Secuencias de una Ciudad Patrimonio de la Humanidad. Toledo. (2)

SECUENCIAS QUE INTERVIENEN PARA QUE UNA CIUDAD COMO TOLEDO HAYA SIDO DECLARADA  PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD, LAS CUALES  DEMUESTRAN SU CALIFICACIÓN, COMO UNA DE LAS CUMBRES DE LAS BELLAS ARTES Y DE LA HISTORIA.

 SECUENCIAS DE UNA CIUDAD PATRIMONIO

Al observar a esta ciudad como patrimonio de la humanidad, debemos de darnos cuenta que su universalidad  no solo estriba en la densidad de monumentos que concentra, también debemos reconocer en ella los pequeños detalles escondidos que esta despliega mágicamente a través de sus múltiples peculiaridades, con sus diferentes estilos y la disparidad de pensamientos que la han fecundado, los cuales han dado forma a este monte único que abraza un río.

Aquí deja esta humilde página unos detalles de muestra, para que Toledo sea mejor comprendida y al mismo tiempo amada.

Central eléctrica construida en la margen del río Tajo, por la antigua Fábrica de Armas de Toledo, en estilo neomudéjar y para su propio uso. Se la denomina de Azúmel, por hallarse en lo que fue la huerta que regentaba en la edad media el hebreo de dicho nombre. Ahora se encuentra en desuso y deteriorándose.

Representación del árbol del bien y del mal, con la serpiente, los frutos y la cabeza de Eva. Se encuentra esta curiosa talla, en un catafalco recordatorio, delante de la Capilla Mozárabe, para la exposición sobre el Cardenal Cisneros en 2017-18.

Desde las alturas, observamos el cubo que forma la milenaria mezquita de Ibn Hadidi, de Valmardón o del Cristo de la luz, del año 999  y formando conjunto con ella, una iglesia o ermita construida en el siglo XII,  que por su sincretismo nos legó el primer arte de estilo mudéjar de Hispania entonces, expandiéndose a toda la península ibérica.

La bellísima y barroca estatua de cuerpo entero, de nuestra santa principal Casilda, coronada por su santidad, ofreciendo flores. Tallada en un mármol especial traído desde Génova, para ser colocada en una de las obras más universales que existen en el orbe. Me refiero al controvertido  «Transparente», el cual al ser contemplado, da paso a un imaginario extraordinario, que solo se puede dar en Toledo.

En esta vista podemos ver la parte alta de la cerería catedralicia y la percha donde se colgaban los cirios, para que estos se secaran. Por encima unos rascacielos aglutinados sin orden ni concierto en mala hora construidos, pues quitan el encanto de una ciudad gótica y renacentista de primer orden. Por encima de todos ellos sobresaliendo, el Palacio Imperial toledano, al cual denominamos como el Alcázar.

Esta es otra de las entradas secretas a los bajos de Toledo. Dichos lugares servían como caballerizas o para mantener frescos los alimentos. Aunque al ser también utilizados para llevar a cabo rezos, ceremonias, enseñanzas o traducciones, las cuales no pertenecían a la religión oficial, se les dio un gran protagonismo al tacharles como antros misteriosos por heterodoxos, otorgando a esta ciudad una leyenda mágica sin parangón, forjada desde Europa.

Vista parcial toledana, donde observamos  su nutrido caserío y  emergiendo de este, las torres que coronan los flancos del Ayuntamiento. También el edificio, el cimborrio y la espadaña de la desacralizada iglesia de San Marcos y a un lado la torre mudéjar de Santo Tomé. Todo ello en un conglomerado único.

Rica estampa de un trabajo  geométrico diseñado en cerámica por el arquitecto Dº Arturo Mélida, donde se representan dos cuadrados entrelazados con sus cenefas, que nos conducen a un octógono, el cual contiene en su interior una estrella de tipo mudéjar, con su ojo central. Se encuentra en el cubo de entrada a la Escuela de Artes y Oficios que este diseño, siendo por ello premiado en   la Exposición Universal de 1889 celebrada en París. En España fue muy criticado por ello.

Aquí observamos la bella estampa nocturnal iluminada, de la parte alta de la Puerta de Bisagra, tomada desde el Miradero. Este monumento que recibe al visitante de la ciudad, se le debemos al maestro  Alonso de Covarrubias, con sus cubos circulares exteriores renacentistas, con sus torres interiores mudéjares y sus tejados de cerámica vidriada.

Figura simbólica en alquimia, representando al basilisco hermético. Animal híbrido alado, con cresta y cola de serpiente. Era temido en la edad media por su mirada. La corona ensartada al contrario en su cuello, significan los conceptos más oscuros y profundos  de la psique humana. Se halla tallado en el bestiario hermético, el cual conforma el claustro de San Juan de los Reyes.

Desde dentro de la ciudad, frente a nosotros vemos el magnífico torreón exterior del Puente de San Martín, después de sufrir los avatares de varias guerras y por ello varios deterioros y sus reconstrucciones, sin embargo aquí se encuentra erguido frente a nosotros después de cerca de 700 años de historia.

Esta es la bajada a la entrada de un cementerio muy particular, como es el del Convento de Beatas Jerónimas de San Pablo en Toledo, el cual fue fundado en el año 1464, motivo por el que en él descansan muchas generaciones de monjas de clausura.

Terminación exterior  de uno de los transeptos o brazo del crucero con sus galerías, que compone el edificio del Hospital de la Santa Cruz, concretamente el del lado Este. Se encuentra dicha zona, sobre una de las terrazas que descienden hasta el río Tajo y que fueron denominadas como «jardines colgantes de Galiana».

Una de las galerías que distribuyen el acceso a las diferentes dependencias de la Escuela de Artes y Oficios de Toledo. En su altura la cierran y embellecen originales arcos, que contienen una ambivalencia tanto antigua como modernista, entre lobulados y reprimidos rectilíneos. Esta es otra originalidad «melidana».

Los denominados como cigarrales, tan famosos por su idiosincrasia paisajística y su riqueza natural y constructiva, no solo se hallan al exterior de la ciudad. Ciertamente todavía quedan algunos en el interior de la ciudad de Toledo.  El que ahora apreciamos en la instantánea  frente a la ciudad y en apariencia colgado de la misma, se denominó como «Jardín del Moro». Este perteneció a otro médico famoso, discípulo del doctor Marañón, el ginecólogo Dº José Botella.

Detalle del yamur en cerámica vidriada, que ostenta el centro del tejado de la mezquita del Cristo de la Luz. Este sirve de amuleto apotropaico para defender dicha sala de cualquier mal, además de embellecerla. Se repuso tras su restauración en el año 2010.

Estampa de uno de los muchos lugares recónditos, que componen la tranquilidad y el sosiego, en el correr del tiempo toledano. Corresponde con la escalera de subida a un jardín, que puede pertenecer  tanto a la ciudad como a sus alrededores. Desde luego sé de buena tinta, que por ella han subido las mentes más reconocidas del mundo en el siglo pasado y en este.

Curiosa postura de un mirlo toledano posado sobre un olivo,  tratando de refugiarse de la nevada que le está cayendo encima. Este ahueca sus plumas repletas de grasa, para protegerse del intenso frío.

Paisaje del laberíntico conglomerado de casas y edificios toledanos. Aunque si nos fijamos un poco, en él podemos observar la galería y torreón restaurados, del  convento de San Juan de la Penitencia, que fue fundado en 1514 por el Cardenal Cisneros.  A un lado la torre-alminar de San Lorenzo, edificios destruidos en 1936. Debajo el Convento de las Jerónimas de San Pablo, fundado por Dª María García a  principios del siglo XV.

Este es el panel indicativo del Circo Romano de Toletum construido por los hispano-romanos en el siglo primero de nuestra era. En él vemos su espectacular magnitud, además de orientarnos y enseñarnos los diferentes cementerios que hubo sobre el mismo y en sus alrededores, en épocas posteriores.

 

Aquí observamos uno de los torreones restaurados, perteneciente al Castillo de San Servando. En el podemos ver uno de sus matacanes, el cual contiene una ventana enteramente mudéjar, con arco lobulado.

Sobre el diseño de un plato en cerámica, el  pincel sujetado por las manos de un diestro alumno de la Escuela de Artes y Oficios, rellena con el óxido pertinente a los tejados de la primada de Toledo, para que al cocerle posteriormente, sus irisaciones le den un gran brillo y esplendor.

Uno de los muchos secretos mejor guardados que contiene esta enigmática ciudad, es esta pequeña ermita santuario, construida el siglo pasado al más puro estilo mudéjar, a la cual no la falta detalle, ni siquiera el ábside para contener interiormente a la Virgen de la Candelaria. Y es que Toledo esconde cantidad de misterios, aún por desvelar.

Desde lejos observamos las diferentes arquitecturas de la ciudad de Toledo. Por un lado el gótico isabelino de San Juan de los Reyes, el renacentista de la Puerta del Cambrón y las murallas mudéjares de las Vistillas de San Agustín. Por encima el Parador de Turismo y el Hospital Geriátrico, dando paso a la comarca de la Sisla Menor.

Parte superior de la pulcra armadura damasquinada y el bello casco del sargento, perteneciente a la colección que se encuentra en Toledo, concretamente en la iglesia mozárabe de Santa Justa y Rufina, confeccionada en el siglo XVII, ejecutada por el armero Melchor González Chavarri, que acompaña al Santo Sepulcro en la procesión del Viernes Santo toledano. En el año 2018, dicha procesión no ha salido a la calle el viernes santo, debido a la lluvia.

Desde el centro del tejado del Ayuntamiento de Toledo, determinado por el pináculo que sustenta su bola terráquea,  veleta y cruz, observamos el imponente crucero de la iglesia mozárabe de San Marcos y parte de su espadaña. Ahora es un templo desacralizado, el cual es usado como archivo municipal y como museo para diferentes exposiciones.

Detalle de uno de los magníficos pórticos que contiene esta ciudad de Toledo. En el vemos el trabajo en estilo mudéjar, por las filigranas hechas en la colocación de sus ladrillos y su embellecimiento a través de baldosines con cerámica de arista.

Otra vista desde el interior de esta ciudad patrimonial. En primer término la zona alta del palacio del canónigo Dº Andrés Munárriz, construido en 1536 con trazas de Alonso de Covarrubias, hoy cigarral particular. Por encima los restos reconstruidos del Convento de San Juan de la Penitencia, mandado construir por el Cardenal Cisneros ricamente en 1514,  según el estilo mudéjar y destruido en la guerra de 1936. Ahora este edificio alberga el Conservatorio de Música y el prestigioso Centro de Estudios Internacionales de la Fundación Ortega y Gasset.

Desde una ventana mudéjar, distinguimos una puerta en otro estilo, la cual nos conducirá a otros mundos y otros caminos, los cuales tienen su fin en el alma humana.

Un  ángel volatinero, que con sus alas abiertas quiere levantar el vuelo hacia las alturas. El mismo se encuentra representando a la gloria, en uno de los lados del rico altar mayor de la catedral toledana.

Un palacete mudéjar en la calle de San Lorenzo, cuya bella galería superior al estilo plateresco más puro, nos da idea de que su mezcla no desentona, legándonos la idiosincrasia de esta ciudad, la cual algún día ostentó la riqueza de su tolerancia, entre comillas.

He aquí la peana sustentadora de un sagrario, tallada en piedra caliza y después dorada y policromada en el siglo XV, reflejando que ya entonces se  festejaba y se llevaba a cabo la procesión del Corpus Christi. Pertenece al Convento de Santo Domingo «el real».

Aquí vemos el antiguo edificio de la Alóndiga toledana, donde se guardaban anteriormente toda clase de productos, entre ellos el famoso trigo toledano. A su lado la entrada de la desaparecida iglesia dedicada a la Virgen de los Desamparados, la cual bendecía este lugar. Su actual perspectiva,  la podemos ver casi idéntica en el cuadro titulado «Toledo y la Tormenta» del Greco, pintado hace más de cuatro siglos.

Antiguo brocal de un aljibe en uso, tallado en granito gris en estilo isabelino Se encuentra este en una de las casas del Callejón de la Soledad, la cual formó parte en tiempos de la Casa de los Templarios en Toledo.

Maqueta de una zona de la ciudad de Toledo entre los siglos XVI y XVII. En ella podemos observar el imponente Palacio Imperial de los Austrias (hoy Alcázar), al lado de uno de sus torreones el Convento de Capuchinos, debajo el Hospital de Santiago, a un lado el famoso y desaparecido Artificio de Juanelo, atravesando la Ronda de Cabestreros y pegado al Convento Nuestra Señora del Carmen y más arriba el entonces Hospital de la Santa Cruz de Jerusalén. Hoy muchos de estos edificios han desaparecido.

Desde el interior de un aljibe toledano, podemos observar  su estructura  geométrica y la fecha de cuando fue construido, más la firma del alarife que le llevó a cabo, en este caso Pedro Morales.

Los restos de la antigua iglesia de San Lorenzo, restaurados en parte por el arquitecto Chueca Goitia, frente a su cigarral de Munárriz. Desde estos emerge su torre barroca, cuya parte baja corresponde con el antiguo alminar de una mezquita.

Detalle de pintura al fresco del admirable artista Juan de Borgoña, en la Capilla Mozárabe de la Catedral de Toledo, que corresponde con la zona baja de su torre sur. En el vemos al Cardenal Cisneros acompañando a sus soldados talaveranos y jareños, en la toma de la ciudad de Orán en Argelia.

Doble arco de herradura, perteneciente a la entrada de un baño musulmán, cercano a la que fue mezquita Al-Yamí comunal de Tulaytula. Al fondo se encuentra el brocal hexagonal del aljibe que llenaba dicho balneum.

Desde el noroeste, observamos a la ciudad de Toledo. Debajo las murallas alfonsinas que sustentan los echadizos que han tapado alguno de sus antiguos barrios. Más arriba grandes edificios neoclásicos y modernistas construidos sobre antiguos conventos y por encima el caserío con sus cúpulas y torres, con su inigualable estampa.

Pintura al fresco de medio cuerpo rezando, del arquitecto Juan Guas, con su pequeño hijo en la misma postura. Este nos mira de frente con gesto de piedad, queriéndonos decir que fue un ejemplo a seguir en la ejecución de sus obras,  pues fue maestro mayor de la catedral toledana y maestro principal de San Juan de los Reyes, con sus originales trazas en planta y alzado.

Frente a nosotros el famoso «Baño de la Cava», con su «peñón» delantero. Estos sustentaban posiblemente un puente de barcas. La torre exterior con dos alturas, para tiempos veraniegos la baja y para tiempos invernales la alta. El pilar dentro del río, está dado la vuelta por la fuerza del agua en una de sus extraordinarias crecidas.

La cara de amor hacia su hijo, de la Virgen de la Estrella en el lado oeste del trascoro de la catedral toledana. Esta fue en sus tiempos la patrona de los pastores, ovejeros y laneros, que con sus fiestas y cánticos molestaban a los cantores del coro, cuando interpretaban sus antífonas acompañados por los órganos.

Desde las alturas, observamos la torre mudéjar de la antigua parroquia de la Magdalena, cuyo interior es usado para guardar algunos de los pasos que procesionan en la Semana Santa toledana.

Parte de unas estanterías en estilo mudéjar, las cuales contienen y sustentan una de las bibliotecas particulares de esta ciudad, con libros, escritos e investigaciones, sobre todo lo relacionado con la ciudad de Toledo.

Panorámica tomada desde un torreón pegado al río Tajo, desde el que vemos la coracha de «la Cava» que baja hasta el mismo y tras esta, el arco central del puente de San Martín por donde pasan sus aguas contaminadas, con sus inseparables espumas.

Hermosa y singular tinaja en barro de estilo mudéjar, cuyos adornos determinan su parte de tolerancia allá por los siglos XIV y XV. En ella encontramos manos de Fátima, ramos de olivo, palomas y cuarterones con otros distintos simbolismos.

Columnas y capiteles reutilizados, con arcos mudéjares, los cuales sustentaban la casa del párroco de la Iglesia de San Salvador. Enfrente un patio con sus tumbas y un aljibe. Este lugar en concreto, es nombrado el siglo XVI en la universal obra  de «El Lazarillo de Tormes», cuando este se retira para vender los vinos del arcipreste de dicho templo.

Uno de los capiteles islámicos, obra en mármol con desgastadas volutas y trabajado en nido de abeja, el cual se encuentra sustentando el arco de uno de los pórticos mudéjares toledanos.

Este es uno de los restos que quedan aún del Circo Romano, que se halla en la urbe denominada antiguamente como Toletum. Corresponde con los restos de la escalera de subida a las gradas superiores del mismo. Pese a su importancia, se encuentra en un paraje degradado y sin cuidar, Recordemos que pertenece a una ciudad que es Patrimonio de la Humanidad.

Dibujo del posible segundo artificio, que tuvo que fabricar el relojero Juanelo Turriano, al quedarse el Palacio Imperial  todo el agua que este elevaba y no ser retribuido parte de su coste tanto por los militares del rey como por el Ayuntamiento, al no recibir la ciudad el líquido elemento del río Tajo.

El expresivo muro exterior de la antigua iglesia de San Agni y San Ginés, anteriormente mezquita por el arco de herradura interior y la mano de Fátima que contiene este. También posible templo o palacio visigodo, por las piedras de dicha civilización incrustadas en el mismo, las cuales simbolizan el recorrido al interior de la tierra, de ahí el mito de su sobrenombre como «La Cueva de Hércules», consistiendo además de su antigua caverna, en un gran depósito de aguas hispano-romano en su subsuelo.

Bajando la pina y estrecha Cuesta del Corchete, nos encontramos un edificio muy singular toledano como es el Nuncio Nuevo, mandado edificar por el cardenal Lorenzana, en cuya fotografía vemos su escudo y a su lado la cúpula de su capilla oval en el centro del conjunto.

Una cabeza romana, embutida en la puerta musulmana de la alcazaba toledana. Esta daba paso al largo adarve de Doce Cantos. Como era costumbre esta misma recordaba a Fátima, la hija del profeta Mahoma, para bendecir y dar buena suerte a todo el que pasara por ella. Todavía queda aún otra más en Toledo, embutida en la Puerta del Sol, la cual se encontraba anteriormente en la Puerta de Valmardón.

Otro de los muchos torreones, que contiene semiescondidos esta ciudad de Toledo. En este caso me refiero la capilla oratorio, de lo que hoy día corresponde con el Museo del Greco.

Aquí tenemos una biblia hebriaca, donde está escrita la Torá referida al Pentateuco. Esta extraordinaria joya impresa en papel el año 1494 en Italia, pertenece a la Colección Borbón-Lorenzana, la cual se encuentra en la Biblioteca Regional de  Castilla La Mancha de Toledo.

Ventana que daba luz al interior de los baños de Curtidores, de Tenerías o de San Sebastián. En ellos se purificaban los musulmanes que iban a rezar a la cercana mezquita de Al-Dabbagin. Fue después convertida en la iglesia mozárabe de San Sebastián.

El claroscuro de un capitel, en el claustro de la catedral de Toledo, donde observamos parte del busto y el rostro de un monje, con  orejas grandes, tratando de percibir el sonido de su propia naturaleza, representada a sus lados por múltiples hojas de acanto.

Aquí presentamos un hueco tallado en la dura roca toledana, tapiado a cal y canto, pues se creía que era una de las salidas de la famosa Cueva de Hércules, la cual pasaba como cloaca por debajo de la catedral toledana.

Sutil forma de trabajar el ladrillo toledano, en el estilo mudéjar, surgido en esta ciudad. Dichas formas romboidales, las podemos ver en la escondida puerta del Palacio de Benacazón, antiguo convento de monjes recoletos.

En esta vista del cerro toledano, podemos ver hasta cuatro tipos de lienzos de las murallas toledanas de diferentes épocas. Uno es la propia roca de granito, otro es de tiempos musulmanes por sus bloques de piedra reutilizados, tanto en tiempos romanos como visigodos, el mismo está reforzado más tarde en estilo mudéjar y el trasero junto con los castilletes es más moderno, perteneciendo al picadero de la destruida Academia de Infantería.

Uno de los miles de sótanos, que forman parte de los subterráneos de Toledo, dando a dicha ciudad un carácter especial, reconociendo en parte su misterio. Este se encuentra aún sin limpiar, ni restaurar, en el callejón de la Soledad.

Precioso capitel islámico con volutas. Su talla por medio de la técnica de nido de abeja, contiene una sutilidad absoluta, pues determina ramificaciones vegetales, de donde salían sus frutos, hoy destruidos. Pertenece a los tesoros que se guardan y se exhiben, en los museos toledanos.

Arco árabe, que por su riqueza pudo pertenecer a alguna zona importante en la antigua mezquita aljama de Tulaytula. Gracias a no ser destruido, pasó posteriormente a formar parte  del palacio usado por el Arcedianato de Madrid en Toledo. Por ello, nos le encontramos  en una de las casa de la Plaza del Consistorio de esta ciudad.

Bellísimo artesonado en madera, con infinidad de mocárabes, al estilo de los cielos construidos en las salas principales de la Alhambra de Granada, para deleite de sus emires. Este que aquí vemos, sirve para embellecer la techumbre de la Sala de la Custodia, en el primer cuerpo de la torre norte o campanario de la Catedral de Toledo.

Colección de libros aún por colocar, con distintos asuntos eclesiásticos, que se encuentran el rico Archivo Diocesano de Toledo, dentro del recinto del Palacio Arzobispal.

Dintel a la entrada de la casa, que fue de Alonso de Castellón, secretario del Santo Oficio de Toledo. En la parte alta del mismo, observamos la fecha de su construcción, el año 1584.

El «círculo de los posibles», donde vemos un revuelo de ángeles y profetas tallados y al fresco, construido por el arquitecto de la Catedral de Toledo, Narciso Tomé, gracias a desmontar una de sus bóvedas, para dar luz a su famoso Trasparente, joya del arte barroco y monumento a la eucaristía.

Acompañando a las figuras y filigranas talladas, para dar belleza al trasaltar de la catedral toledana, se adosaron dos escudos pertenecientes al reinado y al cardenalato de su tiempo. El águila de una sola cabeza coronando el escudo, perteneciente a los Reyes Católicos y el escudo del cardenal Mendoza, con el anagrama del «Ave María Plena».

Las dos puertas. Estas pertenecen a la parte más defensiva de la ciudad. La delantera pertenece al torreón de entrada del Puente Alcántara y la trasera se corresponde con la muralla de la ciudadela o alcazaba. Para poder traspasar sus umbrales en la edad media, o había que ser muy valiente o tener los papeles en regla.

Capitel gótico en uno de los pórticos interiores de la catedral toledana, concretamente el de Santa Catalina de Alejandría, el cual da paso desde la nave hacia el Claustro. En el podemos observar, el entierro de la santa titular Catalina. Esta fue patrona de los filósofos, de ahí el significado de dicha puerta.

Otro de los bellos torreones, que se levanta mimetizado entre el caserío toledano. Este pertenece a la finalización de uno de los transeptos o brazos del crucero, del Hospital de la Santa Cruz. Recientemente restaurado, forma parte de uno de los museos más importantes de la ciudad como es el Museo de Santa Cruz.

Detalle del cuadro de la Trinidad, pintado para el convento de Santo Domingo «el antiguo», por el genial Doménico Theotocópulis, el Greco. Dicha obra se encuentra en el Museo del Prado, quedando en el convento una buena copia de «Seisdedos».

Paisaje toledano, donde observamos la cúpula y las torres de San Ildefonso, la torre de San Vicente y la espadaña y el convento de Carmelitas Descalzos. Toda una historia religiosa, en esta ciudad universal.

Detalle de la bandeja con la representación del «Rapto de las Sabinas», de Benbenuto Cellini. Cincelado por este orfebre en el siglo XIX. Corresponde a una obra magistral de una sola pieza, para el tesoro de la catedral de Toledo.

Tras las murallas de Toledo con sus altivas almenas, en su interior y entre su caserío observamos diferentes edificios como torres, espadañas y palacios, los cuales en conjunto nos hablan de su dilatada historia.

Presentamos aquí una de las veinte gárgolas interiores, las cuales canalizan el agua de lluvia hacia el interior del claustro del Convento de San Juan de los Reyes. Se refiere religiosamente al ángel que representa el evangelio escrito por Mateo, simbolizando junto a sus otras tres compañeras de los otros lados al Tetramorfos, que viene de cuatro por «tetra» y forma por «morphé».

Columnas y capiteles romanos, reutilizados por los visigodos, que sirvieron para sustentar los arcos de herradura de una mezquita, frente a los arcos de medio punto de un templo cristiano. Esta mezcolanza de estilos, se dan en la iglesia del Salvador, en Toledo.

Vitral de la Anástasis, donde se observa a Adán y Eva, tras ser expulsados del paraíso terrenal, comprobando el futuro que les espera antes de entrar por la boca del Averno. Se halla en la catedral de Toledo.

Imagen del atardecer desde la lejanía, donde vemos la torre de San Nicolás y a su lado un detalle del campanario de la torre de la Magdalena. Las dos junto al caserío toledano, se encuentran dibujadas sobre la inmensa estampa de la cara oeste del Alcázar. Esta instantánea recuerda a un daguerrotipo en blanco y negro, llevado a cabo a finales del siglo XIX por el fotógrafo Casiano Alguacil.

Pinturas al fresco sobre la bóveda que cierra la Sala Capitular de invierno, perteneciente a la Santa Iglesia Catedral Primada. En ellas poder ver como los clérigos medievales, enseñan el Trívium y el Cuadrivium, tanto a mujeres como a hombres.

Desde la iglesia visigótica de Sta. Mª de Melque, ejemplo del arte del siglo VII,  haya en la lejanía  se observan las Cárcavas de Burujón. Ahora son famosas por formar parte de las barrancas que talló el río Tajo, sobre la zona de Castrejón.

Aquí vemos el pie de una cruz del siglo XV que sustenta un relicario, el cual contiene un Lignum Crucis. Según la leyenda escrita en él, observamos que fue elaborado por el platero madrileño Juan González. Los materiales que uso para su confección fueron oro, plata dorada y ricos esmaltes.

Estos tres edificios componen el conjunto que conforman la presa de Safont o del Corregidor, pues el más bajo corresponde con el Molino del mismo nombre, a su lado una central eléctrica y por encima la segunda central electrica que daba paso al túnel o Mina del Corregidor, denominada como la Bocamina, que conducía el agua desde la Vega Alta del Tajo, para regar su Vega Baja.

Imagen barroca, perteneciente al famoso Transparente de la Catedral de Toledo. En ella observamos en bellísimo mármol blanco al niño Jesús, que con su dedo índice señala la creación del mundo, donde se encuentran Adán y Eva en el Paraíso Terrenal bajo el árbol del bien y del mal y a su alrededor todos los animales creados.

Entre los grandes y agrestes roquedales que bordean los alrededores de Toledo, observamos las ruinas del que fue uno de los acueductos romanos, que hace dos mil años conducían el agua del río Guajaraz desde la presa de Alcantarilla o de los Paredones, desde cuarenta y dos kilómetros, hasta el centro de la ciudad.

La cruz de la Orden de Santiago, al exterior de la capilla del propio santo, mandada construir por el condestable Dº Álvaro de Luna y su mujer Dª Juana Pimentel.

Desde su trasera, el magnífico edificio diseñado y construido por Ignacio Haan, a las órdenes del cardenal Lorenzana en el siglo XVIII, denominado como Nuncio Nuevo, sirvió para tratar a enfermos mentales. Fue en su tiempo el edificio hospitalario más importante de Europa.

Ruinas de las «caveas» que formaron el semicírculo del Circo Romano de la Toletum imperial. Así se entretenía al pueblo hispano-romano, con pan y circo. Poco más o menos como ahora con comida basura y fútbol. Mientras que esta sociedad se va deteriorando.

Edificio neorenacentista por su modernidad, en la Plaza de Zocodover,  haciendo esquina con la entrada de la Calle del Comercio, vulgarmente Calle Ancha. En este se encontraba la Sastrería Arcal.

Jóvenes musulmanas al lado del río Tajo, a su paso por Toledo. Estas nos recuerdan a sus ancestros los moriscos, que usaban el agua del río para regar las famosas huertas toledanas, dando los  mejores productos hortícolas de aquel tiempo.

En la Huerta del Rey se halla el famoso Palacio de Galiana, que sirvió en tiempos medievales como lugar de asueto para los reyes de taifas y donde había huertos en los que se plantaban hierbas medicinales, las cuales curaban al menos cien enfermedades, según el Libro de la Almohada del tulaytulí Ibn Wafid.

En el revestimiento del imafronte o fachada occidental de la catedral toledana, observamos  en mármol y granito, a la virgen María el día de la pasión de su hijo y a María Magdalena con el recipiente para los ungüentos de enterramiento. Fueron talladas entre estilos neogótico y neoclásico el año 1787, por el arquitecto Eugenio López Durango.

En esta instantánea sobre parte de la muralla toledana, observamos los diferentes tipos de lienzos, los cuales se han ido superponiendo en el espacio tiempo. Por sus diferentes restauraciones vemos  hasta cuatro tipos de aparejos, desde piedras romanas usadas por visigodos y musulmanes, hasta parte de un muro mudéjar.

Desde la Plaza de Zocodover, se ve la entrada a la Calle de Barrio Rey, por pertenecer  sus edificios y sus corrales a los reyes medievales, por encontrarse en el cogollo de la ciudad. Por encima su torreón y tras este las siluetas de dos torres, la del casino y la de la Magdalena.

Pintura al fresco llevada a cabo por el pintor Francisco Bayeu, sobre uno de los lados de la Puerta del Mollete, la cual da paso al claustro de la catedral toledana. Escena donde este representó el rapto del santo niño de la Guardia, llevada a cabo por unos judíos, el cual propicio un juicio contra estos, pasando luego a ser leyenda.

En esta fotografía se ve parte del torreón suroeste del Palacio Imperial o Alcázar. En su ventanal superior vemos a personas que se asoman a la ciudad que hay bajo sus pies. A un lado, como testigo se encuentra la Luna en creciente.

El maquetista y fotógrafo José Luis González, concentrado para hacer una de sus instantáneas, sobre uno de los mil detalles de la Semana Santa toledana y dejarle reflejado en algún medio visual para su disfrute.

Una vista de las partes altas de la ciudad de Toledo. En ella se ven cimborrios, espadañas, campanarios, torreones, buhardillas y los tejados que las contienen.

Los dos juanes pintados por Doménico Theotocópulis, el Greco. Se encuentran estos enfrentados, pues  a un lado el joven evangelista con el copón de Aristodemos para su envenenamiento y al otro lado el bautista, escuálido, vestido con la piel de un cordero y la cruz de caña. Fueron pintados en la ciudad del Tajo y ahora los podemos ver en Museo del Prado.

Dibujo televisivo, para anunciar los documentales denominados como «La Era de Acuario», en el que se emitieron cincuenta programas sobre Toledo y el Islam, veinticinco titulados «Toledo Islámico» y otros veinticinco titulados «Ven al Ribat».

Sobresaliendo del caserío toledano una esbelta torre, la más alta del estilo mudéjar toledano. Esta se encuentra dominando el que fue antiguo barrio de los Templarios. Por la iglesia a la que pertenece y por su altivez, se la ha denominado de San Miguel «el alto».

El  paso de una de las procesiones del miércoles santo toledano, donde apreciamos la figura del Cristo de la Humildad. Este se encuentra sentado antes de su crucifixión, mientras que un soldado romano le ofrece un vaso con vinagre para calmar su sed.

Este curioso reloj da nombre a la Puerta Septentrional de la catedral de Toledo. Este marca el tiempo con una sola manilla, encontrándose ajustada su hora con el tiempo solar, de ahí que aunque marque las 21,30 de la tarde noche, realmente la hora real corresponde a las 19,30.

Instantánea de una de las «caveas» del Circo Romano de Toletum. Tras ella observamos dos nichos de tiempos medievales, pues sobre el mismo se extendió una necrópolis cristiana, además del echadizo de tierra que hay sobre ellos, por el paso de los siglos.

Parte alta de la puerta mudéjar, aparecida en el salón interior del Ayuntamiento toledano. En ella se observan los típicos arcos entrecruzados. En su parte superior, falta la deidad a la que estaba consagrada.

Sobre la zona conventual toledana, se pueden ver diferentes espadañas con sus campanas. Con ellas las monjas de clausura, llevan el ritmo pausado de las horas canónicas lejos del mundanal ruido, que en nuestro tiempo nos enferma y destruye.

