Catedral Primada. En ellas poder ver como los clérigos medievales, enseñan el Trívium y el Cuadrivium, tanto a mujeres como a hombres.

Desde la iglesia visigótica de Sta. Mª de Melque, ejemplo del arte del siglo VII,  haya en la lejanía  se observan las Cárcavas de Burujón. Ahora son famosas por formar parte de las barrancas que talló el río Tajo, sobre la zona de Castrejón.

Aquí vemos el pie de una cruz del siglo XV que sustenta un relicario, el cual contiene un Lignum Crucis. Según la leyenda escrita en él, observamos que fue elaborado por el platero madrileño Juan González. Los materiales que uso para su confección fueron oro, plata dorada y ricos esmaltes.

Estos tres edificios componen el conjunto que conforman la presa de Safont o del Corregidor, pues el más bajo corresponde con el Molino del mismo nombre, a su lado una central eléctrica y por encima la segunda central electrica que daba paso al túnel o Mina del Corregidor, denominada como la Bocamina, que conducía el agua desde la Vega Alta del Tajo, para regar su Vega Baja.

Imagen barroca, perteneciente al famoso Transparente de la Catedral de Toledo. En ella observamos en bellísimo mármol blanco al niño Jesús, que con su dedo índice señala la creación del mundo, donde se encuentran Adán y Eva en el Paraíso Terrenal bajo el árbol del bien y del mal y a su alrededor todos los animales creados.

Entre los grandes y agrestes roquedales que bordean los alrededores de Toledo, observamos las ruinas del que fue uno de los acueductos romanos, que hace dos mil años conducían el agua del río Guajaraz desde la presa de Alcantarilla o de los Paredones, desde cuarenta y dos kilómetros, hasta el centro de la ciudad.

La cruz de la Orden de Santiago, al exterior de la capilla del propio santo, mandada construir por el condestable Dº Álvaro de Luna y su mujer Dª Juana Pimentel.

Desde su trasera, el magnífico edificio diseñado y construido por Ignacio Haan, a las órdenes del cardenal Lorenzana en el siglo XVIII, denominado como Nuncio Nuevo, sirvió para tratar a enfermos mentales. Fue en su tiempo el edificio hospitalario más importante de Europa.

Ruinas de las «caveas» que formaron el semicírculo del Circo Romano de la Toletum imperial. Así se entretenía al pueblo hispano-romano, con pan y circo. Poco más o menos como ahora con comida basura y fútbol. Mientras que esta sociedad se va deteriorando.

Edificio neorenacentista por su modernidad, en la Plaza de Zocodover,  haciendo esquina con la entrada de la Calle del Comercio, vulgarmente Calle Ancha. En este se encontraba la Sastrería Arcal.

Jóvenes musulmanas al lado del río Tajo, a su paso por Toledo. Estas nos recuerdan a sus ancestros los moriscos, que usaban el agua del río para regar las famosas huertas toledanas, dando los  mejores productos hortícolas de aquel tiempo.

En la Huerta del Rey se halla el famoso Palacio de Galiana, que sirvió en tiempos medievales como lugar de asueto para los reyes de taifas y donde había huertos en los que se plantaban hierbas medicinales, las cuales curaban al menos cien enfermedades, según el Libro de la Almohada del tulaytulí Ibn Wafid.

En el revestimiento del imafronte o fachada occidental de la catedral toledana, observamos  en mármol y granito, a la virgen María el día de la pasión de su hijo y a María Magdalena con el recipiente para los ungüentos de enterramiento. Fueron talladas entre estilos neogótico y neoclásico el año 1787, por el arquitecto Eugenio López Durango.

En esta instantánea sobre parte de la muralla toledana, observamos los diferentes tipos de lienzos, los cuales se han ido superponiendo en el espacio tiempo. Por sus diferentes restauraciones vemos  hasta cuatro tipos de aparejos, desde piedras romanas usadas por visigodos y musulmanes, hasta parte de un muro mudéjar.

Desde la Plaza de Zocodover, se ve la entrada a la Calle de Barrio Rey, por pertenecer  sus edificios y sus corrales a los reyes medievales, por encontrarse en el cogollo de la ciudad. Por encima su torreón y tras este las siluetas de dos torres, la del casino y la de la Magdalena.

Pintura al fresco llevada a cabo por el pintor Francisco Bayeu, sobre uno de los lados de la Puerta del Mollete, la cual da paso al claustro de la catedral toledana. Escena donde este representó el rapto del santo niño de la Guardia, llevada a cabo por unos judíos, el cual propicio un juicio contra estos, pasando luego a ser leyenda.

En esta fotografía se ve parte del torreón suroeste del Palacio Imperial o Alcázar. En su ventanal superior vemos a personas que se asoman a la ciudad que hay bajo sus pies. A un lado, como testigo se encuentra la Luna en creciente.

El maquetista y fotógrafo José Luis González, concentrado para hacer una de sus instantáneas, sobre uno de los mil detalles de la Semana Santa toledana y dejarle reflejado en algún medio visual para su disfrute.

Una vista de las partes altas de la ciudad de Toledo. En ella se ven cimborrios, espadañas, campanarios, torreones, buhardillas y los tejados que las contienen.

Los dos juanes pintados por Doménico Theotocópulis, el Greco. Se encuentran estos enfrentados, pues  a un lado el joven evangelista con el copón de Aristodemos para su envenenamiento y al otro lado el bautista, escuálido, vestido con la piel de un cordero y la cruz de caña. Fueron pintados en la ciudad del Tajo y ahora los podemos ver en Museo del Prado.

Dibujo televisivo, para anunciar los documentales denominados como «La Era de Acuario», en el que se emitieron cincuenta programas sobre Toledo y el Islam, veinticinco titulados «Toledo Islámico» y otros veinticinco titulados «Ven al Ribat».

Sobresaliendo del caserío toledano una esbelta torre, la más alta del estilo mudéjar toledano. Esta se encuentra dominando el que fue antiguo barrio de los Templarios. Por la iglesia a la que pertenece y por su altivez, se la ha denominado de San Miguel «el alto».

El  paso de una de las procesiones del miércoles santo toledano, donde apreciamos la figura del Cristo de la Humildad. Este se encuentra sentado antes de su crucifixión, mientras que un soldado romano le ofrece un vaso con vinagre para calmar su sed.

Este curioso reloj da nombre a la Puerta Septentrional de la catedral de Toledo. Este marca el tiempo con una sola manilla, encontrándose ajustada su hora con el tiempo solar, de ahí que aunque marque las 21,30 de la tarde noche, realmente la hora real corresponde a las 19,30.

Instantánea de una de las «caveas» del Circo Romano de Toletum. Tras ella observamos dos nichos de tiempos medievales, pues sobre el mismo se extendió una necrópolis cristiana, además del echadizo de tierra que hay sobre ellos, por el paso de los siglos.

Parte alta de la puerta mudéjar, aparecida en el salón interior del Ayuntamiento toledano. En ella se observan los típicos arcos entrecruzados. En su parte superior, falta la deidad a la que estaba consagrada.

Sobre la zona conventual toledana, se pueden ver diferentes espadañas con sus campanas. Con ellas las monjas de clausura, llevan el ritmo pausado de las horas canónicas lejos del mundanal ruido, que en nuestro tiempo nos enferma y destruye.

Según el libro de Tobías, el arcángel Rafael se le presentó como Ananías, para acompañarle en su viaje. Le mandó pescar un pez y con sus vísceras curó su ceguera. Bellísima talla marmórea, que compone el Transparente de la catedral de Toledo, en cuya mano vemos el pez que dio paso a una leyenda. Esta dice que cuando se le caiga de las manos a Rafael y parta el altar que se encuentra debajo, habrá comenzado el fin del mundo.

Estos balcones tan juntos, componen la fachada de la Delegación del Gobierno de Castilla La Mancha, en Toledo. Se encuentran en la céntrica Plaza de Zocodover. Fueron reedificados al ser destruidos tras la guerra civil de 1936, en mala hora ocurrida. Desde detrás de sus cristales, se pueden observar las muchas manifestaciones, que ahora en nuetro tiempo forman parte de tantas reivindicaciones, tras las injusticias sociales que comienza a padecer el pueblo normal o llano, tras cierta incomprensión  de nuestros actuales políticos. Siendo esta la mayor incongruencia que existe en nuestro país.

Inigualable paraje por su belleza y su calma, cuyas cualidades forman parte de uno de los más recónditos por inaccesibles patios toledanos. Entre su verdor sobresale la cuenca de una fuente acanalada, que quizás formó parte de una pila bautismal desechada, cuya historia guardará secretos extraordinarios.

En una mañana de niebla, observamos el cauce de nuestro padre el río Tajo, con su cauce sereno discurriendo entre riscos y acantilados, hasta llegar a la central de Santa Ana y a su presa, por la que se desliza formando el espumarajo debido a su contaminación. Cuanta naturaleza perdida, por la ambición de unos pocos y pasotismo de la una gran mayoría.

Entre los elementos decorativos del arte gótico, en tiempo isabelino, podemos ver arcos entrecruzados con cabezas de clavos. Tras ellos, círculos contenedores de los ochos de infinitud, los cuales representan a los templos del futuro. Toda una utopía.

Escena nocturna donde observamos en primer lugar  una puerta renacentista, como es la del Cambrón, en ladrillo rojo y granito. Detrás el icónico edificio gótico de San Juan de los Reyes, con sus arbotantes y pináculos en granito gris, así como su cimborrio en piedra calcárea blanca. El espectáculo mágico está servido.

La piedad reflejada en el rostro de María, es espectacular. Obra maestra del genial Narciso Tomé, al que con esta imagen se le puede comparar con los más grandes, como por ejemplo el gran Miguel Ángel. Este rostro le podemos admirar en el Transparente de estilo barroco de la Catedral de Toledo.

Ángulos rectángulos, octógonos, cúpulas de media naranja y cupulines renacentistas, son los que contienen parte de las arquitecturas que conforman esta ciudad única que es Toledo.

Firma del pintor Jerónimo Seisdedos, que fue copista y restaurador de obras del Museo del Prado. Esta se encuentra plasmada en la gran obra del cuadro de la Trinidad, en el Convento de Santo Domingo «el antiguo», copia de la original pintada por Doménico Theotocópulis «el Greco». Dicha obra,  tras muchas vicisitudes y engaños, se encuentra en el Prado. Fue ofrecida esta copia por dicho museo al convento en 1954 y terminada dos años después.

Este edificio que vemos al comienzo de comarca de La Sisla Menor, comenzó a funcionar  en 1965 con el nombre de Hospital Virgen del Valle, para las enfermedades del tórax. Más tarde sobre 1990, tras la demanda por las enfermedades de los mayores, se consolidó como centro para atención de las patologías geriátricas.

Entre la oscuridad, aparece iluminada una gárgola al exterior del convento de San Juan de los Reyes, se refiere a un mono preso de su propia cola. Su enseñanza está reflejada al interior del claustro, ya que junto el conjunto de sus compañeras contienen un simbolismo  ancestral de siglos, además de verter  el agua hacia sus aljibes.

Torreón del Palacio de los Condes de Maqueda o Palacio de la Cava. Un caserón defensivo dentro de la ciudad de Toledo. Este da identidad a una plaza en la ciudad, junto a la Puerta del Cambrón y el convento de San Juan de los Reyes.

Doble arco islámico, el cual da paso a la sacristía del Convento de la Concepción Franciscana, fundado por Dª Beatriz de Silva, con bello ataurique mudéjar, el cual refleja los palacios de Galiana «de arriba», donde se aposentaron después los edificios de Santa Fe.

Espectacular escena nocturnal, donde observamos iluminada con luz artificial la torre sur de la Catedral de Toledo, contenedora de la antigua capilla del Corpus Christi, hoy capilla Mozárabe, por seguir celebrando dicho rito en ella. Al otro lado la antigua Casa del Deán, hoy Palacio de Justicia y en el centro la luna llena, impregnando por detrás con su luz espectral a estos edificios.

Imagen del «Grial» coronado, tejido en la parte superior del famoso Tapiz de la Creación o del Astrolabio. Este símbolo se pierde en la noche de los tiempos, pues viene desde la lucha del arcángel Miguel contra Lucifer. A este último se le cayó la esmeralda de la frente y de ahí surgió el mito y dicho vaso.

¡Oh!, tenebrosa noche toledana, /que en mi alma siembras el desvelo/,

que en leyenda estas inflamada/, que eres cobijo de brujos y hechiceros/,

por eso tú de Toledo, estas enamorada./ Déjate ver la luna, para ilumine tus encrucijadas /

y que los fantasmas de la noche observen / a este trozo de Castilla embalsamada.

                     Alejandro Vega.

En una noche de verano, la cara norte del Palacio Imperial de los austrias, se iluminaba de una forma concreta, para hacernos comprender la arquitectura renacentista, con la que la construyó uno de los arquitectos toledanos más famosos, Dº Alonso de Covarrubias. Se veía majestuoso.

Una de las fuentes que contiene el Cigarral de Menores. En él se han inspirado grandes genios de la cultura española y ha sido visitado por los más grandes científicos de nuestro tiempo.

Por encima de los tejados toledanos, sobresale la iglesia barroca de San Ildefonso, correspondiendo a la Orden de los Jesuitas.

Esta es la talla de un pequeño mancebo, trepando entre la hojarasca de un bosque. Mágica escena  gótica en el claustro de San Juan de los Reyes, en cuyo simbolismo está representado un pequeño genio desnudo, entre los frutos de un jardín de delicias medievales.

El Arco de la Sangre en la Plaza de Zocodover, regido por el reloj que marca las 0, 20 de la madrugada y por encima las campanas que debían de marcar las horas.

El bello rosetón del sur de la Catedral de Toledo. Este está compuesto por  magníficos vitrales que se ensamblan en dieciséis lancetas y el mismo número de cuadrifolios, los cuales dan su luz coloreada al centro del crucero.

Instantánea del interior del Palacio de los Condes de Fuensalida. Hoy  sede de la Presidencia del Gobierno de Castilla la Mancha. Su estilo mudéjar es inconfundible, por su estructura arquitectónica, su patio, sus arcos y sus salones.

Imagen de uno de los personajes importantes, que acompañaron el Cardenal Cisneros en la toma de la ciudad de Orán. Se encuentra en la pintura al fresco ejecutada por Juan de Borgoña, en la Capilla Mozárabe de la catedral toledana.

Desde la Carretera de Circunvalación, escena de la zona sur de la catedral de Toledo, iluminada en su secuencia nocturna. En ella podemos admirar todos los detalles que la identifican como tal, como el gótico castellano más puro y diferenciado de su cabecera con respecto del crucero hasta los pies, en sus naves colaterales y central, más sus dos torres.

Los símbolos toledanos más usados en la edad media y sin embargo casi secretos para nosotros, se hallan por doquier entre sus monumentos y de manera especial contra el mal de ojo, aunque también de forma utilitaria y decorativa en gran cantidad de enseres y recipientes, usados por nuestros ancestros, fuesen de cualquiera de los tres pensamientos religiosos que ensalzaron a este ciudad.

Doménico Theotocópulis «el Greco», nos legó en uno de los ángulos de su famoso cuadro de la Asunción de María a los cielos, la letanía sobre ella en el rosario, como son las azucenas, la fuente, el espejo, la sierpe, el pozo y el barco, plasmando entre ellos los edificios de un convento toledano, como fue el de San Bartolomé de la Vega.

El ser humano, imitando a la naturaleza. En esta composición observamos una planta silvestre en primavera,  abriéndose bellamente de mayor a menor hacia arriba. En ella se debieron inspirar los constructores medievales, para hacer más consistentes a las bóvedas góticas, inventando los contrafuertes, rematados por pináculos que dan la euritmia a  las fuerzas que ejerce el peso de las bóvedas en las catedrales. En este caso la de Toledo. Detrás, mirándole como testigo, la Luna.