Según el libro de Tobías, el arcángel Rafael se le presentó como Ananías, para acompañarle en su viaje. Le mandó pescar un pez y con sus vísceras curó su ceguera. Bellísima talla marmórea, que compone el Transparente de la catedral de Toledo, en cuya mano vemos el pez que dio paso a una leyenda. Esta dice que cuando se le caiga de las manos a Rafael y parta el altar que se encuentra debajo, habrá comenzado el fin del mundo.

Estos balcones tan juntos, componen la fachada de la Delegación del Gobierno de Castilla La Mancha, en Toledo. Se encuentran en la céntrica Plaza de Zocodover. Fueron reedificados al ser destruidos tras la guerra civil de 1936, en mala hora ocurrida. Desde detrás de sus cristales, se pueden observar las muchas manifestaciones, que ahora en nuetro tiempo forman parte de tantas reivindicaciones, tras las injusticias sociales que comienza a padecer el pueblo normal o llano, tras cierta incomprensión  de nuestros actuales políticos. Siendo esta la mayor incongruencia que existe en nuestro país.

Inigualable paraje por su belleza y su calma, cuyas cualidades forman parte de uno de los más recónditos por inaccesibles patios toledanos. Entre su verdor sobresale la cuenca de una fuente acanalada, que quizás formó parte de una pila bautismal desechada, cuya historia guardará secretos extraordinarios.

En una mañana de niebla, observamos el cauce de nuestro padre el río Tajo, con su cauce sereno discurriendo entre riscos y acantilados, hasta llegar a la central de Santa Ana y a su presa, por la que se desliza formando el espumarajo debido a su contaminación. Cuanta naturaleza perdida, por la ambición de unos pocos y pasotismo de la una gran mayoría.

Entre los elementos decorativos del arte gótico, en tiempo isabelino, podemos ver arcos entrecruzados con cabezas de clavos. Tras ellos, círculos contenedores de los ochos de infinitud, los cuales representan a los templos del futuro. Toda una utopía.

Escena nocturna donde observamos en primer lugar  una puerta renacentista, como es la del Cambrón, en ladrillo rojo y granito. Detrás el icónico edificio gótico de San Juan de los Reyes, con sus arbotantes y pináculos en granito gris, así como su cimborrio en piedra calcárea blanca. El espectáculo mágico está servido.

La piedad reflejada en el rostro de María, es espectacular. Obra maestra del genial Narciso Tomé, al que con esta imagen se le puede comparar con los más grandes, como por ejemplo el gran Miguel Ángel. Este rostro le podemos admirar en el Transparente de estilo barroco de la Catedral de Toledo.

Ángulos rectángulos, octógonos, cúpulas de media naranja y cupulines renacentistas, son los que contienen parte de las arquitecturas que conforman esta ciudad única que es Toledo.

Firma del pintor Jerónimo Seisdedos, que fue copista y restaurador de obras del Museo del Prado. Esta se encuentra plasmada en la gran obra del cuadro de la Trinidad, en el Convento de Santo Domingo «el antiguo», copia de la original pintada por Doménico Theotocópulis «el Greco». Dicha obra,  tras muchas vicisitudes y engaños, se encuentra en el Prado. Fue ofrecida esta copia por dicho museo al convento en 1954 y terminada dos años después.

Este edificio que vemos al comienzo de comarca de La Sisla Menor, comenzó a funcionar  en 1965 con el nombre de Hospital Virgen del Valle, para las enfermedades del tórax. Más tarde sobre 1990, tras la demanda por las enfermedades de los mayores, se consolidó como centro para atención de las patologías geriátricas.

Entre la oscuridad, aparece iluminada una gárgola al exterior del convento de San Juan de los Reyes, se refiere a un mono preso de su propia cola. Su enseñanza está reflejada al interior del claustro, ya que junto el conjunto de sus compañeras contienen un simbolismo  ancestral de siglos, además de verter  el agua hacia sus aljibes.

Torreón del Palacio de los Condes de Maqueda o Palacio de la Cava. Un caserón defensivo dentro de la ciudad de Toledo. Este da identidad a una plaza en la ciudad, junto a la Puerta del Cambrón y el convento de San Juan de los Reyes.

Doble arco islámico, el cual da paso a la sacristía del Convento de la Concepción Franciscana, fundado por Dª Beatriz de Silva, con bello ataurique mudéjar, el cual refleja los palacios de Galiana «de arriba», donde se aposentaron después los edificios de Santa Fe.

Espectacular escena nocturnal, donde observamos iluminada con luz artificial la torre sur de la Catedral de Toledo, contenedora de la antigua capilla del Corpus Christi, hoy capilla Mozárabe, por seguir celebrando dicho rito en ella. Al otro lado la antigua Casa del Deán, hoy Palacio de Justicia y en el centro la luna llena, impregnando por detrás con su luz espectral a estos edificios.

Imagen del «Grial» coronado, tejido en la parte superior del famoso Tapiz de la Creación o del Astrolabio. Este símbolo se pierde en la noche de los tiempos, pues viene desde la lucha del arcángel Miguel contra Lucifer. A este último se le cayó la esmeralda de la frente y de ahí surgió el mito y dicho vaso.

¡Oh!, tenebrosa noche toledana, /que en mi alma siembras el desvelo/,

que en leyenda estas inflamada/, que eres cobijo de brujos y hechiceros/,

por eso tú de Toledo, estas enamorada./ Déjate ver la luna, para ilumine tus encrucijadas /

y que los fantasmas de la noche observen / a este trozo de Castilla embalsamada.

                     Alejandro Vega.

En una noche de verano, la cara norte del Palacio Imperial de los austrias, se iluminaba de una forma concreta, para hacernos comprender la arquitectura renacentista, con la que la construyó uno de los arquitectos toledanos más famosos, Dº Alonso de Covarrubias. Se veía majestuoso.

Una de las fuentes que contiene el Cigarral de Menores. En él se han inspirado grandes genios de la cultura española y ha sido visitado por los más grandes científicos de nuestro tiempo.

Por encima de los tejados toledanos, sobresale la iglesia barroca de San Ildefonso, correspondiendo a la Orden de los Jesuitas.

Esta es la talla de un pequeño mancebo, trepando entre la hojarasca de un bosque. Mágica escena  gótica en el claustro de San Juan de los Reyes, en cuyo simbolismo está representado un pequeño genio desnudo, entre los frutos de un jardín de delicias medievales.

El Arco de la Sangre en la Plaza de Zocodover, regido por el reloj que marca las 0, 20 de la madrugada y por encima las campanas que debían de marcar las horas.

El bello rosetón del sur de la Catedral de Toledo. Este está compuesto por  magníficos vitrales que se ensamblan en dieciséis lancetas y el mismo número de cuadrifolios, los cuales dan su luz coloreada al centro del crucero.

Instantánea del interior del Palacio de los Condes de Fuensalida. Hoy  sede de la Presidencia del Gobierno de Castilla la Mancha. Su estilo mudéjar es inconfundible, por su estructura arquitectónica, su patio, sus arcos y sus salones.

Imagen de uno de los personajes importantes, que acompañaron el Cardenal Cisneros en la toma de la ciudad de Orán. Se encuentra en la pintura al fresco ejecutada por Juan de Borgoña, en la Capilla Mozárabe de la catedral toledana.

Desde la Carretera de Circunvalación, escena de la zona sur de la catedral de Toledo, iluminada en su secuencia nocturna. En ella podemos admirar todos los detalles que la identifican como tal, como el gótico castellano más puro y diferenciado de su cabecera con respecto del crucero hasta los pies, en sus naves colaterales y central, más sus dos torres.

Los símbolos toledanos más usados en la edad media y sin embargo casi secretos para nosotros, se hallan por doquier entre sus monumentos y de manera especial contra el mal de ojo, aunque también de forma utilitaria y decorativa en gran cantidad de enseres y recipientes, usados por nuestros ancestros, fuesen de cualquiera de los tres pensamientos religiosos que ensalzaron a este ciudad.

Doménico Theotocópulis «el Greco», nos legó en uno de los ángulos de su famoso cuadro de la Asunción de María a los cielos, la letanía sobre ella en el rosario, como son las azucenas, la fuente, el espejo, la sierpe, el pozo y el barco, plasmando entre ellos los edificios de un convento toledano, como fue el de San Bartolomé de la Vega.

El ser humano, imitando a la naturaleza. En esta composición observamos una planta silvestre en primavera,  abriéndose bellamente de mayor a menor hacia arriba. En ella se debieron inspirar los constructores medievales, para hacer más consistentes a las bóvedas góticas, inventando los contrafuertes, rematados por pináculos que dan la euritmia a  las fuerzas que ejerce el peso de las bóvedas en las catedrales. En este caso la de Toledo. Detrás, mirándole como testigo, la Luna.

En el centro de la catedral de Toledo, sobre el plano en planta del crucero de la zona izquierda, ensamblo la crux immissa quadrata, que además de contener el plano  arquitectónico de las auténticas iglesias visigóticas, concentra el  equilibrio de las fuerzas activas y pasivas de la vida. A la derecha la cuadratura del círculo, que contiene en su perfección los transeptos o cruceros horizontales más los dos puntos esenciales de la liturgia, como son el altar y el coro, que acogen al crucero envolvente de los fieles.

Las flores silvestres que aquí presento, nos dan una idea de cómo se inspiraban los arquitectos antiguos, para dar solución y armonía a los templos que construían. En este caso, la singular geometría de estas plantas son totalmente similares a los planos presentados en la fotografía anterior, como es la cruz immissa y la cuadratura del círculo o circunvalación del cuadrado.

Desde el interior de la catedral de Toledo, presento el rosetón de su pórtico norte, sobre la Puerta del Reloj o de Chapinería. Como vemos, al tener dicha orientación, sus vitrales con más claros que en sus homónimos, al no dar el sol en el mismo. En su centro se encuentra Cristo crucificado.

Vistas de perfil al amanecer, observamos las ruinas del Circo Romano de Toletum, perteneciendo a las «caveas» de su amplio semicírculo. Al haber quedado estas ruinas arqueológicas tan importantes, es por lo que sabemos que esta ciudad fue muy importante desde el punto de vista del imperio hispano-romano.

He aquí la imagen de una de las diferentes bóvedas islámicas, la cual conforma uno de las nueve cúpulas o cielos islámicos de la mezquita de Ibn Hadidi o del Cristo de la Luz. En ella se comienza a vislumbrar la aportación de esta,  junto a sus compañeras, haciendo un gran legado al naciente arte gótico.

La fachada del Ayuntamiento de Toledo iluminada. Sus diferentes estilos arquitectónicos, la dan una singularidad bastante especial, pues su zona baja y terraza son de estilo herreriano. En ella intervinieron los maestros Juan de Herrera, Alonso de Covarrubias, Nicolás de Vergara el Viejo, Nicolás de Vergara el Mozo, Jorge Manuel Theotocópulis y Teodoro Ardemans.

Aquí presentamos los baldosines cerámicos en color verde toledano, trabajados por el ceramista Domingo Sánchez Vaquero. Los mismos fueron diseñados para revestir una fuente rústica en un cigarralito. En ellos se observan varios tipos de símbolos, tanto referidos a las tres religiones del libro, como a los mozárabes. Signos zodiacales, el Sello de Salomón y la Mano de Fátima.

Sobre la cara norte de un «Toledo Dorado», ensamblo uno de los primeros crucificados pintados por Doménico Theotocópulis «el Greco», dejando claro que en su tiempo,  esta era una ciudad religiosa sin precedentes, pues en ella se asentaban gran cantidad de órdenes religiosas de distintas advocaciones, las cuales nutrían los diferentes conventos y monasterios, más su catedral primada.

Pintado al fresco sobre la bóveda, la escena barroca con el Padre Eterno en el centro y el Cordero Místico a su lado, a punto de abrir el Libro del Apocalipsis cerrado por Siete Sellos. Se encuentra esta escena rodeada de patriarcas y de reyes músicos y en los ángulos el tetramorfos con el ángel de Mateo, el león de Marcos, el toro de Lucas y el águila de Juan. Toda la escena se sustenta sobre un arco iris y las nubes de la gloria.

Este hueco, era la entrada de agua para un baño hebreo, que se encuentra en el Cerro de la Virgen de Gracia, el cual sirvió como mikvá o baño ritual, para poder volver a la sinagoga al estar ritualmente puro, según lo prescribía la Torá. Se usaba después de un sacrificio, tras  la menstruación, antes del casamiento o por conversión al judaísmo.

Desde el interior de la ciudad, observamos la muralla exterior de la parte de los arrabales, como es el que recoge el barrio de la Antequeruela. Dichas torres almenadas fueron denominadas como «Torres de la Reina», debido a una leyenda que no ocurrió en ellas, sino en la alcazaba.

Capitel que sustenta la terminación de una de las columnas que forma parte de uno de los pilares catedralicios. Dicha ménsula contiene al centauro Quirón luchando contra un caracol. Simboliza a la inteligencia contra la espiral del tiempo, pues debajo se encuentra la puerta que da paso a una escalera en espiral ascendente, conducente al órgano del Emperador y a los tejados.

Este callejón une la Calle de Dº Esteban Illán con la Plaza de San Pedro Mártir, donde hace años se encontraban los depósitos de agua que abastecían de agua del río Torcón a la ciudad de Toledo.

Antiguo cartel que anunciaba una obra extraordinaria, ejecutada por el maestro escultor Alonso de Berruguete. Me refiero al retablo de la Visitación, que se halla en el antiguo Convento de clausura de Sta. Úrsula. Este ha quedado deshabitado y por ello nos preguntamos, ¿que futuro le aguarda a este edificio y a sus obras de arte? Espero que se convierta en museo, enriqueciendo a esta ciudad museística, pues por dicho motivo es Patrimonio de la Humanidad.

Detalles de un antiguo muro en la Calle de la Lechuga, perteneciente a la iglesia mozárabe de Santa Justa y Rufina. Precisamente la planta herbácea que decora la columna visigótica y dió nombre a la calle. También observamos un trozo de lápida con letras latinas, quizás pertenecientes a alguna oración cristiana. Una piedra rascada, donde adivinamos unas Manos de Fátima, las cuales sirvieron como amuletos  a una mezquita o antigua  iglesia, tal como lo comprobamos en otra lápida tallada en árabe. En fin, cantidad de datos que nos hablan de su pasado ahora en nuestro tiempo, en esta ciudad única que es Toledo.

Ante la Plaza de los Postes, observamos lo que queda del Oratorio de San Felipe Neri, que formó parte la de la antigua iglesia de San Juan Bautista. Ahora en nuestro tiempo al encontrarse desacralizada, es usada por el grupo Tolmo, para sus exposiciones.

Una de las campanas de la torre mudéjar de San Miguel «el alto». Al observar en ella su antigua melena, nos damos cuenta que no es de volteo, sino de toque. Se tocaba la misma para espantar a las brujas y a los diablos.

Observando este paisaje de la «Vega Alta» del río Tajo, antes de entrar al torno que forma la ciudad de Toledo, vemos sus campos en parte cubiertos por el agua del mismo. Esto nos recuerda a los moriscos, que hacían fértiles estos mismos lugares, hace cuatro siglos.

Esta es una de las puertas mudéjares originales al palacio de la reina consorte Dª Catalina de Lancaster, esposa de Enrique III y abuela de Isabel la católica. Dicho palacio fue cedido a las monjas dominicas  del Convento de Santo Domingo «el real» para su ampliación, haciendo de este el monasterio más poderoso y con más espacio de la ciudad de Toledo. La misma da paso desde su iglesia interior a su clausura.

Estos dos pilares de granito, conforman la esquina o ángulo que se da paso al Miradero, formando parte junto a otro que hay más abajo, denominado como  la «Bola del Miradero». A sus pies los barrios de la Antequeruela y las Covachuelas, así como la bajada de los Desamparados y la Calle Gerardo Lobo.

En una de las iglesias mudéjares de Toledo, se encuentra tallado este singular capitel referenciando a un cuento sufí, con respecto a la ignorancia del ser humano. Dicho reflejo y sus reminiscencias no nos deben de extrañar, pues este templo anteriormente debió de ser una mezquita, muy cercana a la alcazaba musulmana.

Bellísima vista al atardecer del Palacio Imperial de los Austrias, pues se edificaba en tiempos de Carlos I y su hijo Felipe, sobre la alcazaba islámica o Alcázar, sirviendo como fortaleza y residencia real. Fue construido por las trazas de los arquitectos Alonso de Covarrubias, Francisco de Villalpando y Juan de Herrera y varias veces destruido por distintos motivos.

Aquí vemos la espadaña ya sin campanas, de la que fue Ermita de la Virgen de los Desamparados, sobre la Calle Gerardo Lobo y la Subida de los Desamparados, al norte de la ciudad frente al río Tajo.

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En esta escena mortuoria observamos el Santo Entierro de Jesucristo. Se encuentra este en la cripta, bajo el Altar Mayor de la Catedral de Toledo. Este extraordinario conjunto, fue tallado por el artista imaginero Diego Copín de Holanda, con Cristo yacente sobre la Sábana Santa, su Madre, las santas mujeres, su discípulo Juan, Nicodemo y José de Arimatea.

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Esta torre o castillete defensivo, ahora desmochado sin almenas, ha estado siglos oculto, bajo el Paseo del Miradero. Al salir a la luz, se entiende que formó parte de la muralla interior de la ciudad de Toledo, pues defendía la cercana Puerta de Perpiñán, de intrincado acceso a la cercana Plaza de Zocodover y al Convento de Recoletos.

Estos bajos pertenecen al baño musulmán de Caballel, pegado a una mezquita que se encontraba bajo el recinto que fue durante muchos años el Colegio Nuestra Señora de Infantes, perteneciente a la catedral toledana. Fue fundado este colegio por el Cardenal Silíceo en el siglo XVI.

Con esta sutil mirada, vemos al lado izquierdo las plantas que crecen entre las piedras de la catedral, a la derecha los viejos toldos sujetos con cuerdas que servirán de palio a la custodia de Arfe. Entre las nubes, un volandero vencejo y al fondo el templo y la torre de San Miguel «el alto». Una perspectiva muy toledana.
Sobre un soporte fijado a una base en tierra, una rueda dentada y su cadena, por cuyo movimiento se levantaba el patio de butacas del Teatro de Rojas, hasta la altura del escenario dando un solo nivel, para formar un solo conjunto y una sola base. Dicho estado servía para llevar a cabo los antiguos bailes de carnaval y otros eventos sociales.

En esta vista, podemos ver uno de los muchos torreones que contiene esta ciudad. Este en particular, pertenece a uno de los extremos de la Cruz de Jerusalén, en el que se basa la planta del Hospital de la Santa Cruz, emblema del Cardenal Mendoza.

Manos perfectas, con dedos largos de sabiduría y tacto sensible. Esta es la sensación que nos dan al ser observadas, gracias a la delicadeza en la ejecución de las mismas, por el artista Juan de Borgoña, en uno de los frescos de la catedral toledana.

Este conjunto de obras que aquí vemos, pertenece a uno de los conventos de clausura que aún se encuentran en activo en la ciudad de Toledo. A la izquierda observamos una hornacina contenedora de un relicario y a sus pies arrodillados, las figuras de Sta. Teresa y San Juan de la Cruz. A la derecha una magnífica pintura con el nacimiento de Cristo Por su ejecución es muy posible que esté pintado por Juan de Borgoña.

Otra perspectiva donde vemos el muro catedralicio, la antigua casa del Deán, uno de los chapiteles del Ayuntamiento y los toldos para el día del Corpus Christi.

Columna en cerámica vidriada de color verde, que se basa en los ladrillos en pico y sustenta un arco lobulado, típicos de la arquitectura mudéjar local toledana.

Este es uno de los muchos sótanos que guarda esta ciudad de Toledo. Concretamente  se encuentra en la Calle de las Bulas, en lo que fue Judería Grande, guardando en él muchos vestigios y secretos, pues aquí se encontraba una de sus madrasas o escuelas rabínicas más famosas, como la de los Golondrinos.

Aqui observamos el impresionante Hospital Tavera u Hospital de Afuera, mandado construir por el cardenal Tavera. Su fachada sur y su ala suroeste, donde se encuentra su reloj. Por encima se eleva su esbelta iglesia y su grandiosa cúpula o cimborrio. Todo muy renacentista e italianizante, bajo los planos de Alonso de Covarrubias.

Ventanuco tapiado en una de las iglesias de la ciudad, parecido a los de las antiguas mezquitas, al cual resguarda otro arco de tipo islámico. Todo en ladrillo con mampostería alrededor. En esto consiste el estilo mudéjar toledano.

Fantasmagórica escena en una noche de niebla, donde el Alcázar iluminado se difumina tras una nube blanca, mientras la ciudad duerme. Esta sugerente escena solo se puede observar en ciudades tan bellas como Toledo.

Una de las alas de la Cueva de San Miguel, concretamente su sala principal, en la cual podemos observar aún, dos tinajas del tiempo de cuando estos antros eran usados como las «Bodegas de Vázquez», a comienzos del siglo XX. También vemos unos cajones contenedores de vasijas de barro, para ser bañadas con los tintes de la cerámica, en tiempos del ceramista Quismondo, a mediados del  mismo siglo.

El río Tajo y las espumas de su contaminación, al pasar por la presa de Santa Ana, esperándole el Puente de San Martín, del cual vemos una parte de su arco principal.

Interior de dos de los aljibes que contienen las Cuevas del Alcaná de Toledo, en lo que fue la Judería Chica de esta ciudad. En ellos se almacenaba el  líquido elemento que se recibía de los tejados o bien a base del trabajo de los azacanes, los cuales traían sus cántaros con agua del Tajo o de distintas fuentes naturales.

Interior de la puerta musulmana de Bab al-Mardúm, de Valmardón, del Mayoriano o  del Cristo de la Luz. Se encuentra al norte de la ciudad y a su lado pasan una calzada o calle romana y una cloaca de la misma época. Mucha historia se da en este lugar concreto de Toledo.

Precioso cuadro de la Santa Cena, que sigue la forma de uno de los arcos de la iglesia interior del coro del Convento de Santo Domingo «el real». Se le achaca al pintor Matías de Aguirre de mediados del siglo XVI. Perteneció anteriormente a un bello retablo que tuvo dicha estancia.

Bella panorámica, con la cruz del humilladero del sur sobre una roca, dando paso al esbelto edificio del convento franciscano de San Juan de los Reyes,  diseñado y construido por el maestro Juan Guas, para colegiata y enterramiento de Los Reyes Católicos.

Arco de entrada musulmán con alfiz, a lo que fue una de las mezquitas que pertenecieron al Alficén de Tulaytula. Después en tiempos cristianos paso a ser una iglesia latina reconstruida en estilo mudéjar, perteneciendo a la religión templaria y por ello estar dedicada a San Miguel arcángel.

Parte exterior trasera de la capilla mortuoria catedralicia, que perteneció a la poderosa familia de los Luna, concretamente a Dº Álvaro de Luna y a su mujer Dª Juana Pimentel. En ella observamos fortísimos contrafuertes, rematados por pequeñas torres almenadas, elementos que dan la sensación de ser una fortaleza gótica.

La bella talla de este «cristo negro», se halla en un convento toledano, formando parte del patrimonio de esta ciudad. El  estilo del crucificado es gótico, hallándose sobre una crux immissa con nudos a la manera de las monjas dominicas.

Desde la floresta del verde primaveral, observamos una antigua ventana fabricada en ladrillo y de medio punto, que perteneció al antiguo convento toledano de Santa Fe que era el monasterio de las Comendadoras de Santiago y ahora forma parte del complejo museístico de Santa Cruz. Se encuentra esta vista en el Paseo del Miradero.

Entre los tapices que pertenecen a la catedral toledana, en uno de ellos dedicado a todas las sabidurías, observamos en uno de sus detalles el referido a la ciencia de la Geografía.

Los mandatarios visigodos de Toledo, dibujados sobre un códice, donde se reflejaba uno de los dieciocho concilios los cuales  celebraron estos, en esta ciudad.  En su centro vemos el dibujo de una de las cruces visigóticas, que colgaban bajo una de sus coronas votivas. Dicho espectáculo se reflejaba sobre la cara norte del Alcázar.

Aquí observamos parte de la muralla toledana que cerraba uno de sus arrabales, como era el barrio de la Antequeruela. Vemos a la izquierda la parte alta de la hasta ahora escondida  Puerta del Vado, le siguen dos torreones, uno circular y el otro cuadrado y al fondo una torre albarrana denominada «de la Almofala», la cual vigilaba el brazo del río Tajo más  cercano a la ciudad.

Detalle del parteluz o mainel central del Pórtico de Reyes o del Perdón, que se halla en la catedral de Toledo. En él vemos talladas las típicas hojas de acanto y a su lado leones y castillos, los cuales formaban parte del escudo de los reyes de Hispania. Se debe a la época del  maestro Alvar Martínez en el siglo XV. A su lado parte de una de las hojas de la puerta, chapada en bronce.

Dos torres que se levantan hacia las alturas. La de la izquierda en estilo ecléctico neomudéjar pertenece al antiguo Casino de la ciudad, denominado como Centro de Artistas e Industriales. Su parte superior se encuentra repleta de disparos de la guerra civil, por hallarse muy cerca del Alcázar. La torre de la derecha, pertenece a la antigua Iglesia de María Magdalena, siendo de estilo mudéjar.

Este pulcro y recóndito patio toledano, pertenece a la sede del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Se  puede visitar en la Plaza de Amador de los Ríos.

Desde la portería del Convento de San Juan de los Reyes, nos podemos asomar a uno de los rincones de la Escuela de Artes y Oficios de Toledo, donde observamos el patio de la talla de la piedra. Su arquitecto Dº Arturo Mélida, nos legó los distintos arcos que diseñó con estilo ecléctico toledano.

En el estilo modernista de construcción toledano, influyó el diseño con el ladrillo, así como el revoco de cemento en sus aristas. Para resaltarle más. Este embelleció sus espacios muertos con cerámica, en este caso con el color  «azul toledo». Podemos ver este detalle en la Cuesta de Belén, dedicada a la ciudad hermanada de Toledo Ohio.

Mimetizados entre el caserío toledano, estos dos grandes florones barrocos que representan a dos cálices eucarísticos, son los que rematan el cuerpo alto de la esquina del claustro de la Catedral de Toledo.

Mano de Fátima con sus ojos alrededor, contra el mal de ojo. Esta pertenece a la antigua pila bautismal mudéjar del siglo XV, de la parroquia mozárabe de Santa Eulalia. También se creía que hacia huir al diablo, pero sobre todo a la peste negra.

Desde la Cuesta de los Pajaritos, se observan los miradores que dan hacia la Calle del Comercio o Calle Ancha. Por encima de sus tejados, emerge el cupulín y la flecha de uno de los torreones del Alcázar.

Estos grandes bloques graníticos son los que conforman la muralla norte de la «Ciudad de los Reyes», Toledo. Tras ellos en tiempo musulmán, se encontró el Alcázar rico del rey de la taifa tulaytulí Al-Mamún. Después en ese mismo lugar, nació uno de los reyes cristianos que más frutos ha dado a esta tierra, Alfonso X «el sabio». Dichos bloques pertenecieron a los antiguos monumentos romanos, como el acueducto, el circo o las termas.

Esta águila de una sola cabeza, coronaba un antiguo escudo perteneciente a la vieja entidad del Monte de Piedad de Madrid, que servía para ayudar a la gente que estaba en apuros. Al cambiar de nombre en nuestro tiempo, su actitud también ha cambiado, desamparándoles.

Aquí presento una fotografía de la Luna llena, que ejecuté el día 26 de Agosto del año 2018, la cual se levantaba sobre Toledo e  iluminaba con su clara luz, todas sus encrucijadas y sus oscuros callejones. La hice con mi  cámara electrónica Sony «Ciber-shot», con el zoom digital llevado al máximo, marcando 120 megapíxeles. Sin trípode, solo apoyándome en una base y mis manos. Recuerdo que nuestra Luna se halla a 376,541 km. de la Tierra.

En el año 2018, se termina la reparación de los tejados en pizarra de la iglesia del Hospital de San Juan el bautista o de «Afuera» En la instantánea observamos su estilo italianizante y las bolas tanto de sus columnas, como la de la cúpula se han vuelto a dorar para darle su carácter original.

Esta placa, que por su deterioro hay que adivinar lo que dice, contaba:  “En estos que fueron Alcázares reales /nació en 23 de noviembre de 1221/ Don Alfonso el Sabio/ En igual día de 1921 le erige esta lápida/ la Real Academia de Bellas Artes”. Hoy día  se encuentra olvidada y por tanto bastante deteriorada, pues fue colocada  para recordar el 7º aniversario del nacimiento de un toledano universal, el cual nos dió nuestra lengua vernácula, la ley de costas, las escuelas de traducción, el tratado de astronomía, las cantigas y un sin fin de cuestiones culturales, que ahora parecen olvidadas.

Igual que el atardecer y según el poeta Garcilaso de la Vega, el río «Desde allí con agradable mansedumbre / el Tajo va siguiendo su jornada». Pasando la presa de Azúmel y como testigo la Puerta del Cambrón, nuestro río se despide de nosotros, marchando hacia otras tierras en su camino hacia el océano Atlántico.

Cráneo en una de las pinturas del Greco, concretamente en uno de sus obras sobre San Francisco. En él se puede observar las largas pinceladas y el colorido usado por el pintor, dándonos un semblante eremítico.

Este es el tejado octogonal del Palacio de la dinastía de los Trastámara. El mismo se encuentra en el centro mismo de Toledo, como es  el interior del Corral de Dº Diego. Espacio que ahora en nuestro tiempo se trata de recomponer.

Estos son los huecos de los silos y los depósitos para recoger el agua, descubiertos tras el desescombro de la cara norte del Alcázar, los cuales se encuentran delante del Palacio Imperial, refiriéndonos a la época musulmana y sus jardines, entre su alcazaba y los alcázares reales.

Aquí observamos una cuna del siglo XVI, pintada al fresco por Juan de Borgoña, en la Sala Cisneriana catedralicia toledana. En ella se ve por hiperrealismo renacentista, la factura curva en su base, que estaba preparada para mecer al bebé que durmiera en ella.

En esta instantánea, vemos al orfebre artesano de cincelado y repujado, Domingo Ruiz, trabajando con su maceta y su cincel, sobre una chapa en la bala sustentadora, consiguiendo con su pericia, dar la forma al escudo de la comunidad de Castilla-La Mancha.

Vista aérea de la ermita dedicada a la Virgen de la Cabeza. Sobre el cerro del mismo nombre, se alza este edificio de una sola nave, con las habitaciones aledañas utilizadas por el ermitaño que la cuida.

Uno de los detalles góticos que forma parte del Convento de San Juan de los Reyes. Me refiero a una de las bellas tribunas laterales que dan al crucero y al ábside de dicha iglesia, fabricadas por el arquitecto Juan Guas para que oyeran misa los Reyes Católicos en sus estancias en Toledo. Cuestión que no pudo llevarse a cabo por la guerra de Granada y la muerte de la reina Isabel.

Restos de los tajamanes que se hallan en el centro del río Tajo, concretamente en la zona del «agua caliente» , bajo los molinos de Daicán y del Cerro de la Cabeza, posiblemente fueran reutilizados al pertenecer a uno de los acueductos de tiempo hispano-romano.  Sobre ellos se llevó a cabo un proyecto, para construir sobre estos mismos una presa para embalsar agua sobre el río. Gracias a dios no se llevó a efecto.

Este extraordinario artesonado se encuentra en el viejo convento de Santa Clara «la real», que fue cenobio de monjas clarisas. De par y nudillo, con su trabajo mudéjar en madera, es una de las muchas joyas que guarda esta ciudad, tan rica en el arte de este estilo tan toledano.

La suntuosidad de este edificio gótico nos apabulla, pues es de un rigor extremo en su ejecución como colegiata. Dicha zona la llevó a cabo el maestro arquitecto Juan Guas, para dar gusto a la reina Isabel la católica, lugar donde quería en principio ser enterrada. Quedó entonces como convento franciscano.

Uno de los muchos brocales de aljibe que contienen las casas del interior de la ciudad de Toledo. Al interior de su boca se observa el desgaste de su mucha utilidad y al exterior observamos sus seis lados, señal inequívoca de que se encuentra  en la Judería Grande.

Vista por la parte interior desde la ciudad, del palacio que perteneció a la familia de la Cerda. Ahora pertenece al Convento de Carmelitas Descalzas de San José. El aparejo de su construcción nada tiene que ver con el exterior.

Vista exterior del edificio anterior en estilo renacentista. En él se asentó la quinta fundación que llevó a cabo Sta. Teresa en Toledo, sobre los palacios de su amiga Dª Luisa de la Cerda.