En el centro de la catedral de Toledo, sobre el plano en planta del crucero de la zona izquierda, ensamblo la crux immissa quadrata, que además de contener el plano  arquitectónico de las auténticas iglesias visigóticas, concentra el  equilibrio de las fuerzas activas y pasivas de la vida. A la derecha la cuadratura del círculo, que contiene en su perfección los transeptos o cruceros horizontales más los dos puntos esenciales de la liturgia, como son el altar y el coro, que acogen al crucero envolvente de los fieles.

Las flores silvestres que aquí presento, nos dan una idea de cómo se inspiraban los arquitectos antiguos, para dar solución y armonía a los templos que construían. En este caso, la singular geometría de estas plantas son totalmente similares a los planos presentados en la fotografía anterior, como es la cruz immissa y la cuadratura del círculo o circunvalación del cuadrado.

Desde el interior de la catedral de Toledo, presento el rosetón de su pórtico norte, sobre la Puerta del Reloj o de Chapinería. Como vemos, al tener dicha orientación, sus vitrales con más claros que en sus homónimos, al no dar el sol en el mismo. En su centro se encuentra Cristo crucificado.

Vistas de perfil al amanecer, observamos las ruinas del Circo Romano de Toletum, perteneciendo a las «caveas» de su amplio semicírculo. Al haber quedado estas ruinas arqueológicas tan importantes, es por lo que sabemos que esta ciudad fue muy importante desde el punto de vista del imperio hispano-romano.

He aquí la imagen de una de las diferentes bóvedas islámicas, la cual conforma uno de las nueve cúpulas o cielos islámicos de la mezquita de Ibn Hadidi o del Cristo de la Luz. En ella se comienza a vislumbrar la aportación de esta,  junto a sus compañeras, haciendo un gran legado al naciente arte gótico.

La fachada del Ayuntamiento de Toledo iluminada. Sus diferentes estilos arquitectónicos, la dan una singularidad bastante especial, pues su zona baja y terraza son de estilo herreriano. En ella intervinieron los maestros Juan de Herrera, Alonso de Covarrubias, Nicolás de Vergara el Viejo, Nicolás de Vergara el Mozo, Jorge Manuel Theotocópulis y Teodoro Ardemans.

Aquí presentamos los baldosines cerámicos en color verde toledano, trabajados por el ceramista Domingo Sánchez Vaquero. Los mismos fueron diseñados para revestir una fuente rústica en un cigarralito. En ellos se observan varios tipos de símbolos, tanto referidos a las tres religiones del libro, como a los mozárabes. Signos zodiacales, el Sello de Salomón y la Mano de Fátima.

Sobre la cara norte de un «Toledo Dorado», ensamblo uno de los primeros crucificados pintados por Doménico Theotocópulis «el Greco», dejando claro que en su tiempo,  esta era una ciudad religiosa sin precedentes, pues en ella se asentaban gran cantidad de órdenes religiosas de distintas advocaciones, las cuales nutrían los diferentes conventos y monasterios, más su catedral primada.

Pintado al fresco sobre la bóveda, la escena barroca con el Padre Eterno en el centro y el Cordero Místico a su lado, a punto de abrir el Libro del Apocalipsis cerrado por Siete Sellos. Se encuentra esta escena rodeada de patriarcas y de reyes músicos y en los ángulos el tetramorfos con el ángel de Mateo, el león de Marcos, el toro de Lucas y el águila de Juan. Toda la escena se sustenta sobre un arco iris y las nubes de la gloria.

Este hueco, era la entrada de agua para un baño hebreo, que se encuentra en el Cerro de la Virgen de Gracia, el cual sirvió como mikvá o baño ritual, para poder volver a la sinagoga al estar ritualmente puro, según lo prescribía la Torá. Se usaba después de un sacrificio, tras  la menstruación, antes del casamiento o por conversión al judaísmo.

Desde el interior de la ciudad, observamos la muralla exterior de la parte de los arrabales, como es el que recoge el barrio de la Antequeruela. Dichas torres almenadas fueron denominadas como «Torres de la Reina», debido a una leyenda que no ocurrió en ellas, sino en la alcazaba.

Capitel que sustenta la terminación de una de las columnas que forma parte de uno de los pilares catedralicios. Dicha ménsula contiene al centauro Quirón luchando contra un caracol. Simboliza a la inteligencia contra la espiral del tiempo, pues debajo se encuentra la puerta que da paso a una escalera en espiral ascendente, conducente al órgano del Emperador y a los tejados.

Este callejón une la Calle de Dº Esteban Illán con la Plaza de San Pedro Mártir, donde hace años se encontraban los depósitos de agua que abastecían de agua del río Torcón a la ciudad de Toledo.

Antiguo cartel que anunciaba una obra extraordinaria, ejecutada por el maestro escultor Alonso de Berruguete. Me refiero al retablo de la Visitación, que se halla en el antiguo Convento de clausura de Sta. Úrsula. Este ha quedado deshabitado y por ello nos preguntamos, ¿que futuro le aguarda a este edificio y a sus obras de arte? Espero que se convierta en museo, enriqueciendo a esta ciudad museística, pues por dicho motivo es Patrimonio de la Humanidad.

Detalles de un antiguo muro en la Calle de la Lechuga, perteneciente a la iglesia mozárabe de Santa Justa y Rufina. Precisamente la planta herbácea que decora la columna visigótica y dió nombre a la calle. También observamos un trozo de lápida con letras latinas, quizás pertenecientes a alguna oración cristiana. Una piedra rascada, donde adivinamos unas Manos de Fátima, las cuales sirvieron como amuletos  a una mezquita o antigua  iglesia, tal como lo comprobamos en otra lápida tallada en árabe. En fin, cantidad de datos que nos hablan de su pasado ahora en nuestro tiempo, en esta ciudad única que es Toledo.

Ante la Plaza de los Postes, observamos lo que queda del Oratorio de San Felipe Neri, que formó parte la de la antigua iglesia de San Juan Bautista. Ahora en nuestro tiempo al encontrarse desacralizada, es usada por el grupo Tolmo, para sus exposiciones.

Una de las campanas de la torre mudéjar de San Miguel «el alto». Al observar en ella su antigua melena, nos damos cuenta que no es de volteo, sino de toque. Se tocaba la misma para espantar a las brujas y a los diablos.

Observando este paisaje de la «Vega Alta» del río Tajo, antes de entrar al torno que forma la ciudad de Toledo, vemos sus campos en parte cubiertos por el agua del mismo. Esto nos recuerda a los moriscos, que hacían fértiles estos mismos lugares, hace cuatro siglos.

Esta es una de las puertas mudéjares originales al palacio de la reina consorte Dª Catalina de Lancaster, esposa de Enrique III y abuela de Isabel la católica. Dicho palacio fue cedido a las monjas dominicas  del Convento de Santo Domingo «el real» para su ampliación, haciendo de este el monasterio más poderoso y con más espacio de la ciudad de Toledo. La misma da paso desde su iglesia interior a su clausura.

Estos dos pilares de granito, conforman la esquina o ángulo que se da paso al Miradero, formando parte junto a otro que hay más abajo, denominado como  la «Bola del Miradero». A sus pies los barrios de la Antequeruela y las Covachuelas, así como la bajada de los Desamparados y la Calle Gerardo Lobo.

En una de las iglesias mudéjares de Toledo, se encuentra tallado este singular capitel referenciando a un cuento sufí, con respecto a la ignorancia del ser humano. Dicho reflejo y sus reminiscencias no nos deben de extrañar, pues este templo anteriormente debió de ser una mezquita, muy cercana a la alcazaba musulmana.

Bellísima vista al atardecer del Palacio Imperial de los Austrias, pues se edificaba en tiempos de Carlos I y su hijo Felipe, sobre la alcazaba islámica o Alcázar, sirviendo como fortaleza y residencia real. Fue construido por las trazas de los arquitectos Alonso de Covarrubias, Francisco de Villalpando y Juan de Herrera y varias veces destruido por distintos motivos.

Aquí vemos la espadaña ya sin campanas, de la que fue Ermita de la Virgen de los Desamparados, sobre la Calle Gerardo Lobo y la Subida de los Desamparados, al norte de la ciudad frente al río Tajo.

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En esta escena mortuoria observamos el Santo Entierro de Jesucristo. Se encuentra este en la cripta, bajo el Altar Mayor de la Catedral de Toledo. Este extraordinario conjunto, fue tallado por el artista imaginero Diego Copín de Holanda, con Cristo yacente sobre la Sábana Santa, su Madre, las santas mujeres, su discípulo Juan, Nicodemo y José de Arimatea.

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Esta torre o castillete defensivo, ahora desmochado sin almenas, ha estado siglos oculto, bajo el Paseo del Miradero. Al salir a la luz, se entiende que formó parte de la muralla interior de la ciudad de Toledo, pues defendía la cercana Puerta de Perpiñán, de intrincado acceso a la cercana Plaza de Zocodover y al Convento de Recoletos.

Estos bajos pertenecen al baño musulmán de Caballel, pegado a una mezquita que se encontraba bajo el recinto que fue durante muchos años el Colegio Nuestra Señora de Infantes, perteneciente a la catedral toledana. Fue fundado este colegio por el Cardenal Silíceo en el siglo XVI.

Con esta sutil mirada, vemos al lado izquierdo las plantas que crecen entre las piedras de la catedral, a la derecha los viejos toldos sujetos con cuerdas que servirán de palio a la custodia de Arfe. Entre las nubes, un volandero vencejo y al fondo el templo y la torre de San Miguel «el alto». Una perspectiva muy toledana.
Sobre un soporte fijado a una base en tierra, una rueda dentada y su cadena, por cuyo movimiento se levantaba el patio de butacas del Teatro de Rojas, hasta la altura del escenario dando un solo nivel, para formar un solo conjunto y una sola base. Dicho estado servía para llevar a cabo los antiguos bailes de carnaval y otros eventos sociales.

En esta vista, podemos ver uno de los muchos torreones que contiene esta ciudad. Este en particular, pertenece a uno de los extremos de la Cruz de Jerusalén, en el que se basa la planta del Hospital de la Santa Cruz, emblema del Cardenal Mendoza.

Manos perfectas, con dedos largos de sabiduría y tacto sensible. Esta es la sensación que nos dan al ser observadas, gracias a la delicadeza en la ejecución de las mismas, por el artista Juan de Borgoña, en uno de los frescos de la catedral toledana.

Este conjunto de obras que aquí vemos, pertenece a uno de los conventos de clausura que aún se encuentran en activo en la ciudad de Toledo. A la izquierda observamos una hornacina contenedora de un relicario y a sus pies arrodillados, las figuras de Sta. Teresa y San Juan de la Cruz. A la derecha una magnífica pintura con el nacimiento de Cristo Por su ejecución es muy posible que esté pintado por Juan de Borgoña.

Otra perspectiva donde vemos el muro catedralicio, la antigua casa del Deán, uno de los chapiteles del Ayuntamiento y los toldos para el día del Corpus Christi.

Columna en cerámica vidriada de color verde, que se basa en los ladrillos en pico y sustenta un arco lobulado, típicos de la arquitectura mudéjar local toledana.

Este es uno de los muchos sótanos que guarda esta ciudad de Toledo. Concretamente  se encuentra en la Calle de las Bulas, en lo que fue Judería Grande, guardando en él muchos vestigios y secretos, pues aquí se encontraba una de sus madrasas o escuelas rabínicas más famosas, como la de los Golondrinos.

Aqui observamos el impresionante Hospital Tavera u Hospital de Afuera, mandado construir por el cardenal Tavera. Su fachada sur y su ala suroeste, donde se encuentra su reloj. Por encima se eleva su esbelta iglesia y su grandiosa cúpula o cimborrio. Todo muy renacentista e italianizante, bajo los planos de Alonso de Covarrubias.

Ventanuco tapiado en una de las iglesias de la ciudad, parecido a los de las antiguas mezquitas, al cual resguarda otro arco de tipo islámico. Todo en ladrillo con mampostería alrededor. En esto consiste el estilo mudéjar toledano.

Fantasmagórica escena en una noche de niebla, donde el Alcázar iluminado se difumina tras una nube blanca, mientras la ciudad duerme. Esta sugerente escena solo se puede observar en ciudades tan bellas como Toledo.

Una de las alas de la Cueva de San Miguel, concretamente su sala principal, en la cual podemos observar aún, dos tinajas del tiempo de cuando estos antros eran usados como las «Bodegas de Vázquez», a comienzos del siglo XX. También vemos unos cajones contenedores de vasijas de barro, para ser bañadas con los tintes de la cerámica, en tiempos del ceramista Quismondo, a mediados del  mismo siglo.

El río Tajo y las espumas de su contaminación, al pasar por la presa de Santa Ana, esperándole el Puente de San Martín, del cual vemos una parte de su arco principal.

Interior de dos de los aljibes que contienen las Cuevas del Alcaná de Toledo, en lo que fue la Judería Chica de esta ciudad. En ellos se almacenaba el  líquido elemento que se recibía de los tejados o bien a base del trabajo de los azacanes, los cuales traían sus cántaros con agua del Tajo o de distintas fuentes naturales.

Interior de la puerta musulmana de Bab al-Mardúm, de Valmardón, del Mayoriano o  del Cristo de la Luz. Se encuentra al norte de la ciudad y a su lado pasan una calzada o calle romana y una cloaca de la misma época. Mucha historia se da en este lugar concreto de Toledo.

Precioso cuadro de la Santa Cena, que sigue la forma de uno de los arcos de la iglesia interior del coro del Convento de Santo Domingo «el real». Se le achaca al pintor Matías de Aguirre de mediados del siglo XVI. Perteneció anteriormente a un bello retablo que tuvo dicha estancia.

Bella panorámica, con la cruz del humilladero del sur sobre una roca, dando paso al esbelto edificio del convento franciscano de San Juan de los Reyes,  diseñado y construido por el maestro Juan Guas, para colegiata y enterramiento de Los Reyes Católicos.

Arco de entrada musulmán con alfiz, a lo que fue una de las mezquitas que pertenecieron al Alficén de Tulaytula. Después en tiempos cristianos paso a ser una iglesia latina reconstruida en estilo mudéjar, perteneciendo a la religión templaria y por ello estar dedicada a San Miguel arcángel.

Parte exterior trasera de la capilla mortuoria catedralicia, que perteneció a la poderosa familia de los Luna, concretamente a Dº Álvaro de Luna y a su mujer Dª Juana Pimentel. En ella observamos fortísimos contrafuertes, rematados por pequeñas torres almenadas, elementos que dan la sensación de ser una fortaleza gótica.

La bella talla de este «cristo negro», se halla en un convento toledano, formando parte del patrimonio de esta ciudad. El  estilo del crucificado es gótico, hallándose sobre una crux immissa con nudos a la manera de las monjas dominicas.

Desde la floresta del verde primaveral, observamos una antigua ventana fabricada en ladrillo y de medio punto, que perteneció al antiguo convento toledano de Santa Fe que era el monasterio de las Comendadoras de Santiago y ahora forma parte del complejo museístico de Santa Cruz. Se encuentra esta vista en el Paseo del Miradero.

Entre los tapices que pertenecen a la catedral toledana, en uno de ellos dedicado a todas las sabidurías, observamos en uno de sus detalles el referido a la ciencia de la Geografía.