Retrato  y busto del alquimista de la cerámica Sebastián Aguado. Desde su juventud estuvo consagrado al arte, decidiéndose por la cerámica hasta su muerte. Se adiestro en los alfares de Triana, después en la Cartuja de Sevilla. Luego viajo por Nápoles, Génova y Marsella para adquirir profundos conocimientos sobre  arte de los esmaltes. Más tarde pasó por Vista Alegre y Caldas en Portugal. Al final se asentó en Toledo, gracias al arquitecto Sr. Mélida, que construía la Escuela de Artes y Oficios en esta ciudad.

En la instantánea se observa la cruz de la entrada a un convento toledano, la espadaña que contiene las campanas para las horas del rezo y el revestimiento del cimborrio de su iglesia, rematado por la veleta y la cruz.

Una ventana rectangular toledana, revestida con un bello ajimez de tipo renacentista, aunque muy moderno, pero el cual le da un encanto especial, como si fuera muy antigua.

Esta es una de las muchas  admirables estampas que podemos observar en esta ciudad. Desde lo alto de la misma, se observa el Arrabal de Santiago, con dicha iglesia mudéjar en el centro, hacia la izquierda la muralla con la puerta de Alfonso VI, a la derecha el interior de la Puerta de Bisagra y debajo la ermita de la Virgen de la Estrella. Dicho paraje es el que da entrada al Toledo Alquímico, al encontrarnos con «Santiagus en el Campus Estelae».

El rio Tajo a su paso por la hoz que identifica a Toledo, donde vemos la Presa de Saelices y otro de sus antigua azudes. Lo que más nos impresiona es la cantidad de espumas contaminadas que cubren sus aguas, determinando que es uno de los ríos más contaminados de España. Recuerdo que hace años para evitar esto, se debían construir siete depuradoras desde la zona madrileña hasta la ciudad. Todo quedó en una ilusión.

Aquí tenemos el pulcro y bello rostro de nuestra Virgen de la Cabeza, la cual se halla en su ermita, dominando un alto cerro del mismo nombre dedicado a ella. Este alto domina la curva que hace el río Tajo, perfilando la ciudad que ha esculpido, buscando su salida hacia su Vega Baja.

En la Plaza Reyes Católicos, se encuentra el Palacio de los Condes de Maqueda, habitado por la familia Aguado, ceramistas de renombre que han dado fama a esta ciudad. Delante la estatua en mármol de Isabel la católica. Bajo ella a su derecha, un pequeño recinto donde se encontró el muro y la puerta de entrada a la Judería Grande, Bab-al-Yaud, que daba paso a su barrio del Assuica.

Doble arco de herradura geminado, revestido con sus yeserías y puerta mudéjares, en el Convento de Santa Clara de Toledo. Este daba paso desde el Patio del  Naranjo al interior de la Sala Capitular, de los espléndidos aposentos de una residencia palaciega islámica, posteriormente pasó a las monjas clarisas de clausura.

La espadaña recién restaurada del Convento de Carmelitas Descalzos, construida en el siglo XVII según trazas del carmelita fray Pedro de San Bartolomé. A su lado la cruz y en la lejanía el «Alcuzón» de la torre norte de la catedral de Toledo.

Estas son las nubes que vemos en el Toledo de nuestro tiempo, las mismas que veía pintor el Greco en su tiempo para plasmarlas en sus obras religiosas y en alguna profana.

Esta gárgola pertenece al claustro de San Juan de los Reyes y repreeneta al aguador o azacán desde un punto de vista ortodoxo, depositando el agua de los tejados al aljibe central del patio. Simbólicamente representa a la Era de Acuario, la que nos debe dar un «viento sutil», tras grandes cambios humanos y sus acontecimientos.

Detalle de una de las columnas que sustenta los techos del edificio gótico de San Juan de los Reyes. En ella se observan talladas las cabezas de los que posiblemente trabajaron en este magno edificio, plasmando en él la personalidad de sus rostros. Sobre estas la corona de los Reyes Católicos.

He ahí la cara norte del Alcázar de Toledo, iluminada nocturnalmente, en la cual vemos todos sus detalles con sus tres pisos y las decoraciones renacentistas, en balcones, ventanas y balaustradas, debidas al genial maestro Alonso de Covarrubias.

Las dos fotografías tomadas desde lugares distintos sobre la misma figura, nos enseñan la gran cantidad de historias secretas que nos pueden llevar a soñar historias increíbles. En la primera  instantánea de desde lejos, nos indica al alquimista que sujeta el matraz con el huevo filosófico, dominando al monstruo de sus pasiones. En la segunda instantánea vemos que corresponde al guerrero con la espada y el escudo, que ha vencido también al monstruo de sus pasiones. Estos dos temas alquímicos son idénticos en su correspondencia.

Esta es la segunda puerta con arco musulmán, correspondiente a la entrada en codo como era costumbre en aquella civilización islámica, la cual daba paso al más extraordinario adarve que se encuentra en Toledo, conducente a la alcazaba de Tulaytula.

Este pequeño ventanuco que se encuentra en un palacio de la Calle Sillería, tiene según los expertos de cierto libro de registros a nivel universal, el título de ser la ventana más pequeña del mundo.

La bella por extraordinaria fachada principal de las Casas Consistoriales de Toledo, tras muchos avatares, retrasos y cambios, fueron trazadas y ejecutadas por Nicolás de Vergara «el viejo», Juan de Herrera, Nicolás de Vergara «el mozo», Jorge Manuel Theotocópulis y Teodoro Ardemans. Es decir, que contiene varios estilos como el herreriano, el renacentista y el barroco.

Entre los gigantes y cabezudos que salen a desfilar por las calles más importantes de la ciudad de Toledo en sus fiestas principales , se encuentra el arlequín o bufón, el cual alegra la vista de lo más pequeños. Algunas veces dicha figura parece verse los días de niebla en las encrucijadas toledanas.

Dibujo del águila bicéfala e imperial, la cual acompaña uno de los capítulos de la opera prima de Alejandro Vega «Introducción al Toledo Filosofal», descifrando su significado alquímico. Dicho sobrerelieve se encuentra a la entrada de la Puerta de Bisagra.

Una buena perspectiva de la cara oeste del gran templo gótico de San Juan de los Reyes. En ella observamos cómo esta es iluminada por el sol de la tarde.

Este bifaz prehistórico de cuarzo gris, fue hallado en el Valle del pueblo de Huecas, cercano a Toledo y pertenece a la época Neolítica y Calcolítica. Es decir, que tiene una antigüedad aproximada de 5000 años.

Interior de la Iglesia del Instituto Catequista «Dolores Sopeña» en la ciudad de Toledo.

Un bello rosetón gótico del siglo XV cortado por una pared tras alguna remodelación, con las cogidas de sus vidrieras cegadas, las cuales debían de dar luz en tiempos a una de las naves de la iglesia del Convento de clausura de Santa Clara en Toledo.

Figuras que forman parte de la zona alta del coro de la Catedral de Toledo. Fueron talladas por el famoso escultor Alonso de Berruguete y se refieren a dos personajes del Génesis bíblico. Tamar tuvo que ver con Judá, hijo de Jacob y Taré fue el padre de Abraham.

Curioso coronamiento barroco, que enriquece la puerta exterior del Puente de Alcántara. En dicha parte se observa el escudo imperial  de tiempos de Felipe V, con el águila bicéfala ya sin cabezas, pero sustentando el famoso vellocino de oro, el cual deben de buscar los héroes y por encima la corona imperial.

Este monolito de granito gris se halla en la entrada del  Real Convento de  Concepcionistas Franciscanas de la Purísima Concepción. Fue  fundado en 1632 por la Dª Beatriz de Silva, ahora santa. En el mismo se lee que fue el primero de esta orden sobre el orbe.

Personajes con vestimentas del renacimiento, los cuales parecen dialogar dentro de un templo, sobre el arca dorada que hay tras ellos. Se puede referir al Arca de las Reliquias Antiguas, traída al Toledo visigodo por San Isidoro según la historia. A su lado vemos una de las columnas que forman parte del trascoro de la catedral, la cual perteneció a la mezquita mayor de Tulaytula.

Algunos días nubosos, mirando hacia al atardecer en el Oeste, se pueden llegar a ver estos cielos rojizos desde Toledo. Estos nos hacen imaginarnos que en nuestro caminar por el mundo, al final de nuestra luz de vida, quizás lleguemos a captar estas nubes incandescentes. Que así sea.

En el Convento de Santa Clara «la real» de Toledo, vemos desde su interior la singular espadaña recién restaurada, por encima del imafronte de la iglesia, el cual da paso a la clausura, muy cerca del claustro de los laureles. Esta es una de las muchas que contiene esta ciudad, al haber sido muy religiosa en sus  tiempos de esplendor. Ahora ha quedado como museo, al desaparecer sus monjas, por lo cual podremos estudiar y disfrutar su inmenso patrimonio, acumulado durante siglos.

Detalle de estampillado y tallado en cerámica vidriada de color verde, sobre el brocal de un aljibe del siglo XIV, que perteneció a una casa toledana. Según los estudiosos sus letras árabes quieren decir «la gracia es de Dios». Este se encuentra actualmente en el Museo de Santa Cruz de esta ciudad.

Antiguos libros que forman parte del Archivo Diocesano de Toledo, donde se encuentran todos los documentos escritos de las parroquias que compusieron la riqueza de esta ciudad.

He aquí de nuevo el conglomerado de edificios toledanos. Entre ellos se ven surgir edificios más antiguos que los demás de su entorno. Son edificios religiosos como templos y torres.

Este curioso detalle le encontramos en las calles de Toledo, la víspera de la procesión del Corpus Christi, o fiesta grande de la ciudad. Algunos vecinos tienen la costumbre colocar sillas en sus calles, para reservarse el sitio al día siguiente. Las hay de todo tipo, atadas con cuerdas para que no desaparezcan. A una de ellas en particular se le ha quitado el asiento, para que no sea usada por un extraño.

Este es el famoso Torreón de la Cava, que se encuentra al pie del río Tajo, el cual formaba parte de un antiguo puente. Su verdadera historia dio paso a la leyenda de «Florinda la Cava», teniendo que ver en ella el último rey godo Dº Rodrigo y la entrada de los musulmanes en la península ibérica.

En esta instantánea observamos la sujeción por mi parte de un antiguo astrolabio. Esta estampa nos recuerda que en la ciudad de Tulaytula sobre el año 1050, vivía un latonero toledano musulmán, al cual se le conocía como Azarquiel, que quiere decir el de los ojos azules. Este personaje llegó a ser un gran astrónomo, por la fabricación de dichos utensilios medidores de estrellas, encargados por afamados estudiosos  judíos y musulmanes. Este innovó dicho instrumento, llegando a la Azafea.

Este edificio construido en ladrillo rojo, es una antigua central electrica que aún se encuentra en medio de la ciudad, pues con ella se alimentaba parte de la misma. Por encima una cúpula, la cual servía de pararrayos para que no padeciese averías.

Esta es la cabeza del monstruo o tarasca, la cual se pasea por las calles de Toledo, haciendo el recorrido de la procesión del Corpus Chisti, antes de que la sagrada forma salga a dichas calles. Por ello es la representación del pecado, que huye ante la presencia eucarística, enseñándonos a que nosotros mismos debemos desechar lo peor de nuestras mentes, para evitar enfermedades innecesarias. Por tal motivo, los niños al tener una mente clara e inocente se divierten con ella.

Este círculo de pequeñas campanas, se halla en la parte alta del coro de la catedral de Toledo y junto a su compañero del otro lado, son usados por sus tintineos y repiques, justo a las 12 de la noche, nada más comenzar el Domingo de Gloria, con el que termina la Semana Santa.

Cuanta belleza y sabiduría juntas, pues sobre la cara norte del Alcázar, llevado a cabo por Alonso de Covarrubias, en una noche veraniega. Sobre ella se reflejaba una de las anunciaciones, pintada por otro ser excepcional, como fue Doménico Theotocópulis, «el Greco»

Estas son las ruinas de uno de los baños musulmanes que contuvo la ciudad de Tulaytula, construidos entre los siglos X y XI. Se denominaban como de Al-Dabbagin, al estar cercanos a la Mezquita de Curtidores, muy cercana al río Tajo y a donde se purificaban los que iban a orar en ella. También se denominaron después como Baño de las Tenerías o de San Sebastián de Suso.

Este es el espléndido cuadro, dedicado a la «Exaltación de la Inmaculada,  que preside el ábside del Convento de San Juan de los Reyes. Se encuentra sobre el retablo del presbiterio y fue pintado  por el director de la Escuela de Artes y Oficios, Manuel Romero Carrión y terminado el año 1969. A este se la ve de pie y con hábito franciscano, a la izquierda del que le mira, con el pendón de Toledo.

De perfil y en perspectiva observamos uno de los arcos de traza musulmana, que logicamente pertenece a una de los dos masyid u oratorios, es decir mezquitas, que todavía quedan en Toledo, me refiero a la Mezquita de Tornerías. Este edificio tiene más de mil años, pues la ciudad fue tomada por los cristianos en 1085 y ya entonces estaba construido. Pese a estar restaurado, incomprensiblemente este monumento se encuentra cerrado al público, en una ciudad que es patrimonio de la Humanidad.

El colorido es espléndido en el uniforme de «macero» en la procesión del Corpus Chisti, el cual da paso a la corporación de la Diputación Provincial de Toledo. En este caso comprobamos que en el año 2018, con dicho atuendo vemos desfilar a «maceras» femeninas. Este gesto de iguladad sería válido, si no se siguiera violando y asesinando al género femenino impunemente y el color de dichos sayones sería más vistoso para la sociedad, si los diputados gobernantes fueran menos corruptos y se dedicaran a defender al pueblo que les ha votado.

Aquí vemos la parte de un baño ritual hebraico. Esta galería se encuentra en una de las colinas de la ciudad, me refiero al Cerro de la Virgen de Gracia, que perteneció a la Judería Grande  de Toledoth.

Amanece en Toledo y nuestra vista nos hace comprender, que nos hallamos en un lugar antiguo, por privilegiado, pues cuando nos desperezamos vemos que la belleza de sus monumentos, nos hacen soñar con historias y leyendas medievales.

La estatua esculpida de este personaje vestido con dalmática real isabelina, se encuentra sobre el arco carpanel que sustenta el coro del Convento de San Juan dde los Reyes. Es muy posible que represente a su arquitecto Juan Guas, que se arrodilla ante un lugar sagrado, dejando libre su rodilla izquierda como signo de iniciación en la geometría sagrada y con su mano derecha sustenta el compás, que guarda en su estuche.

Aquí vemos la portentosa cruz que abre la procesión religiosa del Corpus Christi. Perteneció al arzobispo toledano Alfonso Carrillo de Acuña, la cual le fue regalada por el rey Alfonso V de Portugal, llamado “el Africano ”, debido a la ayuda que este le presto en la sucesión al trono portugues, entre 1475-76.

En un atardecer rojizo toledano, mirando hacia el oeste, observamos en el centro de la imagen, la silueta del Hospital de San Juan Bautista, denominado como de «Tavera», por ser el legado póstumo de dicho cardenal y también de «Afuera», por encontrarse al exterior de la ciudad medieval.

Este arco, corresponde a uno de los pocos restos que quedan del famoso Artificio de Juanelo, que subía el agua del Tajo hasta el Palacio Imperial. Ahora vemos que por él pasa su agua contaminada, llena de espumarajos.

Interior de una de las naves de la iglesia del Convento de Santa Clara «la real». En su presbiterio observamos un sepulcro exento, sobre el pavimento con un personaje yacente que corresponde con el deán de Sevilla Juan de Morales,  mientras que  el muro contiene un arco funerario con dos personajes, perteneciente a Fernando Morales y su esposa. Los dos son del siglo XV.

En esta antigua ciudad, todavía nos seguimos sorprendiendo, pues en el interior de un patio particular en lo que fue Judería Chica, aún encontramos posibles vestigios hebreos. En la instantánea vemos lo que pudo ser la entrada a una de sus sinagogas, con un arco al que acompañan revocos mudéjares.

Aquí tenemos la famosa custodia encargada por el Cardenal Cisneros al orfebre Enrique de Arfe o de Colonia, para contener la hostia consagrada y salir a las calles de Toledo el día de su festividad, el Corpus Christi. La misma pasará por encima de un manto de tomillo y romero, pero sobre todo de pétalos de rosa.

Esta es la cúpula que contiene un gran ventanal, el cual da luz a la majestuosa fábrica del Transparente, para iluminar el sagrario que se encuentra en el ábside, tras el altar mayor de la catedral toledana. Fue obra del arquitecto barroco Narciso Tomé y su familia.

Aquí observamos el Claustro de los Laureles del Convento de Santa Clara en Toledo. En su parte baja vemos sus arcos de herradura y en su parte alta adintelada, se conforma con pilares de ocho lados, correspondiendo esta joya a los siglos XIV y XV.

Este es el menhir se encuentra entre los roquedales toledanos, recostado sobre el farallon de piedra al que da nombre, como es el Cerro de la Cabeza, al parecerse a esta. Se encuentra en la última curva que formó el río Tajo a su paso por esta urbe, siendo tallado por el mismo y por el arroyo de Sta. Coloma. Todo un espectáculo.

Sobre la nueva fuente en la plaza del Ayuntamiento, vemos que la parte baja del mismo se refleja sobre ella. Se refiere la misma  al río Tajo, tanto en tiempos de sequías, como de crecidas. Dicha escultura y su mecanismo, es obra de Cristina Iglesias.

Sobre el fondo de la semicircunferencia del Arco de la Sangre en Zocodover, se dibuja la custodia de Enrique de Arfe, construida para contener la hostia consagrada y sacarla a la calle el día del Corpus Christi. A su lado el banderín  del ejército, perteneciente a la Academia militar de Toledo.

Entre el caserío toledano, visto desde el sur, observamos la antigua parroquia de San Cipriano, iglesia latina del siglo XII de la que queda solamente su torre, la vemos escondida tras la nave y el cimborrio, reconstruidos en el siglo XVII por el canónigo toledano Carlos Venero y Leiva.

Gran lienzo de cerámica, que adorna un edificio de principios de siglo, en una de las calles principales de Toledo. Bien por la desidia o por no estar habitado, los baldosines que componen el mural, va desapareciendo, lo que  hace despojarnos de su belleza de su colorido, cuyo fondo lo compone «el azul toledo». También adivinamos a jóvenes cabalgando a quimeras, así como cuernos de la abundancia.

Esta es otra de las cúpulas que sobresalen por encima de los tejados toledanos. Sobre el eje central de una cruz, corresponde con el cimborrio de lo que fue la iglesia del Hospital Nuncio Nuevo, construido por Ignacio Haan en 1790, a expensas del cardenal Lorenzana. Actualmente se encuentra rehabilitado y acoge la Conserjería de Economía y Hacienda.
Detalle del cuadro de la Trinidad del pintor el Greco, que fue uno de los primeros encargos que recibió en Toledo, para el ático del retablo del Convento de Santo Domingo «el antiguo». En él observamos el torso inerte de Cristo y la herida en su costado. Su colorido es impresionante por real.
En este detalle fotográfico, se ve entre tejados y el muro sur de un edificio, el torreón se salida del Puente de San Martín. Le afea una antigua antena de televisión, las cuales debían de desaparecer del centro histórico de Toledo, sustituyéndolas por la moderna fibra óptica.
Gracias a la investigación sobre algunos de los símbolos que guardaba Toledo secretamente, van apareciendo sus amuletos apotropaicos en lugares casi inaccesibles. El detalle que aquí vemos, se refiere a una «Mano de Miriam» por encontrarse en la zona de la Judería Grande. Esta en concreto se define por quitar el mal de ojo.
Aquí vemos el imafronte de entrada a la Ermita de Nuestra Señora de Gracia de «Damas Catequistas», con su espadaña. Esta se encuentra en el patio del jardín de la «Fundación Dolores Sopeña». Dichas damas se establecieron en este lugar el año 1901.
Estos graciosos baldosines de cerámica azul enmarcados, se encuentran en el Convento de Santa Clara de Toledo. En ellos vemos a la santa con la custodia y los libros, con un número debajo, los cuales indicaban a las monjas, la subida a sus celdas correspondientes. Esta declarada por la iglesia como patrona de la televisión y las telecomunicaciones.
Desde el claustro de la catedral de Toledo, podemos ver a la «giganta» o torre norte de la misma. Entre sus dos cuerpos contiene el campanario de la iglesia, el cual se usaba antes para las distintas oraciones, misas y festividades. Lo importante de esta instantánea, es que es cruzada por una especie de rayo solar sutil, que parece salido del propio templo.
Este es uno de los muchos sótanos restaurados, que existen en la ciudad de Toledo. Concretamente se encuentra en el Cerro de la Virgen de Gracia. En tiempos medievales dicha zona perteneció a la Judería Grande, y es que en ellos se encontraba uno de sus baños, para poder acceder después a alguna de sus sinagogas.
Fotografía muy sensible, tomada en uno de los atardeceres de Toledo, cuando el sol se encuentra bañando con sus últimos rayos, la magnífica Puerta del Sol y de la Luna. Es como si el fotógrafo hubiese captado su legado alquímico, pues su color dorado anuncia que al penetrar por ella cristianamente, hallará el camino del «oro filosofal».
Aquí vemos la celosía que cierra uno de los aljibes medievales que se encuentran en la ciudad. Este concretamente, se halla a la entrada de uno de sus conventos. Con él, sus monjas de clausura se abastecían del líquido elemento.
Esta es la puerta que daba paso al palacio de los condes de Maqueda. Posteriormente en el siglo pasado, paso a manos del alquimista de la cerámica Sebastián Aguado, donde dio clases de dicho arte, usando sus tinturas y sus hornos interiores. Desde entonces pertenece a sus descendientes.
Desde esta perspectiva de parte de la ciudad de Toledo, se adivina en la parte alta de su lado izquierdo su Vega Alta, por donde discurre el río Tajo. Completando toda la instantánea, el caserío toledano sobre su alto monte.
Esta es la puerta gótica, que da paso y  entrada a la cripta de los frailes franciscanos del Convento de San Juan de los reyes, donde se encuentran los nombres de todos los cuerpos enterrados en la misma.
Grandes bloques pétreos de tiempos romanos, reutilizados como sumidero de aguas, en el adarve que defendía la alcazaba islámica sobre el paso del Puente de Alcántara, en tiempos de dicha civilización.
Este es uno de los cromatismos azulados, que se le dieron al pórtico norte y a las  torres de la Catedral de Toledo, el año 2017. Fue en un espectáculo de luz y sonido, conmemorando el 30º aniversario de haber declara a la ciudad Patrimonio de la Humanidad, por la Unesco.
En el largo adarve que enlaza la Calle de la Plata con el Callejón de San Ginés, nos encontramos con este muro. Sobre él vemos un antiguo arco, el cual  se encontraba adornado a su alrededor con ataurique y sus ramajes. Al encontrarse en la edad media en la Judería Chica dicho vestigio, esto nos hace pensar que pertenecer al muro de una de las once sinagogas que hubo en Toledoth.
Pese a los grandes echadizos de tierra sobre ellos, aquí todavía podemos ver los grandes acantilados que talló el río Tajo, para abrazar a la ciudad de Toledo, cuya extraordinaria belleza aún nos impresiona bastante a los seres sensibles.
Preciosa ventana enrejada, que se abre en un muro de tipo mudéjar toledano. Esta se encuentra enriquecida con un arco apuntado y lobulado, cuyos lóbulos se adornan con cerámica de tipo musulmán, inspirados en los alicatados de la Alhambra de Granada.
Algunos atardeceres, las luces de Toledo apagándose, nos dejan extasiados con la boca abierta. Su extraordinaria composición cromática sin retoques, nos abre el alma de par en par, haciéndonos pensar en sus pasados tiempos y soñar con un futuro venidero más justo por bello. Así sea, por los muchos dioses que rigieron esta religiosa e histórica ciudad.
Jarrón vidriado en cerámica blanca con dibujo azul, encargado y dedicado a cierta dignidad clerical, que quiso dejar fe y huella de su oficio eclesiástico. La podemos ver el el Museo de Santa Cruz de Toledo.
Sobre la zona de los cigarrales de Toledo, al otro lado del río Tajo, nos encontramos con este edificio modernista, el cual suponemos que por sus trazas y su amplitud debió de tener en los comienzos del siglo pasado, un carácter hotelero.
Esta es una de las gárgolas del Convento de San Juan de los Reyes, que vierte las aguas de sus tejados al claustro interior. Tras la destrucción del mismo por las hordas del ejército francés invasor, fueron restauras y rehechas por el equipo del arquitecto Dº Arturo Mélida. Esta representa al lobo de Gubbio, que amansó San Francisco de Asís. En él queda el testimonio de cuando fue tallado y repuesto, en este espléndido y destacado conjunto gótico.
Desde uno de los torreones del norte, en el Alcázar, podemos observar la grandiosidad de la cruz en la que se basa el antiguo Hospital de la Santa cruz, obra póstuma del cardenal Mendoza, cuya albacea fue la reina católica Isabel. Uno de sus arquitectos fue el renacentista Alonso de Covarrubias. Este edificio alberga actualmente, uno de los museos más importantes de Toledo.
Placa que conmemora el paso por esta ciudad del gran escritor canario Benito Pérez Galdós, pues el año 1891 habitando en ella, escribió una de sus grandes novelas «Ángel Guerra».
Bella imagen nocturnal, donde observamos en primer término y con una tenue luz verdosa, parte del Puente de San Martín. Al fondo y por encima sobresale otro edificio mucho más iluminado. Me refiero al antiguo Convento de Gilitos, hoy sede de las cortes regionales de Castilla La Mancha.
Cerca de la Puerta del Cambrón,  sobre un torreón de la muralla toledana, al haber sido este habitado, vemos abierta una curiosa con cierto tipismo, con arco apuntado, alfiz y ladrillos en pico como en el arte mudéjar.
En  el año 1982 diseñé este dibujo a plumilla, con el plano en planta de la gran nave catedralicia, para mi estudio sobre ella, y sobre el mismo plasmé la famosa «Cruz del Armiño». Esta se  ensambló perfectamente sobre el croquis, pues daba el sentido de rotación del deambulatorio o girola para las procesiones, además de acoger desde su punto primario o central en el altar mayor o presbiterio, tanto el eje de la cruz o crucero y la cruz griega o visigoda con el coro de los cánticos. Correspondiendo con un extraordinario fractal.
Sobre el caserío toledano, en el centro de la instantánea, asciende desde el sur el convento de «Gilitos», hoy sede del gobierno autonómico de Castilla La Mancha. Al lado derecho se observa la Parroquia de San Cipriano, con su colorida torre.
Este es el rostro de un animal marino, que trata de asustarnos con su espantoso rostro. Pertenece este a una de las gárgolas del Convento de San Juan de los Reyes, la cual guarda secretos insondables por resolver.
Desde las alturas la bella imagen de la torre de las campanas de la catedral toledana, la giganta. Delante de la misma, vemos la terraza de un edificio construido en estilo neomudéjar y a su lado la iglesia mozárabe desacralizada de San Marcos. Una estampa magnífica.
Esta estrella de dieciséis puntas en cerámica vidriada, marca el centro de una preciosa bóveda alboaire, la cual pertenece a la capilla de San Cristóbal, que se encuentra en el Convento de la Purísima Concepción Franciscana de Toledo.
Desde la lejanía y sobre la muralla de Toledo, se ven los torreones exteriores e interiores de la Puerta de Bisagra. A un lado el Torreón de la Reina y por encima la zona exterior conventual.
Aquí tenemos una de las vidrieras, que pertenecen al transepto sur de la catedral toledana. Desde sus vitrales con santos, patriarcas y cardenales, se ilumina en el atardecer el interior del templo, legándonos una sinfonía de colores sin parangón.
En primer término parte del edificio Lorenzana fabricado en ladrillo rojo y granito gris, donde hoy se ubica parte de la Universidad de Castilla La Mancha. Al lado la cúpula de San Juan de los Jesuitas y entremedias uno de los torreones que caracterizan a la ciudad.
Este es uno de los sismógrafos que se encuentran en el Observatorio Geofísico de Toledo. Este medía temblores de baja intensidad. A su lado se observa la altitud de dicho establecimiento, a 515,9 sobre el nivel del mar, así como la latitud y longitud de este.
Envueltos en la noche toledana, nos encontramos en el adarve defensivo que baja desde el Alcázar al Puente de Alcántara y sobre nosotros vemos iluminado el edificio de la Academia de Infantería de Toledo.
Con esta composición de fotografías, nos imaginamos como pudo ser exteriormente la Puerta del Vado, la cual tenía su salida al río Tajo, en el Barrio de la Antequeruela. Esta se encontraba olvidada, hasta ser excavada y reconocida como tal. Ahora puede ser visitada interiormente y subir hasta su atalaya.
Representación del evangelista San Mateo, tallado en una exquisita figura de un ángel escribiendo el evangelio, la cual forma parte del tetramorfos que conforman las gárgolas centrales de cada uno de los lados, del claustro alto del Convento de San Juan de los Reyes.
Patio principal o atrio y soportales sostenidos por columnas de orden jónico, en el edificio universitario Lorenzana. Fue pensado por el famoso cardenal de Toledo Francisco de Lorenzana y ejecutado por el arquitecto Ignacio Haan en 1795. Hoy pertenece a la Universidad de Castilla La Mancha, conteniendo al  Vicerrectorado de Docencia y Relaciones Internacionales.
Arcos islámicos de herradura, pertenecientes a una de las dos mezquitas que contiene Toledo. En este caso me refiero a la de Tornerías, que hoy se encuentra incomprensiblemente cerrada.
Aquí tenemos la que fue casa del pintor el «Greco», usada en su tiempo por él mismo y su familia. Posteriormente, al ser reconocida su pintura por los románticos, pasó a ser Casa-Museo del Greco y ahora ha quedado solo como Museo del Greco, donde se encuentra varias de sus obras. La más importante es la colección de un apostolado.
Este es el brocal de un aljibe en la Calle Tornerías de tiempos posiblemente visigodos. Se creia pertenecer a uno de los depósitos de  aguas romanos. Se encontraba el mismo debajo de la mezquita posterior del mismo nombre.
Vista aérea de las murallas de Toledo. En ella podemos ver la denominada Puerta de Alfonso VI. Esta era la salida a la maqbara o cementerio musulmán  en tiempos de aquella civilización asentada en Tolaytola. La imagen demuestra el magnífico amurallamiento que defendió a esta ciudad universal.
Tras las caveas del semicírculo del circo romano, se observan bajo varios metros de tierra echadiza, dos tumbas de tiempos medievales, cuya zona se usó en aquellos tiempos para tal fin.
Cromático rincón con bellísima cerámic,a en uno de los conventos toledanos. Este acoge un delicado recipiente, el cual era usado para llenarle de agua y usarla posteriormente para regar las delicadas plantas de sus claustros.
Este es uno de los altivos torreones que guardaban las murallas de Toledo, pues se encuentra el mismo en el punto más accesible a la ciudad, en la zona norte, defendiendo la Puerta de Bisagra y la de Alfonso VI.
Parte mudéjar de la iglesia del Convento de Santa Fe, con ventanas lobuladas del mismo estilo. Hoy se encuentra entre las dependencias del Museo de Santa Cruz.
La fotografía nos enseña el antiguo Hospital de San Lázaro, para leprosos. Cuando se construyó se encontraba lejos de la población toledana, sin embargo ahora emerge entre ella, siendo un restaurante.
Aquí presentamos el cuadro titulado «Las Lágrimas de San Pedro», uno de los muchos que pintó el Greco. Este en concreto para el Hospital de San Juan Bautista u Hospital de Afuera.
La tolerancia toledana, resurge en estos tiempos tan convulsos entre civilizaciones. En una mezquita toledana, observamos el candelabro judío o Menorah, algo que ahora en nuestro tiempo parece imposible, fuera de esta tierra, en oriente.
Aquí vemos la cabezera de la Catedral de Toledo y adherida a ella, la fábrica que contiene la ventana del famoso Transparente, el cual da la luz de la mañana a su sagrario en el ábside y más cercana a nosotros, la capilla fortaleza del condestable de Castilla en su tiempo, Dº Álvaro de Luna.
Esta es una de las pilas en granito que contiene uno de los claustros de Convento de Santa Clara de Toledo. En él se recoge el agua, para regar sus plantas más delicadas.
Extraordinarias y finas tracerías góticas, en los ventanales del claustro del Convento de San Juan de los Reyes. Al darles el sol de la mañana, sus dibujos se plasman sobre la pared interior, legando un sentido mágico a este importante edificio.
En esta instantánea, observamos el trabajo en un bello recuadro de cerámica, con el águila de San Juan.
 
Escena nocturna, con la puerta interior en codo del Puente de Alcántara, la cual da paso a uno de los adarves mejor defendidos de la península ibérica  en tiempos musulmanes.
Antiguas yeserías que adornaban la posible casa de un médico musulmán, en tiempos de la taifa. Pasó esta posteriormente a pertenecer a los palacios que habitaron los templarios en esta ciudad de Toledo.
 
Acantilados que surgen en las orillas del río Tajo, a su paso por Toledo. Pertenece esta estampa, al Cerro del Bú, cuyo peñasco sobresaliente hacia las alturas, también goza como no de su leyenda.
Este túnel bajo tierra, pertenece al gran complejo termal que formó parte de la Toletum romana. Y es ahora, después de dos mil años cuando se excavan, para darnos cuenta de su monumentalidad y poder ser disfrutadas.
Detalle de un humilde cantarero, en una casa típica toledana, que sustenta dos tipos de cántaras sin asa con el típico barro y brillo, de un pueblo cercano como es  Cuerva.
Portada renacentista con cariátides, la cual daba paso al antiguo Colegio de los Seises, donde se enseñaba a los niños del coro catedralicio. Ahora en nuestro tiempo, en él se encuentra el Museo de Tapices de la Santa Iglesia Catedral Primada.
Estos son parte de los sótanos, que se encuentran bajo el hoy Museo del Greco en Toledo. En estos y sus habitáculos superiores, tuvo su casa y taller, este genial artista. Una vez remodelados, ahora pueden ser visitados. Es tradición, que en ellos Dº Enrique de Villena, llevara a cabo su «Arte Cisoria».
Restos del edificio acueducto, de las turbinas de Vargas, en mala hora destruidos por la Confederación Hidrográfica del Tajo sin ser impedido por los ediles toledanos. En el mismo lugar estuvieron los famosos Artificios de Juanelo, que subían el agua del Tajo a lo más alto de la ciudad. También desaparecieron estos por la desidia de los tiempos. Dicho lugar parece estar maldito.
Este es uno de los preciosos y amplios patios que contiene la capital toledana. Este concretamente perteneció en la edad media a la Casa de la Moneda y se encuentra en la Calle Núñez de Arce.
Instantánea donde vemos parte de la muralla de «las vistillas de San Agustín». En primer término se encuentra un torreón que perteneció al castillo de los judíos. El mismo defendía la Judería Grande, el cual fue atacado por el bastardo Enrique II de Trastámara, el cual arrebato el título de rey a su hermanastro Pedro I «el cruel».
Esta es la salida de la cueva donde meditaba la beata Mariana de Jesús. La misma se halla en el Cerro de la Bastida, contenedor de la ermita que contiene la virgen negra del mismo nombre.
Este es uno de los patios toledanos que tiene mucha solera, siendo  muy famoso, pues pertenece a la «Casa del Diamantista», cuyo inmueble, se encuentra pegado al cauce del río Tajo y donde dicen que fueron tallados y engarzados los diamantes una de las coronas reales, la cual perteneció a la reina Isabel II.
Estos arcos pertenecieron a una de las salas de un baño hebreo, al encontrarse muy cercano a la sinagoga denominada de Santa María «la blanca».
Desde los tejados toledanos, en este caso desde la Calle del Coliseo, observamos los cimborrios y cúpulas de las capillas catedralicias de la Virgen del Sagrario y del «Ochavo» o Relicario. Tras estas, la nave mayor del transepto norte.
Bella puerta de ladrillo, con su arco conopial, dando ejemplo de las restauraciones que deben de hacerse en Toledo, para seguir la pauta de su enriquecimiento, como ciudad patrimonio que es.
Desde el Cerro del Bú, vemos otra espléndida perspectiva de la famosa «Casa del Diamantista», la cual se encuentra colgada sobre el propio río Tajo.
Brocal de aljibe, que se halla sobre una de las cisternas toledanas, que se funden con la soterrada Toletum. Aún está en espera de ser  estudiada concienzudamente. Se encuentra en la calle Tornerías, bajo la cerrada mezquita del mismo nombre.
Otro vestigio con argamasa calcárea romana, de sólido aparejo. Me refiero al hormigón romano u opus  caementicium (calicanto), revestido con grandes bloque de piedra u opus cuadratum (mampuesto). Pertenecen a los restos del acueducto romano de Toletum de hace 2000 años, en mala hora destruido. Se hallan estos en la margen norte del río Tajo, a su paso por la ciudad.
Vista aérea de la ciudad de Toledo, desde la que podemos ver sus torres mudéjares y góticas, su palacio imperial renacentista y la cúpula barroca de San Ildefonso o San Juan de los Jesuitas.
Fuente de fundición, de la primera treintena del siglo XX, cuya base y espaldera es de mármol blanco. Se encuentra en el Hospital Provincial de Toledo, embelleciéndole.
Decía Cervantes refiriéndose a Toledo, que esta ciudad era «peñascosa» y aquí traemos el testimonio de dicha aseveración, pues los alrededores de la misma, frente a su profundo valle, aún vemos los peñascos de granito gris o gneis toledano donde esta se asienta.
Esta fecha de 1611, se encuentra tallada en un bloque de granito, en la esquina cercana a la entrada oeste de la antigua parroquia latina de San Nicolás de Bari, en el centro de Toledo. Debió de hacerse en alguna de sus muchas obras llevadas a cabo en dicha iglesia, recordando el año en que se restauró dicha puerta.
Esta fotografía de la cabecera de la Catedral de Toledo y sus capillas radiales más importantes, como son el lucernario del Transparente, la de San Ildefonso y la de Santiago o del Condestable D. Álvaro de Luna y las cúpulas del Sagrario y Relicario, se encuentra tomada desde la Plaza de Trastámara. Imagen parecida a los antiguos daguerrotipos que se hacían antaño.

Una de las pinturas renacentistas sobre la última cena de los apóstoles y Cristo, donde nace la eucaristía y se proyecta hacia la historia del grial. Esta obra se expone ahora en el Museo de Santa Cruz de Toledo.

Este es uno de los hitos, que se encuentran adornando algunos de los pintorescos por históricos rincones, en la zona de los Cobertizos, en la zona conventual toledana.
A la salida de la calle, nos encontramos la alta torre por esbelta, de la parroquia de San Nicolás de Bari, que ha sido muy restaurada en diferentes épocas, la última en el siglo XVIII en estilo barroco.
Precioso macetero con cerámica de arista diferente en dos de sus caras vistas. Este sustenta un tiesto donde hay plantadas las suntuosas pilistras. Este se encuentra en uno de los muchos jardines toledanos.
Interior del coro del convento de Santo Domingo «el real», en su clausura. Esta amplia estancia, fue en tiempos la iglesia primigenia de dicho monasterio, en el siglo XIV, cuyo inmueble fue cedido por Dª Inés García de Meneses, dando licencia de fundación el rey Pedro I «el cruel».
Portada clasica que da paso al Convento de Carmelitas Descalzos. Es obra del siglo XVII, con trazas del arquitecto Pedro de San Bartolomé, que fue carmelita. También da paso esta portada a la hostería de dicho convento.

En esta instantánea, podemos ver las momias depositadas en el osario de la Parroquia de San Andrés de Toledo. Al ser estudiadas se vio no se encontraban embalsamadas, si no que se debía a un proceso natural, gracias al lugar seco de recogimiento en dicha iglesia. Dichos enterramientos se llevaron a cabo sobre el año 1800.

Este arco en estilo califal, atraviesa por debajo y por uno de sus lados el Puente de Alcántara, sirviendo ahora en nuestro tiempo como paso de una ruta ecológica. En sus primeros tiempos al lado de este, se hallaba un arco mayor como los otros que le acompañan. Este fue hundido en cierta guerra, para dejar aislada a la ciudad tanto hacia dentro, como hacia fuera.
Refiriéndonos a la fotografía anterior, aquí vemos el arco que fue destruido en una de las guerras medievales, así como el torreón de entrada al Puente de Alcántara, el cual ya no existe con dicha estructura. Este testimonio lo obtenemos gracias al paisaje pintado por nuestro pintor universal  el Greco, para embellecer a una de sus múltiples crucifixiones.
En este dibujo, me he  atrevido a reflejar los dos artificios, diseñados y construidos por el genial Juanelo Turriano. El primero dejaba el agua del Tajo al pie del Palacio Imperial que se estaba construyendo, sin compartirlo con nadie, lo que le hice fabricar el segundo, para saciar la verdadera sed de los toledanos.
Fortísimas arcadas, sobre un antiguo solar carpetano y según los arqueólogos se refieren a un posible monumento visigodo, de entre los siglos V y VIII, pues sus grandes arcos de herradura fueron retallados, haciéndolos de medio punto. Se encuentran formando parte del soporte de una mezquita musulmana, en la Calle Tornerías.
Fotografía llevada a cabo desde un helicóptero hace años, cuando preparábamos tomas para el programa «Toledo de la Humanidad», para la cadena de televisión «Teletoledo». En ella observamos en primer término las dos torres de la catedral toledana y debajo la plaza del Ayuntamiento, con su antigua fuente, así como su espléndido edificio.
Aquí tenemos el rostro de nuestro pintor por antonomasia, Doménico Theotocópulis «el Greco». Este es el autorretrato de su rostro, que el mismo llevo a cabo en el cuadro del «Entierro del Señor de Orgaz». Este era su mejor tiempo, pues se observa la viveza de sus ojos, para legarnos su obra más universal, la cual traspasa el espacio y el tiempo.
Este el ábside donde se reflejó por primera vez en el siglo XII el arte mudéjar toledano, el cual se expandió por parte de la península ibérica. Pertenece a lo que fue la ermita del Cristo de la Luz,  Se encuentra unido a la mezquita de Valmardón o de Bab-al-Mardúm, inaugurada el año 999. Los dos edificios forman un conjunto extraordinario, pues se pasa de un recinto a otro, con un exquisito ensamble, pese a sus diferencias.
Entre los vestigios de las termas romanas toledanas, han aparecido otros grandes espacios, los cuales comienzan a dar grandes resultados, reconociendo la gran amplitud las mismas. En ellas de vez en cuando, se obtiene  alguna sorpresa, como es la aparición de la estatua desnuda de un joven mutilado, tal como vemos en la instantánea. A este le nombran como el «efebo» y según los expertos es de un valor incalculable por su estimable talla, legándonos parte de la historia y la cultura de la Toletum hispano-romana.
Fotografía desde los altos toledanos, donde se observa  entre los contrafuertes con sus pináculos una de las crujías de la nave mayor de la catedral toledana, donde se aprecia primeramente el arco que iba a contener el claristorio y tras este más pequeño, el arco del triforio. Aunque se cambió de idea y se encuentran al contrario, con una roseta de vitrales más pequeña. Por encima, la bella balaustrada gótica.
Bellísima cerámica, que se encuentra adornando uno de los pilares de la iglesia conventual de Carmelitas Descalzos de Toledo. En el detalle vemos a un hombre semidesnudo y algo desalineado, con una cesta a la cabeza, como si viniera del trabajo, llevando sobre su mano izquierda una exótica ave. Quizás corresponda con algún personaje bíblico o por el contrario a una escena cotidiana.
Desde las altas almenas de otro de los conventos toledanos, observamos emergiendo entre el caserío toledano, la altiva torre barroca de la parroquia de San Nicolás, así como el tejado del cimborrio de su iglesia. A su lado los chapiteles del Alcázar.
Preciosa piedad gótica del siglo XV. Esta se encuentra presidiendo el altar particular de la clausura del monasterio de monjas dominicas de Santo Domingo «el real».
Magnífica parte alta del pórtico del Hospital de la Santa Cruz, en estilo plateresco, debido al arquitecto Alonso de Covarrubias. En el tímpano se observa a Santa Elena adorando la cruz de Cristo encontrada, junto a San Pedro y San Pablo, por encima el abrazo ante la Puerta Dorada.
Este rincón, pertenece a uno de los archivos de un convento toledano. En el se refleja la historia del mismo, desde sus comienzo allá por el siglo XIV, hasta nuestros días en el siglo XXI. Es decir, que contiene una historia de 700 años. ¿Dejaremos los toledanos que esta desaparezca por el cambio de actitud de esta nueva sociedad, junto a sus obras de arte y su edificio?
Aquí tenemos en las alturas de Toledo, como en un nido de águilas, su Alcázar, que tanta historia ha contenido entre sus muros. Cuatro veces destruido y otras tantas levantado. Ahora por fín resurgido de sus cenizas, como un Ave Fénix de la cultura, pues concenrta en el mismo el Museo del Ejército y la Biblioteca Regional de Castilla la Mancha.
El mismo edificio anterior, visto desde la Plaza de Zocodover, anunciando el espectáculo de luz y sonido «Luz Toledo 2018», proyectándose sobre su cara norte. Y ondeando junto a ella, la bandera española de nuestro país, que tantas amarguras y tantas alegrías nos da, de lo primero por sus mandatarios y de lo segundo por su buena gente, su cocina popular y su excelente paisaje.
Aquí observamos a uno de los muchos brocales sobre sus aljibes, del que el centro de la ciudad de Toledo es ejemplo. Este se encuentra en el claustro de uno de los conventos toledanos, para antiguamente saciar en parte la sed de sus frailes.
En este detalle, vemos los entresijos y tracerías que forman las partes altas del Convento de San Juan de los Reyes, con sus contrafuertes, pináculos, fajas con leyendas, bolas, balaustrada y las repuestas gárgolas exteriores para vaciar de agua sus tejados.
Pintura mural al fresco en estilo barroco, perteneciente a una de las parroquias de Toledo, concretamente a la de San Cipriano. Dichos frescos han sido rayados, para evitar mas deterioros en los mismos.
Aquí presentamos la maqueta, de lo que pudieron ser los edificios que compusieron el complejo hidráulico del famoso «Artificio de Juanelo». Por el interior de estos, subía el agua por atmósfera, desde el río Tajo, hasta el pie del Palacio Imperial de los Austrias o Alcázar. Fue una obra colosal y renacentista, de la solo ha quedado el recuerdo.
He aquí la exótica pintura de una santa de la iglesia católica, que dicen ser la Magdalena en una postura poco ortodoxa, pues se encuentra tumbada sobre uno de sus costados, leyendo lo que parecen los evangelios ante un crucifijo. Por encima la inspiran unos ángeles con ciertos escritos, que lógicamente tienen que ver con la vida de la virgen María, la cual se encuentra apareciendo entre nubes en uno de los lados de esta enigmática obra. Se encuentra esta, en uno de los conventos de Toledo.

Aquí vemos parte de la cubierta de la iglesia del Hospital Tavera y su cúpula central, con fuerte estilo italianizante, antes de la restauración de estas, donde se observa la diferencia de color de sus tejas.

Esta es la lápida funeraria de Dª Sancha Ponce de León, hija del señor Dº Juan Pérez de Guzmán, que se encuentra dentro del coro del Monasterio de Santo Domingo «el real», acompañando a otras muchas personas en su descanso eterno.

He aquí la famosa corona votiva del rey visigodo Rescesvinto, que gobernó en la segunda década del siglo VII. Promulgó su propio código y actuó en el VIII concilio toledano, sin estar de acuerdo con la potente iglesia católica. Dicha joya apareció junto a otras, entre los  años 1858 y 1861, en Guarrazar, cerca del pueblo de Guadamur a diez kilómetros de Toledo.

Desde lejos vemos la cara norte del Alcázar de Toledo,  según el espectáculo «Luz Toledo 2018». Esta se encuentra revestida y adornada con haces de luz, los cuales la trasforman. Son las figuras que componen la bandera de Castilla, sobre una estrella, con un punto central.

Sobre las crujías de la cara sur de la catedral toledana, se observa entre contrafuertes, pináculos, cresterías y una escalera metálica de caracol ascendente, la abertura del camaranchón para las reparaciones de obra y fábrica del monumento.
En uno de los conventos toledanos, se encuentra este moderno y curioso Ecce Homo, arrodillado y atado por las muñecas. Su barroco marco, se encuentra trabajado y adornado con pan de oro.
En esta perspectiva toledana, se encuentran las almenas del torreón del Puente de Alcántara, las diferentes capillas radiales del Convento de las Madres Concepcionistas de la Concepción Franciscana y por encima, el cupulín del Hospital de la Santa Cruz, hoy museo.
Esta vitrina contiene algunas joyas, que pertenecen al ajuar en loza de la cocina y el refectorio, de los frailes del Convento de Carmelitas Descalzos de esta ciudad de Toledo. Como vemos, todos ellos están signados con el escudo de la orden carmelitana.
Desde lejos tenemos una vista de una de las zonas conventuales de Toledo. En ella observamos cinco torres, tres de ellas mudéjares y dos barrocas, cuatro conventos, tres espadañas y en el centro la cúpula de la iglesia de San Ildefonso o de San Juan de los Jesuitas. Definiendo lo que alberga esta ciudad desde hace siglos.
Altares interiores en el Monasterio de Santo Domingo el Real. Estos se encuentran en la zona de la clausura, concretamente en el coro, correspondiendo con la primitiva iglesia conventual.
Vista frontal hacia el oeste, de los pies de la iglesia del Convento de San Juan de los Reyes. Dicha obra fue ejecutada por el maestro Juan Guas.
Escrupuloso baldosín de cerámica por su pulcritud, con la «técnica de cuenca o arista». Este se halló en una casa de Toledo, donde vemos reflejado el escudo imperial, con el águila bicéfala de los Austrias, que define y da nombre a esta ciudad patrimonial.
Aquí podemos observar la partición del «claustro del moral», en el Monasterio de Santo Domingo el Real. La parte baja de orden toscano y galería sobre ella, pertenece a la zona femenina y la parte superior al otro lado del mismo, con arcos de estilo gótico-mudéjar, perteneció a la parte masculina y en él se halla ahora el catastro de la ciudad.
Este es uno de los baldosines cerámicos, que adornan y dan un semblante de mudejarismo, a la parte alta de la torre norte o de las campanas, en la catedral de Toledo.
Bonita imagen por sugerente, de la iglesia mozárabe de San Lucas, en lo alto de la ribera del río Tajo, sobre la Cornisa. Esta es otra de las joyas secretas que guarda celosamente Toledo.
Estas viejas llaves por antiguas y herrumbrosas, abrían hasta hace poco algunas de las casas de Toledo. Sin embargo ahora forman parte de la curiosa exposición «De puertas para adentro», que se encuentra actualmente en el Museo de Santa Cruz.
Esta es la espadaña, que sustenta la campana, la cual movía el antiguo reloj denominado como «Miguelito». Este se halla jubilado hasta su reparación, en el monasterio de Santo Domingo el Real.
Esta antigua jarra vinatera en cerámica, adornada con la cruz de Santiago, fue encontrada al lado del río Tajo, en la zona de las Tenerías, donde se llevaban a cabo los tintes de paños.
Este amplio zaguán, era el que recibía antaño los carros de caballos donde viajaban los cardenales primados de Toledo, ahora son automóviles. Se encuentra tras la alta y abovedada puerta secundaria, que da paso al Palacio Arzobispal toledano.
Cabeza que  forma parte junto a otras, del conjunto  que se encuentran en la torre norte de la catedral toledana. Parece por el casco, la de un guerrero griego, que intenta defenderla de sus enemigos.
Cubilete que hace esquina en un muro con almenas, el cual se encuentra construido en ladrillo en estilo neomudéjar, formando parte del exterior del Alcázar de Toledo.
Ventanas que  pertenecen al ábside de la antigua iglesia de Santa Fe. Lo más insólito es que están formadas por arcos mudéjares lobulados reversibles, pues vemos por dentro que tienen un diseño diferente al de afuera. Al interior su estructura es más amplia, sin embargo por fuera, se cierran de abajo hacia arriba, así como también sus lóbulos, dando sensación de cerrazón, de intimidad de clausura, como las casas musulmanas.
Este excepcional capitel de tipo gótico, tallado en mármol gris, es muy curioso al haber sido trabajado con una especie de mocárabes, las cuales le dan una trascendencia y regusto de tipo islámico inigualable.
Sobre la zona este de la catedral toledana, se observan los diferentes tipos de arbotantes, siendo dobles y con crestería en su girola baja y lisos por normales en la zona alta de la cabecera.

En una de las crucifixiones de Cristo ejecutadas por el Greco, concretamente la que se halla en la colección del Banco Hispano Americano de Madrid, nos encontramos pintado otro Toledo en la parte baja de uno de sus lados, donde vemos las torres de la Catedral, el Convento de las Comendadoras de Santiago, más su huerto y su muro, parte de la Alóndiga, la segunda muralla hacia la Puerta de Perpiñán y el Convento de Recoletos, insertando encima el ábside del Hospital de Afuera sin tejar aún y los dos chapiteles de las puertas interiores de Bisagra.

Parte de la fachada norte del Alcázar, restaurada tras la guerra civil española, en el antiguo arte renacentista del maestro arquitecto Alonso de Covarrubias.

La misma fachada norte del Alcázar, vista desde la Plaza de Zocodover. Esta se encuentra iluminada a la manera renacentista, en conmemoración del cuarenta aniversario de convertir a Toledo en una Ciudad Patrimonio de la Humanidad.

Antiguo capitel de estilo gótico, tallado en piedra calcárea. Debió de pertenecer a un personaje importante, ligado a la Universidad de Santa Catalina toledana, por las ruedas que observamos del martirio de la santa.

Entre el antiguo entramado de los barrios toledanos, se divisa en parte la antigua y musulmana de la Puerta de Valmardón y el habitáculo del alcaide de la mism así como el comienzo del muro Azor.

Frente a la entrada para la visita del famoso cuadro grequiano de «El entierro del señor de Orgaz», en parte de la parroquia de Santo Tomé y amenizando musicalmente su entorno, encontramos a la concertista bielorrusa Darya, tocando una conocida pieza de relax con su címbalo, el cual domina a la perfección.

Preciosa celosía mudéjar tipificada, debida al artista Gabriel Sánchez Parra. Es a este vaciador restaurador en el material de escayola, al que debemos dicho trabajo artístico y con dicha base, la restauración de muchas de las ventanas y óculos de este estilo sobre muchas de las iglesias y monumentos toledanos. Un ejemplo le podemos ver en la parroquia de Santiago del Arrabal.

Antigua llave perteneciente a una de las casas toledanas. Con ella se habrían hasta hace unos años las antiguas cerraduras. Al ser ya una reliquia defectuosa, ahora en nuestro tiempo forma parte de los fondos del Museo de Santa Cruz.

Desde la base del monte toledano hacia sus alturas, se levantan los diferentes lienzos de murallas medievales que protegieron a la ciudad, sobre los cuales se levantan los diferentes edificios, como es la zona del Convento de las Concepcionistas y sobre su ladera, la empinada escalera que conduce al Paseo del Miradero.

El ángel anunciador de su embarazo a la virgen María, que se encuentra al interior de la puerta del transepto septentrional de la catedral de Toledo. Fue tallado por Nicolás de Vergara «el viejo» en estilo renaciente.

Desde la lejanía y alzándose sobre el caserío toledano, observamos la anaranjada y renacentista Puerta del Cambrón, con sus cuatro torreones. Su base es musulmana y era denominada en la edad media como Bab-al-Yaud o puerta de los judíos, pues daba entrada a la Judería Grande la  ciudad.

En uno de los cuadros dedicados a la Adoración de los Pastores, el Greco pinta en el centro al niño Jesús sobre un paño. Pero paradójicamente, justo debajo del mismo nos lega la gran cabeza y el asta del buey que le daba calor con su aliento, recordándonos simbólicamente a la religión mitriaca y a su sucesora la religion cristiana.

En esta instántanea observamos al ángel que da paso a la ciudad de Toledo, sobre la terminación triangular de la Puerta de Bisagra, así como parte de torreones de su muralla, con fondo del edificio de la Diputación Provincial.

Este es el texto de la Fuente Nueva, que se encuentra al comienzo del Paseo de la Rosa, frente al Puente de Alcántara. En la parte alta se observan las letras D.O.M., que viene de «Deo Óptimo Máximo», significando para el más grande y mejor dios. Sus dos placas, una en latín y otra en castellano, nos explican que se fabricó el año 1756, por orden del cardenal Francisco de Lorenzana en tiempos del reinado de Carlos III. En ella falta su pilón y que corra agua en ella como antaño.

En el atardecer toledano, observamos entre su abigarrado caserío, uno de los torreones laterales de sus antiguas Casas Consistoriales, hoy Ayuntamiento de Toledo. Esta torre y su compañera fueron construidas por el arquitecto Jorge Manuel Theotocópulis, hijo del Greco.

Los dibujos que vemos con la técnica de estampillado, pertenecen a una de las tinajas mudéjares del siglo XV, que forman parte los fondos del Museo de Santa Cruz.

Estos faroles alumbran la fuente que se encuentra en la Plaza Mayor de Toledo y frente a esta vemos las ventanas altas y el remate del Teatro de Rojas de la ciudad.

Precioso ladrillo hexagonal encontrado en un patio toledano, cuya ornamentación en cerámica por el método de cuerda seca, simbolizando a la Estrella de David, rey de los judíos, y al conocido Sello de Salomón.

Una de las grandes campanas, que llaman a los oficios y fiestas en la catedral de Toledo. Es denominada como «La Calderona» por el apellido del canónigo obrero. Fue fundida por García de Córdoba en el año 1479.

Estos son los planos del alzado, de una de las casas principales que formaban parte de la Plaza de Valdecaleros. Se observa en ellos que tuvo patio y galería en su segunda planta, así como un curioso torreón.

Este es un precioso detalle, de una de las bandas que circunvalan interiormente la Sinagoga de Samuel Ha-Leví, después del Tránsito. En ella observamos pámpanos y hojas de vid, acogidos entre fajas repletas de frases coránicas en árabe cúfico y letras del alefato hebreo, definiendo el Canto de las Subidas de los Salmos o Alabanzas bíblicas, achacados al rey David.

Balcón reposadero en granito, que forma parte del antiguo Puente de Alcántara en la ciudad de Toledo.

En la penumbra catedralicia, formando parte del interior de la Puerta del mediodía o de los Leones, se encuentra la pequeña capilla mortuoria del arzobispo Bartolomé de Carranza. Este arzobispo, primado de las Españas, fue acusado por la Inquisición y por ello murió en Roma, siendo absuelto en el año 1576, muriendo días después y enterrado en el convento de Santa Mª. sopra Minerva. Despues de más de 400 años, sus restos fueron trasladados hasta esta capilla y exhumados en 1993.

La antigua central hidroeléctrica de Safont, construida al lado de los molinos del mismo nombre, en el año 1890. Se encuentra en la entrada del río Tajo a la ciudad de Toledo, en su margen derecha. Su entorno, junto con la presa ha sido muy codiciado por ciertos personajes políticos y negociantes.

Esta moderna cariátide sobre florón e iluminada con color azul, la podemos ver en uno de los edificios que se encuentran sobre los soportales de la Plaza de Zocodover.

Entre las últimas luces del atardecer toledano, observamos frente a nosotros la cúpula y el tejadillo que da salida a una de las escaleras del transepto norte de la catedral toledana. Al fondo, la secreta por escondida torre mudéjar del convento dominico de San Pedro Mártir, hoy universidad.

Baldosín recordatorio, referente a la Dirección General de Regiones Desbastadas, el cual se puso como testigo en la iglesia latina y parroquia de San Miguel «el alto», al haber sido terminada su restauración el año 1952, por el entonces desaparecido Eduardo Lagarde, tras la guerra civil española. Dicho edificio se encuentra muy cerca del Alcázar toledano.

Esta es una de las callejas más pinas de la ciudad de Toledo, por su gran inclinación, denominada como Cuesta del Horno de los Bizcochos. Supera dicho obstáculo por sus muchos escalones.

En esta instánea, observamos a una pareja de turistas tratando de salir del laberinto toledano, al encontrarse perdidos entre  las estrechas calles de esta ciudad.

Entre los barrios de la Vida Pobre, Seminario, Plegadero y Santa Isabel, se encuentra la antigua parroquia latina de San Andrés. De esta vemos emergiendo, su esbelto y posterior ábside construido como una iglesia aparte en gótico isabelino y en su parte delantera vemos su torre mudéjar, cuyo campanario y chapitel superpuestos son de estilo barroco.

Dos secuencias tomadas a distintas horas, de la puntiaguda aguja que remata la torre norte de la catedral toledana, denominada vulgarmente como  «alcuzón». Sobre ella se encuentran embutidas tres coronas, representación del poder de esta iglesia, al ser la primada sobre todas las diócesis catedralicias de España.

Detalle de uno de los atauriques, que adornan las fajas alrededor de una de las ventanas de la Sinagoga de Samuel Ha-Leví, después del Tránsito. En ella vemos uno de los lirios apotropaicos, que le sirven de amuleto. Este junto a otros, representaban para los hebreos sefarditas, el recuerdo de su floración en el Valle de Sarón en Israel.

Este paraje pertenece a la iglesia latina de San Miguel «el alto». En detalle vemos de frente la cruz de penitencia que le define como templo católico y por encima el cobertizo que sustenta el coro de dicha parroquia.

Esta es una estampa costumbrista toledana, la cual podemos ver en cualquiera de las callejas centrales de la ciudad de Toledo. El gato sobre la ventana, que nos mira como testigo de lo que hacemos y el ramo de olivo ya seco, que conmemora la entrada de Jesús dicho domingo, como ser triunfante en Jerusalén.

Desde el centro de Toledo, mirando en lontananza, observamos tras sus destacados edificios, a sus famosos cigarrales, que tanto prestigio han dado a esta ciudad.

Este es la tablilla con el INRI o sigla que define «Jesús de Nazaret rey de los judíos», pintada por el Greco sobre la cruz, en una de sus crucifixiones. Fue mandada poner sobre ella por Poncio Pilatos, según el evangelio de San Juan. En la misma observamos que el artista lo describe en tres idiomas, como son el hebreo, el griego y el latín.

La silueta de parte de la catedral toledana, entre penumbras, atardeciendo, con un sol entre nubes  tapado por su torre, denominada como «giganta», que en este caso la va como pintada.

Este es otro brocal de aljibe, de los muchos utilizados en Toledo hasta hace unas décadas. Pertenece al Palacio Arzobispal y se encuentra reutilizado como macetero ornamental.

En un edificio en el centro de la ciudad, al cual podemos denominar como moderno rascacielos toledano, observamos  la diferencia entre los rústicos balcones de los edificios colindantes y las galerías corridas ascendentes del mismo, que le dan su idiosincrasia.

Esta es la cara de la Virgen del Sagrario, del siglo XIII, tallada en madera de níspero. Fue restaurada por última vez entre los años 1976 – 1977, descubriéndose su color de origen, aunque dándola demasiado brillo, pues cuando la miras de frente, es difícil ver su rostro tras los muchos reflejos, por las luces que le iluminan.

Aquí vemos el cobertizo de San Miguel, siendo el segundo que ostenta la iglesia del mismo nombre. El primero bajo su coro en su parte occidental y este segundo, el cual sustenta su altar mayor, al encontarse su ábside o parte oriental, sobre un terraplén.

Un marco donde se exponen cuatro preciosos baldosines de cerámica, con una geometría increíble y un colorido excelente. Tres de ellos están fabricados con el método de barro en arista, el otro no pertenece al conjunto, aunque el dibujo es parecido y da el pego si no te fijas bien. Estas reliquias, pertenecieron en su día a casas toledanas.

La torre-alminar de San Miguel, alumbrada su cara oeste por el último sol de la tarde, exhibiendo sus arcos entrelazados y lobulados sobre columnas en cerámica verde y por encima sus antiguas campanas, bajo arcos de herradura apuntados.

Antigua tinaja musulmana, que formaba parte del patio de una casa toledana. En ella se contenía el agua para las labores diarias, tanto del ajuar como de la higiene.

Preciosa instantánea donde vemos la torre mudéjar de Santo Tomé, así como los tejados y pináculos de diferentes templos, en un atardecer toledano.

En esta imagen observamos el bello rostro de la virgen María, cuya cara de bondad traspasa los tiempos, ya que pertenece a una de las pinturas más grandes que existen, «El Entierro del Señor de Orgaz», pintada por el Greco, en sus mejores tiempos toledanos, cambiando la forma de ver la espiritualidad, suavizándola.

El balcón barroco de la torre de la parroquia de San Justo, pintado alrededor como un traspantojo según la moda de su tiempo.

Lamparilla fabricada en cemento, dentro de un escudo, como si fuera la de Aladino, pues pertenece a la Casa de los Candiles en la calle de San Miguel, guardando entre sus entrañas unos famosos subterráneos. Con su pareja, dieron nombre siglo atrás a las bodegas de Vázquez, al contener dichos sótanos sus caldos. Después tomó dicho nombre, la tertulia que se concentraba entre sus profundas salas.