Los mandatarios visigodos de Toledo, dibujados sobre un códice, donde se reflejaba uno de los dieciocho concilios los cuales  celebraron estos, en esta ciudad.  En su centro vemos el dibujo de una de las cruces visigóticas, que colgaban bajo una de sus coronas votivas. Dicho espectáculo se reflejaba sobre la cara norte del Alcázar.

Aquí observamos parte de la muralla toledana que cerraba uno de sus arrabales, como era el barrio de la Antequeruela. Vemos a la izquierda la parte alta de la hasta ahora escondida  Puerta del Vado, le siguen dos torreones, uno circular y el otro cuadrado y al fondo una torre albarrana denominada «de la Almofala», la cual vigilaba el brazo del río Tajo más  cercano a la ciudad.

Detalle del parteluz o mainel central del Pórtico de Reyes o del Perdón, que se halla en la catedral de Toledo. En él vemos talladas las típicas hojas de acanto y a su lado leones y castillos, los cuales formaban parte del escudo de los reyes de Hispania. Se debe a la época del  maestro Alvar Martínez en el siglo XV. A su lado parte de una de las hojas de la puerta, chapada en bronce.

Dos torres que se levantan hacia las alturas. La de la izquierda en estilo ecléctico neomudéjar pertenece al antiguo Casino de la ciudad, denominado como Centro de Artistas e Industriales. Su parte superior se encuentra repleta de disparos de la guerra civil, por hallarse muy cerca del Alcázar. La torre de la derecha, pertenece a la antigua Iglesia de María Magdalena, siendo de estilo mudéjar.

Este pulcro y recóndito patio toledano, pertenece a la sede del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Se  puede visitar en la Plaza de Amador de los Ríos.

Desde la portería del Convento de San Juan de los Reyes, nos podemos asomar a uno de los rincones de la Escuela de Artes y Oficios de Toledo, donde observamos el patio de la talla de la piedra. Su arquitecto Dº Arturo Mélida, nos legó los distintos arcos que diseñó con estilo ecléctico toledano.

En el estilo modernista de construcción toledano, influyó el diseño con el ladrillo, así como el revoco de cemento en sus aristas. Para resaltarle más. Este embelleció sus espacios muertos con cerámica, en este caso con el color  «azul toledo». Podemos ver este detalle en la Cuesta de Belén, dedicada a la ciudad hermanada de Toledo Ohio.

Mimetizados entre el caserío toledano, estos dos grandes florones barrocos que representan a dos cálices eucarísticos, son los que rematan el cuerpo alto de la esquina del claustro de la Catedral de Toledo.

Mano de Fátima con sus ojos alrededor, contra el mal de ojo. Esta pertenece a la antigua pila bautismal mudéjar del siglo XV, de la parroquia mozárabe de Santa Eulalia. También se creía que hacia huir al diablo, pero sobre todo a la peste negra.

Desde la Cuesta de los Pajaritos, se observan los miradores que dan hacia la Calle del Comercio o Calle Ancha. Por encima de sus tejados, emerge el cupulín y la flecha de uno de los torreones del Alcázar.

Estos grandes bloques graníticos son los que conforman la muralla norte de la «Ciudad de los Reyes», Toledo. Tras ellos en tiempo musulmán, se encontró el Alcázar rico del rey de la taifa tulaytulí Al-Mamún. Después en ese mismo lugar, nació uno de los reyes cristianos que más frutos ha dado a esta tierra, Alfonso X «el sabio». Dichos bloques pertenecieron a los antiguos monumentos romanos, como el acueducto, el circo o las termas.

Esta águila de una sola cabeza, coronaba un antiguo escudo perteneciente a la vieja entidad del Monte de Piedad de Madrid, que servía para ayudar a la gente que estaba en apuros. Al cambiar de nombre en nuestro tiempo, su actitud también ha cambiado, desamparándoles.

Aquí presento una fotografía de la Luna llena, que ejecuté el día 26 de Agosto del año 2018, la cual se levantaba sobre Toledo e  iluminaba con su clara luz, todas sus encrucijadas y sus oscuros callejones. La hice con mi  cámara electrónica Sony «Ciber-shot», con el zoom digital llevado al máximo, marcando 120 megapíxeles. Sin trípode, solo apoyándome en una base y mis manos. Recuerdo que nuestra Luna se halla a 376,541 km. de la Tierra.

En el año 2018, se termina la reparación de los tejados en pizarra de la iglesia del Hospital de San Juan el bautista o de «Afuera» En la instantánea observamos su estilo italianizante y las bolas tanto de sus columnas, como la de la cúpula se han vuelto a dorar para darle su carácter original.

Esta placa, que por su deterioro hay que adivinar lo que dice, contaba:  “En estos que fueron Alcázares reales /nació en 23 de noviembre de 1221/ Don Alfonso el Sabio/ En igual día de 1921 le erige esta lápida/ la Real Academia de Bellas Artes”. Hoy día  se encuentra olvidada y por tanto bastante deteriorada, pues fue colocada  para recordar el 7º aniversario del nacimiento de un toledano universal, el cual nos dió nuestra lengua vernácula, la ley de costas, las escuelas de traducción, el tratado de astronomía, las cantigas y un sin fin de cuestiones culturales, que ahora parecen olvidadas.

Igual que el atardecer y según el poeta Garcilaso de la Vega, el río «Desde allí con agradable mansedumbre / el Tajo va siguiendo su jornada». Pasando la presa de Azúmel y como testigo la Puerta del Cambrón, nuestro río se despide de nosotros, marchando hacia otras tierras en su camino hacia el océano Atlántico.

Cráneo en una de las pinturas del Greco, concretamente en uno de sus obras sobre San Francisco. En él se puede observar las largas pinceladas y el colorido usado por el pintor, dándonos un semblante eremítico.

Este es el tejado octogonal del Palacio de la dinastía de los Trastámara. El mismo se encuentra en el centro mismo de Toledo, como es  el interior del Corral de Dº Diego. Espacio que ahora en nuestro tiempo se trata de recomponer.

Estos son los huecos de los silos y los depósitos para recoger el agua, descubiertos tras el desescombro de la cara norte del Alcázar, los cuales se encuentran delante del Palacio Imperial, refiriéndonos a la época musulmana y sus jardines, entre su alcazaba y los alcázares reales.

Aquí observamos una cuna del siglo XVI, pintada al fresco por Juan de Borgoña, en la Sala Cisneriana catedralicia toledana. En ella se ve por hiperrealismo renacentista, la factura curva en su base, que estaba preparada para mecer al bebé que durmiera en ella.

En esta instantánea, vemos al orfebre artesano de cincelado y repujado, Domingo Ruiz, trabajando con su maceta y su cincel, sobre una chapa en la bala sustentadora, consiguiendo con su pericia, dar la forma al escudo de la comunidad de Castilla-La Mancha.

Vista aérea de la ermita dedicada a la Virgen de la Cabeza. Sobre el cerro del mismo nombre, se alza este edificio de una sola nave, con las habitaciones aledañas utilizadas por el ermitaño que la cuida.

Uno de los detalles góticos que forma parte del Convento de San Juan de los Reyes. Me refiero a una de las bellas tribunas laterales que dan al crucero y al ábside de dicha iglesia, fabricadas por el arquitecto Juan Guas para que oyeran misa los Reyes Católicos en sus estancias en Toledo. Cuestión que no pudo llevarse a cabo por la guerra de Granada y la muerte de la reina Isabel.

Restos de los tajamanes que se hallan en el centro del río Tajo, concretamente en la zona del «agua caliente» , bajo los molinos de Daicán y del Cerro de la Cabeza, posiblemente fueran reutilizados al pertenecer a uno de los acueductos de tiempo hispano-romano.  Sobre ellos se llevó a cabo un proyecto, para construir sobre estos mismos una presa para embalsar agua sobre el río. Gracias a dios no se llevó a efecto.

Este extraordinario artesonado se encuentra en el viejo convento de Santa Clara «la real», que fue cenobio de monjas clarisas. De par y nudillo, con su trabajo mudéjar en madera, es una de las muchas joyas que guarda esta ciudad, tan rica en el arte de este estilo tan toledano.

La suntuosidad de este edificio gótico nos apabulla, pues es de un rigor extremo en su ejecución como colegiata. Dicha zona la llevó a cabo el maestro arquitecto Juan Guas, para dar gusto a la reina Isabel la católica, lugar donde quería en principio ser enterrada. Quedó entonces como convento franciscano.

Uno de los muchos brocales de aljibe que contienen las casas del interior de la ciudad de Toledo. Al interior de su boca se observa el desgaste de su mucha utilidad y al exterior observamos sus seis lados, señal inequívoca de que se encuentra  en la Judería Grande.

Vista por la parte interior desde la ciudad, del palacio que perteneció a la familia de la Cerda. Ahora pertenece al Convento de Carmelitas Descalzas de San José. El aparejo de su construcción nada tiene que ver con el exterior.

Vista exterior del edificio anterior en estilo renacentista. En él se asentó la quinta fundación que llevó a cabo Sta. Teresa en Toledo, sobre los palacios de su amiga Dª Luisa de la Cerda.

Retrato  y busto del alquimista de la cerámica Sebastián Aguado. Desde su juventud estuvo consagrado al arte, decidiéndose por la cerámica hasta su muerte. Se adiestro en los alfares de Triana, después en la Cartuja de Sevilla. Luego viajo por Nápoles, Génova y Marsella para adquirir profundos conocimientos sobre  arte de los esmaltes. Más tarde pasó por Vista Alegre y Caldas en Portugal. Al final se asentó en Toledo, gracias al arquitecto Sr. Mélida, que construía la Escuela de Artes y Oficios en esta ciudad.

En la instantánea se observa la cruz de la entrada a un convento toledano, la espadaña que contiene las campanas para las horas del rezo y el revestimiento del cimborrio de su iglesia, rematado por la veleta y la cruz.

Una ventana rectangular toledana, revestida con un bello ajimez de tipo renacentista, aunque muy moderno, pero el cual le da un encanto especial, como si fuera muy antigua.

Esta es una de las muchas  admirables estampas que podemos observar en esta ciudad. Desde lo alto de la misma, se observa el Arrabal de Santiago, con dicha iglesia mudéjar en el centro, hacia la izquierda la muralla con la puerta de Alfonso VI, a la derecha el interior de la Puerta de Bisagra y debajo la ermita de la Virgen de la Estrella. Dicho paraje es el que da entrada al Toledo Alquímico, al encontrarnos con «Santiagus en el Campus Estelae».

El rio Tajo a su paso por la hoz que identifica a Toledo, donde vemos la Presa de Saelices y otro de sus antigua azudes. Lo que más nos impresiona es la cantidad de espumas contaminadas que cubren sus aguas, determinando que es uno de los ríos más contaminados de España. Recuerdo que hace años para evitar esto, se debían construir siete depuradoras desde la zona madrileña hasta la ciudad. Todo quedó en una ilusión.

Aquí tenemos el pulcro y bello rostro de nuestra Virgen de la Cabeza, la cual se halla en su ermita, dominando un alto cerro del mismo nombre dedicado a ella. Este alto domina la curva que hace el río Tajo, perfilando la ciudad que ha esculpido, buscando su salida hacia su Vega Baja.

En la Plaza Reyes Católicos, se encuentra el Palacio de los Condes de Maqueda, habitado por la familia Aguado, ceramistas de renombre que han dado fama a esta ciudad. Delante la estatua en mármol de Isabel la católica. Bajo ella a su derecha, un pequeño recinto donde se encontró el muro y la puerta de entrada a la Judería Grande, Bab-al-Yaud, que daba paso a su barrio del Assuica.

Doble arco de herradura geminado, revestido con sus yeserías y puerta mudéjares, en el Convento de Santa Clara de Toledo. Este daba paso desde el Patio del  Naranjo al interior de la Sala Capitular, de los espléndidos aposentos de una residencia palaciega islámica, posteriormente pasó a las monjas clarisas de clausura.

La espadaña recién restaurada del Convento de Carmelitas Descalzos, construida en el siglo XVII según trazas del carmelita fray Pedro de San Bartolomé. A su lado la cruz y en la lejanía el «Alcuzón» de la torre norte de la catedral de Toledo.

Estas son las nubes que vemos en el Toledo de nuestro tiempo, las mismas que veía pintor el Greco en su tiempo para plasmarlas en sus obras religiosas y en alguna profana.

Esta gárgola pertenece al claustro de San Juan de los Reyes y repreeneta al aguador o azacán desde un punto de vista ortodoxo, depositando el agua de los tejados al aljibe central del patio. Simbólicamente representa a la Era de Acuario, la que nos debe dar un «viento sutil», tras grandes cambios humanos y sus acontecimientos.

Detalle de una de las columnas que sustenta los techos del edificio gótico de San Juan de los Reyes. En ella se observan talladas las cabezas de los que posiblemente trabajaron en este magno edificio, plasmando en él la personalidad de sus rostros. Sobre estas la corona de los Reyes Católicos.

He ahí la cara norte del Alcázar de Toledo, iluminada nocturnalmente, en la cual vemos todos sus detalles con sus tres pisos y las decoraciones renacentistas, en balcones, ventanas y balaustradas, debidas al genial maestro Alonso de Covarrubias.

Las dos fotografías tomadas desde lugares distintos sobre la misma figura, nos enseñan la gran cantidad de historias secretas que nos pueden llevar a soñar historias increíbles. En la primera  instantánea de desde lejos, nos indica al alquimista que sujeta el matraz con el huevo filosófico, dominando al monstruo de sus pasiones. En la segunda instantánea vemos que corresponde al guerrero con la espada y el escudo, que ha vencido también al monstruo de sus pasiones. Estos dos temas alquímicos son idénticos en su correspondencia.

Esta es la segunda puerta con arco musulmán, correspondiente a la entrada en codo como era costumbre en aquella civilización islámica, la cual daba paso al más extraordinario adarve que se encuentra en Toledo, conducente a la alcazaba de Tulaytula.

Este pequeño ventanuco que se encuentra en un palacio de la Calle Sillería, tiene según los expertos de cierto libro de registros a nivel universal, el título de ser la ventana más pequeña del mundo.

La bella por extraordinaria fachada principal de las Casas Consistoriales de Toledo, tras muchos avatares, retrasos y cambios, fueron trazadas y ejecutadas por Nicolás de Vergara «el viejo», Juan de Herrera, Nicolás de Vergara «el mozo», Jorge Manuel Theotocópulis y Teodoro Ardemans. Es decir, que contiene varios estilos como el herreriano, el renacentista y el barroco.

Entre los gigantes y cabezudos que salen a desfilar por las calles más importantes de la ciudad de Toledo en sus fiestas principales , se encuentra el arlequín o bufón, el cual alegra la vista de lo más pequeños. Algunas veces dicha figura parece verse los días de niebla en las encrucijadas toledanas.

Dibujo del águila bicéfala e imperial, la cual acompaña uno de los capítulos de la opera prima de Alejandro Vega «Introducción al Toledo Filosofal», descifrando su significado alquímico. Dicho sobrerelieve se encuentra a la entrada de la Puerta de Bisagra.

Una buena perspectiva de la cara oeste del gran templo gótico de San Juan de los Reyes. En ella observamos cómo esta es iluminada por el sol de la tarde.

Este bifaz prehistórico de cuarzo gris, fue hallado en el Valle del pueblo de Huecas, cercano a Toledo y pertenece a la época Neolítica y Calcolítica. Es decir, que tiene una antigüedad aproximada de 5000 años.

Interior de la Iglesia del Instituto Catequista «Dolores Sopeña» en la ciudad de Toledo.

Un bello rosetón gótico del siglo XV cortado por una pared tras alguna remodelación, con las cogidas de sus vidrieras cegadas, las cuales debían de dar luz en tiempos a una de las naves de la iglesia del Convento de clausura de Santa Clara en Toledo.