Pintura al fresco de Juan de Borgoña, en la catedral de Toledo. Se refiere a un joven ángel, saliendo de entre las nubes tocando la trompeta que anuncia el Apocalipsis, al final de los tiempos.

Muro exterior de la terminación del «Sacrarium», donde se halla el «Ochavo de las Reliquias» en la catedral de Toledo. En él observamos su escudo insignia,  con la imposición de la casulla a San Ildefonso y a sus lados el escudo del cardenal Moscoso y Sandoval, pues sobre 1565 se terminó su parte exterior, con las trazas de Lázaro Goiti. Debajo el escudo del canónigo obrero.

Aquí vemos una grapa metálica, para sujetar el antiguo muro del que fue palacio templario en su asentamiento toledano. Para ello se ha tenido la sensibilidad, de dejarnos su impronta con la cruz de  ocho beatitudes, que fue usada por dicha orden, pues solo recibían ordenes del Papa.

Instantánea tomada desde la lejanía, referida al campanario barroco de la parroquia de San Andrés de Toledo, en cuyo fondo vemos uno de los bosques que circundan los alrededores de la ciudad.

Los rostros de los apóstoles San Pablo y Santiago el mayor, uno mirando a Cristo y el otro a la Virgen, intercediendo con su mirada por el alma del difunto Señor de Orgaz, pintados por el Greco en su obra magna.

Estampa del frontispicio de la Puerta de Bisagra. En este vemos el bello sobrerelieve del águila imperial de los Austrias. Me refiero al águila bicéfala, como legado hermético con respecto al arte de la alquimia, legado por el arquitecto Alonso de Covarrubias.

Placa conmemorativa del año 1619, la cual nos da noticias sobre las cofradías de San Miguel y San Bartolomé, referentes a la iglesia y al hospital de peregrinos. También nos enseña secretamente, que sobre este lugar se asentó la Orden del Temple, la cual era seguidora de esas dos deidades.

Desde el ábside hacia el este cardinal correspondiente a la catedral de Toledo, sobresale de su cuerpo superior y exteriormente, el camarín-linterna que ilumina interiormente su famoso Trasparente. Construido por el maestro Narciso Tomé y su equipo, se nos legó en su tejado barroco, la forma de una especie de esfinge, para recibir los primeros rayos solares al alba.

Esta antigua fuente tallada en granito, se encuentra como una reliquia en la Plaza del Seco. Comenzó a recibir el agua desde la Pozuela a partir de la última treintena del siglo XIX, dando agua a la vecindad de su zona. Dejó de funcionar en la década de llos años cincuenta del siglo XX.

Sobre la puerta septentrional de la parroquia de Santiago el Mayor, se encuentra adornada austeramente con una faja en ladrillo de estilo mudéjar, donde vemos sus arcos entrecruzados lobulados.

Aquí tenemos otros de los famosos sótanos, que dan sentido a esta ciudad mágica. Se refieren a las caballerizas de lo que fue el Palacio de la Duquesa de Arjona y por ellos se unía con el palacio del alquimista D. Enrique de Villena.

El pilar toral del transepto norte de la catedral de Toledo. En el vemos a santas, reinas y cardenales, siendo denominado como el «pilar de las sibilas».

La ansiada gamuza buscada por los héroes antiguos, o vellocino de oro, formando parte del escudo de la ciudad y colgando del famoso toisón o collar de los elegidos. Pertenece a la entrada interior del Puente de San Martín.

Proyectado sobre el Alcázar, observamos a un antiguo almuédano junto a una de las mezquitas toledanas, llamando a la oración con las palabras «adhan», que significa «oír».

Cuarterones bellamente tallados en sobrerelieve, en uno de los parteluces de la catedral toledana. En los dos superiores se observa una escena de caza, con podencos tras un ciervo y el la inferior la lucha entre dos centauros. Simboliza al centauro Quirón con gorro frigio, luchando contra el otro que significa el pecado.

En uno de los imafrontes interiores de las aulas que componen la Escuela de Artes y Oficios, se plasmó en sus comienzos y en material de terracota, el águila de una sola cabeza perteneciente al escudo de los Reyes Católicos, al encontrarse esta cercana al templo encargado por ellos, San Juan de los Reyes.

Sobre una de los accesos que daban paso en lo antiguo a la ciudad de Toledo, la denominada  Puerta del Sol, se encuentra tallado en piedra  calcárea blanca, la representación de tres momentos de nuestro santo patrón San Ildefonso. Uno es escribiendo sobre la virginidad de María, otro es rezando en su antigua catedral y el central es de la imposición de la casulla. Como testigos se encuentran el sol y la luna.

Fotografía donde apreciamos desde la altura, los dos primeros arcos de estilo gótico, que conforman el Puente de San Martín, desde el interior de la ciudad.

Lápida mortuoria entre las columnas de la catedral de Toledo. Pertenece al archipresbítero talaverano y toledano Sanchiz, que fue portador regio y capellán de Enrique IV de Castilla «el impotente». Murió este religioso en 1460.

Este es un fragmento del cuadro pintado por el Greco, representando a la Adoración de los Pastores. Escena por la que el pintor tenía gran predilección. Le pintó para que presidiera su capilla mortuoria y la de su familia, la cual se halló en tiempos en el Convento de Santo Domingo «el antiguo» de Toledo. Actualmente podemos ver esta obra en el Museo del Prado.

Impresionante vista de la ciudad de Toledo, desde una zona alta. En ella podemos apreciar los dos chapiteles del Ayuntamiento y entre su caserío, parte del edificio donde estuvo ubicada la Universidad de Santa Catalina, hoy dependencias del Seminario Menor, el cual vemos en su fondo y entremedias, la antigua Parroquia de San Andrés, con su torre, el cupulín de la Virgen de la Alegría y su espléndido ábside gótico, sobresaliendo de la misma.

Esta fotografía, describe bastante bien la contaminación que sufre nuestro río Tajo a su paso por Toledo, cuyos detritos se los debemos a la capital de España, Madrid y también a Aranjuez. Como ejemplo, en la instantánea vemos a un cormorán tratando se secarse las alas, las cuales están impregnadas de un  terrible espumarajo, que vemos envolviéndole a su alrededor.  Este cauce, que ya consiguió estar muerto desde hace tiempo en la curva toledana gracias también al trasvase Tajo-Segura. Desde entonces ha pasado de ser nuestro «río padre» a «cloaca putrefacta inmunda».

Aquí temenos una de las reliquias que guarda celosamente la ciudad de Toledo. Nos referimos al interior de una sinagoga hebraica, que se denominó como Templo Nuevo. Más tarde fue beaterio bajo la advocación de Santa María la Blanca. Ahora esta perfecta joya,  levantada hace más de ochocientos años, después de increíbles vicisitudes, ahora es visitada por personas del mundo entero.

Bellísima cerámica sobre baldosín, con la técnica de «cuerda seca» y con el «azul toledo». Dicha estampa, nos la podemos encontrar embellecido muchos patios toledanos y algunos de sus monumentos.

Esta es una de las angostas calles, que normalmente puedes encontrarte en el laberinto urbanístico que conforma el centro histórico de Toledo. Esta concretamente es la Calle de San Miguel, la cual concentra aún su ideosincrasia estructural musulmana.

En la faja que cubre el tímpano del pórtico del septentrión, de la santa iglesia catedral primada toledana, se observan dos cuarterones tallados, representando en el de la izquierda a San Isidoro de Sevilla bendiciendo a nuestro patrón San Ildefonso y en de la escena derecha, se ve al santo recibiendo inspiración divina por la paloma, siendo enseñado por San Eugenio de Toledo.

Esta águila que se encuentra en el interior de un cerco gótico isabelino, por sus bolas. Fue colocada en este lugar posiblemente en tiempos en que los Reyes Católicos,  tenían aquí los consejos de su corte, pues además de tener una sola cabeza y los símbolos identificativos de los mismos, como son el yugo y las flechas, aún no contiene ningún fruto en su escudo interior, pues estos estaban intentando entonces tomar la medina de Granada.

Esta es la exquisita lámpara de cristal de roca, que alumbra y da luz a la Capilla de la Virgen del Sagrario, en la catedral de Toledo.

Instantánea de uno de los detalles del Alcázar de Toledo. En ella observamos uno de los cubiletes que pertenecieron a la fortaleza de los Trastámara y junto a él, el torreón del lado sureste del Palacio Imperial de los Austrias.

Grisalla pintada por el Greco, en el interior de su obra cumbre «El Entierro del Señor de Orgaz», en ella contemplamos a Lázaro resucitado y a sus hermanas Marta  y María, con los ungüentos usados para el enterramiento de su hermano.

Fotografía que ya es imposible hacer, pues responde a la fuente renacentista que se encontraba en el parterre, cubierto de pensamientos, en la zona anterior al edificio del Ayuntamiento toledano.

Entrada principal entre renacentista y neoclásica, de manos de Alonso de Covarrubias, frente a la plaza del Ayuntamiento, perteneciente al Palacio Arzobispal de Toledo. En su parte alta vemos a dos ninfas emparejadas, sustentando el escudo del Cardenal Tavera, que la mandó construir.

En la misa que se ofrece por todos los santos en la capilla del Sagrario de la catedral toledana, en la semana siguiente de dicha festividad religiosa, se exhiben ante el altar algunas de la reliquias que dicho templo contiene en la Capilla del Ochavo. La que aquí vemos en el centro en concreto, se refiere a la mano de Santa Lucía, patrona de los ciegos.

Arcos entrecruzados, pertenecientes a la puerta mudéjar descubierta en el interior del Consistorio toledano.

El Pasadizo de Balaguer. Al encontrarse en sus dos lados algunas de las oficinas y departamentos del Ayuntamiento,  este creyó ser dueño de la propiedad del mismo y así poder cerrar sus puertas por la noche. Pero al tener el acceso por el mismo un vecino de Toledo, después de los pertinentes juicios y demandas, ganó el vecino a dicho estamento. Por ello sus puertas siempre se encuentran abiertas.

Yesería original a la izquierda del muro del hekal de la sinagoga de Samuel Ha-Leví Abulafia, con el escudo frontal del rey D. Pedro I y los castillos de la familia de Samuel. Sus letras hebreas nos dicen: «Samuel Ha-Leví, hombre justo, constructor de su casa y morada, levantó otra de oración para invocar el nombre de Dios». A su lado, su copia exacta vaciada en escayola, llevada a cabo por Sebastián Aguado y Pablo Sánchez, el año 1907.

Entre tejados, vemos la armadura  metálica que sustenta las campanas que dan las horas en el reloj que hay encima de la Capilla del Cristo de la Sangre, cuyas manillas se encuentran frente a la Plaza de Zocodover.

Tintero en cerámica del canónigo de Toledo Pedro Sánchez de Lunar. Por el escudo central, el mismo debió de estar entre las filas de la Santa Inquisición.

 Pequeño cuadro con una vista de la ciudad de Toledo, pintada por uno de los pintores contemporáneos más grandes que ha dado este país, Ignacio Zuloaga.

Bellísima piedad de cincuenta y siete centímetros de altura, modelada por el profesor de la Escuela de Artes y Oficios, Cecilio Béjar y estofada al negro y oro.

Grupo flamenco, ensayando sus bailes, la noche del 30º aniversario en que Toledo fue declarada Patrimonio de la Humanidad,. Se encuentra delante de las antiguas escribanías del Ayuntamiento de Toledo, el cual se refleja en parte en el moderno pilón o estanque, que dicen representar al río Tajo.

Uno de los antiguos baúles de viaje, para guardar las ropas. Debió de pertenecer a algún personaje importante y ahora forma parte de la colección del Museo de Santa Cruz.

En esta instantánea, observamos el alto cimborrio en estilo gótico flamígero que preside el crucero del Convento de San Juan de los Reyes. Entre sus pinjantes vemos el yugo y las flechas de los Reyes Católicos.

Este es uno de los pináculos trabajados en terracota, al cual le falta una de sus piezas centrales. Este fue salvado de ser destruido, gracias  a la sensibilidad de algunas personas. Coronaba originalmente uno de los imafrontes de la Escuela de Artes y Oficios toledana.

Dos escenas, una diurna y otra nocturna, con el ángel de Alcázar, que fue colocado en 1961, entregando su espada a las estrellas, obra de Juan de Ávalos. Al fondo el propio edificio.

Restos de dos tinajas musulmanas toledanas, encontrados entre el echadizo de los rodaderos que se encuentran cerca de la central hidroeléctrica de Santa Ana. En ellos se observan las delicadas letras de caligrafía cúfica, donde se alaba a Alláh.

Fotografía en la que vemos la muralla interior de Toledo, que corresponde con el denominado Muro Azor, por los adarves que hasta él concurrían. Sobre este, los Conventos de Santo Domingo «el real», Comendadoras de Santiago y Carmelitas Descalzos. En su lado izquierdo se observa una parte del muro más moderna. Esto es debido a su derrumbe al final de la decada de los años cincuenta.

Precioso jarrón  de cerámica,  diseñado según la técnica de «cuerda seca». Salió de las manos del famoso ceramista Sebastián Aguado. Este es un ejemplo vivo, de la mejor cerámica toledana.

Este arco aparecido en la Calle del Ángel, en plena Judería Grande, nos deja una incógnita, pues parece una especie de alacena, donde se podían guardar la menorah y los panes ácimos o quizás sea la entrada a alguno de los escondidos sótanos, que aún están por descubrir.

He aquí, a uno de los últimos carpinteros artesanos, que aún trabajan en su taller, el cual se encuentra entre las calles de Toledo. Su nombre es Luis Galán, al cual vemos colocando una viga de madera, para ser trabajada por el mismo.

Perspectiva toledana, donde apreciamos dos chapiteles. El más cercano a nosotros, pertenece al cupulín del Hospital de Santa Cruz y el alejado, frente a él, al torreón noreste del Alcázar.

Uno de los extraodinarios capiteles simulados, que conforman cada uno de los trentaidos pilares, que sustentan los muros y techos de la Sinagoga Mayor, después beaterio de  Sta. Mª. la Blanca. Al igual que la Cábala en lo que están basados, para enseñanza del Árbol de los Sefirot. La luz que le da desde debajo, le hace tener una perspectiva diferente, como si un misterio le abrazara.

Escena nocturna donde observamos al Castillo de San Servando, al otro lado del río Tajo. Si este hablara, nos contaría la cantidad de incursiones de que ha sido objeto, a lo largo de su historia. Ahora está en paz.

Bellísimo relieve en gótico, perteneciente al interior del claustro de San Juan de los Reyes, observamos a dos hermosos niños gemelos entre ramas, cuyas figuras  determinan al Géminis. Doble figura que simboliza a los Dioscuros Cástor y Pólxs, siendo el tercer signo del Zodíaco y perteneciendo al elemento aire, refiriéndose a la conciencia concreta.

Cerámica con la que está revisto el cierre del arco, de una de las ventanas de la Escuela de Artes y Oficios. En ella se observa,  una complicada filigrana con la que se desarrolla la larga filacteria que embellece su escudo central, cuyo contenido es el águila imperial de dos cabezas.

Antiguo yamur restaurado, perteneciente a la salida del agua en el centro de un ataifor o fuente, para dar frescor en  verano. Está fabricado en cerámica verde toledana y representa con sus cuatro bolas a los cuatro principios de la naturaleza, como son agua, tierra, viento y fuego.

La Ascensión de la Virgen María a los Cielos, una de las primeras obras de Doménico Theotocópulis, el Greco, llevadas a cabo en Toledo. La acompañan San Juan Bautista y San Juan Evangelista, así como dos santos de diferentes órdenes. Se encuentran en el Convento de Santo Domingo «el antiguo».

Dos instantes únicos, resueltos en pocos minutos, donde observamos la auténtica belleza mágica, de una ciudad que por dicho motivo y por otros aún más profundos, es Patrimonio de la Humanidad, Toledo.

Hueco de una de las cisternas de la Sinagoga de Samuel Ha-leví o del Tránsito, por el que entraba el agua a la misma. Dicho líquido era usado en algún baño contiguo o mikvá, para purificarse antes de entrar en la sala de oración.

Antigua entrada de las aguas del rio Tajo, a los Molinos de San Servando. Al no tener ya utilidad, se ha hecho un muro en ella para que el agua se encamine hacia la presa adjunta del Artificio. Si no fuera por este dique, entre las sequías y los transvases, dicha presa estaría siempre seca.

Misericordia  tallada en la sillería baja del Coro de la Catedral de Toledo. Se refiere a la lucha entre el terrible basilisco y la comadreja, único animal que podía enfrentarse a él, venciéndole con su olor, aunque muriendo también.

Vista desde el Paseo del Miradero, hacia la antigua Alhóndiga y al arrabal de la Antequeruela, guardado por su lienzo de muralla, cuya entrada se encuentra en la Puerta de Bisagra.

Instantánea donde observamos los cazos de la segunda maqueta, fabricada por Juan Luis Peces Ventas, para determinar la maquinaria y utensilios, que pudo usar Juanelo Turriano, para construir su famoso artificio.

Arcos de tipo árabe, los cuales sustentan una de las nueve bóvedas que conforman los techos de la mezquita medieval del Solarejo o de Tornerías.

Composición sobre el dibujo del alzado de la Santa Iglesia Catedral Primada de Toledo, donde se demuestra la proporción áurea, cuyo resultado armónico es el número de oro, con respecto a la división de las bases de su nave central y las naves laterales, que al  proyectarse en continuo hacia las naves exteriores, dan el mismo resultado. Sus números inversos, nos dan los mismos decimales. Lo que demuestra el carácter estético por extraordinario, de dicho templo.

Estos falsos arcos, por aproximación de hiladas de ladrillos en estilo mudéjar, están repartidos por algunas de las antiguas escaleras de algunos de los monumentos toledanos. Estos en concreto pertenecen al torreón del Baño de la Cava.

Pintura donde se representa al cardenal Rodrigo Jiménez de Rada, que comenzó la catedral en estilo gótico, poniendo las primeras piedras junto al rey Fernando III en 1226. Se encuentra en la Sala Capitular de verano de estilo cisneriano de comienzos del siglo XVI, cuyas pinturas fueron ejecutadas al fresco por Juan de Borgoña y su equipo.

Pasillo en las murallas toledanas de tipo musulmán, que cierran el adarve de Alcántara. Por ello vemos delante la parte alta del torreón del puente del mismo nombre y enfrente, al otro lado del río, la Academia de Infantería.

Un pequeño alambique de cobre, el cual se debió de usar alguna vez en Toledo para destilar y ahora al ser restaurado, le vemos como si fuese nuevo.

El escudo del rey Dº Pedro I «el cruel», entre los atauriques de la Sinagoga del Tránsito, entre las piñas de la inmortalidad y frases del Corán, en árabe cúfico.

Vista aérea de parte del conjunto de la ermita de la Virgen de la Bastida, con su iglesia y campanario y en su patio la entrada a la cueva eremítica donde rezaba la beata Mariana de Jesús.

Estas son las nubes de una tarde otoñal, vistas ahora en nuestro tiempo. Las mismas debió de verlas el pintor el Greco, para plasmarlas en sus modernísimos cuadros religiosos.

Sobrerelieve tallado en mármol en el claustro de la catedral de Toledo. Perteneció a la anterior Capilla de los Trastámara, en los dos últimos tramos de los pies del templo, en su interior. La escena representa la «degollación de los inocentes», la cual hace referencia a una de las operaciones de la Gran Obra, con respecto al mercurio filosófico.

Entre el abigarrado caserio toledano, aún se pueden observar antiguos edificios, como por ejemplo las ventanas de un antiguo palacete.

Tipo de cerámica toledana muy especial, trabajada con el método de la «cuerda seca», los entrecruzamientos de sus nudos en color blanco, se parece a otros existentes en ciertas partes del país, como por ejemplo la Alhambra de Granada.

Aquí tenemos una perspectiva desde el aire de la Sinagoga de Samuel Ha-leví, después iglesia privada de la orden de Calatrava dedicada a la Virgen del Tránsito, de ahí que se vea aún la espadaña en su entrada.

Precioso ataurique perteneciente a la «sala de mujeres» de la Sinagoga del Tránsito. En él vemos las bandas escritas en hebreo y entre las filacterias vacías, una frase coránica.

Aquí observamos el embrujo de la noche toledana. Entre sombras surge el Alcázar Imperial y como testigo, por encima, la Luna observa este grandioso espectáculo.

La «loca» de la bulliciosa procesión y misa de los locos, que se festejaba el día de los Santos Inocentes. Se encuentra tallada desnuda en la catedral de Toledo, teniendo entre sus manos las verduras malolientes, para arrojárselas al público que la mira. Dicha fiesta ya fue censurada en el IV Concilio de Toledo, en tiempos visigodos.

Otra vista más, de las muchas que podemos observar desde lejos, de la ciudad como sueño medieval que es Toledo. De frente la antigua judería, con el Cerro de la Vírgen de Gracia, la Caba Alta y Baja, el segundo pabellón de la Escuela de Artes y tras los cipreses de la derecha,  la escondida Sinagoga Mayor de dicho barrio.

Uno de los capiteles de tipo califal, tallado con la técnica de «nido  de Abeja», después de ser recuperado y restaurado, para deleite de nuestros sentidos.

Las altas ventanas con celosías mudéjares, que dan  la luz matizada del mediodía al interior de la Sinagoga del Tránsito, en la judería de Toledo. Estas fueron repuestas y restauradas por la familia de vaciadores escayolistas Gabriel Sánchez Parra e hijo, profesores de la Escuela de Artes y Oficios.

Un antiguo y preciso modelo de escayola mudéjar toledano, preparado en su tiempo para ser usado, en la restauración y adorno de muchos de los templos toledanos de las tres religiones.

Cerrando y adornando los muros, de lo que fueron la casa y taller del Greco durante algún tiempo, vemos su bellísimo alero mudéjar, de pecho paloma con doble arco.

Al fondo, entre el trabado caserío toledano, se levanta altiva la más alta torre mudéjar de la ciudad, San Miguel «el alto», antiguo alminar musulmán, dominando lo que ahora se denomina como Barrio de los Templarios.

Todavía quedan restos, de la última contienda civil española, la de 1936, aquella maldita guerra. Este era un nido de ametralladora en la esquina del Hospital de Santa Cruz, para disparar desde él  al Alcázar, que se encuentra enfrente, pero los de dicho edificio, tampoco se quedaban a la zaga, viendo los huecos de los balazos, sobre el duro granito.

En el convento de Santo Domingo el antiguo, se encuentra su magnífico retablo, cuyos cuadros son los primeros del Greco en la ciudad de Toledo, sobre 1579. En su ático vemos a la Trinidad, más la «Compassio Patris», pues aquí se encuentra el Padre, Jesús y la paloma, siendo el padre el que recoge a Cristo. Dicha obre es una copia de Seisdedos y el original se encuentra en el Museo del Prado.

Fotografía tomada desde el exterior del claustro de la catedral toledana. Desde ella observamos su nave central, las viviendas de los empleados en la zona alta y entre los arcos góticos bajos y sus contrafuertes, vemos entre los arrayanes a un ciprés que trata de ganar el cielo, simulando ser un pináculo.

Bello ataurique, donde se observa aún parte de su policromía, pese haber pasado más de seiscientos sesenta años de su decoración. En el detalle vemos los castillos del ministro Samuel Leví, que lo fue de Pedro I «el cruel» y el escudo de este como rey de Castilla y  León, en la Sinagoga del Tránsito.

El espectáculo está servido, la magia de la noche toledana, nos adentra en los misterios que envuelven sus extraordinarios edificios. Este en concreto puede tener una antiguedad de ochocientos años y ahí se encuentra, enseñandonos aún la voluntad de sus constructores, cuya originalidad y maestría nos conducen a un mundo de paz y sosiego, lejos de los problemas del mundo. Sinagoga Mayor, después beaterio de Santa Mª la Blanca.

En la hagadá que recorre la cerca exterior del espectacular Coro de la Catedral de Toledo, se encuentra tallada esta escena del libro del Génesis, donde el ángel despide por la puerta del paraíso terrenal, a nuestros primeros padres Eva y Adán, que avergonzados se tapan sus partes íntimas.

Tras la moderna puerta de estilo visigodo, que se abre en una de las corachas que vajan al río Tajo, vemos el torreón del Baño de la Cava.

Arcos lobulados que forman parte del triforio de la catedral de Toledo, en el brazo sur del crucero.  Las cabezas  representan a las personas de su tiempo, cuando estas pagaban un diezmo para ayudar a su construcción.

Entre el caserío toledano, vemos ascender el edificio que contuvo la antigua universidad toledana de Santa Catalina. Hoy pertenece al  Seminario Menor.

Tribuna muy trabajada, sobre uno de los pilares torales del interior del templo de San Juan de los Reyes, la cual enriquece sobremanera su interior. Además de sus balaustradas góticas en lo alto, debajo observamos las letras iniciales de los nombres de dichos reyes, Isabel y Fernando.

Parte de uno de los conductos abovedados, por donde discurría el agua que llenaban los cazos de la noria base, del famoso artificio de Juanelo Turriano.

Precioso capitel pegado a la pared sur, perteneciente a la Sinagoga Mayor de Toledoth o de Santa María la Blanca. Su delicadeza nos fascina, pues entre sus adornos vemos espirales logarítmicas formadas por ramos y sustentadas por una especie de frutos. Debajo sus famosas «mazorcas», las cuales parecen torres, faltando una de ellas.

Bóveda gótica cuatripartita, que termina el transepto septentrional de la Catedral de Toledo. Además de sus tribunas, observamos su rosetón y los ventanales que le acompañan a sus lados, dando una espléndida luz al interior del templo.

Interior de una antigua sinagoga particular, bajo los cimientos  de una casa en lo que fue la Judería Grande. Esta se encontraba en la calle de las Bulas, cerca de la casa de los Golondrinos.

Preciosa cerámica en la portería de la Escuela de Artes y Oficios. En ella se ve al águila bicéfala en color azul sobre dorado, donde dice Arte e Industria, con referencia a lo que se enseñaba dentro de ella.

Un detalle entre cipreses, en el que vemos al ángel del alcázar, levantando la espada laureada de una guerra terrible, que se llevó por delante a muchas personas inocentes. Esperemos que la paz sea definitiva, es decir, para siempre.

Sobre una columna romana, observamos un antiguo cimacio visigodo, que sirve de capitel a un arco mudéjar en ladrillo. Esto solo puede verse en la ciudad de Toledo, concretamente en la iglesia latina de San Andrés.

Por encima de la Carretera de Circunvalación, todavía podemos disfrutar de uno de los estribos hispano-romanos, de lo que fue el primer acueducto de traída de aguas al Toletum de hace dos mil años.

Aquí tenemos la lápida de un enterramiento mudéjar, cuya inscripción dice que perteneció al caballero Alfonso Pérez, el cual murió en 1306. Se halla dicha tumba en la iglesia de San Andrés.

Desde la ciudad de Toledo, hacia sus afueras, observamos el mítico Cerro del Bú, donde dicen los arqueólogos que estuvo el primer asentamiento de seres humanos de los contornos, antes de la Edad del Bronce. Dicho enclave fue tallado por el Arroyo de la Degollada en dos de sus lados y por el río Tajo frontalmente.

Una de las pilas bautismales talladas en piedra y gallonada, del siglo XVI. Pertenece como otras muchas parecidas, a una de las iglesias cristianas, de las muchas que tiene esta ciudad de Toledo.

Entre los cuarterones tallados en el siglo XIII, que se encuentran formando parte del parteluz del pórtico del septentrión, en la catedral toledana, observamos al héroe matando al monstruo o león, referencia simbólica de matar sus pasiones o encuentro con la materia prima alquímica. En el siguiente, el viejo alquimista entregando sus saberes al neófito, para la consecución de la piedra filosofal, cuya referencia es la flor de lis.

Cúpula barroca, que asoma sobre los tejados de la Iglesia de San Andrés y que cierra la capilla del mismo estilo interior, la cual guarda a la Virgen de la Paz.

Documento escrito en castellano antiguo. En el se alude a personajes bíblicos, entre los que se encuentran Noé y Saúl. También se refieren a dos reyes de Israel, como David y Salomón. Fue hallado en una cata arqueológica, practicada en una casa toledana.

Aquí tenemos parte del ábside de la iglesia escondida de Santa Fe. En ella se observa el más puro y austero estilo mudéjar, que contiene como tesoro propio esta ciudad de Toledo.

Esta fidedigna copia de la Dama de Elche, la podemos ver en uno de los pasill0s que dan acceso, al patio principal cubierto del Ayuntamiento de Toledo.

Aquí observamos los cruceros de dos de las tres Cruces del Pelícano, que aún conserva nuestra ciudad. La más visible sobre la portería de San Juan de los Reyes y la más escondida,  encontrándose en una de las capillas de la iglesia del Monasterio Cisterciense de Ntra. Sra. de Monte Sión, en la finca de San Bernardo.

Sobre la fotografía anterior, atraemos sus cruceros hacia nosotros, para observar la diferencia de tallado entre ellos. A la derecha vemos vides con sus frutos y las uvas de donde se obtiene el vino, referido a la Sangre de Cristo y en cuyo centro se encuentra el  nido de un pelícano, símbolo del Santo Grial. En la izquierda las formas plateadas que se forman en el matraz, en la búsqueda del oro filosofal, representado aquí por el sol central.
Sobre una de las bóvedas laterales en el alzado del crucero de la catedral toledana, observamos un pasillo a modo de triforio, el cual da paso a una tribuna sobrevolada, que fue construida en tiempos de los Reyes Católicos, para que estos pudieran escuchar la Santa Misa desde la misma sin ser molestados.
Bellísimo círculo central, del mosaico hispano-romano, que perteneció a una de las casas de recreo de algún importante personaje de dicha civilización, encontrado a la orilla del río Tajo, muy cerca de la actual presa de Azúmel, que perteneció a la antigua Fábrica de Armas de Toledo. En él se ven gran variedad de peces y crustáceos, los cuales quizás formaban parte entonces de la fauna del río o estaba dedicado a la importación de estos.
Sobrerelieve corrido, en una de las balconadas que conforman el monumento al ángel del alcázar, de manos de Juan de Ávalos, inaugurado en 1960.
Capitel en el parteluz del Pórtico del Septentrión, de la catedral toledana. En el se observa al basilisco  y  al dragón, los cuales se encuentran a los pies de la virgen, por ello en los Salmos bíblicos 90-12, se dice «pisarás con tu pie al basilisco y al dragón».
Desde esta instantánea, observamos el ábside y crucero de la iglesia de San Miguel «el alto», restaura en estilo barroco. A un  lado, se ve el campanario mudéjar de su torre. Este templo fue usado por la Orden del Temple en sus mejores tiempos, pues este era el santo primordial de los mismos.
Sugerente estampa, pues tras un arco de herradura, observamos un cielo raso construido en yeso y conformado por colgantes prismas yuxtapuestos. Son los mocárabes de tipo almohade, que sugieren las vistas del paraíso. Pese a su trascendencia islámica, se encuentran en estos, embelleciendo la iglesia latina de San Andrés.
Buena imagen del Castillo de San Servando, desde el interior de la ciudad de Toledo. Mucho más atractiva sería la vista del mismo, si no se hubieran plantado pinos de este tipo, pues al pasar de los años y crecer, le dejan a medio ver.
Espectacular imagen de dos profetas, cuyas filacterias definen el pan bíblico en el viejo testamento, lo que luego será el pan eucarístico en el nuevo, mientras un ángel sentado entre nubes, los mira perplejos. Se encuentran los mismos, en el famoso Transparente catedralicio, obra de Narciso Tomé y su equipo.
Una de las tradicionales esquinas de tipo andalusí-cordobés por sus arcos superiores, aunque muy toledano, de la milenaria Mezquita del Cristo de la Luz, de Valmardón o de Ibn Hadidi.
Conjunto de utensilios antiguos de cerámica, loza y barro vidriado, de diferentes épocas, recogidos para su estudio en diferentes casas del centro histórico de Toledo.
Perspectiva de los alrededores de Toledo, donde el Puente de la Degollada, que se eleva sobre dicho arroyo. Como testigos la balconada de un cigarral, en cuyo centro se encuentra levantada una antigua torre o trasformador eléctrico, en estilo mudéjar.

En la preciosa techumbre tallada en madrera de alerce, que pertenece a la Sinagoga de Samuel Ha-leví, vemos letras cúficas árabes, alabando a Alláh. Dicho tema parece imposible, en la zona del oriente del mundo.

La estatua de una mujer arrodillada, con un ramo de laurel entre su brazo izquierdo, para confeccionar una corona laureada. Es obra de Juan de Ávalos, para el Alcázar de Toledo.

Otra de las maravillosas vidrieras catedralicias de su nave mayor, llena de santos y cardenales, que además de decorar con sus colores, dan una gran luminosidad al interior de este rico templo.

Entre el paisaje que conforman olivares y pinos piñoneros, surgiendo entre ellos una residencia, donde conviven los distintos cuerpos militares que sirven en la Academia Militar de Toledo.

Curiosa cerámica, que cubre el techo de la portería de la Escuela de Artes y Oficios, acompañada por bellos arcos rectos lobulados, delimitados por pinjantes en color verde oscuro.

Puerta renacentista, con la virgen en su hornacina, la cual da entrada al patio de la parroquia de San Cipriano.  A su lado el trampantojo de color rojo, simulando ladrillos y  cubriendo su torre.

Uno de los muchos arcos mudéjares, con su alta y estrecha ventana, para dar una luz difusa, en el interior de un templo toledano.

Sobre un muro, un arco abierto donde se exhibe un gran cuadro de cerámica, con la Inmaculada Concepción, patrona de la Infantería o Ejército de Tierra. Este patronazgo es debido al «Milagro de Empel», ocurrido en 1585 en Flandes. Debajo la fecha de 1893 cuando fue disuelta la Academia General Militar, y como homenaje a la virgen y el año 1904, que fue cuando se colocó esta cerámica.

Bajo la corona del rey visigodo Suintila, que reinó Hispania entre los años 621 al 631, se observan las letras con su nombre y su ofrecimiento al tesoro mítico de dichos reyes. Este consiguió unificar a todos los reinos de la península ibérica. Dicha corona desapareció en 1921 y ha vuelto aparecer el año 2015, aunque dicen que esta última es falsa.

Tumba de tipo rupestre, que se encuentra formando parte de los grandes canchos, del conjunto de la «Piedra del rey Moro». Por las hendiduras de sus lados, se observa que se cerraba con una gran losa.

Esta es la triste cara, de la imagen del famoso Cristo de la Vega, que se encuentra en la basílica de Santa Leocadia «de abajo», extramuros de la ciudad de Toledo.

Frente a nosotros, vemos el Cigarral denominado de Infantes. Este se encuentra en un alto cerro, al lado de la Academia de Infantería.

Escudo del canónigo catedralicio Dº Calos Venero y Leyba. Este reconstruyó la Iglesia latina de San Cipriano, de nuevo desde sus cimientos, a comienzos del siglo XVII.

Arco romano, con una gran luz, perteneciente al Puente de Alcántara en Toledo. Por él pasa el que entonces fuera un río impetuoso como el Tajo. Ahora, y gracias a los trasvases hacia levante, solo trae en sus aguas, todo el detritus de Madrid y alrededores, quedando como un pobre cloaca.

Extraordinaria cerámica, debida a las manos del maestro Vicente Quismondo, en cuya representación vemos a un angelote, el cual lee una partitura de música, encontrándose sentado sobre un cuerno de la abundancia.

Aquí vemos los restos de un sótano, en la Judería Grande de Toledoth. En él se encontraba uno de los baños rituales, de los varios que disponían sus barrios.

Media imagen bastante deteriorada, pese a encontrarse bajo una venera, perteneciente a San Cipriano. Se halla esta a la entrada de su iglesia.

Vista aérea del Alcázar de Toledo o Palacio Imperial de los Austria. En ella observamos en su cara norte, las obras para albergar al Museo del Ejército.

La belleza del estilo mudéjar toledano, no nos deja impasibles, pues se asemeja con sus arcos lobulados, a los pliegues del alma, el cual va en busca de la luz verdadera, dada en este caso por las sugerentes celosías en las escayolas sabiamente talladas en su ventana.

Extraordinarios arcosolios con arcos góticos de medio punto y conopiales, floridos y apuntados, que se encuentran sobre las tumbas-sarcófagos del crucero o capilla de la Epifanía de la iglesia latina de San Andrés. Fueron construidos sobre 1504, por mandato del embajador de los Reyes Católicos, Francisco de Rojas, caballero de la Orden de Calatrava, para enterramiento de sus ancestros y herederos. Fueron ejecutados por los hermanos Antón y Enrique Egas.

La rosa o rosetón vidriado, que se encuentra en el transepto o brazo sur del crucero, en la catedral de Toledo. Este ilumina el mediodía del templo, con su tamizada luz y con sus dieciseis lucernarios, nos está definiendo al templo del futuro.

Este conjunto de piedras caballeras, que se encuentran formando parte de la «Piedra del Rey Moro». Por su figura es por lo que se le da nombre al conjunto, pues como leyenda, representa la cabeza del rey de la taifa toledana Al-Kadir, nieto del gran rey Almamún, que entregó Tulaytula por capitulación al rey cristiano Alfonso VI, el año 1085, a cambio de la taifa de Valencia. Dicen ser la cabeza de este al volverse para mirar por última vez, esta ciudad, joya inexpugnable y única, Toledo.

Instantánea donde podemos observar la tercera «Cruz del Pelícano», que se halla en lo alto del ábside gótico isabelino de la iglesia latina de San Andrés, antes capilla de la Epifanía. Se adorna con «x», conducentes a su numerología y por encima, dicho animal dando su sangre a sus propios hijos.

Uno de los ábsides exteriores, que reflejan el arte más característico de esta ciudad de Toledo, el mudéjar. Pertenece a la antigua basílica de Santa Leocadia «de abajo», cementerio de los canónigos en los siglos pasados y hoy ermita del famoso Cristo de la Vega.

Antiguo conjunto compuesto por baldosines de cerámica, del año 1604, recordando que la ermita de la Virgen del Valle, se reedificó en esa época por limosnas, gracias  a algunos personajes que se nombran en él, así como los reales que estos pusieron, hasta ser completada su totalidad  por los hermanos de dicha cofradía.

Tras la chimenea y el ciprés, llegamos a reconocer el campanario mudéjar de la torre de Santo Tomé y a su lado a lo lejos, el alcuzón o aguja de la torre de la catedral toledana.

Magnífica yesería de últimos del siglo XIV o primeros del XV, ejecutada a mano sobre la propia escayola. Pertenece esta magnífica pieza al palacete que usó la familia de judios conversos, denominada de los Fusillos, los cuales vivían en la Judería Chica de Toledoth.

En estas fotografías, se observan un antes y un después, del único arco en pie, de lo que fue la mezquita que se encontraba sobre la mítica Cueva de Hércules, es decir, una de las cisternas hispanorromanas. En este caso, estas abastecían como se está comprobando, las extensas termas de la ciudad de Toletum.

Estuco muy curioso, que se encuentra en una de las iglesias de Toledo. Su representación se refiere a un girasol mirando al sol. Con sus ocho pétalos y su círculo central, simboliza a nuestro propio sol interior, repleto de semillas las cuales debemos proyectar hacia el mundo exterior sin egoísmos, cuestión harto difícil en los tiempos que corren.

Uno de los altos torreones, perteneciente a uno de los muchos conventos que atesora la ciudad de Toledo. Además de las vistas de sus alrededores, servían principalmente para secar la ropa del mismo.

En la entrada o zaguán del palacete usado por la familia judeoconversa de los Fusillos, y para disimular su conversión y estar a bien con los cristianos y vivir tranquilos para no marcharse de Toledo, escribieron sobre su banda epigráfica «Reina del Cielo», refiriéndose lógicamente  a la Virgen.

Otra perspectiva entre calles, de la inmensa torre norte de la catedral toledana, la tiene una altura aproximada de noventa metros.

Otra de las ricas yeserías trabajadas «in situ», que se encuentra en uno de los palacios que compusieron la Judería Chica del Toledoth hebreo. Este en concreto perteneció a la familia con el nuevo apellido de La Fuente, pues esta se tuvo que cristianizar por el Edicto de Expulsión, haciéndose judeoconversos.

En una de las esquinas del Palacio Arzobispal, junto al Arco de Palacio, se observan unos arcos de diferentes estilos mudéjares, conformados en su restauración y simulando su viejo estilo.

Aquí presentamos el viejo busto de San Cipriano y al observar  su rostro, vemos que le faltan los ojos, sin saber cuándo le fueron extirpados, quizás en alguna guerra.

Impresionante vista nocturnal de uno de los torreones del Alcázar o Palacio Imperial, denominado de «Capuchinos», por estar pegado al desaparecido convento de dichos monjes.

Preciosa águila bicéfala en cerámica, que se encuentra en el museo de la Escuela de Artes y Oficios y fue confeccionada por Ludovicus Arribas, en el año 1917, teniendo más de un siglo de antigüedad.

Delicada tracería mudéjar, tanto en el arco como en el alfiz e intradós, en una bella y típica ventana las cuales esconden los patios de Toledo. Entre sus adornados atauriques, adivinamos la presencia de una «higa toledana».

Alegoría de la justicia coronada y de su fuerza, pintada al fresco por José Vera, en el techo de la Sala Capitular del Ayuntamiento de Toledo.

He aquí una de las muchas perspectivas, de los altos del convento-monasterio de San Juan de los Reyes, sobresaliendo de los tejados de la capital toledana, donde se alzan los impresionantes elementos que componen dicho edificio,  como son el cimborrio-corona, la nave-catafalco y los pináculos-veleros, que experimentó el arquitecto Juan Guas.

Placas en granito grabadas, que se encuentran al exterior del Consistorio de Toledo. Una se refiere a su terminación en tiempos de Felipe III y la otra a su corregidor Francisco de Villacisneros, en el año 1612.

Otra nueva perspectiva sobre el entramado de los tejados de Toledo. En ella vemos el desacralizado templo de San Marcos, el torreón del Ayuntamiento y las torres y cúpula de San Ildefonso o San Juan de los Jesuitas.

Otro de las muchas estancias, que se encuentran por debajo de las calles toledanas. Esta se refiere a parte de un baño musulmán o hamán, muy cercano a donde se encontraba el muro de la quibla la mezquita mayor de Tulaytula.

Detalle de una preciosa estrella octogonal, que determina un hueco gallonado con la misma figura, encontrándose acogida entre almucárabes o figuras estalactíticas. Corresponde a uno de los muchos techos toledanos, trabajados en escayola, sobre los siglos XIV y XV.

Desde los altos de Toledo, se observa una bella vista frontal de la iglesia de San Nicolás de Bari, a su lado su muy esbelta torre barroca y la derecha los torreones del Alcázar.

Diferentes estilos eclécticos, son los que forman la maravillosa euritmia de los templos de Toledo, haciéndoles joyas únicas. Aquí vemos un cimacio islámico, sobre el que se asienta un capitel visigodo, que da apoyo a un arco mudéjar. A un lado una pintura al fresco renacentista y al otro un balaustre barroco. Se puede dar más.

Estos son unos de los muchos sótanos que esconde esta ciudad de Toledo y la dan un aire de misterio. Pertenecen a lo que fue Casa-Museo del Greco, antes de ser restaurados, de ahí sus rejas.

Busto de la imagen de la Inmaculada Concepción, en el Ayuntamiento de Toledo. Se colocó aquí en su capilla, en el año 1617, tras el juramento hecho por el pleno sobre su virginidad.

Instantánea con la galería alta del claustro principal del Hospital de la Santa Cruz, con trazas del arquitecto renacentista Alonso de Covarrubias. Por encima, sobresale el Alcázar de Toledo.

Curioso empalme medieval con un capitel de piedra caliza gótico isabelino, para enlazar y sujetar una fina columna octogonal de granito gris y así poder sustentar los pisos superiores. Se puede observar dicha extravagancia, aunque muy eficaz, en la casa-palacio de los Fusillos, conversos tras el Edicto de Expulsión de los judíos de las tierras de Hispania.

Este es el pozo de estilo clasicista en granito gris, que se encuentra en el Patio del Tesorero de la catedral toledana.

Aquí presentamos el «Libro de Oro» o «de Firmas», donde depositan sus comentarios y rúbricas, todas las personalidades en los  diferentes campos de la política, la cultura, el deporte y otras ramas del saber, que han visitado el Ayuntamiento y la ciudad que le contiene, Toledo.

Bendita mirada sobre el atardecer toledano, cuando el sol la ilumina con sus dorados rayos y la  tormentosa tarde se viene encima por el otro lado de la ciudad.

Columnas, arcos y bóvedas góticas con sus nervios y pinjantes, trabajados en piedra calcárea blanca, con inscripción en latín, mandados construir por la familia Rojas, en la iglesia de San Andrés.

Terminación de la escalera del torreón del reloj, en la antigua Fábrica de Armas y hoy Universidad de nuestra región, cuya interesante cúpula, se encuentra tejada a la manera de las escamas de un pez en cerámica, como los cimborrios de algunas catedrales españolas del noroeste.

Sobrerelieve tallado en la faja del arco de entrada, en la puerta norte de la Catedral de Toledo. Figuras de dragones entre la frondosa arboleda de un bosque mágico, en el que estaba prohibido entrar por su secretismo, según las creencias de la baja edad media hispana. Son la representación alquímica de la vida y la muerte, por eso están enfrentados, a punto de devorarse entre sí. por las materias que representan.

La mano abierta en este caso, de la estatua del Sagrado Corazón de Jesús, el cual implora la energía del Padre (Cosmos), para impartirla con su Madre (Tierra) y por extensión, lo que se encuentra en ella.

Doble ventana de tipo islámico, geminada y con alfiz, antes de la restauración de la misma. Se encuentra en el muro de la quibla, en la pequeña Mezquita de Tornerías, de Toledo.

La estatua de la mítica Minerva romana o Atenea griega, hija de Júpiter, con su reflejo solar. Como patrona de los artesanos,  se encuentra presidiendo el jardín de la Escuela de Artes y Oficios de Toledo.

Parte de una preciosa yesería mudéjar, de finales del siglo XIV, perteneciente a la casa de los Fusillos, familia judeoconversa, que vivió en lo que fue Judería Chica o de los negocios.

Bella fotografía en el atardecer otoñal toledano, con el Alcázar como protagonista, pero al mismo tiempo afeada, por la cantidad de antenas de televisión que atrapan nuestra vista. Si existe ya la fibra óptica como solución a este problema, ¿porqué no dejan de existir estas?

Cuadro del insigne por único pintor de Toledo, Doménico Greco. En él, observamos la captación del alma del personaje, que está plasmando en el lienzo, pues se refiere al Inquisidor General de España y Cardenal Primado de Toledo, Juan Pardo Tavera, el cual falleció en 1545 y fijándose en su mascarilla mortuoria, el artista le pintó en 1610, nada menos que 65 años después.

Columnas y hueco vacio para la estatua pertinente, en estilo neoclásico, los cuales se encuentran en una de las esquinas exteriores, en el edificio del consistorio toledano, bajo trazas de Jorge Manuel Theotocópulis.

Uno de los amuletos, de entre otros muchos, usados en sus tiempos por los judíos de Toledo, para apartar el mal personal, el de su familia y el de sus casas.

Alto edificio sobre los antiguos Palacios de Galiana de arriba. Correspondiente con la terminación del brazo occidental delantero, del Hospital de la Santa Cruz, con su contrafuerte y sin voluntad de seguimiento constructivo.

Sobrerelieve tallado en la faja que cubre el exterior del Pórtico de la Feria, en el septentrión de la catedral toledana. En el observamos la misa de San Ildefonso y la hora de su muerte, acompañado de los acólitos.

Las campanas del lado norte, en el campanario bajo de la catedral de Toledo. Una tiene el nombre de Calderona de 1479, la más grande tras la principal y la otra de la Encarnación de 1851. Preside el centro de sus arcos, una de las santas de iglesia católica.

El águila bicéfala en un recuadro de cerámica, debidos a las manos del ceramista Vicente Quismondo, el cual preside el dintel de la casa donde vivió este magnífico artista.

El extraordinario tímpano del pórtico central de la catedral toledana, visto tras los cristales del interior del Ayuntamiento de Toledo.

Este es el fondo de uno de los aljibes, que contuvo en tiempos medievales esta ciudad de las tres culturas.

Sugerente paisaje toledano, donde observamos la serenidad del río Tajo, a su paso por la famosa Casa del Diamantista, que tantas leyendas ha suscitado.

Detalle de un cuadro que se encuentra en la parroquia de San Cipriano, en Toledo, donde vemos el milagro de la Virgen, encendiendo con su vista una de las lámparas de dicho templo.

Pórtico renacentista de entrada, a  la parroquia de San Cipriano.

Detalle de una hoja de parra en cerámica estampillada, sobre una de las pilas bautismales de estilo mudéjar, que aún se encuentran intactas en Toledo, tras el paso de cinco siglos de su fabricación con diferentes óxidos, los cuales aún se reflejan en ella como el primer día.

En esta fotografía, observamos el estilo mudéjar característico de esta ciudad, en el exterior del ábside de una de sus antiguas basílicas. Concretamente la de Santa Leocadia «de abajo», en la cual se llevaron a cabo, algunos de los concilios en la época visigoda.

Bellísimo ventanuco al estilo toledano, adornando el exterior de un edificio, a base de manpuesto, hecho forma con el ladrillo y con un arco gótico muy original.

En estilo renacentista, aquí vemos el interior de la única nave hacia los pies, que compone la parroquia de San Cipriano en Toledo, donde se encuentra la Virgen de la Esperanza.

Detalle de la geométrica y matemática tracería, en madera de alerce, del artesonado que cubre los techos de la rica sinagoga hebrea y toledana de Samuel Ha-leví, que fue tiempos después del Tránsito, por la virgen cristiana a la que fue consagrada.

Detalle en uno de los lienzos pintados por el Greco, que nos enseña cómo se encontraba en su tiempo, la salida del Puente de Alcántara, con el arco desaparecido, su torreón musulmán con entrada en codo y al fondo y por encima los tejados de los molinos de San Servando. A su lado la posada de descanso para entrar o salir de la ciudad y el camino al lado del río, donde observamos varias figuras.

La Giganta sobresaliendo con su segundo cuerpo y alcuzón, por encima de la balaustrada anterior del Ayuntamiento toledano, diseñada por el arquitecto Juan de Herrera.

Bóveda que corresponde con el módulo central, de la mezquita toledana de Tornerías, cuyo virtuosismo en ladrillo según sus nueve dimensiones, nos recuerdan en su ejecución, a las bóvedas de la de Bab-al-Mardón.

Arcadas bajas y galería alta, del claustro principal del Hospital de Santa Cruz, debidas a las trazas del arquitecto renacentista, Alonso de Covarrubias.

Imagen del famoso Cristo de la Vega, el cual se encuentra en su basílica mudéjar del mismo nombre y dedicada a nuestra patrona Santa Leocadia. Al tener el brazo derecho desclavado, como pidiendo algo, fue por lo que de llegó a originar la leyenda: «A buen juez, mejor testigo».

Letras grabadas sobre el pavimento de granito, con una palabra en latín referida a las termas toledanas, pues desde ellas se da paso al último descubrimiento sobre estas.

En una de las céntricas calles de Toledo, se encuentra el patio de este edificio en lo que fue Judería Chica, la cual perteneció a la familia de judeoconversos de «la Fuente». Después fue corrala y ahora se encuentra apuntalada interiormente como vemos, para que no se caiga, gracias a uno de los estamentos que cuidan el patrimonio de esta ciudad.

Aquí presentamos uno de los bellísimos y muy conseguidos cuadros de cerámica, de Daniel Zuloaga, sobrino del gran pintor Ignacio del mismo apellido. Se representa en él, una estampa costumbrista de hace siglo y medio, con la Puerta del Sol y de la Luna toledana.

Uno de los torreones del Alcázar toledano, en su ubicación y sobresaliendo de su cubicación moderna, al haber sido restaurada su  cara norte, para dar paso al Museo del Ejército, el cual atesora modernamente este edificio.

Esta es una de las mezclas que te puedes encontrar en una ciudad como esta, donde tantas historias se han desarrollado, dejándonos gran cantidad de detalles, los cuales forman un cuadro cerámico tras un pequeño hueco. Así fue el Toledo multicultural de nuestros ancestros, por tal motivo, nosotros debemos de dar esplendor a esa esencia histórica y de belleza  sin par y disfrutar de ella.

Aquí presento una grúa tipo polipasto, que se encuentra en el cuerpo superior de la torre norte o campanario de la Santa Iglesia de la Catedral Primada. Esta sirvió para elevar las campanas que acompañan a dicho cuerpo alto catedralicio. Aunque ahora están calladas, todavía existen, suponiendo que la armonía de sus toques, debía tener una gran sonoridad.

En la casa palacio de los judeoconversos Fusillos, sobre la banda epigráfica que recorre todo el patio, vemos pintado a un ángel el cual sustenta un escudo con una torre dentro, símbolo distintivo de dicha familia, para disimular su cristianismo.

Puntiagudo chapitel en estilo barroco, el cual forma parte de una de las capillas que componen la parroquia toledana de San Nicolás de Bari.

Esta es la cabeza del «león alquímico» que se encuentra en la catedral toledana, compendio de dicha ciencia, gracias a los constructores iniciados en esta antigua ciencia. Simboliza al elemento fijo y masculino de la Piedra Filosofal o Azufre de los Sabios.

Sobre las alturas y al atardecer en Toledo, podemos ver diferentes tipos de torreones, los cuales pertenecen a ciertos conventos que aún atesora esta ciudad.

En uno de los cuadros del Greco, mirando en alguna de sus esquinas, podemos observar los molinos de Pedro Pérez al lado del río Tajo, el puente de Alcántara con sus dos torreones originales, el castillo de San Servando, el adarve que subía al convento de Santa Fe, la torre de la catedral movida de su sitio y una especie de templete dando paso a la región de la Sisla, haciendo de dicho lugar, una especie de paso a la Toledo celeste.

Desde la alturas, los últimos rayos de sol iluminan el tejado de un convento y su espadaña y halla a lo lejos lo que queda de los Montes Maripas, con su color ocre gracias al óxido de hierro con lo que están compuestos.

Detalle de una antigua puerta toledana, con los diferentes colores con los que ha estado pintada. Lo más importante es que el gran cerrojo que cierra sus dos hojas, pertenece a una forja muy antigua de entre los siglos XV y XVI, y ahí sigue haciendo su función. Se encuentra este en lo que fue Judería Chica.

Bellísimo águila en barro revestido en cerámica, que aún mantiene su colorido casi original. Se encuentra en el imafronte del edificio que alberga la Escuela de Artes y Oficios. Como vemos pertenece al escudo de los Reyes Católicos, como prolongación del convento de San Juan de los Reyes, diseñado por el arquitecto Arturo Mélida. Este se salvó de la «quema» que se llevó a cabo entre los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, quizás por las ideas de cierto arquitecto municipal.

Arco de estilo mudéjar entre mixtilíneo y lobulado, que hoy de encuentra tapiado en la base del templo de San Bartolomé de Sonsoles, sede del Seminario Mayor toledano. Correspondiendo a la entrada de sus bajos, por él se daba paso a sus antiguos enterramientos.

Sobre los tejados toledanos, galería perteneciente al convento de Santa Clara. Al lado derecho según se mira, podemos ver la espadaña de otro convento, el de Santo Domingo «el real».

La idiosincrasia toledana nos conduce a la superposición de diferentes estilos, simplemente observando la ventana de una iglesia, cuya torre debió pertenecer a un antiguo alminar por el estilo de esta en medio punto con alfiz, en su interior vemos lo que era su hueco hoy tapiado y debajo, sin seguir su verticalidad, otro arco mudéjar posterior abierto, por donde entra la luz tamizada gracias a su pequeñez.

Emergiendo sobre el caserío toledano, el templo de San Cipriano, del que sobresale su roja torre, al haberla restaurado como si se tratara de un trampantojo. Instantánea hecha desde el Palacio de las Miñacas.

Resto visigodo muy primitivo, empotrado en otra de las muchas iglesias toledanas, formando parte de un mapa que guarda claves insondables. Corresponde con las energías arquetípicas de un mito, como es la anfisbena, pos sus dos direcciones hacia la derecha y la izquierda. Su simbología puede venir de la máxima hermética «lo que es a un lado, es a otro», representando a las energías telúricas de algún lugar concreto.

Parte alta de la torre albarrana almenada, conformando la parte exterior de la Puerta del Sol y de la Luna. Entremedias observamos las antenas de televisión y algunos cableados que afean a esta ciudad patrimonio de la humanidad, pese a que la fibra óptica se halla impuesto obligatoriamente.

Grandes bloques graníticos, que se hallan en una casa derruida, en el barrio de San Miguel «el alto». Motivo que nos puede llevar a entender que por aquí debió de encontrarse un monumento antiguo, quizás de tiempos hispanorromano.

El caserío toledano entre las sombras del atardecer y al fondo los montes dorados por los últimos rayos del sol, hacia la comarca de La Sagra.

Letras pintadas sobre una banda epigráfica, redescubierta en el Palacio de las Miñacas, cuyos caracteres viene del árabe cúfico, donde se encuentran las alabanzas del Corán islámico.

Desde el aire y bajo nuestros pies, podemos ver en el centro el edificio rectangular de la Sinagoga de Samuel Ha-Leví, con la espadaña posterior cristiana. A uno de sus lados, lo que fue el taller y domicilio de un pintor universal como fue el Greco y al otro el antiguo hospital de San Juan de Dios, también con su espadaña y a donde tantos toledanos  a mediados del siglo pasado, hemos visto la luz por primera vez.

Preciosa estampa entre sol y sombra, de una estampa costumbrista en cerámica, donde observamos a unos arrieros y carreteros, frente al Puente de San Martín toledano, debido al artista en dicho arte Daniel Zuloaga. Se encuentra esta en las terrazas del convento de San Bernardo o Monte Sión, de la orden del Cister.

Escrupulosas olambrillas por sus diferentes dibujos y significados, las cuales forman parte de uno de los patios toledanos, embelleciendo los suelos del mismo.

Instantánea del fotógrafo Rodríguez, llevada a cabo el año 1969, por encargo de los escayolistas Máximo Revenda y Gabriel Sánchez, para dejar constancia de su trabajo, sobre una faja epigráfica hebrea con los Salmos bíblicos, según el encargo de Jack Pinto, al que vemos en la fotografía,  presidente entonces de la Comunidad Sefardita Española. Este precioso presente, fue regalado a la Sinagoga de Buenos Aires en Argentina.

La espadaña de uno de los conventos toledanos, bañada por los últimos rayos solares, frente a un paisaje aún virgen de momento.

Arcos góticos interiores, de la parroquia latina de San Andrés. En su ábside, la famosa Cruz del Pelícano.

El rey y la reina filosóficos. Sol y Luna, en cuya comunión simétrica, se encuentra la perfección de la nada. Azufre y Mercurio, de cuya amalgama nacerá el hijo de de la Ciencia Hermética. Estampa alquímica de un templo toledano.

El río Tajo a su paso por Toledo, abrazando amorosamente a la ciudad que el mismo talló desde tiempo inmemorial. En la fotografía aún vemos los restos que quedan de las presas molineras de Saelices o San Félix y la de Romaila.

Un antiguo brocal, por donde se subía el agua recogida a través de la lluvia. Se encuentra este en uno de los muchos sótanos que componen los bajos de unos antiguos sótanos toledanos.

Pulcra por bella terminación de una cruz del Pelícano, referido en este caso al simbolismo griálico, por los racimos que se encuentran bajo el mismísimo pájaro sagrado, símbolo de Cristo al dar su sangre por los seres humanos.

Frente a nosotros el convento de Carmelitas Descalzos, con su espadaña apoyada sobre su nave. A un lado su claustro y sobre él su crucero.

Sobre las bóvedas exteriores del lado sur de la catedral toledana, aún podemos observar la balconada del taller de obra y fábrica, a cielo abierto, usada para la subida de materiales y reparación de las mismas, pináculos, contrafuertes y arbotantes. Desde luego su usa muy poco en nuestro tiempo.

Firma del ceramista Daniel Zuloaga, sobrino del genial pintor Ignacio del mismo apellido. Este dejó alguna de sus arcillas pintadas, en algún edificio emblemático toledano, como en Sta. Mª de Monte Sión.

Parte interior de la Puerta de Bisagra, que recibe a los viajeros que llegan por el norte a la ciudad de Toledo. En ella podemos ver la casa del alcaide en su parte alta, las dos torres interiores con tejados cerámicos y  ala izquierda la torre o castillete en codo, del tiempo musulmán.

Detalle de la riquísima ornamentación de una de las ventanas lobuladas que dan paso al hekal de la Sinagoga del Tránsito o de Samuel Ha-Leví.

En este lugar da comienzo la calle Reyes Católicos, con los muros de San Juan de los Reyes y enfrente el Palacio de los Condes de Maqueda.

Este es otro de los sótanos perteneciente a lo que fue Judería Chica de los negocios. Estos se debían de comunicar con otros, pues al estar habitada por judeoconversos tras el edicto de expulsión en 1492, podían llevar a cabo sus festividades, como por ejemplo el Sabbat, sin ser vistos.

Entre los edificios del caserío toledano, observamos la antigua iglesia de San Cipriano. Debió de ser una sala de oración islámica, posiblemente construida por el santón musulmán Abu-Nas-Fatín- Ibrahím-Almuguin, conocido como Said Al-kasari.

Uno de los lirios colgantes, sobre las yeserías de un templo hebreo toledano.

Fotografía en extenso de la catedral toledana, desde los pies al crucero en su zona sur, la cual contrasta con un intenso cielo azul turquesa.

Yesería perteneciente a uno de los palacios de familia judeoconversa, que se encuentran en el callejón de los Husillos, en lo que fue la Judería de los negocios de la platería.

Entre los tejados, vemos una de las espadañas perteneciente a uno de los conventos toledanos, como es el de las Comendadoras de Santiago.

Placa testiminial del año 1647, donde el escribano público Rodrigo de Hoz,  otorga por escritura pública el que los soportales de la Plaza de Zocodover se usen desde entonces y en todo tiempo como mercados públicos. Antes de que esta desapareciera en nuestro tiempo y gracias al celo del toledano Antonio López Ballesteros, la misma fue recogida y ahora se encuentra en el Archivo Municipal de Toledo.

Detalle de la Sinagoga de Samuel Ha-Leví, luego del Tránsito, donde vemos parte de su bella pared interior del lado oeste y sus fajas de los salmos hebreos y su magnífico artesonado, con letras en nácar con las clásicas bendiciones coránicas.

Bajada a otro de los sótanos de lo que fue Judería Chica. Se encuentra este en uno de los antiguos palacios del Callejón de Menores.

A últimas horas de la tarde, vemos entre luces y sombras el antiguo hospital renacentista de «Afuera», dedicado a San Juan «el bautista», mandado edificar por el poderoso cardenal Juan Pardo Tavera al arquitecto Alonso de Covarrubias.

Letras árabes de estilo cúfico y su bella y geométrica estructura en cerámica, adornando una de las pilas bautismales cristianas del siglo XV.

Esculturas reutilizadas en el pórtico norte de la catedral toledana. En primer lugar vemos la Anunciación a la Virgen por medio del Espíritu Santo, sigue la Visitación a su prima Ana y termina con San José, que junto al parteluz y el otro lado, re refiere a la Adoración de los Reyes Magos, aunque realmente se refiere a uno de los maestros del templo. Con tan pocas figuras, se cuentan muchas historias al mismo tiempo.

Precioso ataurique, que adorna el interior de un doble arco lobulado, donde están representados los lirios de Valle de Sarón, para dar buena suerte a uno de los templos hebreos toledanos. Estos se hallan tallados en estuco, en el interior de los arcos que forman el hekal de los rollos, en la Sinagoga toledana de Samuel Ha-Leví o del Tránsito.

Balaustrada que corona el segundo cuerpo de la torre de las campanas, en la catedral de Toledo y donde comienza su aguja o alcuzón. En ella vemos un antiguo artificio metálico, para subir los distintos materiales hasta su base.

Brocal renacentista, perteneciente a uno de los muchos aljibes que aún se usan en esta ciudad de Toledo. Al quitar su tapa, observamos que en su redondez se ensambla con la propia boca del depósito, en cuya profundidad aún se aprecia que contiene la preciada agua.

Estos son los pequeños infanzones delante de la custodia, en la procesión del Corpus Christi, que con sus tradicionales y coloridos trajes, van derramando pétalos de rosas, para que el consagrado cuerpo de Cristo, pase por encima de ellos.

Jesús en majestad, con su madre y los ángeles que sustentan los elementos de su martirio en la cruz. Relieves que se encuentran en el pórtico del Juicio Final catedralicio.

Preciosa celosía en estilo gótico isabelino, por la que entra la luz al interior de una de las cuatro galerías del convento de San Juan de los Reyes, debido a los arquitectos Enrique y Antón Egas. Fue destruida por los franceses y reconstruida posteriormente por los franciscanos y el arquitecto Arturo Mélida.