Figuras que forman parte de la zona alta del coro de la Catedral de Toledo. Fueron talladas por el famoso escultor Alonso de Berruguete y se refieren a dos personajes del Génesis bíblico. Tamar tuvo que ver con Judá, hijo de Jacob y Taré fue el padre de Abraham.

Curioso coronamiento barroco, que enriquece la puerta exterior del Puente de Alcántara. En dicha parte se observa el escudo imperial  de tiempos de Felipe V, con el águila bicéfala ya sin cabezas, pero sustentando el famoso vellocino de oro, el cual deben de buscar los héroes y por encima la corona imperial.

Este monolito de granito gris se halla en la entrada del  Real Convento de  Concepcionistas Franciscanas de la Purísima Concepción. Fue  fundado en 1632 por la Dª Beatriz de Silva, ahora santa. En el mismo se lee que fue el primero de esta orden sobre el orbe.

Personajes con vestimentas del renacimiento, los cuales parecen dialogar dentro de un templo, sobre el arca dorada que hay tras ellos. Se puede referir al Arca de las Reliquias Antiguas, traída al Toledo visigodo por San Isidoro según la historia. A su lado vemos una de las columnas que forman parte del trascoro de la catedral, la cual perteneció a la mezquita mayor de Tulaytula.

Algunos días nubosos, mirando hacia al atardecer en el Oeste, se pueden llegar a ver estos cielos rojizos desde Toledo. Estos nos hacen imaginarnos que en nuestro caminar por el mundo, al final de nuestra luz de vida, quizás lleguemos a captar estas nubes incandescentes. Que así sea.

En el Convento de Santa Clara «la real» de Toledo, vemos desde su interior la singular espadaña recién restaurada, por encima del imafronte de la iglesia, el cual da paso a la clausura, muy cerca del claustro de los laureles. Esta es una de las muchas que contiene esta ciudad, al haber sido muy religiosa en sus  tiempos de esplendor. Ahora ha quedado como museo, al desaparecer sus monjas, por lo cual podremos estudiar y disfrutar su inmenso patrimonio, acumulado durante siglos.

Detalle de estampillado y tallado en cerámica vidriada de color verde, sobre el brocal de un aljibe del siglo XIV, que perteneció a una casa toledana. Según los estudiosos sus letras árabes quieren decir «la gracia es de Dios». Este se encuentra actualmente en el Museo de Santa Cruz de esta ciudad.

Antiguos libros que forman parte del Archivo Diocesano de Toledo, donde se encuentran todos los documentos escritos de las parroquias que compusieron la riqueza de esta ciudad.

He aquí de nuevo el conglomerado de edificios toledanos. Entre ellos se ven surgir edificios más antiguos que los demás de su entorno. Son edificios religiosos como templos y torres.

Este curioso detalle le encontramos en las calles de Toledo, la víspera de la procesión del Corpus Christi, o fiesta grande de la ciudad. Algunos vecinos tienen la costumbre colocar sillas en sus calles, para reservarse el sitio al día siguiente. Las hay de todo tipo, atadas con cuerdas para que no desaparezcan. A una de ellas en particular se le ha quitado el asiento, para que no sea usada por un extraño.

Este es el famoso Torreón de la Cava, que se encuentra al pie del río Tajo, el cual formaba parte de un antiguo puente. Su verdadera historia dio paso a la leyenda de «Florinda la Cava», teniendo que ver en ella el último rey godo Dº Rodrigo y la entrada de los musulmanes en la península ibérica.

En esta instantánea observamos la sujeción por mi parte de un antiguo astrolabio. Esta estampa nos recuerda que en la ciudad de Tulaytula sobre el año 1050, vivía un latonero toledano musulmán, al cual se le conocía como Azarquiel, que quiere decir el de los ojos azules. Este personaje llegó a ser un gran astrónomo, por la fabricación de dichos utensilios medidores de estrellas, encargados por afamados estudiosos  judíos y musulmanes. Este innovó dicho instrumento, llegando a la Azafea.

Este edificio construido en ladrillo rojo, es una antigua central electrica que aún se encuentra en medio de la ciudad, pues con ella se alimentaba parte de la misma. Por encima una cúpula, la cual servía de pararrayos para que no padeciese averías.

Esta es la cabeza del monstruo o tarasca, la cual se pasea por las calles de Toledo, haciendo el recorrido de la procesión del Corpus Chisti, antes de que la sagrada forma salga a dichas calles. Por ello es la representación del pecado, que huye ante la presencia eucarística, enseñándonos a que nosotros mismos debemos desechar lo peor de nuestras mentes, para evitar enfermedades innecesarias. Por tal motivo, los niños al tener una mente clara e inocente se divierten con ella.

Este círculo de pequeñas campanas, se halla en la parte alta del coro de la catedral de Toledo y junto a su compañero del otro lado, son usados por sus tintineos y repiques, justo a las 12 de la noche, nada más comenzar el Domingo de Gloria, con el que termina la Semana Santa.

Cuanta belleza y sabiduría juntas, pues sobre la cara norte del Alcázar, llevado a cabo por Alonso de Covarrubias, en una noche veraniega. Sobre ella se reflejaba una de las anunciaciones, pintada por otro ser excepcional, como fue Doménico Theotocópulis, «el Greco»

Estas son las ruinas de uno de los baños musulmanes que contuvo la ciudad de Tulaytula, construidos entre los siglos X y XI. Se denominaban como de Al-Dabbagin, al estar cercanos a la Mezquita de Curtidores, muy cercana al río Tajo y a donde se purificaban los que iban a orar en ella. También se denominaron después como Baño de las Tenerías o de San Sebastián de Suso.

Este es el espléndido cuadro, dedicado a la «Exaltación de la Inmaculada,  que preside el ábside del Convento de San Juan de los Reyes. Se encuentra sobre el retablo del presbiterio y fue pintado  por el director de la Escuela de Artes y Oficios, Manuel Romero Carrión y terminado el año 1969. A este se la ve de pie y con hábito franciscano, a la izquierda del que le mira, con el pendón de Toledo.

De perfil y en perspectiva observamos uno de los arcos de traza musulmana, que logicamente pertenece a una de los dos masyid u oratorios, es decir mezquitas, que todavía quedan en Toledo, me refiero a la Mezquita de Tornerías. Este edificio tiene más de mil años, pues la ciudad fue tomada por los cristianos en 1085 y ya entonces estaba construido. Pese a estar restaurado, incomprensiblemente este monumento se encuentra cerrado al público, en una ciudad que es patrimonio de la Humanidad.

El colorido es espléndido en el uniforme de «macero» en la procesión del Corpus Chisti, el cual da paso a la corporación de la Diputación Provincial de Toledo. En este caso comprobamos que en el año 2018, con dicho atuendo vemos desfilar a «maceras» femeninas. Este gesto de iguladad sería válido, si no se siguiera violando y asesinando al género femenino impunemente y el color de dichos sayones sería más vistoso para la sociedad, si los diputados gobernantes fueran menos corruptos y se dedicaran a defender al pueblo que les ha votado.

Aquí vemos la parte de un baño ritual hebraico. Esta galería se encuentra en una de las colinas de la ciudad, me refiero al Cerro de la Virgen de Gracia, que perteneció a la Judería Grande  de Toledoth.

Amanece en Toledo y nuestra vista nos hace comprender, que nos hallamos en un lugar antiguo, por privilegiado, pues cuando nos desperezamos vemos que la belleza de sus monumentos, nos hacen soñar con historias y leyendas medievales.

La estatua esculpida de este personaje vestido con dalmática real isabelina, se encuentra sobre el arco carpanel que sustenta el coro del Convento de San Juan dde los Reyes. Es muy posible que represente a su arquitecto Juan Guas, que se arrodilla ante un lugar sagrado, dejando libre su rodilla izquierda como signo de iniciación en la geometría sagrada y con su mano derecha sustenta el compás, que guarda en su estuche.

Aquí vemos la portentosa cruz que abre la procesión religiosa del Corpus Christi. Perteneció al arzobispo toledano Alfonso Carrillo de Acuña, la cual le fue regalada por el rey Alfonso V de Portugal, llamado “el Africano ”, debido a la ayuda que este le presto en la sucesión al trono portugues, entre 1475-76.

En un atardecer rojizo toledano, mirando hacia el oeste, observamos en el centro de la imagen, la silueta del Hospital de San Juan Bautista, denominado como de «Tavera», por ser el legado póstumo de dicho cardenal y también de «Afuera», por encontrarse al exterior de la ciudad medieval.

Este arco, corresponde a uno de los pocos restos que quedan del famoso Artificio de Juanelo, que subía el agua del Tajo hasta el Palacio Imperial. Ahora vemos que por él pasa su agua contaminada, llena de espumarajos.

Interior de una de las naves de la iglesia del Convento de Santa Clara «la real». En su presbiterio observamos un sepulcro exento, sobre el pavimento con un personaje yacente que corresponde con el deán de Sevilla Juan de Morales,  mientras que  el muro contiene un arco funerario con dos personajes, perteneciente a Fernando Morales y su esposa. Los dos son del siglo XV.

En esta antigua ciudad, todavía nos seguimos sorprendiendo, pues en el interior de un patio particular en lo que fue Judería Chica, aún encontramos posibles vestigios hebreos. En la instantánea vemos lo que pudo ser la entrada a una de sus sinagogas, con un arco al que acompañan revocos mudéjares.

Aquí tenemos la famosa custodia encargada por el Cardenal Cisneros al orfebre Enrique de Arfe o de Colonia, para contener la hostia consagrada y salir a las calles de Toledo el día de su festividad, el Corpus Christi. La misma pasará por encima de un manto de tomillo y romero, pero sobre todo de pétalos de rosa.

Esta es la cúpula que contiene un gran ventanal, el cual da luz a la majestuosa fábrica del Transparente, para iluminar el sagrario que se encuentra en el ábside, tras el altar mayor de la catedral toledana. Fue obra del arquitecto barroco Narciso Tomé y su familia.

Aquí observamos el Claustro de los Laureles del Convento de Santa Clara en Toledo. En su parte baja vemos sus arcos de herradura y en su parte alta adintelada, se conforma con pilares de ocho lados, correspondiendo esta joya a los siglos XIV y XV.

Este es el menhir se encuentra entre los roquedales toledanos, recostado sobre el farallon de piedra al que da nombre, como es el Cerro de la Cabeza, al parecerse a esta. Se encuentra en la última curva que formó el río Tajo a su paso por esta urbe, siendo tallado por el mismo y por el arroyo de Sta. Coloma. Todo un espectáculo.

Sobre la nueva fuente en la plaza del Ayuntamiento, vemos que la parte baja del mismo se refleja sobre ella. Se refiere la misma  al río Tajo, tanto en tiempos de sequías, como de crecidas. Dicha escultura y su mecanismo, es obra de Cristina Iglesias.

Sobre el fondo de la semicircunferencia del Arco de la Sangre en Zocodover, se dibuja la custodia de Enrique de Arfe, construida para contener la hostia consagrada y sacarla a la calle el día del Corpus Christi. A su lado el banderín  del ejército, perteneciente a la Academia militar de Toledo.

Entre el caserío toledano, visto desde el sur, observamos la antigua parroquia de San Cipriano, iglesia latina del siglo XII de la que queda solamente su torre, la vemos escondida tras la nave y el cimborrio, reconstruidos en el siglo XVII por el canónigo toledano Carlos Venero y Leiva.

Gran lienzo de cerámica, que adorna un edificio de principios de siglo, en una de las calles principales de Toledo. Bien por la desidia o por no estar habitado, los baldosines que componen el mural, va desapareciendo, lo que  hace despojarnos de su belleza de su colorido, cuyo fondo lo compone «el azul toledo». También adivinamos a jóvenes cabalgando a quimeras, así como cuernos de la abundancia.