Friso de rico ataurique en estuco, con cadeneta en «s» al cual recorre, además de enroscarse sobre un bello círculo, que interiormente es continente de un sobrerelieve octogonal, que se multiplica hasta alcanzar su circunferencia exterior. La geometría sagrada de este, nos sugiere cuestiones espirituales difíciles de alcanzar en la tierra y mucho menos en los tiempos que corren. Lo podéis admirar en la sinagoga toledana de Samuel Ha-Leví o del Tránsito.

Desde lejos y en perspectiva, observamos en un pequeño espacio, torres, cúpulas y cimborrios. Esto solo puede ocurrir en ciudades tan religiosas como Toledo.

Aquí vemos en escayola, el escudo de una de las familias de judeoconversos toledanos. Estos cambiaron su apellido hebreo, por otro castellano como «de la Fuente», el cual vemos tallado dentro de un escudo. Este se encuentra en uno de los palacios de lo que fue la rica Judería Chica.

Esta es la pasarela que cruza el río Tajo en su Vega Baja, desde los Polvorines a los antiguos talleres de la Fábrica Nacional de Armas de Toledo. Hoy pertenece al pueblo de Toledo y a la Universidad de Castilla-La Mancha.

Antigua custodia renacentista, que se encuentra adornando el retablo principal de la parroquia de San Andrés, sobre su sagrario. Dicha reliquia es una de las muchas que concentra este templo toledano.

Restos de relieves visigodos, los cuales dicen ser los más primitivos de dicha civilización en Toledo. Entre ellos vemos algunos símbolos importantes, como la «anfisbena» o lo que es lo mismo «lo que está arriba es como lo que está abajo», el círculo de ocho gajos y su representación geográfica hacia todos lados del mundo o el ángulo obtusángulo, el cual determina la angulación de la construcción de los tejados de aquel tiempo, muy diferente a los de la tierra de donde estos venían.

Esta talla en mármol blanco sobre granito gris, certifica la altura de un edificio toledano sobre el nivel del mar, con sus 538, 85 metros. Dicha referencia se encuentra en el Edificio Lorenzana, antiguo Instituto de Enseñanza Media y hoy Universidad de Castilla-La Mancha.

Bella estampa desde la lejanía de la bellísima por delicada Estación de Ferrocarril toledana. Fue muy criticada al alzarse sobre otra anterior, con diseño de Narciso Clavería en estilo neomudéjar y terminada en 1919. Ahora sin embargo, la ciudad de Toledo se encuentra orgulloso de la misma y el viajero que llega desde Madrid, al verla se queda perplejo por su arte. Ahora se festeja el cien aniversario de su construcción, tal como la observamos.

Maqueta del Palacio Lorenzana. En estilo neoclásico, aunque su fachada principal es de estilo jónico se debe al arquitecto alicantino Ignacio Haam a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX. Fue construido por mandato del cardenal Francisco Lorenzana, para contener la Universidad de Toledo.

Magnífico colorido, dado a la fachada principal del templo catedralicio toledano, en una de las noches que festejaban el 30º aniversario como ciudad patrimonio de la humanidad. Sobre el color rosa-naranja, se distinguen los aleros, ventanales y campanarios de la Dives Toledana.

Una de las vírgenes más veneradas en la ciudad de Toledo, la de la «Esperanza», cuya imagen románica se encuentra revestida con su manto rico, su cetro y su corona, en los días de la octava de su fiesta.

Este horno para calentar ciertos instrumentos, para el manejo de algunos explosivos como la pólvora, fue el que quedó casi intacto en la antigua Fábrica de Armas de Toledo, tras la explosión que se originó en el taller de carga de espoleta un viernes nefasto, el día 7 de Noviembre de 1986.

Antiguo revestimiento de agradable cerámica sobre una chimenea, que perteneció a un antiguo convento de un pueblo toledano. Antes de que desapareciera, fue reutilizado en el palacio de las «Miñacas» de Toledo. Al encontrarse intacto, aún se puede disfrutar del mismo en nuestro tiempo.

Dobles ventanas entre renacentistas y mudéjares, que dan luz a la esbelta torre-chaflán con que se compone el antiguo casino toledano, de 1920 con trazas de Trigo y de Herrera. Al encontrarse esta cercana al Alcázar, podemos observar en ella gran cantidad de disparos, llevados a cabo sobre ellas en la guerra civil de 1936.

Dejo aquí constancia con esta instantánea, de la pasión que concentran los turistas japoneses por la ciudad de Toledo, entre otras. En ella vemos a un peregrino japonés, usando su terminal para comunicarse con los suyos al otro lado del mundo, aprovechando la conexión inalámbrica debido al uso de radiofrecuencias e infrarrojos de la céntrica Casa del Mapa, en la Plaza de Zocodover, donde se recibe a la mayoría de turistas, que vienen a visitar nuestra fascinante ciudad.

Sótanos renacentistas de Nicolás de Vergara «el joven» en el doble patio central, perteneciente al Imperial Monasterio de San Clemente, de monjas bernardas del Císter. Actualmente dicha zona ha sido cedida a la Diputación Provincial de Toledo, usándose como Centro Cultural San Clemente. En él se exponen durante todo el año, curiosas exposicones dignas de ser visitadas.

Huellas de los símbolos secretos, pertenecientes a cofradías de constructores iniciadas en la geometría sagrada, que trabajaron en la catedral de Toledo. Una de las fotografías es de hace años, estando su figura intacta, mientras que en la otra más recient , se observa el deterioro sufrido en las mismas figuras adyacentes. Por lo que vemos que el cuidado de este magnánimo templo es muy necesario, para no perder ninguna pista constructora.

Otro de los detalles en ladrillo, que concentra esta vieja ciudad en sus edificios neomudéjares. Son los que conforman sus estrechas calles y sus múltiples encrucijadas, las cuales conducen a los poetas, a un mundo de ensueño y a veces inefable que se graba en su alma para trasmitirlo después a la humanidad.

Vieja sala en el  piso superior del Ayuntamiento de Toledo, donde aún pueden verse la pupitres de sus antiguas escribanías, que fueron usados hasta hace poco, para atender pleitos y permisos de la ciudadanía.

Antiguo sótano bajo el edificio Sabatini en la desaparecida Fábrica de Armas de Toledo. En ellos se encontraban las máquinas y poleas para el desbaste de las hojas espadas y sables fabricados en ella. Las muchas crecidas del río Tajo, dejaron este lugar inhabilitado.

Instantánea tomada el año 1963, por el fotógrafo  Fernando Merino Matamala, para dejar testimonio de la crecida invernal de aquel año, al paso del río Tajo por el Puente de San Martín, donde observamos que el agua pasa también por su ojo izquierdo. Fue capturada con su cámara Voigtländer vito c.

En este atractivo detalle cerámico natural, pintado sobre el ladrillo, observamos aún la firma de uno de los ceramistas contemporáneos y ya desaparecido, más importantes de esta ciudad de Toledo. Me refiero al artista Vicente Quismondo.

Uno de los muchos cobertizos o habitáculos que conforman la atrayente ciudad de Toledo, dando paso de un edificio a otro en la misma calle. Me refiero al «Cobertizo de Doncellas», cuyo colegio de Doncellas Nobles más abajo. Este le da nombre, el cual tiene su  entrada en la Plaza de las Fuentes, por cuyo portalón a la izquierda, se entra en ellas.

Finísima celosía trabajada en escayola, debida al maestro Gabriel Sánchez, cuyo arquetipo inspirado por su padre, sirvió para cubrir en el siglo pasado las diferentes ventanas de templos, sinagogas y mezquitas.

Otra de las estrechas encrucijadas, en la calle de la valiente María Pacheco, esposa del general comunero Juan de Padilla, que tras la ejecución de su marido, siguió sublevada contra el emperador Carlos I. Estos nobles castellanos, tenían su palacio un poco más arriba, siguiendo la Calle de Santa Eulalia.

Uno de los baldosines en cerámica azul, que se encuentran adosados en lo más alto del primer cuerpo de la torre norte de la catedral toledana, dando colorido al granito. Este en concreto tiene unas letras posiblemente latinas.

Vieja garita con almenas, que custodiaba el antiguo taller de «carga de espoletas», el cual por desgracia, voló por los aires  un fatídico viernes, día 7 de noviembre de 1986.

Dintel con pinturas medievales, sobre la puerta que daba paso al «archivo secreto», que se encontraba en el Ayuntamiento de Toledo. Bajo este, la talla de una arpía, la cual parece estar a punto de saltar sobre los intrusos, que se atrevían a entrar en él.

Sugestiva estampa del Palacio de Galiana «de abajo», en la famosa Huerta del Rey, donde el rey de la Taifa de Tulaytula, Almamún, pasaba los veranos  rodeándose de poetas, los cuales cantaban su estancia secreta, como era la «sala de la noria» o «maylis al-na´ura, estancia de su harén. En dicho lugar estuvo hospedado Alfonso, que luego sería el sexto, por cortesía del primero.

Figuras fabricadas en cartón piedra, las cuales formaban parte del extraordinario «monumento grande», hoy desaparecido, al que simulaban cuidar. Se montaba el mismo en Semana Santa, a los pies de la nave principal de la santa iglesia catedral primada de Toledo. Fue la última obra del arquitecto Ignacio Haan.

Sin salir de la propia ciudad de Toledo y gracias a dios, aún podemos observar paisajes tan bellos y salvajes como este, al paso del río Tajo, el cual le dio esta forma tan atrayente como vistosa y serena. Dicha zona se denominaba anteriormente «el agua caliente».

Arco mudéjar apuntado, el cual se encuentra a los pies de la secreta por cerrada parroquia de San Andrés. En dicho templo, se llevó a cabo por sus construcción a través de siglos, los distintos por eclécticos estilos que la enriquecen en demasía.

En esta fotografía, observamos parte de la Escuela Oficial de Idiomas de Toledo y su patio, edificio dedicado al arzobispo Raimundo de Sauvetat o de Toledo, que fundó la primera Escuela de Traductores en esta ciudad en 1150, en cuyo grupo trabajaron mozárabes, judíos e imanes toledanos, además de monjes cluniacenses. Esta atrajo a pensadores desde toda Europa. Al fondo vemos la torre del Colegio de Doncellas Nobles, debido al cardenal Silíceo.

Este viejo baúl medieval con doble cerradura, debió de pertenecer a alguna dama toledana importante. Se encuentra recogido, en el Palacio de las Miñacas de la ciudad.

Desde la presa de Santa Ana, se observa parte de la magnífica obra del puente medieval de San Martín, del siglo XIII, mandado edificar por el arzobispo Pedro Tenorio.

Lindo rostro de la imagen pequeña, de una de las vírgenes más veneradas por el pueblo toledano, la Vírgen del Valle. Esta se acompaña de su hijo Jesús, que con su mano derecha la acaricia suavemente la barbilla.

Entre el entramado caserío toledano, podemos ver debajo la torre-alminar de San Lorenzo. En la parte alta, el Seminario Mayor Conciliar, el cual se podía haber construido exteriormente en un estilo algo más acorde en el estilo mudéjar de esta ciudad. Se fabricó sobre el año 1889, dedicándose a San Ildefonso.

Bellísima cerámica de principios del siglo pasado, que se encuentra en uno de los talleres-aulas de la actual Universidad de Castilla La-Mancha, antigua Fábrica de Armas. En ella observamos a los pavos que acompañan al águila bicéfala de Toledo. Su color azul es una de las especialidades del ceramista Pedraza.

Desde una de las doce colinas que conforman este monte-isla, Toledo, en esta fotografía vemos a nuestro padre el río Tajo, abandonando a la ciudad que talló en tiempos antiguos, dejándonos una añoranza en el alma, que vio muy bien uno de nuestros más grandes poetas del Siglo de Oro español, Garcilaso de la Vega, cuando escribió en su III Égloga, dedicada a lo que le hacía soñar el mismo:

Estaba puesta en la sublime cumbre
del monte, y desde allí por él sembrada
aquella ilustre y clara pesadumbre
de antiguos edificios adornada.
De allí con agradable mansedumbre
el Tajo va siguiendo su jornada,
y regando los campos y arboledas
con artificio de las altas ruedas.

Este es el refinado estilo del neomudéjar toledano en ladrillo, el cual enbellece extraordinariamente el exterior de sus modernos monumentos. En este caso la torre-alminar, de la singular Estación de Ferrocarril, de 1919.

Columna, capitel y nervios, de estilo gótico isabelino, que con la traza de la faja que les acompaña, con multitud de hojas talladas con un gusto exquisito y entre las que vemos una granada, son los que conforman los bellos detalles que podemos observar en el Convento de San Juan de los Reyes.

Este torreón que entra en el río Tajo, perteneció al diamantista que talló los diamantes de la corona de la reina Isabel II. Ahora es usada esta famosa casa por la Escuela Taller de Restauración de Toledo.

En la vista aérea sobre la sinagoga de Samuel Ha-Leví y después del Tránsito, observamos que su sala principal se encuentra construida con las mismas medidas que nos cuenta la Biblia sobre el Arca de la Alianza, con 2,5 codos de largo, 1,5 de ancho y 1,5 de alto. Representa al cofre sagrado que debe hallarse en el lugar sagrado de la Judería Grande de Toledoth, como reflejo del tabernáculo del templo. Fue construido por Betzalel, al cual se le nombra en esta sala toledana.

Con respecto a la fotografía y al dibujo anteriores, dicha reliquia del pacto, contenía las Tablas de Ley. Estas tenían tallados en piedra los Diez Mandamientos, que Yahvé entregó al hebreo Moisés en el monte Sinaí. Dicho pacto se encuentra fabricado en barro,  decorado en  cerámica y colgado en una de las casas particulares de esta ciudad. Este vestigio desapareció con el tiempo, pero es en el espacio de Toledo, donde volvemos a encontrar de nuevo su tremendo simbolismo.

Céntrico edificio frente al Alcázar, de ahí que lleve su nombre, reconstruido después de la guerra civil en estilo neomudéjar, donde observamos sus delicados trabajos con el ladrillo, pese a ser un material pobre.

Este es mi dibujo emulando a la famosa Tábula Salomonis. Otros la denominaron como Tabla de Esmeralda. En la iglesia visigoda principal de Toledo, se encontraba una de estas mesas, adornada maravillosamente con joyas. Debido a la entrada de los musulmanes en Hispania el año 711, dicha reliquia sagrada y honra nacional visigoda, quizás pudo de ser escondida físicamente en los alrededores de Toledo, hasta su nueva aparición o quizás fue llevada hasta Bagdad, después de una discusión  entre los jeques Tarik y Muza que la querían para ellos, por su poder talismánico.

Detalle de un paisaje toledano, en el que podemos ver  una altiva torre en estilo barroco, un cupulín del mismo estilo perteneciente a la capilla de la virgen de la paz y tras ellos las trazas exteriores de su presbiterio en gótico isabelino. Todos estos pertenecen a la parroquia latina de San Andrés.

Aquí tenemos al antiguo profesor de la Escuela de Artes y Oficios, Gabriel Sánchez, artista especialista en los trabajos de la escayola y el estuco, restaurando una pieza en yeso del siglo XIV, la cual pertenecía a uno de los palacios de la Judería Chica.

Instantánea en la que vemos el torreón que remata la cúpula exterior del crucero del Hospital de la Santa Cruz. su tejado se encuentra repleto de palomas, las cuales son plaga en Toledo. Al estar atardeciendo, se están preparando para buscar un lugar para pasar la noche.

Curioso detalle perteneciente al retablo de una iglesia, en el que vemos a un joven fraile agarrándose a una maroma, tratando de librarse de las llamas del infierno. Se encuentra en el Palacio de las Miñacas de Toledo.

Escena casi nocturna desde lo alto del alcázar toledano. En ella podemos observar el torreón y el chapitel noreste de dicho edificio.

Singular igualdad en las dos piezas que presentamos, pues las dos contienen en su talla, ambos ramos de siete hojas. Al pertenecer a la civilización visigoda, la primera en granito se encuentra formando parte del muro del adarve, que iba desde la alcazaba islámica al alcázar al-Mucarrán y la otra en piedra calcárea blanca, forma parte de un capitel en la Mezquita de Ibn Hadidi y de Valmardón.

Bajando por la Travesía de San Torcuato, nos encontramos de frente con la fachada barroca y su santo. Esto es lo que queda de  la  iglesia de dicho patrón, tras su desamortización. En ella, los restos del Greco pasaron sus últimos tiempos, hasta su  más absoluta desaparición.

Este es al ataifor o fuente, que se encontraba en lo que fue el patio de las abluciones de la mezquita del Cristo de la Luz, de Valmardón o de Ibn Hadidi. Quizás se halla repuesto en otro lado, el cual  no conocemos.

Con el sol de la mañana vemos parte de los torreones del Castillo de San Servando, así como parte de sus jardines. A lo lejos vemos los humos que salen de las chimeneas de la Central Térmica de Aceca, los cuales se adhiere al valle del río Tajo ensuciando el aire de  la ciudad de Toledo.

Esta es la parte baja de la reja con su gran cerrojo, que cierra la Capilla del Sagrario en la catedral toledana.

De entre el caserío toledano, emerge una de las torres de sus iglesias, concretamente la de San Bartolomé de Sonsoles, cuyo bello interior, conocen muy pocos toledanos.

En esta fotografía referida al piramidal transepto del noroeste catedralicio, hacia los pies, se pueden observar perfectamente los arcos exteriores, que conformaban el triforio original del templo toledano, donde debían de ser colocadas sus magníficas vidrieras.

Esta es la cúpula central de la mezquita del Cristo de la Luz o de Ibn Hadidí, en cuya sutil bóveda fabricada en el año 1000 de nuestra era, observamos ya los arcos cruzados que forman su octágono crepuscular, los cuales dieron paso posteriormente a los arcos de crucería en el arte ojival.

De día y de noche, aquí tenemos las techumbres del antiguo Convento de San Gil, vulgo «gilitos». En dicha comparación podemos observar los diferentes matices que les dan su belleza. Ahora dicho edificio, pertenece al gobierno autonómico de nuestra comunidad de Castilla La-Mancha.

Precioso ataurique engalanado con piñas de la inmortalidad, en el arco de  entrada, a una de las alcobas del palacio de los Palomeque y los Téllez de Meneses, cuyo palacio fue construido en el siglo XIV. Se denomina desde hace tiempo como Taller del Moro.

Entre el simulado caserío medieval toledano, emergen las torres y la cúpula de la iglesia barroca de San Ildefonso, más conocida como San Juan «de los jesuitas».

Este es uno de los arcos tulaytulíes, en este caso lobulado, el cual da paso al interior de la mezquita de Valmardón, de Ibn Hadidí o del Cristo de la Luz, en su muro occidental.

Este es el impresionante atardecer toledano, se refiere al día que se celebra la santidad de nuestro patrón San Ildefonso, el veintitrés de enero de dos mil diecinueve.

Este es uno de los torreones del Alcázar de Toledo, concretamente el del suroeste. Fue denominado en tiempos como «Torreón de los Templarios», por encontrarse frente a las casas de estos monjes guerreros. Por él se accede a la Biblioteca Regional y en su parte alta se encuentra su cafetería, desde cuyos balcones se observa la impresionante vista de la ciudad a nuestros pies.

La calidad de los vitrales del presbiterio de la catedral toledana, es tan agradable como atrayente. En estos concretamente vemos en el centro a la virgen María con el niño, a la cual está consagrado el templo y a su alrededor vemos a los reyes David y Salomón, tocando sus instrumentos, junto a dos ángeles músicos.

En la penumbra del atardecer en las calles de Toledo, admiramos la belleza de estampas como estas, tan agradables en el mundo del espíritu. Lo único que la estorba, son las cables que cuelgan o que se cruzan de un lado a otro.

Este antiguo suelo, solado con baldosas de barro y cerámica, es lo poco que queda de la auténtica base original, de la Sinagoga del Tránsito o de Samuel Ha-Leví, el cual completo debío de causar admiración.

Además de lo que la ciudad de Toledo atesora desde su vasta historia, en el plano romántico y como patrimonio inmaterial, aquí presentamos la imagen nocturna del famoso cobertizo que conduce a Santo Domingo «el real», que tantas veces paseó el poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer. Aunque  realmente, su parte alta corresponde al convento de Santa Clara «la real».

Este atractivo trabajo en escayola, ha sido ejecutado por el profesor escayolista Gabriel Sánchez. Su geometría se encuentra basada en las yeserías toledanas del siglo XIV. A un lado su anagrama y la fecha en que fue ejecutado.

Esta vistosa por bella portada plateresca, debida al arquitecto Alonso de Covarrubias, pertenece a lo que fue la entrada al Hospital de la Santa Cruz, encargo póstumo del poderoso Cardenal Mendoza. En la actualidad da paso a uno de los más importantes museos toledanos, como es el Museo de Santa Cruz.

Primoroso detalle, perteneciente al presbiterio interior de la catedral toledana. No me extraña que los ingleses que viajaban hasta aquí entre los siglos XVIII y XIX, pese a sus críticas por la leyenda negra contra este país, quedaran fascinados ante tanta belleza y nos dejaran escrito sobre la pintura en oro entre las piedras de sus columnas, pero sobre todo por la influencia islámica en sus arcos lobulados.

Entre el laberinto constructivo toledano, nos encontramos con la pina cuesta del Cristo de la Luz. Sobre sus innumerables tipos de casas, aparece la parte alta de la torre de San Vicente y a su lado la cúpula y cimborrio de la iglesia de San Ildefonso, de estilo barroco.

Esta figura románica pintada sobre yeso, acompaña al pantocrátor que se halla en la capilla interior cristiana,  encontrándose adosada a la mezquita de Valmardón del año mil. Concretamente se refiere al evangelio escrito por San Juan, cuyo símbolo es un águila.

Este es el torreón recientemente restaurado, que forma parte del cruce  final de los transeptos que dan al suroeste del actual Museo de Santa Cruz,  formando parte de su arquitectura, el cual tiene parte de sus vistas hacia el interior de la ciudad de Toledo, controlando desde el mismo la Plaza de Zocodover.

Uno de los muchos  escudos blasonados, que se encuentran sobre las puertas de las casas señoriales toledanas. Se refiere a un águila coronada de una sola cabeza, viniendo desde tiempos de los Reyes Católicos, pues entre otras familias, en uno de sus cuarteles, vemos la máxima del cardenal Mendoza «Ave María Plena» y en la filacteria que los envuelve, leemos «Solo a dios honor y gloria».

Sugestiva estampa de Toledo a lo lejos que presentamos aqíi. Se encuentra tomada un día de niebla, para fascinación de poetas y gentes sensibles. Sobre altos cipreses, se entrevén las torres y cúpulas de esta sugerente ciudad.

No me extraña nada, que una ciudad tan atractiva en el plano histórico y de una belleza pocas veces igualada, sea ahora tan querida por el superpoblado pueblo de China, que se ha abierto últimamente al exterior. En la instantánea vemos a una mujer de aquel país, haciendo su fotografía a una de las calles que conforman el laberinto toledano.

Estos son los restos del molino de uno de los lados de la Presa de Romaila, por donde se desliza el río Tajo. Por  dicha fricción con  el dique y por la contaminación que traen sus aguas, el espumarajo consecuente salta a la vista.

Como contraposición a la fotografía anterior, dejo aquí esta instantánea de mi tío el fotógrafo Fernando Merino, hecha en el verano de 1963, cuando aún nos podíamos bañar en nuestro río Tajo, dador de vida. En ella vemos a su hija María del Mar, a su esposa Pilar y a su hermana Encarnación.

Este es otro de los pocos pelícanos, que se encuentran en una ciudad tan simbólica como Toledo. Es como si el mito del Santo Grial sobrevolara por encima de esta arcaica cuidad, la cual esconde entre sus piedras las historias más profundas en los sueños de la humanidad.

Portón de una de las casas que componen el centro histórico toledano, en el que vemos una chapa identificativa que define dicho lugar como «Casón de Consuelo». Pese a que nos creamos que se trata del nombre de una mujer,  se refiere sin embargo a que en dicho lugar, los hombres buscaban el consuelo de ciertas mujeres.

Este es otro de los restos de una tumba musulmana encontrados en esta ciudad,  en cuyo tiempo esta era denominada como Tulaytula, pues sus letras cúficas así lo determinan.

Este cobertizo toledano es denominado de «Sta. Clara», por pasar por encima de dicha calle, uniéndose a otros edificios colindantes y cercanos al edificio madre de dicho convento, por lo que nos imaginamos la riqueza inmobiliaria de dicha orden monacal femenina.

Aquí observamos dos arcos pertenecientes a una de las mezquitas de Toledo. El de arriba es polibulado y se halla en su interior y el de abajo se encuentra al exterior y es de herradura.

Esta es la típica fotografía que suelen hacer los turistas que pasan por la calle del Horno de los Bizcochos, pues estos se quedan perplejos de la esbeltez y elegancia de los campanarios, en la parte alta de la torre norte de la catedral toledana y por encima su alcuzón o chapitel, donde se insertan tres coronas, por la importancia de sus cardenales.

Este es otro tipo de cerámica de cuenca o realce, con verdes y dorados oscuros, ejecutado por el ceramista Domingo Sánchez Vaquero.

Estampa toledana desde sus tejados, donde adivinamos el templo mozárabe de San Marcos, hoy desacralizado y donde se encuentra el Archivo Municipal. Las torres y la cúpula de la iglesia jesuita de San Ildefonso, así el cimborrio y la torre de San Román.

Sobre la faja que cubre el pórtico de septentrión de la catedral toledana, entre sus muchas figurillas talladas, podemos ver el baile de las juglaresas. Estas danzantes y bailarinas tenían gran éxito popular, pues con las contorsiones de sus cuerpos, el espectáculo estaba servido. Unas están vestidas para las fiestas de los palacios y otras se encuentran desnudas para festejar el carnaval y la procesión de los locos.

Entre el caos ordenado que conforman los tejados de las casas toledanas, emergen en su parte meridional dos torres en un mismo barrio. La de abajo revestida en estilo barroco pertenece a la parroquia de San Justo y Pastor y la de arriba con el arte mudéjar más puro de la ciudad, pertenece a la iglesia latina de San Miguel «el alto».

 Bella pintura imitando el cuadro del Greco «Toledo y la tormenta», casi idéntica aunque dando al tema otros matices y más claridad. Fue ejecutada por el pintor sevillano Francisco Díaz Díaz sobre 1950. Este artista estuvo casado con la aristócrata francesa Cristina Boissie y fue condiscípulo del también pintor sevillano Baldomero Romero Ressendi.

Escena nocturna de la entrada en el más puro estilo mudéjar, de la iglesia de Santa Leocadia «de arriba». Su atrayente iluminación nos incita a pasar a su interior. Por encima la Luna como testigo.

Detalles en rica madera, tallados para los respaldos del riquísimo Coro bajo de la Catedral de Toledo, ejecutado por el inspirado artista Rodrigo Alemán, entre 1495-98, en tiempos del poderoso Cardenal Mendoza. Entre ellas observamos escenas de seres sobrenaturales, que encierran ciertas enseñanzas. Arriba una esfinge, otra figura y un cuerpo con cara de aspecto terrible. En la zona central la caza del oso y la imgen de un durmiente. Debajo la salmandra alquímica.

Bella imagen con el suntuoso Palacio de los Austrias, hoy Alcázar, dominando el caserío toledano, y tras él algunos barrios pertenecientes a la localidad de Bargas. Al fondo el Sistema Central nevado.

Revestidos de pizarra, vemos que se encuentran el tejado de la cúpula de San Marcos y detrás el chapitel o alcuzón de la torre norte de la catedral toledana.

Mientras que en la Capilla Sixtina del Vaticano, se trataron de repintar los desnudos de Miguel Ángel, en la Sala Capitular o Sala Cisneriana de la Catedral de Toledo, Juan de Borgoña con esmerada delicadeza, pintó un tupido velo sobre los hermosos cuerpos para disimular su desnudez y sensualidad.

En una fría noche toledana, observamos la típica y central Plaza de Zocodover. Enfrente y tenuemente iluminado, el edificio del Gobierno civil a uno de sus lados, en el centro el Arco de la Sangre, por contener encima la capilla del Cristo del mismo nombre, además del reloj y sus campanas. El otro lado se halla habitado por entes particulares.

Sobre el vello ataurique perteneciente al lado oriental de la sinagoga de Samuel Ha-Leví o del Tránsito, al parecerse sus estucos candelabros, inserto encima de los mismos el símbolo hebraico por excelencia, como es la Menoráh o candelabro de siete brazos.

Este monumento de 1914, se levantó en el Paseo del Tránsito, para conmemorar el trescientos aniversario de la muerte del pintor Doménico Theotocópulis «el Greco», el cual contribuyó con sus pinceles, para hacer aún más universal a la ciudad que le acogió, Toledo.

Este es otro de los aljibes encontrados, en lo que fue el palacio de Samuel Ha-Leví, en su casa de Toledoth, cuando este era camarero mayor y tesorero real del rey, D. Pedro I «el cruel».

Curiosa perspectiva invernal, donde vemos lo que fue la antigua torre e iglesia de San Cristóbal, las cuales se desacralizaron hace ya mucho tiempo. Ahora el conjunto del edificio reconstruido, pertenece a Radio Nacional de España en Toledo.

Baldosines de cerámica de arista de tipo renacentista, que adornan una escalera toledana, donde se observa en su dibujo a genios que salen de entre la espesura, para aferrarse a una especie de caduceo alado y coronado. La destreza de los maestros que los ejecutaron, nos legaron una gran belleza y armonía.

Con los primeros rayos solares que aparecen en la mañana toledana, vemos que en sus primeros instantes, estos iluminan sensiblemente las partes altas o campanarios de la torre norte de la catedral de Toledo.

Detalle del cuadro de San Pablo, pintado por el Greco, donde vemos que con su mano izquierda sustenta un papel con leyenda,  donde este estampó su firma.

Entre dos edificios, como son la esquina del Palacio Arzobispal y las balconadas del Ayuntamiento de Toledo, aparece al fondo iluminado, el frontis superior occidental de la catedral toledana, donde observamos la santa cena y tras dos arcos góticos el gran rosetón de sus pies.

En esta delicada pintura, el Greco nos legó la «Oración en el Huerto de Getsemaní», en el que vemos a Jesús con su angustia y al ángel que viene a confortarle, el cual con el copón nos está enseñando su matírio, aunque de forma simbólica nos está trasmitiendo el mito del Santo Grial. Esta obra se puede ver ahora en Toledo, pero volverá al lugar donde se ubica, Andújar.

Estas extraordinarias yeserías, las cuales aún contienen sus colores originales en tre la talla de sus estucos, pertenecen a lo que se llama desde hace tiempo como Taller del Moro. Dicho palacio medieval en estilo granadino del siglo XIV, perteneció a las familias  nobles de los Meneses y los Palomeque.

Obra perteneciente a un tríptico, que se halla en la catedral de Toledo. Fue pintado por el excelente pintor Juan de Borgoña y en el vemos a nuestro patrón San Ildefonso, tocando a un clérigo de su tiempo. Para el paisaje, el artista se debió de inspirar en los altos roquedales, que se encontraban en su tiempo alrededor de la ciudad, tallados por el Tajo.

Mirada primaveral hacia el Cerro de los Palos, donde observamos las antenas de telefonía y televisión. Debajo un poco de niebla, dando a la escena un toque naturalista.

Una de las bellas fuentes que adornan los patios de esta antigua ciudad. Se conforma la misma en ladrillo, con ángulos y semicírculos, así como su ataifor, dándonos la idea de un octógono. Su base le da una belleza inusitada, al estar compuesta con cerámica de arista, con diferentes colores.

Instantánea donde vemos una terraza o balconada en estilo mudéjar, como también está conformado el campanario de la torre del fondo. Les acompaña un alto ciprés, dando ritmo a la composición.

Fascinante artesonado, que al ser observado nos deja perplejos por su suntuosidad matemática y constructiva, cuyos materiales en madera, dicen ser incorruptible. Techumbre que cierra en su altura a la sinagoga del Tránsito, mandada construir por el ministro de Pedro I «el cruel», Samuel Ha-leví Abulafia.

Campanario de estilo mudéjar, perteneciente a la torre de la parroquia de Santa Leocadia «de arriba». Bajo los puntiagudos arcos de sus ventanas, vemos los típicos arcos lobulados en ladrillo, que la embellecen.

 Arcos mudéjares lobulados muy más elaborados, pues estos debían de enriquecer el hekal, donde se guardaban los rollos sagrados hebreos de una sinagoga toledana, en la edad media.