Esta es otra de las cúpulas que sobresalen por encima de los tejados toledanos. Sobre el eje central de una cruz, corresponde con el cimborrio de lo que fue la iglesia del Hospital Nuncio Nuevo, construido por Ignacio Haan en 1790, a expensas del cardenal Lorenzana. Actualmente se encuentra rehabilitado y acoge la Conserjería de Economía y Hacienda.
Detalle del cuadro de la Trinidad del pintor el Greco, que fue uno de los primeros encargos que recibió en Toledo, para el ático del retablo del Convento de Santo Domingo «el antiguo». En él observamos el torso inerte de Cristo y la herida en su costado. Su colorido es impresionante por real.
En este detalle fotográfico, se ve entre tejados y el muro sur de un edificio, el torreón se salida del Puente de San Martín. Le afea una antigua antena de televisión, las cuales debían de desaparecer del centro histórico de Toledo, sustituyéndolas por la moderna fibra óptica.
Gracias a la investigación sobre algunos de los símbolos que guardaba Toledo secretamente, van apareciendo sus amuletos apotropaicos en lugares casi inaccesibles. El detalle que aquí vemos, se refiere a una «Mano de Miriam» por encontrarse en la zona de la Judería Grande. Esta en concreto se define por quitar el mal de ojo.
Aquí vemos el imafronte de entrada a la Ermita de Nuestra Señora de Gracia de «Damas Catequistas», con su espadaña. Esta se encuentra en el patio del jardín de la «Fundación Dolores Sopeña». Dichas damas se establecieron en este lugar el año 1901.
Estos graciosos baldosines de cerámica azul enmarcados, se encuentran en el Convento de Santa Clara de Toledo. En ellos vemos a la santa con la custodia y los libros, con un número debajo, los cuales indicaban a las monjas, la subida a sus celdas correspondientes. Esta declarada por la iglesia como patrona de la televisión y las telecomunicaciones.
Desde el claustro de la catedral de Toledo, podemos ver a la «giganta» o torre norte de la misma. Entre sus dos cuerpos contiene el campanario de la iglesia, el cual se usaba antes para las distintas oraciones, misas y festividades. Lo importante de esta instantánea, es que es cruzada por una especie de rayo solar sutil, que parece salido del propio templo.
Este es uno de los muchos sótanos restaurados, que existen en la ciudad de Toledo. Concretamente se encuentra en el Cerro de la Virgen de Gracia. En tiempos medievales dicha zona perteneció a la Judería Grande, y es que en ellos se encontraba uno de sus baños, para poder acceder después a alguna de sus sinagogas.
Fotografía muy sensible, tomada en uno de los atardeceres de Toledo, cuando el sol se encuentra bañando con sus últimos rayos, la magnífica Puerta del Sol y de la Luna. Es como si el fotógrafo hubiese captado su legado alquímico, pues su color dorado anuncia que al penetrar por ella cristianamente, hallará el camino del «oro filosofal».
Aquí vemos la celosía que cierra uno de los aljibes medievales que se encuentran en la ciudad. Este concretamente, se halla a la entrada de uno de sus conventos. Con él, sus monjas de clausura se abastecían del líquido elemento.
Esta es la puerta que daba paso al palacio de los condes de Maqueda. Posteriormente en el siglo pasado, paso a manos del alquimista de la cerámica Sebastián Aguado, donde dio clases de dicho arte, usando sus tinturas y sus hornos interiores. Desde entonces pertenece a sus descendientes.
Desde esta perspectiva de parte de la ciudad de Toledo, se adivina en la parte alta de su lado izquierdo su Vega Alta, por donde discurre el río Tajo. Completando toda la instantánea, el caserío toledano sobre su alto monte.
Esta es la puerta gótica, que da paso y  entrada a la cripta de los frailes franciscanos del Convento de San Juan de los reyes, donde se encuentran los nombres de todos los cuerpos enterrados en la misma.
Grandes bloques pétreos de tiempos romanos, reutilizados como sumidero de aguas, en el adarve que defendía la alcazaba islámica sobre el paso del Puente de Alcántara, en tiempos de dicha civilización.
Este es uno de los cromatismos azulados, que se le dieron al pórtico norte y a las  torres de la Catedral de Toledo, el año 2017. Fue en un espectáculo de luz y sonido, conmemorando el 30º aniversario de haber declara a la ciudad Patrimonio de la Humanidad, por la Unesco.
En el largo adarve que enlaza la Calle de la Plata con el Callejón de San Ginés, nos encontramos con este muro. Sobre él vemos un antiguo arco, el cual  se encontraba adornado a su alrededor con ataurique y sus ramajes. Al encontrarse en la edad media en la Judería Chica dicho vestigio, esto nos hace pensar que pertenecer al muro de una de las once sinagogas que hubo en Toledoth.
Pese a los grandes echadizos de tierra sobre ellos, aquí todavía podemos ver los grandes acantilados que talló el río Tajo, para abrazar a la ciudad de Toledo, cuya extraordinaria belleza aún nos impresiona bastante a los seres sensibles.
Preciosa ventana enrejada, que se abre en un muro de tipo mudéjar toledano. Esta se encuentra enriquecida con un arco apuntado y lobulado, cuyos lóbulos se adornan con cerámica de tipo musulmán, inspirados en los alicatados de la Alhambra de Granada.
Algunos atardeceres, las luces de Toledo apagándose, nos dejan extasiados con la boca abierta. Su extraordinaria composición cromática sin retoques, nos abre el alma de par en par, haciéndonos pensar en sus pasados tiempos y soñar con un futuro venidero más justo por bello. Así sea, por los muchos dioses que rigieron esta religiosa e histórica ciudad.
Jarrón vidriado en cerámica blanca con dibujo azul, encargado y dedicado a cierta dignidad clerical, que quiso dejar fe y huella de su oficio eclesiástico. La podemos ver el el Museo de Santa Cruz de Toledo.
Sobre la zona de los cigarrales de Toledo, al otro lado del río Tajo, nos encontramos con este edificio modernista, el cual suponemos que por sus trazas y su amplitud debió de tener en los comienzos del siglo pasado, un carácter hotelero.
Esta es una de las gárgolas del Convento de San Juan de los Reyes, que vierte las aguas de sus tejados al claustro interior. Tras la destrucción del mismo por las hordas del ejército francés invasor, fueron restauras y rehechas por el equipo del arquitecto Dº Arturo Mélida. Esta representa al lobo de Gubbio, que amansó San Francisco de Asís. En él queda el testimonio de cuando fue tallado y repuesto, en este espléndido y destacado conjunto gótico.
Desde uno de los torreones del norte, en el Alcázar, podemos observar la grandiosidad de la cruz en la que se basa el antiguo Hospital de la Santa cruz, obra póstuma del cardenal Mendoza, cuya albacea fue la reina católica Isabel. Uno de sus arquitectos fue el renacentista Alonso de Covarrubias. Este edificio alberga actualmente, uno de los museos más importantes de Toledo.
Placa que conmemora el paso por esta ciudad del gran escritor canario Benito Pérez Galdós, pues el año 1891 habitando en ella, escribió una de sus grandes novelas «Ángel Guerra».
Bella imagen nocturnal, donde observamos en primer término y con una tenue luz verdosa, parte del Puente de San Martín. Al fondo y por encima sobresale otro edificio mucho más iluminado. Me refiero al antiguo Convento de Gilitos, hoy sede de las cortes regionales de Castilla La Mancha.
Cerca de la Puerta del Cambrón,  sobre un torreón de la muralla toledana, al haber sido este habitado, vemos abierta una curiosa con cierto tipismo, con arco apuntado, alfiz y ladrillos en pico como en el arte mudéjar.
En  el año 1982 diseñé este dibujo a plumilla, con el plano en planta de la gran nave catedralicia, para mi estudio sobre ella, y sobre el mismo plasmé la famosa «Cruz del Armiño». Esta se  ensambló perfectamente sobre el croquis, pues daba el sentido de rotación del deambulatorio o girola para las procesiones, además de acoger desde su punto primario o central en el altar mayor o presbiterio, tanto el eje de la cruz o crucero y la cruz griega o visigoda con el coro de los cánticos. Correspondiendo con un extraordinario fractal.
Sobre el caserío toledano, en el centro de la instantánea, asciende desde el sur el convento de «Gilitos», hoy sede del gobierno autonómico de Castilla La Mancha. Al lado derecho se observa la Parroquia de San Cipriano, con su colorida torre.
Este es el rostro de un animal marino, que trata de asustarnos con su espantoso rostro. Pertenece este a una de las gárgolas del Convento de San Juan de los Reyes, la cual guarda secretos insondables por resolver.
Desde las alturas la bella imagen de la torre de las campanas de la catedral toledana, la giganta. Delante de la misma, vemos la terraza de un edificio construido en estilo neomudéjar y a su lado la iglesia mozárabe desacralizada de San Marcos. Una estampa magnífica.
Esta estrella de dieciséis puntas en cerámica vidriada, marca el centro de una preciosa bóveda alboaire, la cual pertenece a la capilla de San Cristóbal, que se encuentra en el Convento de la Purísima Concepción Franciscana de Toledo.
Desde la lejanía y sobre la muralla de Toledo, se ven los torreones exteriores e interiores de la Puerta de Bisagra. A un lado el Torreón de la Reina y por encima la zona exterior conventual.
Aquí tenemos una de las vidrieras, que pertenecen al transepto sur de la catedral toledana. Desde sus vitrales con santos, patriarcas y cardenales, se ilumina en el atardecer el interior del templo, legándonos una sinfonía de colores sin parangón.
En primer término parte del edificio Lorenzana fabricado en ladrillo rojo y granito gris, donde hoy se ubica parte de la Universidad de Castilla La Mancha. Al lado la cúpula de San Juan de los Jesuitas y entremedias uno de los torreones que caracterizan a la ciudad.
Este es uno de los sismógrafos que se encuentran en el Observatorio Geofísico de Toledo. Este medía temblores de baja intensidad. A su lado se observa la altitud de dicho establecimiento, a 515,9 sobre el nivel del mar, así como la latitud y longitud de este.
Envueltos en la noche toledana, nos encontramos en el adarve defensivo que baja desde el Alcázar al Puente de Alcántara y sobre nosotros vemos iluminado el edificio de la Academia de Infantería de Toledo.
Con esta composición de fotografías, nos imaginamos como pudo ser exteriormente la Puerta del Vado, la cual tenía su salida al río Tajo, en el Barrio de la Antequeruela. Esta se encontraba olvidada, hasta ser excavada y reconocida como tal. Ahora puede ser visitada interiormente y subir hasta su atalaya.
Representación del evangelista San Mateo, tallado en una exquisita figura de un ángel escribiendo el evangelio, la cual forma parte del tetramorfos que conforman las gárgolas centrales de cada uno de los lados, del claustro alto del Convento de San Juan de los Reyes.
Patio principal o atrio y soportales sostenidos por columnas de orden jónico, en el edificio universitario Lorenzana. Fue pensado por el famoso cardenal de Toledo Francisco de Lorenzana y ejecutado por el arquitecto Ignacio Haan en 1795. Hoy pertenece a la Universidad de Castilla La Mancha, conteniendo al  Vicerrectorado de Docencia y Relaciones Internacionales.
Arcos islámicos de herradura, pertenecientes a una de las dos mezquitas que contiene Toledo. En este caso me refiero a la de Tornerías, que hoy se encuentra incomprensiblemente cerrada.
Aquí tenemos la que fue casa del pintor el «Greco», usada en su tiempo por él mismo y su familia. Posteriormente, al ser reconocida su pintura por los románticos, pasó a ser Casa-Museo del Greco y ahora ha quedado solo como Museo del Greco, donde se encuentra varias de sus obras. La más importante es la colección de un apostolado.
Este es el brocal de un aljibe en la Calle Tornerías de tiempos posiblemente visigodos. Se creia pertenecer a uno de los depósitos de  aguas romanos. Se encontraba el mismo debajo de la mezquita posterior del mismo nombre.
Vista aérea de las murallas de Toledo. En ella podemos ver la denominada Puerta de Alfonso VI. Esta era la salida a la maqbara o cementerio musulmán  en tiempos de aquella civilización asentada en Tolaytola. La imagen demuestra el magnífico amurallamiento que defendió a esta ciudad universal.
Tras las caveas del semicírculo del circo romano, se observan bajo varios metros de tierra echadiza, dos tumbas de tiempos medievales, cuya zona se usó en aquellos tiempos para tal fin.
Cromático rincón con bellísima cerámic,a en uno de los conventos toledanos. Este acoge un delicado recipiente, el cual era usado para llenarle de agua y usarla posteriormente para regar las delicadas plantas de sus claustros.
Este es uno de los altivos torreones que guardaban las murallas de Toledo, pues se encuentra el mismo en el punto más accesible a la ciudad, en la zona norte, defendiendo la Puerta de Bisagra y la de Alfonso VI.
Parte mudéjar de la iglesia del Convento de Santa Fe, con ventanas lobuladas del mismo estilo. Hoy se encuentra entre las dependencias del Museo de Santa Cruz.
La fotografía nos enseña el antiguo Hospital de San Lázaro, para leprosos. Cuando se construyó se encontraba lejos de la población toledana, sin embargo ahora emerge entre ella, siendo un restaurante.
Aquí presentamos el cuadro titulado «Las Lágrimas de San Pedro», uno de los muchos que pintó el Greco. Este en concreto para el Hospital de San Juan Bautista u Hospital de Afuera.
La tolerancia toledana, resurge en estos tiempos tan convulsos entre civilizaciones. En una mezquita toledana, observamos el candelabro judío o Menorah, algo que ahora en nuestro tiempo parece imposible, fuera de esta tierra, en oriente.
Aquí vemos la cabezera de la Catedral de Toledo y adherida a ella, la fábrica que contiene la ventana del famoso Transparente, el cual da la luz de la mañana a su sagrario en el ábside y más cercana a nosotros, la capilla fortaleza del condestable de Castilla en su tiempo, Dº Álvaro de Luna.
Esta es una de las pilas en granito que contiene uno de los claustros de Convento de Santa Clara de Toledo. En él se recoge el agua, para regar sus plantas más delicadas.
Extraordinarias y finas tracerías góticas, en los ventanales del claustro del Convento de San Juan de los Reyes. Al darles el sol de la mañana, sus dibujos se plasman sobre la pared interior, legando un sentido mágico a este importante edificio.
En esta instantánea, observamos el trabajo en un bello recuadro de cerámica, con el águila de San Juan.
 
Escena nocturna, con la puerta interior en codo del Puente de Alcántara, la cual da paso a uno de los adarves mejor defendidos de la península ibérica  en tiempos musulmanes.
Antiguas yeserías que adornaban la posible casa de un médico musulmán, en tiempos de la taifa. Pasó esta posteriormente a pertenecer a los palacios que habitaron los templarios en esta ciudad de Toledo.
 
Acantilados que surgen en las orillas del río Tajo, a su paso por Toledo. Pertenece esta estampa, al Cerro del Bú, cuyo peñasco sobresaliente hacia las alturas, también goza como no de su leyenda.
Este túnel bajo tierra, pertenece al gran complejo termal que formó parte de la Toletum romana. Y es ahora, después de dos mil años cuando se excavan, para darnos cuenta de su monumentalidad y poder ser disfrutadas.
Detalle de un humilde cantarero, en una casa típica toledana, que sustenta dos tipos de cántaras sin asa con el típico barro y brillo, de un pueblo cercano como es  Cuerva.
Portada renacentista con cariátides, la cual daba paso al antiguo Colegio de los Seises, donde se enseñaba a los niños del coro catedralicio. Ahora en nuestro tiempo, en él se encuentra el Museo de Tapices de la Santa Iglesia Catedral Primada.
Estos son parte de los sótanos, que se encuentran bajo el hoy Museo del Greco en Toledo. En estos y sus habitáculos superiores, tuvo su casa y taller, este genial artista. Una vez remodelados, ahora pueden ser visitados. Es tradición, que en ellos Dº Enrique de Villena, llevara a cabo su «Arte Cisoria».
Restos del edificio acueducto, de las turbinas de Vargas, en mala hora destruidos por la Confederación Hidrográfica del Tajo sin ser impedido por los ediles toledanos. En el mismo lugar estuvieron los famosos Artificios de Juanelo, que subían el agua del Tajo a lo más alto de la ciudad. También desaparecieron estos por la desidia de los tiempos. Dicho lugar parece estar maldito.
Este es uno de los preciosos y amplios patios que contiene la capital toledana. Este concretamente perteneció en la edad media a la Casa de la Moneda y se encuentra en la Calle Núñez de Arce.
Instantánea donde vemos parte de la muralla de «las vistillas de San Agustín». En primer término se encuentra un torreón que perteneció al castillo de los judíos. El mismo defendía la Judería Grande, el cual fue atacado por el bastardo Enrique II de Trastámara, el cual arrebato el título de rey a su hermanastro Pedro I «el cruel».
Esta es la salida de la cueva donde meditaba la beata Mariana de Jesús. La misma se halla en el Cerro de la Bastida, contenedor de la ermita que contiene la virgen negra del mismo nombre.
Este es uno de los patios toledanos que tiene mucha solera, siendo  muy famoso, pues pertenece a la «Casa del Diamantista», cuyo inmueble, se encuentra pegado al cauce del río Tajo y donde dicen que fueron tallados y engarzados los diamantes una de las coronas reales, la cual perteneció a la reina Isabel II.
Estos arcos pertenecieron a una de las salas de un baño hebreo, al encontrarse muy cercano a la sinagoga denominada de Santa María «la blanca».
Desde los tejados toledanos, en este caso desde la Calle del Coliseo, observamos los cimborrios y cúpulas de las capillas catedralicias de la Virgen del Sagrario y del «Ochavo» o Relicario. Tras estas, la nave mayor del transepto norte.
Bella puerta de ladrillo, con su arco conopial, dando ejemplo de las restauraciones que deben de hacerse en Toledo, para seguir la pauta de su enriquecimiento, como ciudad patrimonio que es.
Desde el Cerro del Bú, vemos otra espléndida perspectiva de la famosa «Casa del Diamantista», la cual se encuentra colgada sobre el propio río Tajo.
Brocal de aljibe, que se halla sobre una de las cisternas toledanas, que se funden con la soterrada Toletum. Aún está en espera de ser  estudiada concienzudamente. Se encuentra en la calle Tornerías, bajo la cerrada mezquita del mismo nombre.
Otro vestigio con argamasa calcárea romana, de sólido aparejo. Me refiero al hormigón romano u opus  caementicium (calicanto), revestido con grandes bloque de piedra u opus cuadratum (mampuesto). Pertenecen a los restos del acueducto romano de Toletum de hace 2000 años, en mala hora destruido. Se hallan estos en la margen norte del río Tajo, a su paso por la ciudad.
Vista aérea de la ciudad de Toledo, desde la que podemos ver sus torres mudéjares y góticas, su palacio imperial renacentista y la cúpula barroca de San Ildefonso o San Juan de los Jesuitas.
Fuente de fundición, de la primera treintena del siglo XX, cuya base y espaldera es de mármol blanco. Se encuentra en el Hospital Provincial de Toledo, embelleciéndole.
Decía Cervantes refiriéndose a Toledo, que esta ciudad era «peñascosa» y aquí traemos el testimonio de dicha aseveración, pues los alrededores de la misma, frente a su profundo valle, aún vemos los peñascos de granito gris o gneis toledano donde esta se asienta.
Esta fecha de 1611, se encuentra tallada en un bloque de granito, en la esquina cercana a la entrada oeste de la antigua parroquia latina de San Nicolás de Bari, en el centro de Toledo. Debió de hacerse en alguna de sus muchas obras llevadas a cabo en dicha iglesia, recordando el año en que se restauró dicha puerta.
Esta fotografía de la cabecera de la Catedral de Toledo y sus capillas radiales más importantes, como son el lucernario del Transparente, la de San Ildefonso y la de Santiago o del Condestable D. Álvaro de Luna y las cúpulas del Sagrario y Relicario, se encuentra tomada desde la Plaza de Trastámara. Imagen parecida a los antiguos daguerrotipos que se hacían antaño.

Una de las pinturas renacentistas sobre la última cena de los apóstoles y Cristo, donde nace la eucaristía y se proyecta hacia la historia del grial. Esta obra se expone ahora en el Museo de Santa Cruz de Toledo.

Este es uno de los hitos, que se encuentran adornando algunos de los pintorescos por históricos rincones, en la zona de los Cobertizos, en la zona conventual toledana.
A la salida de la calle, nos encontramos la alta torre por esbelta, de la parroquia de San Nicolás de Bari, que ha sido muy restaurada en diferentes épocas, la última en el siglo XVIII en estilo barroco.
Precioso macetero con cerámica de arista diferente en dos de sus caras vistas. Este sustenta un tiesto donde hay plantadas las suntuosas pilistras. Este se encuentra en uno de los muchos jardines toledanos.
Interior del coro del convento de Santo Domingo «el real», en su clausura. Esta amplia estancia, fue en tiempos la iglesia primigenia de dicho monasterio, en el siglo XIV, cuyo inmueble fue cedido por Dª Inés García de Meneses, dando licencia de fundación el rey Pedro I «el cruel».
Portada clasica que da paso al Convento de Carmelitas Descalzos. Es obra del siglo XVII, con trazas del arquitecto Pedro de San Bartolomé, que fue carmelita. También da paso esta portada a la hostería de dicho convento.

En esta instantánea, podemos ver las momias depositadas en el osario de la Parroquia de San Andrés de Toledo. Al ser estudiadas se vio no se encontraban embalsamadas, si no que se debía a un proceso natural, gracias al lugar seco de recogimiento en dicha iglesia. Dichos enterramientos se llevaron a cabo sobre el año 1800.

Este arco en estilo califal, atraviesa por debajo y por uno de sus lados el Puente de Alcántara, sirviendo ahora en nuestro tiempo como paso de una ruta ecológica. En sus primeros tiempos al lado de este, se hallaba un arco mayor como los otros que le acompañan. Este fue hundido en cierta guerra, para dejar aislada a la ciudad tanto hacia dentro, como hacia fuera.
Refiriéndonos a la fotografía anterior, aquí vemos el arco que fue destruido en una de las guerras medievales, así como el torreón de entrada al Puente de Alcántara, el cual ya no existe con dicha estructura. Este testimonio lo obtenemos gracias al paisaje pintado por nuestro pintor universal  el Greco, para embellecer a una de sus múltiples crucifixiones.
En este dibujo, me he  atrevido a reflejar los dos artificios, diseñados y construidos por el genial Juanelo Turriano. El primero dejaba el agua del Tajo al pie del Palacio Imperial que se estaba construyendo, sin compartirlo con nadie, lo que le hice fabricar el segundo, para saciar la verdadera sed de los toledanos.
Fortísimas arcadas, sobre un antiguo solar carpetano y según los arqueólogos se refieren a un posible monumento visigodo, de entre los siglos V y VIII, pues sus grandes arcos de herradura fueron retallados, haciéndolos de medio punto. Se encuentran formando parte del soporte de una mezquita musulmana, en la Calle Tornerías.
Fotografía llevada a cabo desde un helicóptero hace años, cuando preparábamos tomas para el programa «Toledo de la Humanidad», para la cadena de televisión «Teletoledo». En ella observamos en primer término las dos torres de la catedral toledana y debajo la plaza del Ayuntamiento, con su antigua fuente, así como su espléndido edificio.
Aquí tenemos el rostro de nuestro pintor por antonomasia, Doménico Theotocópulis «el Greco». Este es el autorretrato de su rostro, que el mismo llevo a cabo en el cuadro del «Entierro del Señor de Orgaz». Este era su mejor tiempo, pues se observa la viveza de sus ojos, para legarnos su obra más universal, la cual traspasa el espacio y el tiempo.
Este el ábside donde se reflejó por primera vez en el siglo XII el arte mudéjar toledano, el cual se expandió por parte de la península ibérica. Pertenece a lo que fue la ermita del Cristo de la Luz,  Se encuentra unido a la mezquita de Valmardón o de Bab-al-Mardúm, inaugurada el año 999. Los dos edificios forman un conjunto extraordinario, pues se pasa de un recinto a otro, con un exquisito ensamble, pese a sus diferencias.
Entre los vestigios de las termas romanas toledanas, han aparecido otros grandes espacios, los cuales comienzan a dar grandes resultados, reconociendo la gran amplitud las mismas. En ellas de vez en cuando, se obtiene  alguna sorpresa, como es la aparición de la estatua desnuda de un joven mutilado, tal como vemos en la instantánea. A este le nombran como el «efebo» y según los expertos es de un valor incalculable por su estimable talla, legándonos parte de la historia y la cultura de la Toletum hispano-romana.
Fotografía desde los altos toledanos, donde se observa  entre los contrafuertes con sus pináculos una de las crujías de la nave mayor de la catedral toledana, donde se aprecia primeramente el arco que iba a contener el claristorio y tras este más pequeño, el arco del triforio. Aunque se cambió de idea y se encuentran al contrario, con una roseta de vitrales más pequeña. Por encima, la bella balaustrada gótica.
Bellísima cerámica, que se encuentra adornando uno de los pilares de la iglesia conventual de Carmelitas Descalzos de Toledo. En el detalle vemos a un hombre semidesnudo y algo desalineado, con una cesta a la cabeza, como si viniera del trabajo, llevando sobre su mano izquierda una exótica ave. Quizás corresponda con algún personaje bíblico o por el contrario a una escena cotidiana.
Desde las altas almenas de otro de los conventos toledanos, observamos emergiendo entre el caserío toledano, la altiva torre barroca de la parroquia de San Nicolás, así como el tejado del cimborrio de su iglesia. A su lado los chapiteles del Alcázar.
Preciosa piedad gótica del siglo XV. Esta se encuentra presidiendo el altar particular de la clausura del monasterio de monjas dominicas de Santo Domingo «el real».
Magnífica parte alta del pórtico del Hospital de la Santa Cruz, en estilo plateresco, debido al arquitecto Alonso de Covarrubias. En el tímpano se observa a Santa Elena adorando la cruz de Cristo encontrada, junto a San Pedro y San Pablo, por encima el abrazo ante la Puerta Dorada.
Este rincón, pertenece a uno de los archivos de un convento toledano. En el se refleja la historia del mismo, desde sus comienzo allá por el siglo XIV, hasta nuestros días en el siglo XXI. Es decir, que contiene una historia de 700 años. ¿Dejaremos los toledanos que esta desaparezca por el cambio de actitud de esta nueva sociedad, junto a sus obras de arte y su edificio?
Aquí tenemos en las alturas de Toledo, como en un nido de águilas, su Alcázar, que tanta historia ha contenido entre sus muros. Cuatro veces destruido y otras tantas levantado. Ahora por fín resurgido de sus cenizas, como un Ave Fénix de la cultura, pues concenrta en el mismo el Museo del Ejército y la Biblioteca Regional de Castilla la Mancha.
El mismo edificio anterior, visto desde la Plaza de Zocodover, anunciando el espectáculo de luz y sonido «Luz Toledo 2018», proyectándose sobre su cara norte. Y ondeando junto a ella, la bandera española de nuestro país, que tantas amarguras y tantas alegrías nos da, de lo primero por sus mandatarios y de lo segundo por su buena gente, su cocina popular y su excelente paisaje.
Aquí observamos a uno de los muchos brocales sobre sus aljibes, del que el centro de la ciudad de Toledo es ejemplo. Este se encuentra en el claustro de uno de los conventos toledanos, para antiguamente saciar en parte la sed de sus frailes.
En este detalle, vemos los entresijos y tracerías que forman las partes altas del Convento de San Juan de los Reyes, con sus contrafuertes, pináculos, fajas con leyendas, bolas, balaustrada y las repuestas gárgolas exteriores para vaciar de agua sus tejados.
Pintura mural al fresco en estilo barroco, perteneciente a una de las parroquias de Toledo, concretamente a la de San Cipriano. Dichos frescos han sido rayados, para evitar mas deterioros en los mismos.
Aquí presentamos la maqueta, de lo que pudieron ser los edificios que compusieron el complejo hidráulico del famoso «Artificio de Juanelo». Por el interior de estos, subía el agua por atmósfera, desde el río Tajo, hasta el pie del Palacio Imperial de los Austrias o Alcázar. Fue una obra colosal y renacentista, de la solo ha quedado el recuerdo.
He aquí la exótica pintura de una santa de la iglesia católica, que dicen ser la Magdalena en una postura poco ortodoxa, pues se encuentra tumbada sobre uno de sus costados, leyendo lo que parecen los evangelios ante un crucifijo. Por encima la inspiran unos ángeles con ciertos escritos, que lógicamente tienen que ver con la vida de la virgen María, la cual se encuentra apareciendo entre nubes en uno de los lados de esta enigmática obra. Se encuentra esta, en uno de los conventos de Toledo.

Aquí vemos parte de la cubierta de la iglesia del Hospital Tavera y su cúpula central, con fuerte estilo italianizante, antes de la restauración de estas, donde se observa la diferencia de color de sus tejas.

Esta es la lápida funeraria de Dª Sancha Ponce de León, hija del señor Dº Juan Pérez de Guzmán, que se encuentra dentro del coro del Monasterio de Santo Domingo «el real», acompañando a otras muchas personas en su descanso eterno.

He aquí la famosa corona votiva del rey visigodo Rescesvinto, que gobernó en la segunda década del siglo VII. Promulgó su propio código y actuó en el VIII concilio toledano, sin estar de acuerdo con la potente iglesia católica. Dicha joya apareció junto a otras, entre los  años 1858 y 1861, en Guarrazar, cerca del pueblo de Guadamur a diez kilómetros de Toledo.

Desde lejos vemos la cara norte del Alcázar de Toledo,  según el espectáculo «Luz Toledo 2018». Esta se encuentra revestida y adornada con haces de luz, los cuales la trasforman. Son las figuras que componen la bandera de Castilla, sobre una estrella, con un punto central.

Sobre las crujías de la cara sur de la catedral toledana, se observa entre contrafuertes, pináculos, cresterías y una escalera metálica de caracol ascendente, la abertura del camaranchón para las reparaciones de obra y fábrica del monumento.
En uno de los conventos toledanos, se encuentra este moderno y curioso Ecce Homo, arrodillado y atado por las muñecas. Su barroco marco, se encuentra trabajado y adornado con pan de oro.
En esta perspectiva toledana, se encuentran las almenas del torreón del Puente de Alcántara, las diferentes capillas radiales del Convento de las Madres Concepcionistas de la Concepción Franciscana y por encima, el cupulín del Hospital de la Santa Cruz, hoy museo.
Esta vitrina contiene algunas joyas, que pertenecen al ajuar en loza de la cocina y el refectorio, de los frailes del Convento de Carmelitas Descalzos de esta ciudad de Toledo. Como vemos, todos ellos están signados con el escudo de la orden carmelitana.
Desde lejos tenemos una vista de una de las zonas conventuales de Toledo. En ella observamos cinco torres, tres de ellas mudéjares y dos barrocas, cuatro conventos, tres espadañas y en el centro la cúpula de la iglesia de San Ildefonso o de San Juan de los Jesuitas. Definiendo lo que alberga esta ciudad desde hace siglos.
Altares interiores en el Monasterio de Santo Domingo el Real. Estos se encuentran en la zona de la clausura, concretamente en el coro, correspondiendo con la primitiva iglesia conventual.
Vista frontal hacia el oeste, de los pies de la iglesia del Convento de San Juan de los Reyes. Dicha obra fue ejecutada por el maestro Juan Guas.
Escrupuloso baldosín de cerámica por su pulcritud, con la «técnica de cuenca o arista». Este se halló en una casa de Toledo, donde vemos reflejado el escudo imperial, con el águila bicéfala de los Austrias, que define y da nombre a esta ciudad patrimonial.
Aquí podemos observar la partición del «claustro del moral», en el Monasterio de Santo Domingo el Real. La parte baja de orden toscano y galería sobre ella, pertenece a la zona femenina y la parte superior al otro lado del mismo, con arcos de estilo gótico-mudéjar, perteneció a la parte masculina y en él se halla ahora el catastro de la ciudad.
Este es uno de los baldosines cerámicos, que adornan y dan un semblante de mudejarismo, a la parte alta de la torre norte o de las campanas, en la catedral de Toledo.
Bonita imagen por sugerente, de la iglesia mozárabe de San Lucas, en lo alto de la ribera del río Tajo, sobre la Cornisa. Esta es otra de las joyas secretas que guarda celosamente Toledo.
Estas viejas llaves por antiguas y herrumbrosas, abrían hasta hace poco algunas de las casas de Toledo. Sin embargo ahora forman parte de la curiosa exposición «De puertas para adentro», que se encuentra actualmente en el Museo de Santa Cruz.
Esta es la espadaña, que sustenta la campana, la cual movía el antiguo reloj denominado como «Miguelito». Este se halla jubilado hasta su reparación, en el monasterio de Santo Domingo el Real.
Esta antigua jarra vinatera en cerámica, adornada con la cruz de Santiago, fue encontrada al lado del río Tajo, en la zona de las Tenerías, donde se llevaban a cabo los tintes de paños.
Este amplio zaguán, era el que recibía antaño los carros de caballos donde viajaban los cardenales primados de Toledo, ahora son automóviles. Se encuentra tras la alta y abovedada puerta secundaria, que da paso al Palacio Arzobispal toledano.
Cabeza que  forma parte junto a otras, del conjunto  que se encuentran en la torre norte de la catedral toledana. Parece por el casco, la de un guerrero griego, que intenta defenderla de sus enemigos.
Cubilete que hace esquina en un muro con almenas, el cual se encuentra construido en ladrillo en estilo neomudéjar, formando parte del exterior del Alcázar de Toledo.
Ventanas que  pertenecen al ábside de la antigua iglesia de Santa Fe. Lo más insólito es que están formadas por arcos mudéjares lobulados reversibles, pues vemos por dentro que tienen un diseño diferente al de afuera. Al interior su estructura es más amplia, sin embargo por fuera, se cierran de abajo hacia arriba, así como también sus lóbulos, dando sensación de cerrazón, de intimidad de clausura, como las casas musulmanas.
Este excepcional capitel de tipo gótico, tallado en mármol gris, es muy curioso al haber sido trabajado con una especie de mocárabes, las cuales le dan una trascendencia y regusto de tipo islámico inigualable.
Sobre la zona este de la catedral toledana, se observan los diferentes tipos de arbotantes, siendo dobles y con crestería en su girola baja y lisos por normales en la zona alta de la cabecera.

En una de las crucifixiones de Cristo ejecutadas por el Greco, concretamente la que se halla en la colección del Banco Hispano Americano de Madrid, nos encontramos pintado otro Toledo en la parte baja de uno de sus lados, donde vemos las torres de la Catedral, el Convento de las Comendadoras de Santiago, más su huerto y su muro, parte de la Alóndiga, la segunda muralla hacia la Puerta de Perpiñán y el Convento de Recoletos, insertando encima el ábside del Hospital de Afuera sin tejar aún y los dos chapiteles de las puertas interiores de Bisagra.

Parte de la fachada norte del Alcázar, restaurada tras la guerra civil española, en el antiguo arte renacentista del maestro arquitecto Alonso de Covarrubias.

La misma fachada norte del Alcázar, vista desde la Plaza de Zocodover. Esta se encuentra iluminada a la manera renacentista, en conmemoración del cuarenta aniversario de convertir a Toledo en una Ciudad Patrimonio de la Humanidad.

Antiguo capitel de estilo gótico, tallado en piedra calcárea. Debió de pertenecer a un personaje importante, ligado a la Universidad de Santa Catalina toledana, por las ruedas que observamos del martirio de la santa.

Entre el antiguo entramado de los barrios toledanos, se divisa en parte la antigua y musulmana de la Puerta de Valmardón y el habitáculo del alcaide de la mism así como el comienzo del muro Azor.

Frente a la entrada para la visita del famoso cuadro grequiano de «El entierro del señor de Orgaz», en parte de la parroquia de Santo Tomé y amenizando musicalmente su entorno, encontramos a la concertista bielorrusa Darya, tocando una conocida pieza de relax con su címbalo, el cual domina a la perfección.

Preciosa celosía mudéjar tipificada, debida al artista Gabriel Sánchez Parra. Es a este vaciador restaurador en el material de escayola, al que debemos dicho trabajo artístico y con dicha base, la restauración de muchas de las ventanas y óculos de este estilo sobre muchas de las iglesias y monumentos toledanos. Un ejemplo le podemos ver en la parroquia de Santiago del Arrabal.

Antigua llave perteneciente a una de las casas toledanas. Con ella se habrían hasta hace unos años las antiguas cerraduras. Al ser ya una reliquia defectuosa, ahora en nuestro tiempo forma parte de los fondos del Museo de Santa Cruz.

Desde la base del monte toledano hacia sus alturas, se levantan los diferentes lienzos de murallas medievales que protegieron a la ciudad, sobre los cuales se levantan los diferentes edificios, como es la zona del Convento de las Concepcionistas y sobre su ladera, la empinada escalera que conduce al Paseo del Miradero.

El ángel anunciador de su embarazo a la virgen María, que se encuentra al interior de la puerta del transepto septentrional de la catedral de Toledo. Fue tallado por Nicolás de Vergara «el viejo» en estilo renaciente.

Desde la lejanía y alzándose sobre el caserío toledano, observamos la anaranjada y renacentista Puerta del Cambrón, con sus cuatro torreones. Su base es musulmana y era denominada en la edad media como Bab-al-Yaud o puerta de los judíos, pues daba entrada a la Judería Grande la  ciudad.

En uno de los cuadros dedicados a la Adoración de los Pastores, el Greco pinta en el centro al niño Jesús sobre un paño. Pero paradójicamente, justo debajo del mismo nos lega la gran cabeza y el asta del buey que le daba calor con su aliento, recordándonos simbólicamente a la religión mitriaca y a su sucesora la religion cristiana.

En esta instántanea observamos al ángel que da paso a la ciudad de Toledo, sobre la terminación triangular de la Puerta de Bisagra, así como parte de torreones de su muralla, con fondo del edificio de la Diputación Provincial.

Este es el texto de la Fuente Nueva, que se encuentra al comienzo del Paseo de la Rosa, frente al Puente de Alcántara. En la parte alta se observan las letras D.O.M., que viene de «Deo Óptimo Máximo», significando para el más grande y mejor dios. Sus dos placas, una en latín y otra en castellano, nos explican que se fabricó el año 1756, por orden del cardenal Francisco de Lorenzana en tiempos del reinado de Carlos III. En ella falta su pilón y que corra agua en ella como antaño.

En el atardecer toledano, observamos entre su abigarrado caserío, uno de los torreones laterales de sus antiguas Casas Consistoriales, hoy Ayuntamiento de Toledo. Esta torre y su compañera fueron construidas por el arquitecto Jorge Manuel Theotocópulis, hijo del Greco.

Los dibujos que vemos con la técnica de estampillado, pertenecen a una de las tinajas mudéjares del siglo XV, que forman parte los fondos del Museo de Santa Cruz.

Estos faroles alumbran la fuente que se encuentra en la Plaza Mayor de Toledo y frente a esta vemos las ventanas altas y el remate del Teatro de Rojas de la ciudad.

Precioso ladrillo hexagonal encontrado en un patio toledano, cuya ornamentación en cerámica por el método de cuerda seca, simbolizando a la Estrella de David, rey de los judíos, y al conocido Sello de Salomón.

Una de las grandes campanas, que llaman a los oficios y fiestas en la catedral de Toledo. Es denominada como «La Calderona» por el apellido del canónigo obrero. Fue fundida por García de Córdoba en el año 1479.

Estos son los planos del alzado, de una de las casas principales que formaban parte de la Plaza de Valdecaleros. Se observa en ellos que tuvo patio y galería en su segunda planta, así como un curioso torreón.

Este es un precioso detalle, de una de las bandas que circunvalan interiormente la Sinagoga de Samuel Ha-Leví, después del Tránsito. En ella observamos pámpanos y hojas de vid, acogidos entre fajas repletas de frases coránicas en árabe cúfico y letras del alefato hebreo, definiendo el Canto de las Subidas de los Salmos o Alabanzas bíblicas, achacados al rey David.

Balcón reposadero en granito, que forma parte del antiguo Puente de Alcántara en la ciudad de Toledo.

En la penumbra catedralicia, formando parte del interior de la Puerta del mediodía o de los Leones, se encuentra la pequeña capilla mortuoria del arzobispo Bartolomé de Carranza. Este arzobispo, primado de las Españas, fue acusado por la Inquisición y por ello murió en Roma, siendo absuelto en el año 1576, muriendo días después y enterrado en el convento de Santa Mª. sopra Minerva. Despues de más de 400 años, sus restos fueron trasladados hasta esta capilla y exhumados en 1993.

La antigua central hidroeléctrica de Safont, construida al lado de los molinos del mismo nombre, en el año 1890. Se encuentra en la entrada del río Tajo a la ciudad de Toledo, en su margen derecha. Su entorno, junto con la presa ha sido muy codiciado por ciertos personajes políticos y negociantes.

Esta moderna cariátide sobre florón e iluminada con color azul, la podemos ver en uno de los edificios que se encuentran sobre los soportales de la Plaza de Zocodover.

Entre las últimas luces del atardecer toledano, observamos frente a nosotros la cúpula y el tejadillo que da salida a una de las escaleras del transepto norte de la catedral toledana. Al fondo, la secreta por escondida torre mudéjar del convento dominico de San Pedro Mártir, hoy universidad.

Baldosín recordatorio, referente a la Dirección General de Regiones Desbastadas, el cual se puso como testigo en la iglesia latina y parroquia de San Miguel «el alto», al haber sido terminada su restauración el año 1952, por el entonces desaparecido Eduardo Lagarde, tras la guerra civil española. Dicho edificio se encuentra muy cerca del Alcázar toledano.

Esta es una de las callejas más pinas de la ciudad de Toledo, por su gran inclinación, denominada como Cuesta del Horno de los Bizcochos. Supera dicho obstáculo por sus muchos escalones.

En esta instánea, observamos a una pareja de turistas tratando de salir del laberinto toledano, al encontrarse perdidos entre  las estrechas calles de esta ciudad.

Entre los barrios de la Vida Pobre, Seminario, Plegadero y Santa Isabel, se encuentra la antigua parroquia latina de San Andrés. De esta vemos emergiendo, su esbelto y posterior ábside construido como una iglesia aparte en gótico isabelino y en su parte delantera vemos su torre mudéjar, cuyo campanario y chapitel superpuestos son de estilo barroco.

Dos secuencias tomadas a distintas horas, de la puntiaguda aguja que remata la torre norte de la catedral toledana, denominada vulgarmente como  «alcuzón». Sobre ella se encuentran embutidas tres coronas, representación del poder de esta iglesia, al ser la primada sobre todas las diócesis catedralicias de España.

Detalle de uno de los atauriques, que adornan las fajas alrededor de una de las ventanas de la Sinagoga de Samuel Ha-Leví, después del Tránsito. En ella vemos uno de los lirios apotropaicos, que le sirven de amuleto. Este junto a otros, representaban para los hebreos sefarditas, el recuerdo de su floración en el Valle de Sarón en Israel.

Este paraje pertenece a la iglesia latina de San Miguel «el alto». En detalle vemos de frente la cruz de penitencia que le define como templo católico y por encima el cobertizo que sustenta el coro de dicha parroquia.

Esta es una estampa costumbrista toledana, la cual podemos ver en cualquiera de las callejas centrales de la ciudad de Toledo. El gato sobre la ventana, que nos mira como testigo de lo que hacemos y el ramo de olivo ya seco, que conmemora la entrada de Jesús dicho domingo, como ser triunfante en Jerusalén.

Desde el centro de Toledo, mirando en lontananza, observamos tras sus destacados edificios, a sus famosos cigarrales, que tanto prestigio han dado a esta ciudad.

Este es la tablilla con el INRI o sigla que define «Jesús de Nazaret rey de los judíos», pintada por el Greco sobre la cruz, en una de sus crucifixiones. Fue mandada poner sobre ella por Poncio Pilatos, según el evangelio de San Juan. En la misma observamos que el artista lo describe en tres idiomas, como son el hebreo, el griego y el latín.

La silueta de parte de la catedral toledana, entre penumbras, atardeciendo, con un sol entre nubes  tapado por su torre, denominada como «giganta», que en este caso la va como pintada.

Este es otro brocal de aljibe, de los muchos utilizados en Toledo hasta hace unas décadas. Pertenece al Palacio Arzobispal y se encuentra reutilizado como macetero ornamental.

En un edificio en el centro de la ciudad, al cual podemos denominar como moderno rascacielos toledano, observamos  la diferencia entre los rústicos balcones de los edificios colindantes y las galerías corridas ascendentes del mismo, que le dan su idiosincrasia.

Esta es la cara de la Virgen del Sagrario, del siglo XIII, tallada en madera de níspero. Fue restaurada por última vez entre los años 1976 – 1977, descubriéndose su color de origen, aunque dándola demasiado brillo, pues cuando la miras de frente, es difícil ver su rostro tras los muchos reflejos, por las luces que le iluminan.

Aquí vemos el cobertizo de San Miguel, siendo el segundo que ostenta la iglesia del mismo nombre. El primero bajo su coro en su parte occidental y este segundo, el cual sustenta su altar mayor, al encontarse su ábside o parte oriental, sobre un terraplén.

Un marco donde se exponen cuatro preciosos baldosines de cerámica, con una geometría increíble y un colorido excelente. Tres de ellos están fabricados con el método de barro en arista, el otro no pertenece al conjunto, aunque el dibujo es parecido y da el pego si no te fijas bien. Estas reliquias, pertenecieron en su día a casas toledanas.

La torre-alminar de San Miguel, alumbrada su cara oeste por el último sol de la tarde, exhibiendo sus arcos entrelazados y lobulados sobre columnas en cerámica verde y por encima sus antiguas campanas, bajo arcos de herradura apuntados.

Antigua tinaja musulmana, que formaba parte del patio de una casa toledana. En ella se contenía el agua para las labores diarias, tanto del ajuar como de la higiene.

Preciosa instantánea donde vemos la torre mudéjar de Santo Tomé, así como los tejados y pináculos de diferentes templos, en un atardecer toledano.

En esta imagen observamos el bello rostro de la virgen María, cuya cara de bondad traspasa los tiempos, ya que pertenece a una de las pinturas más grandes que existen, «El Entierro del Señor de Orgaz», pintada por el Greco, en sus mejores tiempos toledanos, cambiando la forma de ver la espiritualidad, suavizándola.

El balcón barroco de la torre de la parroquia de San Justo, pintado alrededor como un traspantojo según la moda de su tiempo.

Lamparilla fabricada en cemento, dentro de un escudo, como si fuera la de Aladino, pues pertenece a la Casa de los Candiles en la calle de San Miguel, guardando entre sus entrañas unos famosos subterráneos. Con su pareja, dieron nombre siglo atrás a las bodegas de Vázquez, al contener dichos sótanos sus caldos. Después tomó dicho nombre, la tertulia que se concentraba entre sus profundas salas.

Pintura al fresco de Juan de Borgoña, en la catedral de Toledo. Se refiere a un joven ángel, saliendo de entre las nubes tocando la trompeta que anuncia el Apocalipsis, al final de los tiempos.

Muro exterior de la terminación del «Sacrarium», donde se halla el «Ochavo de las Reliquias» en la catedral de Toledo. En él observamos su escudo insignia,  con la imposición de la casulla a San Ildefonso y a sus lados el escudo del cardenal Moscoso y Sandoval, pues sobre 1565 se terminó su parte exterior, con las trazas de Lázaro Goiti. Debajo el escudo del canónigo obrero.

Aquí vemos una grapa metálica, para sujetar el antiguo muro del que fue palacio templario en su asentamiento toledano. Para ello se ha tenido la sensibilidad, de dejarnos su impronta con la cruz de  ocho beatitudes, que fue usada por dicha orden, pues solo recibían ordenes del Papa.

Instantánea tomada desde la lejanía, referida al campanario barroco de la parroquia de San Andrés de Toledo, en cuyo fondo vemos uno de los bosques que circundan los alrededores de la ciudad.

Los rostros de los apóstoles San Pablo y Santiago el mayor, uno mirando a Cristo y el otro a la Virgen, intercediendo con su mirada por el alma del difunto Señor de Orgaz, pintados por el Greco en su obra magna.

Estampa del frontispicio de la Puerta de Bisagra. En este vemos el bello sobrerelieve del águila imperial de los Austrias. Me refiero al águila bicéfala, como legado hermético con respecto al arte de la alquimia, legado por el arquitecto Alonso de Covarrubias.

Placa conmemorativa del año 1619, la cual nos da noticias sobre las cofradías de San Miguel y San Bartolomé, referentes a la iglesia y al hospital de peregrinos. También nos enseña secretamente, que sobre este lugar se asentó la Orden del Temple, la cual era seguidora de esas dos deidades.

Desde el ábside hacia el este cardinal correspondiente a la catedral de Toledo, sobresale de su cuerpo superior y exteriormente, el camarín-linterna que ilumina interiormente su famoso Trasparente. Construido por el maestro Narciso Tomé y su equipo, se nos legó en su tejado barroco, la forma de una especie de esfinge, para recibir los primeros rayos solares al alba.

Esta antigua fuente tallada en granito, se encuentra como una reliquia en la Plaza del Seco. Comenzó a recibir el agua desde la Pozuela a partir de la última treintena del siglo XIX, dando agua a la vecindad de su zona. Dejó de funcionar en la década de llos años cincuenta del siglo XX.

Sobre la puerta septentrional de la parroquia de Santiago el Mayor, se encuentra adornada austeramente con una faja en ladrillo de estilo mudéjar, donde vemos sus arcos entrecruzados lobulados.

Aquí tenemos otros de los famosos sótanos, que dan sentido a esta ciudad mágica. Se refieren a las caballerizas de lo que fue el Palacio de la Duquesa de Arjona y por ellos se unía con el palacio del alquimista D. Enrique de Villena.

El pilar toral del transepto norte de la catedral de Toledo. En el vemos a santas, reinas y cardenales, siendo denominado como el «pilar de las sibilas».

La ansiada gamuza buscada por los héroes antiguos, o vellocino de oro, formando parte del escudo de la ciudad y colgando del famoso toisón o collar de los elegidos. Pertenece a la entrada interior del Puente de San Martín.

Proyectado sobre el Alcázar, observamos a un antiguo almuédano junto a una de las mezquitas toledanas, llamando a la oración con las palabras «adhan», que significa «oír».

Cuarterones bellamente tallados en sobrerelieve, en uno de los parteluces de la catedral toledana. En los dos superiores se observa una escena de caza, con podencos tras un ciervo y el la inferior la lucha entre dos centauros. Simboliza al centauro Quirón con gorro frigio, luchando contra el otro que significa el pecado.

En uno de los imafrontes interiores de las aulas que componen la Escuela de Artes y Oficios, se plasmó en sus comienzos y en material de terracota, el águila de una sola cabeza perteneciente al escudo de los Reyes Católicos, al encontrarse esta cercana al templo encargado por ellos, San Juan de los Reyes.

Sobre una de los accesos que daban paso en lo antiguo a la ciudad de Toledo, la denominada  Puerta del Sol, se encuentra tallado en piedra  calcárea blanca, la representación de tres momentos de nuestro santo patrón San Ildefonso. Uno es escribiendo sobre la virginidad de María, otro es rezando en su antigua catedral y el central es de la imposición de la casulla. Como testigos se encuentran el sol y la luna.

Fotografía donde apreciamos desde la altura, los dos primeros arcos de estilo gótico, que conforman el Puente de San Martín, desde el interior de la ciudad.

Lápida mortuoria entre las columnas de la catedral de Toledo. Pertenece al archipresbítero talaverano y toledano Sanchiz, que fue portador regio y capellán de Enrique IV de Castilla «el impotente». Murió este religioso en 1460.

Este es un fragmento del cuadro pintado por el Greco, representando a la Adoración de los Pastores. Escena por la que el pintor tenía gran predilección. Le pintó para que presidiera su capilla mortuoria y la de su familia, la cual se halló en tiempos en el Convento de Santo Domingo «el antiguo» de Toledo. Actualmente podemos ver esta obra en el Museo del Prado.

Impresionante vista de la ciudad de Toledo, desde una zona alta. En ella podemos apreciar los dos chapiteles del Ayuntamiento y entre su caserío, parte del edificio donde estuvo ubicada la Universidad de Santa Catalina, hoy dependencias del Seminario Menor, el cual vemos en su fondo y entremedias, la antigua Parroquia de San Andrés, con su torre, el cupulín de la Virgen de la Alegría y su espléndido ábside gótico, sobresaliendo de la misma.

Esta fotografía, describe bastante bien la contaminación que sufre nuestro río Tajo a su paso por Toledo, cuyos detritos se los debemos a la capital de España, Madrid y también a Aranjuez. Como ejemplo, en la instantánea vemos a un cormorán tratando se secarse las alas, las cuales están impregnadas de un  terrible espumarajo, que vemos envolviéndole a su alrededor.  Este cauce, que ya consiguió estar muerto desde hace tiempo en la curva toledana gracias también al trasvase Tajo-Segura. Desde entonces ha pasado de ser nuestro «río padre» a «cloaca putrefacta inmunda».

Aquí temenos una de las reliquias que guarda celosamente la ciudad de Toledo. Nos referimos al interior de una sinagoga hebraica, que se denominó como Templo Nuevo. Más tarde fue beaterio bajo la advocación de Santa María la Blanca. Ahora esta perfecta joya,  levantada hace más de ochocientos años, después de increíbles vicisitudes, ahora es visitada por personas del mundo entero.

Bellísima cerámica sobre baldosín, con la técnica de «cuerda seca» y con el «azul toledo». Dicha estampa, nos la podemos encontrar embellecido muchos patios toledanos y algunos de sus monumentos.

Esta es una de las angostas calles, que normalmente puedes encontrarte en el laberinto urbanístico que conforma el centro histórico de Toledo. Esta concretamente es la Calle de San Miguel, la cual concentra aún su ideosincrasia estructural musulmana.

En la faja que cubre el tímpano del pórtico del septentrión, de la santa iglesia catedral primada toledana, se observan dos cuarterones tallados, representando en el de la izquierda a San Isidoro de Sevilla bendiciendo a nuestro patrón San Ildefonso y en de la escena derecha, se ve al santo recibiendo inspiración divina por la paloma, siendo enseñado por San Eugenio de Toledo.

Esta águila que se encuentra en el interior de un cerco gótico isabelino, por sus bolas. Fue colocada en este lugar posiblemente en tiempos en que los Reyes Católicos,  tenían aquí los consejos de su corte, pues además de tener una sola cabeza y los símbolos identificativos de los mismos, como son el yugo y las flechas, aún no contiene ningún fruto en su escudo interior, pues estos estaban intentando entonces tomar la medina de Granada.

Esta es la exquisita lámpara de cristal de roca, que alumbra y da luz a la Capilla de la Virgen del Sagrario, en la catedral de Toledo.

Instantánea de uno de los detalles del Alcázar de Toledo. En ella observamos uno de los cubiletes que pertenecieron a la fortaleza de los Trastámara y junto a él, el torreón del lado sureste del Palacio Imperial de los Austrias.

Grisalla pintada por el Greco, en el interior de su obra cumbre «El Entierro del Señor de Orgaz», en ella contemplamos a Lázaro resucitado y a sus hermanas Marta  y María, con los ungüentos usados para el enterramiento de su hermano.

Fotografía que ya es imposible hacer, pues responde a la fuente renacentista que se encontraba en el parterre, cubierto de pensamientos, en la zona anterior al edificio del Ayuntamiento toledano.

Entrada principal entre renacentista y neoclásica, de manos de Alonso de Covarrubias, frente a la plaza del Ayuntamiento, perteneciente al Palacio Arzobispal de Toledo. En su parte alta vemos a dos ninfas emparejadas, sustentando el escudo del Cardenal Tavera, que la mandó construir.

En la misa que se ofrece por todos los santos en la capilla del Sagrario de la catedral toledana, en la semana siguiente de dicha festividad religiosa, se exhiben ante el altar algunas de la reliquias que dicho templo contiene en la Capilla del Ochavo. La que aquí vemos en el centro en concreto, se refiere a la mano de Santa Lucía, patrona de los ciegos.

Arcos entrecruzados, pertenecientes a la puerta mudéjar descubierta en el interior del Consistorio toledano.

El Pasadizo de Balaguer. Al encontrarse en sus dos lados algunas de las oficinas y departamentos del Ayuntamiento,  este creyó ser dueño de la propiedad del mismo y así poder cerrar sus puertas por la noche. Pero al tener el acceso por el mismo un vecino de Toledo, después de los pertinentes juicios y demandas, ganó el vecino a dicho estamento. Por ello sus puertas siempre se encuentran abiertas.

Yesería original a la izquierda del muro del hekal de la sinagoga de Samuel Ha-Leví Abulafia, con el escudo frontal del rey D. Pedro I y los castillos de la familia de Samuel. Sus letras hebreas nos dicen: «Samuel Ha-Leví, hombre justo, constructor de su casa y morada, levantó otra de oración para invocar el nombre de Dios». A su lado, su copia exacta vaciada en escayola, llevada a cabo por Sebastián Aguado y Pablo Sánchez, el año 1907.

Entre tejados, vemos la armadura  metálica que sustenta las campanas que dan las horas en el reloj que hay encima de la Capilla del Cristo de la Sangre, cuyas manillas se encuentran frente a la Plaza de Zocodover.

Tintero en cerámica del canónigo de Toledo Pedro Sánchez de Lunar. Por el escudo central, el mismo debió de estar entre las filas de la Santa Inquisición.

 Pequeño cuadro con una vista de la ciudad de Toledo, pintada por uno de los pintores contemporáneos más grandes que ha dado este país, Ignacio Zuloaga.

Bellísima piedad de cincuenta y siete centímetros de altura, modelada por el profesor de la Escuela de Artes y Oficios, Cecilio Béjar y estofada al negro y oro.

Grupo flamenco, ensayando sus bailes, la noche del 30º aniversario en que Toledo fue declarada Patrimonio de la Humanidad,. Se encuentra delante de las antiguas escribanías del Ayuntamiento de Toledo, el cual se refleja en parte en el moderno pilón o estanque, que dicen representar al río Tajo.

Uno de los antiguos baúles de viaje, para guardar las ropas. Debió de pertenecer a algún personaje importante y ahora forma parte de la colección del Museo de Santa Cruz.

En esta instantánea, observamos el alto cimborrio en estilo gótico flamígero que preside el crucero del Convento de San Juan de los Reyes. Entre sus pinjantes vemos el yugo y las flechas de los Reyes Católicos.

Este es uno de los pináculos trabajados en terracota, al cual le falta una de sus piezas centrales. Este fue salvado de ser destruido, gracias  a la sensibilidad de algunas personas. Coronaba originalmente uno de los imafrontes de la Escuela de Artes y Oficios toledana.

Dos escenas, una diurna y otra nocturna, con el ángel de Alcázar, que fue colocado en 1961, entregando su espada a las estrellas, obra de Juan de Ávalos. Al fondo el propio edificio.

Restos de dos tinajas musulmanas toledanas, encontrados entre el echadizo de los rodaderos que se encuentran cerca de la central hidroeléctrica de Santa Ana. En ellos se observan las delicadas letras de caligrafía cúfica, donde se alaba a Alláh.

Fotografía en la que vemos la muralla interior de Toledo, que corresponde con el denominado Muro Azor, por los adarves que hasta él concurrían. Sobre este, los Conventos de Santo Domingo «el real», Comendadoras de Santiago y Carmelitas Descalzos. En su lado izquierdo se observa una parte del muro más moderna. Esto es debido a su derrumbe al final de la decada de los años cincuenta.

Precioso jarrón  de cerámica,  diseñado según la técnica de «cuerda seca». Salió de las manos del famoso ceramista Sebastián Aguado. Este es un ejemplo vivo, de la mejor cerámica toledana.

Este arco aparecido en la Calle del Ángel, en plena Judería Grande, nos deja una incógnita, pues parece una especie de alacena, donde se podían guardar la menorah y los panes ácimos o quizás sea la entrada a alguno de los escondidos sótanos, que aún están por descubrir.

He aquí, a uno de los últimos carpinteros artesanos, que aún trabajan en su taller, el cual se encuentra entre las calles de Toledo. Su nombre es Luis Galán, al cual vemos colocando una viga de madera, para ser trabajada por el mismo.

Perspectiva toledana, donde apreciamos dos chapiteles. El más cercano a nosotros, pertenece al cupulín del Hospital de Santa Cruz y el alejado, frente a él, al torreón noreste del Alcázar.

Uno de los extraodinarios capiteles simulados, que conforman cada uno de los trentaidos pilares, que sustentan los muros y techos de la Sinagoga Mayor, después beaterio de  Sta. Mª. la Blanca. Al igual que la Cábala en lo que están basados, para enseñanza del Árbol de los Sefirot. La luz que le da desde debajo, le hace tener una perspectiva diferente, como si un misterio le abrazara.

Escena nocturna donde observamos al Castillo de San Servando, al otro lado del río Tajo. Si este hablara, nos contaría la cantidad de incursiones de que ha sido objeto, a lo largo de su historia. Ahora está en paz.

Bellísimo relieve en gótico, perteneciente al interior del claustro de San Juan de los Reyes, observamos a dos hermosos niños gemelos entre ramas, cuyas figuras  determinan al Géminis. Doble figura que simboliza a los Dioscuros Cástor y Pólxs, siendo el tercer signo del Zodíaco y perteneciendo al elemento aire, refiriéndose a la conciencia concreta.

Cerámica con la que está revisto el cierre del arco, de una de las ventanas de la Escuela de Artes y Oficios. En ella se observa,  una complicada filigrana con la que se desarrolla la larga filacteria que embellece su escudo central, cuyo contenido es el águila imperial de dos cabezas.

Antiguo yamur restaurado, perteneciente a la salida del agua en el centro de un ataifor o fuente, para dar frescor en  verano. Está fabricado en cerámica verde toledana y representa con sus cuatro bolas a los cuatro principios de la naturaleza, como son agua, tierra, viento y fuego.

La Ascensión de la Virgen María a los Cielos, una de las primeras obras de Doménico Theotocópulis, el Greco, llevadas a cabo en Toledo. La acompañan San Juan Bautista y San Juan Evangelista, así como dos santos de diferentes órdenes. Se encuentran en el Convento de Santo Domingo «el antiguo».

Dos instantes únicos, resueltos en pocos minutos, donde observamos la auténtica belleza mágica, de una ciudad que por dicho motivo y por otros aún más profundos, es Patrimonio de la Humanidad, Toledo.

Hueco de una de las cisternas de la Sinagoga de Samuel Ha-leví o del Tránsito, por el que entraba el agua a la misma. Dicho líquido era usado en algún baño contiguo o mikvá, para purificarse antes de entrar en la sala de oración.

Antigua entrada de las aguas del rio Tajo, a los Molinos de San Servando. Al no tener ya utilidad, se ha hecho un muro en ella para que el agua se encamine hacia la presa adjunta del Artificio. Si no fuera por este dique, entre las sequías y los transvases, dicha presa estaría siempre seca.

Misericordia  tallada en la sillería baja del Coro de la Catedral de Toledo. Se refiere a la lucha entre el terrible basilisco y la comadreja, único animal que podía enfrentarse a él, venciéndole con su olor, aunque muriendo también.

Vista desde el Paseo del Miradero, hacia la antigua Alhóndiga y al arrabal de la Antequeruela, guardado por su lienzo de muralla, cuya entrada se encuentra en la Puerta de Bisagra.

Instantánea donde observamos los cazos de la segunda maqueta, fabricada por Juan Luis Peces Ventas, para determinar la maquinaria y utensilios, que pudo usar Juanelo Turriano, para construir su famoso artificio.

Arcos de tipo árabe, los cuales sustentan una de las nueve bóvedas que conforman los techos de la mezquita medieval del Solarejo o de Tornerías.

Composición sobre el dibujo del alzado de la Santa Iglesia Catedral Primada de Toledo, donde se demuestra la proporción áurea, cuyo resultado armónico es el número de oro, con respecto a la división de las bases de su nave central y las naves laterales, que al  proyectarse en continuo hacia las naves exteriores, dan el mismo resultado. Sus números inversos, nos dan los mismos decimales. Lo que demuestra el carácter estético por extraordinario, de dicho templo.

Estos falsos arcos, por aproximación de hiladas de ladrillos en estilo mudéjar, están repartidos por algunas de las antiguas escaleras de algunos de los monumentos toledanos. Estos en concreto pertenecen al torreón del Baño de la Cava.

Pintura donde se representa al cardenal Rodrigo Jiménez de Rada, que comenzó la catedral en estilo gótico, poniendo las primeras piedras junto al rey Fernando III en 1226. Se encuentra en la Sala Capitular de verano de estilo cisneriano de comienzos del siglo XVI, cuyas pinturas fueron ejecutadas al fresco por Juan de Borgoña y su equipo.

Pasillo en las murallas toledanas de tipo musulmán, que cierran el adarve de Alcántara. Por ello vemos delante la parte alta del torreón del puente del mismo nombre y enfrente, al otro lado del río, la Academia de Infantería.

Un pequeño alambique de cobre, el cual se debió de usar alguna vez en Toledo para destilar y ahora al ser restaurado, le vemos como si fuese nuevo.

El escudo del rey Dº Pedro I «el cruel», entre los atauriques de la Sinagoga del Tránsito, entre las piñas de la inmortalidad y frases del Corán, en árabe cúfico.

Vista aérea de parte del conjunto de la ermita de la Virgen de la Bastida, con su iglesia y campanario y en su patio la entrada a la cueva eremítica donde rezaba la beata Mariana de Jesús.