Este es uno de los típicos patios que se encuentran en Toledo. Como vemos contienen  yeserías mudéjares en sus puertas, embelleciendo su alfiz y sus jambas hasta media altura. Los pilares que sustentan su galería alta con balaustrada en madera, son ochavados, estando revestidos en su base.

En esta extraordinaria estampa, pintada al fresco por Juan de Borgoña en la Sala Cisneriana de la S.I.C.P., observamos su destreza en la perspectiva tras las figuras de la presentación de Jesús al sumo sacerdote, percibiendo en ella el presbiterio, la girola, el triforio, las columnas y los arcos en estilo gótico. Es como si el artista, nos presentara los planos del alzado de esta catedral.

Edificio modernista con cariátides y adornos, el cual se encuentra iluminado para resaltar dicha fachada, la cual se encuentra en la céntrica plaza de Zocodover de Toledo.

Detalle del cuadro con el título «Vista y plano de Toledo», donde podemos admirar que el Greco nos deja una mañana de niebla, pintando por encima de ella el Hospital de San Juan Bautista, vuelto hacia nosotros y no hacia la ciudad del fondo, que es como se encuentra construido realmente.

Tras otro de los muchos torreones que esconde Toledo en sus alturas, comparándoles con las cuevas que hay en su subsuelo, se encuentra su famoso alcázar, en el cual se han escrito los hechos más destacados y terribles de la ciudad. Ahora en nuestro tiempo contiene al Museo del Ejército, aunque lo que yo prefiero particularmente, es que en uno de sus lados se encuentra la biblioteca regional de la región.

Lápida catedralicia, en la capilla de Santa Lucía, perteneciente al abad Gómez de Valladolid de origen toledano. Su epitafio según S. R. Parro es muy recurrente pues dice: «..tú que lees mis versos, aprende de mí cuan corta es la vida y el poder humano»….»la vida es viento; que no te engañe la vanidad humana». A los lados dice que murió en las calendas de agosto, en la era de 1324, correspondiendo a julio de 1286.

Caminando por la calle Alfonso X el sabio, al fondo vemos lo que fue la entrada al convento de jesuitas, hoy la hacienda pública y detrás las altas torres de su inmensa iglesia, dedicada a San Ildefonso.

Este es el interior de la mezquita del Cristo de la Luz, con los arcos de herradura de tipo islámico, que la dan su ejemplar estilo. Dicha vista tras un cristal, lo observamos por el reflejo de la luz de una de sus ventanas.

En una escalera los típicos baldosines con antigua cerámica de arista. En el escalón bajo, se ve un ajedrezado y en el alto los pináculos basados en la mezquita de Córdoba y en la estación de ferrocarril de Toledo.

Doble portalón de un antiguo palacio, el cual fue habitado por Doménico Theotocópulis «el Greco» y su familia, además de ser su taller. Se adorna este con una yesería renacentista y cerámica de arista.

Lápida ahora tapiada, que se encuentra en el muro de entrada del Ayuntamiento de Toledo, en ella se recuerda la efemérides de la traída de aguas a esta ciudad desde el río Torcón en tiempos del dictador Francisco Franco. Lo más interesante es la fecha del 20 de Noviembre de 1946, la cual coincide con la misma de su muerte justo 29 años después.

Gran portalón definido por sus bloques en piedra berroqueña, hoy tapiado. Este daba entrada a los carros que traían los diferentes materiales al convento de dominicos de San Pedro Mártir.

Espadaña del campanario de lo que fue la iglesia privada San Benito de la orden de Calatrava, donde se guardaba el archivo de la propia orden y la de Alcántara. Fue cedida a estos por los reyes católicos tras la expulsión hebrea, pues detrás vemos lo que fue el edificio de la sinagoga de Samuel Ha-leví.

Chapa de bronce cincelada en estilo dórico, por los maestros Nicolás de Vergara el Viejo y el Mozo, representando según el sexto libro bíblico de Josué, las siete vueltas con el arca de la alianza, para derribar las murallas de Jericó. Pertenece a uno de los extraordinarios atriles que se encuentran en el interior del coro de la catedral toledana.

Esta es la gran estatua del ángel diseñada por el artista Juan de Ávalos, que entrega su espada al infinito, para que en este país de España no haya más guerras, pese a ser un monumento franquista.

Pequeño baldosín en cerámica, con la cruz de los dominicos del convento de San Pedro mártir, que se encuentra en una casa justo enfrente de dicho edificio, donde debió de vivir algún inquisidor.

Tras los edificios toledanos, uno de los torreones del alcázar imperial, bajo las nubes de un día primaveral, las cuales dan a la imagen su  inigualable idiosincrasia.

Uno de los hermosos niños pintado por el artista Juan de Borgoña en la Sala Cisneriana catedralicia, vestido con ropas del siglo XVI. Entre sus manos sustenta un antiguo molinillo para divertirse, también de la misma época.

En invierno, otra de las vistas de la torre norte y el campanario superior de la catedral toledana.

Sobre los arcos musulmanes de la mezquita del Cristo de la Luz o de Valmardón, observamos una se sus ventanas lobuladas, la cual fue ejemplo para el surgimiento del arte mudéjar toledano.

Facsímil de una plumilla con paisaje toledano, debida al dibujante y pintor japonés afincado en esta ciudad, Tadashi Ohnuma.

Portada plateresca que da paso a la iglesia del convento de San Pedro Mártir, diseñada a mediados del siglo XVI por Alonso de Covarrubias. La llevó a cabo su discípulo Hernán González de Lara. Se encuentra en la calle del cobertizo del mismo nombre.

Pintura al fresco del arzobispo Raimundo de Toledo, que antes de 1150 impulsó la primera Escuela de Traductores en la ciudad. En ella intervinieron monjes cluniacenses, mozárabes y judíos toledanos, maestros de las madrasas islámicas y otros modernos pensadores extranjeros. Obra del equipo del artista Juan de Borgoña.

Instantánea del fotógrafo Fernando Merino Matamala, tomada el uno de mayo de 1963, día de la Virgen del Valle. Debajo la ermita y el río Tajo, en el cual se puede ver tras la presa de Romaila, parte de lo que fue la Isla de los Canónigos junto a una fábrica de jabón.

Pareja oriunda de china en la Plaza de Zocodover de Toledo, la cual se acaba de casar en nuestra ciudad el día de año nuevo de China, dando paso al año del cerdo, del que dicen que es un tiempo de suerte.

En una mañana tormentosa, observamos en lo alto una de las cúpulas que dan sentido a la ciudad de Toledo. Se refiere al chapitel central del Museo de Santa Cruz.

Exquisita tracería perteneciente al artesonado de la antesala de la Sala Capitular de invierno, de la Catedral de Toledo. Su delicadeza geométrica, además de renacentista, nos recuerdan a las tracerías islámicas que podemos ver en otros edificios de la ciudad.

Subiendo por esta calle, nos encontramos al fondo con el cobertizo de San Pedro «mártir», el cual daba paso al edificio frontero a dicho convento, siendo usado por sus antiguos propietarios, los dominicos.

Precioso arco, adornado con tupidas yeserías en estilo islámico-mudéjar del siglo XIV, que nos hace pensar que estamos en un palacio granadino. Sin embargo nos encontramos en un palacio toledano, cuya riqueza se la debemos a sus antiguos dueños.

Antiguo baldosín en cerámica, muy deteriorado. Aunque aún podemos apreciar en este, que se refiere a una calle toledana, la de las Bulas Viejas. Precisamente era en esta vía donde se imprimían dichos documentos con poder papal, para decretar indulgencias o concesión de beneficios, a costa de un pago en dinero.

Tras un pequeño castillete con troneras, se encuentra la terminación barroca del tejado del Trasparente de la catedral de Toledo. Su figura geométrica se encuentra basada en la Esfinge egipcia de Guiza. Tras esta los desgastados pináculos de su cabecera.

Imaginativo detalle, que forma parte de un antiguo armario renacentista de entre los siglos XVI y XVII, tallado en un taller de la ciudad italiana de Génova, en raíz de madera de nogal. Se encuentra en el Museo de Santa Cruz.

Capitel y cimacio de época visigoda, reutilizado para sujeción del arranque de las bóvedas de la Mezquita de Cristo de la Luz.

Expresión de dolor en las caras de los ángeles pintados por el Greco, en el cuadro de la Trinidad, que se encuentra en el convento de Santo Domingo «el antiguo». Es copia de Jerónimo Seisdedos.

Esta es la salida superior de la Plaza de Valdecaleros, por la Callejón del Gordo, donde observamos una apacible y soleada mañana de invierno.

Dos vistas comparadas sobre la figura de Jesús, llevadas a cabo por Juan de Borgoña y su equipo, recientemente restauradas en la Sala Capitular de la S.I.C.P. de Toledo. La más clara es recién nacido y la segunda más oscura es su presentación en el templo de Jerusalén.

Delicada fotografía del bellísimo frontal del este en la Sinagoga del Tránsito, o muro del hekal. Cuyo ataurique tallado en yeso, nos deja boquiabiertos al admirarle, por su agradable atractivo.

Monedas de oro de tiempo de los Reyes Católicos, acuñadas ya en Granada, las cuales se denominaban como ducado o doble excelente. Tenían una ley de 23 kilates, siendo de gran pureza y pesaban 3,5 gramos. Estas se encuentran en el Museo de Santa Cruz de Toledo.

En este clarioscuro, cuyos detalles pertenecen a la Mezquita de Ibn Hadidi o de Valmardón, observamos escritas en ladrillo letras caligráficas musulmanas, con el comienzo de la primera azora Fatiha del Corán,  la Básmala, que dice «En el nombre de dios……..».

Media armadura del siglo XVI, usada por los ejércitos españoles de aquel tiempo. Forjada con hierro y latón y luego remachada y pulida. Se encuentra en el Museo Santa de Cruz de Toledo.

Instantánea donde podemos observar, la parte superior del sugerente claustro del Hospital de la Santa Cruz, desde su interior. Obra que le debemos al eminente arquitecto del renacimiento, Alonso de Covarrubias.

Imagen serigrafiada de la Plaza de Zocodover toledana de principios del siglo XX. Ha sido sacada de una de las revistas de su tiempo «Blanco y Negro». Se encuentra esta en la subida de una escalera, de uno de sus edificios restaurados recientemente.

Uno de los pulcros y bellos vitrales que adornan y dan luz al interior de la catedral toledana, donde vemos a un personaje del Antiguo Testamento, profetizando el embarazo de la virgen María, al que en este caso San José le lleva unos huevos.

En primer término vemos  el original ábside mudéjar de la que fue iglesia medieval de Santa Fe. Detrás la también desacralizada  de Santiago de los Caballeros y al fondo en lo alto, parte de su espadaña.

Detalle del arco que compone una de las alcobas, del Taller del Moro en Toledo, construido en el siglo XIV.  Por encima de su intrados angrelado, observamos la sebka de inspiración almohade. Al fondo una faja del mismo estilo y la celosía por donde pasa la luz.

Distintas historias talladas en piedra, en el arco de entrada la de Puerta de la Feria o del Septentrión de la catedral de Toledo. Entre ellas podemos ver en su pate alta, la leyenda de la Princesa Galiana, que tanta repercusión tuvo en la Edad Media de esta esta ciudad.

En la Calle Alfileritos, nos encontramos con uno de los palacetes renacentistas que contiene la ciudad de Toledo.

Brocal de pozo del siglo XIV, fabricado en barro, dándole exteriormente su cerámica compositiva de tipo islámico-mudéjar, de gran belleza. Se encontraba este en la Cuesta del Can de esta ciudad y ahora forma parte del Museo de Santa Cruz.

Entre el abigarrado y desconcertante caserío toledano, aparecen ciertos edificios cuyas techumbres nos descubren, algunos de sus conventos. En este caso el de Santa Isabel de los Reyes.

Aquí tenemos la imagen moderna de un judío, que sustenta entre sus manos el libro de la Torá. Pertenece esta estampa a una imagen pintada directamente por Alonso, sobre el goteelé de la pared en la capilla cristiana que da servicio a los enfermos y familiares en el Ambulatorio toledano u Hospital Virgen de la Salud.

Esta portada trabajada bellamente en estilo mudéjar toledano, se halló oculta durante siglos, siendo recuperada a finales del siglo XX. Fue en sus primeros tiempos el palacio de la familia Cervatos. Después en el siglo XV, le adquirió  Dª María Gómez de Silva, y fue denominado como «Beaterio de las Silva» que lo cedió entonces para el Convento de Madre de Dios. Al extinguirse este, pasó a pertenecer a la Universidad de Castilla-La Mancha, siendo hoy una de sus entradas desde la Calle Alfonso XII.

Los vitrales de la parte sur de la catedral toledana, iluminan en ciertas fechas del año, ciertas partes del trascoro de ese lado. En este caso una columna de mármol negro jaspeado, la cual junto a sus compañeras formó parte de la sujeción de los arcos islámicos, que compusieron las once naces de la mezquita aljama de Tulaytula.

Con respecto a la fotografía anterior, el capitel que contiene dicha columna, soporta  la figura de un ángel, el cual si nos fijamos bien se encuentra guiñando sus ojos. Corresponde con una simbiosis simbólica extraordinaria, pues se talló para cuando el sol pasando por los vitrales le diera en la cara, como ocurre en esta instantánea y lo que define tal comportamiento es que sostiene una filacteria, donde dice «adoremos». Se refiere al sol en una fecha entre el solsticio de invierno y el equinoccio de primavera.

Aquí observamos varios detalles exteriores catedralicios. Entre los contrafuertes y arbotantes se encuentra la linterna barroca que da luz a la fábrica interior del Transparente. Debajo de esta en gótico, la actual capilla de San Ildefonso siguiendo el eje decumano del templo y a su lado la capilla fortaleza en gótico isabelino, que mando edificar el condestable de Castilla Dº Álvaro de Luna.

Pequeño detalle del solado original, que aún queda en la Sinagoga de Samuel Ha-leví o del Tránsito. En ella se observa aún el juego geométrico que componían sus losas de barro, ensambladas entre piezas de cerámica de color blanco, verde y negro.

Pintura de nuestro santo patrón San Ildefonso, vestido de pontifical, que fue ejecutada por el equipo de Juan de Borgoña, entrado el siglo XVI. Forma parte de la Sala Cisneriana, junto a todos los arzobispos de Toledo.

Esta casa que se encuentra entre el Callejón de los Dos Codos y el Cristo de la Luz, formó parte de las pertenencias del Cabildo de Canónigos y Beneficiados. Aún contiene el ladrillo en cerámica, que así lo determina.

Esta pintura de entre 1600-07, la ejecutó Doménico Theotocópulis, el Greco. En ella se refiere a la Oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní. La hemos podido disfrutar en Toledo a comienzos del año 2019, ya que fue pintada  por encargo de Antonio Sirviente, inquisidor de Andújar, de ahí que pertenezca a la Iglesia de Santa María de dicho lugar.

La «Giganta» al referirnos a la torre norte de la Catedral de Toledo, iluminada nocturnamente como un «falo erectus» de atracción, sobre el Arco del Palacio Arzobispal, el cual une a los dos edificios.

Delicada estatua de mármol blanco que se encuentra en el trascoro catedralicio, debida al escultor Mariano Salvatierra, dedicada a Santa María Magdalena, la cual se sujeta el manto con la mano derecha y con la izquierda un libro algo arrugado y sobre este una calavera. Su ejecución es sorprendente por magnífica.

Desde la lejanía y entre la bruma de la mañana, observamos dos edificios emblemáticos. El delantero se refiere a la Puerta del Cambrón, construida en ladrillo rojo, sobre una otra más antigua musulmana, denominada como Bab-al-Yaud o Puerta de los Judíos y detrás el impresionante edificio conventual de San Juan de los Reyes. Este al encontrarse en la Judería Grande, fue  construido posiblemente sobre una de las sinagogas toledanas.

Para afianzar más el sentimiento de adoración, en una de las mujeres que miraban a Cristo recién nacido, Juan de Borgoña retrato  para la sala capitular catedralicia de su tiempo, a una monja de clausura toledana con su hábito, el cual parece pertenecer a una abadesa benedictina.

Esta es la Calle de las Bulas al mediodía. Se llama así porque en ella se vendían dichos privilegios, tras un importe requerido por la iglesia católica. Dicha calle perteneció a la Judería Grande de Toledo y por ello en ella está escrita de forma indeleble su idiosincrasia, como edificios, sótanos y topónimos, así como sus raíces más profundas.

En la resurrección de los muertos y el purgatorio, que se encuentra pintado al fresco por Juan de Borgoña, en la Sala Capitular catedralicia, observamos bellos cuerpos con cabezas tonsuradas, pertenecientes a diferentes órdenes religiosas de frailes, los cuales van a ser juzgados y ascendidos a la gloria según la idea del Cardenal Cisneros, el cual también les perdonaba sus pecados mundanos.

En esta instantánea observamos el coronamiento de una ventana renacentista, en cuyo centro se encuentra la cariátide del “hombre verde”, tan característico de este estilo. Más curioso es el cuarteado de la división de la fachada, el cual se adorna con escorias, sirviendo de material bituminoso.

Por encima del caserío toledano y mimetizándose con él, sobresale el tocón de un cimborrio con su veleta, perteneciendo a uno de los muchos conventos que aún existen en la ciudad de Toledo.

Este es el despacho usado actualmente por los alcaldes toledanos, en su Ayuntamiento, donde estos despachan los asuntos más importantes, que tienen que ver con esta ciudad universal.

Preciosa fotografía del conjunto monumental de Toledo, tomada al atardecer, desde un retiro en la zona Oeste de la  misma. Sobre ella pasan las nubes, como pasamos nosotros. El espectáculo está servido.

Ocurría esta bellísima vista, en la navidad toledana. Sobre el puente medieval de Alcántara, con base romana, había un haz de luces que iluminaban su silueta, con arcos, tajamanes o  torreones de paso, y desde lejos todo este conjunto armonioso, reflejándose sobre la base superficial del agua del río Tajo.

  Sutil edificio con un perfecto estilo neomudéjar, adornado con bellas cerámicas. Se construyó el año 1933, para servir de base a la estatua del Sagrado Corazón de Jesús, frente a la ermita del Cristo de la Vega.

Aquí tenemos el empinado Callejón de los dos Codos. Se denomina así por tener dos salidas a diferentes calles. Por su dificultad de ser recorrido hacia abajo en invierno, se ha colocado una barandilla en uno de sus lados, para que sea más cómodo.

En esta pintura al fresco, vemos la imagen de la visitación de la virgen María a su prima Isabel. Una embarazada de Jesús y la otra de Juan. Como podemos ver el pintor Juan de Borgoña se inspira para tal encuentro, en un paisaje toledano, como son las rocas que conforman la “Peña del rey Moro”.

Aquí tenemos en primer término el ábside gótico isabelino de la parroquia latina de San Andrés, este se alza por encima de las tres naves mudéjares de la iglesia original, pues fue construido como capilla mortuoria adicional por encargo de la familia Rojas, quedando luego como crucero y ábside. Al fondo se encuentra el campanario barroco.

la Tabla de Esmeralda en el imaginario colectivo, dicen que perteneció al sabio Hermes Trimegistro. Su solución hermenéutica se refiere al trabajo sobre el arte de la alquimia, o trasmutación del plomo en oro. Alguna de sus leyendas, las cuales esconden  un poso de verdad, dicen que se encontró cierto tiempo en el templo visigodo de Sta. María en Toledo, hasta que entre Tarik y Muza al llegar a Toledo, la hicieron desaparecer, dejándola en una nube mítica.

En tiempos del cardenal Quiroga, se levantaron las dos cúpulas o cimborrios que se ven en esta instantánea. Fue a finales del siglo XVI, con trazas del arquitecto Nicolás de Vergara “el mozo”. Se refieren a la capilla de la virgen del Sagrario de planta cuadrada y al relicario u ochavo por su planta octogonal.

En la salida del Tajo de la ciudad de Toledo, es cuando nos damos cuenta a través de la larga presa de Azúmel, de la falta de agua en su cauce en pleno invierno, viéndola seca totalmente en su bajada y en su parte superior, parece tratase de una piscina de tipo “infíniti”. Esto se lo debemos a una injusticia que sufre nuestro río desde hace más de cincuenta años, gracias al Canal de Isabel II, pero sobre todo al trasvase Tajo-Segura, en mala hora construido.

Dos fotografías del mismo paraje en distintas épocas. Se refieren al baño musulmán denominado de “Curtidores” o de “Tenerías”, que se encontraban debajo de la mezquita de Al-Dabbagin. La superior pertenece a la última década del siglo XX y la inferior a la primera del siglo XXI. De ahí su diferencia.

Aquí podemos ver lo que queda en pie de los “polvorines”, donde se guardaba la pólvora usada en la antigua Fábrica de Armas de Toledo. En estos aún se aprecian algunas de sus medidas de seguridad, como un alto pararrayos terminado en un pozo, un alto muro como prevención y lo más importante es que se encuentran al otro lado del río Tajo, frente a la antigua factoría. En sus tiempos productivos, estos eran custodiados por personal del Ejército.

En esta toma de Toledo, que corresponde con su parte central y una de las más altas, podemos ver a un lado la torre mudéjar de San Román, donde dicen que fue coronado de muy niño Alfonso VIII, al otro lado las torres barrocas de San Ildefonso de los jesuitas y en el centro muy mimetizada, la torre mudéjar de San Pedro Mártir y a su lado y sobre ella, el cimborrio de la primera y la cúpula de las segundas.

Trozo de mármol tallado, el cual pertenece a una placa toledana partida, que nos deja una fecha de referencia, como es el año 1616. Este resto fue recogido entre los rodaderos de la ciudad y ahora se encuentra custodiada en una casa particular. Este es un ejemplo vivo, de la indiferencia que ha habido hasta ahora por los vestigios antiguos, además de las guerras y las amortizaciones, por lo que se han perdido datos imprescindibles.

Desde la Vega Baja toledana, vemos elevarse  por entre las arboledas a las torres rojas de la Puerta del Cambrón en la parte Oeste de la ciudad, denominada también como Puerta de los Judíos y de Santa Leocadia. Fue reconstruida en estilo renacentista en los años 1570-76 y después de la Guerra Civil española.

Dejo aquí en esta instantánea, diferentes tipos de cerámica en arista de diferentes siglos, por si algún artista venidero, pueda verse interesado en este tipo de artesanía tan bella, pero difícil en la ejecución de su geometría y en su colorido.

Exterior de una de las capillas absidales de la catedral toledana, concretamente la de Santiago. Al ver su forma constructiva con torretas almenadas sobre sus contrafuertes y sus almenas sobre el perímetro, nos damos cuenta del poder y la categoría que ostentaban  sus dueños. Pertenece a la capilla mortuoria del condestable de Castilla Dº Álvaro de Luna, maestre de la Orden de Santiago y valido del rey Juan II, que le mandó ejecutar. Desde entonces su mujer Dª Juana Pimentel, firmaba como “la condesa triste”.

Este retrete se encuentran entre una de las cárceles medievales toledanas. Entre otras podemos ver aún la Cárcel de la Santa Hermandad o la Cárcel para Religiosos, que se encuentra en una de las viviendas que se halla en la torre norte de la Catedral toledana.

Desde la altura vemos el segundo torreón de entrada a Toledo, formando parte del Puente de Alcántara, el cual daba paso a un recinto fortificado, donde se vigilaba la entrada de toda clase de productos y de personas. Tras este se encontraba la muralla de Toledo y la puerta de esta, daba paso al fortísimo adarve hacia los palacios alcazareños.

Instantánea donde vemos los dos candelabros usados como tradición por los hebreos en la Judería toledana. El más antiguo de siete brazos, es denominado como Menoráh, según el mandato de dios en el capítulo veinticinco del libro del Éxodo versículos treinta y uno al cuarenta y el candelabro de Janucá, el cual se usa para su «fiesta de las luces», por la reedificación del segundo Templo de Jerusalén.

Sala de recibimiento de personalidades, en el Ayuntamiento de Toledo, la cual da paso al despacho de sus alcaldes.

Siguiendo una antigua tradición en esta ciudad, olvidada y redescubierta en nuestro tiempo, debida a los amuletos apotropaicos de las manos tanto de Miriam, hermana de Moisés, como de Fátima, la hija del profeta Mahoma, para defenderse de cualquier mal y en particular del mal de ojo, podemos ver que en nuestro tiempo, aún se siguen fabricando dichas jamsas toledanas. En este caso se lo debemos a los alumnos de la Escuela de Artes y Oficios.

Aquí vemos la parte superior de una portada en estilo gótico civil isabelino, referido a la entrada del edificio medieval al que se le nombra como Posada de la Santa Hermandad. Edificio que servía para ajusticiar y encarcelar entre otros, a los cazadores furtivos de los Montes de Toledo. Debajo se ve a los guardias que detenían, por encima los símbolos de los Reyes Católicos, así como su escudo con un águila de una sola cabeza y más arriba los jurados que juzgaban.

Gran delicadeza matemática y geométrica, en el bello ataurique de estilo mudéjar, que se encuentra en uno de los lados de una de las alcobas, del Taller del Moro. Por encima se observa un cuadrado que contiene a una paloma, referido al apellido Palomeque, el cual  mandó fabricar esta bellísima yesería.

Una de las notas mágicas toledanas, es ver nocturnalmente sus antiguos edificios iluminados. En este caso la Puerta de Bisagra por uno de sus lados y los tejados y torre de la iglesia mudéjar de Santiago del Arrabal.

Detalle de una pintura sobre lienzo, muy bella por renacentista y manierista, ejecutada por Francisco Comontes, donde vemos a una mujer calentando un paño sobre un brasero, para dar calor a Jesús recién nacido.

La misma escena anterior, pintada al fresco por su compañero Juan de Borgoña, con el que trabajó el anterior, donde vemos a otra mujer calentándose las manos sobre otro brasero y otro paño sobre sus rodillas por calentar y dar calor a Jesús, al cual vemos en la escena.

Columnata baja del patio del Alcázar de Toledo, restaurada tras sus varias destrucciones, la última en la Guerra Civil española. Por encima los capiteles que sustentan sus arcos y albanegas, más el cornisamento.

Aquí tenemos los grutescos tallados en madera en 1780, por el tallista Gregorio López, en la pequeña puerta del armario derecho de la antesala capitular de la catedral toledana. En ella vemos de forma curiosa, además del hueco de la cerradura, el busto del rey Carlos III, el cual reinaba entonces en España.

La torre sur de la Catedral de Toledo, con sus diferentes cuerpos. El más bajo parece ser el original, de antes de su derrumbe en el año 1345 en tiempos del cardenal Gil de Albornoz. Al no terminarse como la del norte, se la incluyeron varios cuerpos, uno en piedra calcárea blanca y otro que sustenta su cúpula octogonal, que fue diseñada por Jorge Manuel Theotocópulis.

Bello brocal del pozo de las abluciones, que se hallaba en el patio de la mezquita aljama toledana, el cual celebraba la construcción de su cisterna, en el año 423 de la Hégira. Sus letras cúficas nos cuentan que le encargó el rey Al-Zafir. Está tallado de una sola pieza de mármol.

La denominada puerta de Alfonso VI. Construcción de tipo islámico, con entrada en codo en uno de sus lados. Por ella salían los muertos musulmanes, hacia su cementerio, el cual se encontraba de frente, algo más abajo.

Bloque de granito, que se encuentra en el centro del Puente de Alcántara, donde vemos tallado el año en que se solo el mismo, en 1836.

Vemos de espaldas al ángel protector de la ciudad con espada en mano, el cual se halla en lo más alto de la terminación triangular, que rige la Puerta de Bisagra, la principal entrada de la ciudad en la edad moderna. Dice una leyenda de él, que cuando vino la peste a Toledo, le dijo que tenía permiso para matar a unos pocos paisanos y cuando esta salía, el ángel la reprochó el haber matado a unos cuantos miles.

Postal sacada de un grabado, sobre la famosa campana que rige el centro del campanario bajo de la catedral de Toledo, denominada vulgarmente como “Campana Gorda”. Está dedicada a San Eugenio. Esta fue defectuosa desde el momento de su fundición, cuyo pelo limado se ve en dicha tarjeta.

El bello ojo central del Puente de Alcántara en Toledo, que fue construido en tiempos romanos, teniendo veintiséis metros de luz y ahí sigue haciendo su función, después de casi dos mil años.

Observamos aquí seis primorosos círculos, pertenecientes al estilo mudéjar toledano. En ellos vemos sus diferentes y espectaculares formas geométricas. Unos formados con octógonos y otros con hexágonos, cuyas combinaciones por medio de azafates y luceros, nos dejan perplejos al estudiarlos en profundidad.

Escudo exterior que preside la Puerta del Cambrón al Oeste de la ciudad de Toledo. Al ser reconstruida en 1576 en tiempos de Felipe II, se dejó el águila de una sola cabeza y el escudo de León y Castilla, pero se le adosó lógicamente el Collar con el Vellocino de Oro, flanqueándole las dos figuras sedentes de los reyes godos.

Este es un alero, que adorna el exterior de uno de los monumentos toledanos. Está compuesto por pechos de paloma convexos en saliente, donde descansan tejas que forman arcos con los mismos, con otras tejas entrecruzadas por encima. Viendo un sencillo pero bello estilo de trabajar, en el estilo mudéjar.

Escena celestial pintada al fresco por el gran artista Juan de Borgoña, sobre la zona derecha referida al Juicio Final, para la Sala Capitular de la catedral de Toledo. En ella vemos el rostro de la Virgen María y el de San Pedro, con sus halos de santidad y por encima de estos, un coro de niños cuyos diferentes rostros nos llevan a pensar “que la cara es el espejo del alma”. Quizás el artista se inspiró para ello, en el rostro de los seises, los cuales cantaban en el coro de esta catedral en su tiempo.

Al llegar a la ciudad del fondo por el sur, atravesando la región de la Sisla Mayor denominada como Macizo Cristalino de Toledo, el cual se encuentra a una altura media de unos setecientos metros, descenderemos unos doscientos metros hacia Toledo, por el camino de la Pozuela en Cobisa, encontrándonos con un monte isla, el cual contiene una ciudad muy especial, Toledo, guardiana del Arte y de la Historia española, dejando perplejo al que la admira desde este lado.

Este es unos de los calabozos que se encuentran en los bajos de la Posada de la Santa Hermandad de Toledo, donde se encerraba a los furtivos de la caza y a otros delincuentes de la misma calaña, hasta ser juzgados. Mucho han cambiado los tiempos desde entonces, pues ahora los presos actuales disfrutan de todas las comodidades, mientras la mayoría de nuestras personas mayores, después de haber trabajado toda su vida, mueren en la indigencia y la soledad, esto entre otros casos aún más flagrantes. Así está ocurriendo a comienzos del tercer milenio. ¿Nos hablemos vuelto locos los seres humanos?

Fotografía tomada por el oriente en una de las noches toledanas, con el embrujo que ello representa. Aquí podemos decir de una puerta a otra puerta, pues al entrar por el Puente de Alcántara, nos encontramos la puerta del mismo nombre, del siglo X. Esta debía de ser inexpugnable por su entrada en codo, dando paso al adarve defensivo, que conducía a la alcazaba y al centro de la medina. Se cegó en el siglo XVI y fue redescubierta el año 1911. Increíble, pero cierto.

Este es el brocal de un aljibe, que se halla en lo que fue parte de la muralla musulmana,   en Tulaytula, pegado al torreón musulmán contiguo a la nueva puerta renacentista de Bisagra del siglo XVI, entrada principal de la ciudad de Toledo en dicho tiempo, hacia el norte. Se denominó en tiempos antiguos como Bab al Shaqra.

Postigo o puerta de Doce Cantos, al este de la muralla musulmana de Tulaytula. Perteneció a un largo y empinado adarve que subía hasta la propia alcazaba, donde aún se encuentra la puerta que le recibía. Desde este se daba paso por un profundo terraplén, a las corachas que defendían el río Tajo. En él se reutilizaron algunos grandes sillares, pertenecientes al acueducto romano, de ahí su posible nombre.

Cimborrio o cúpula octogonal, que preside en altura el escaso crucero, del convento franciscano de San Juan de los Reyes. Se le debemos al maestro y arquitecto mayor de dicho edificio y de la obra y fábrica de la catedral de Toledo, Juan Guas. Fue un encargo hecho a este, por la reina Isabel la católica, representando dicha parte a una corona.

Patio imperial de armas del Alcázar de Toledo, con columnas toscanas, en cuyo centro se exhibe una copia de la estatua en bronce de Carlos V, personificando al dominio del furor turco. La original le fue contratada al escultor de Milán, Leone Leoni en el año 1549, siendo de una gran perfección técnica anatómicamente. La terminó su hijo Pompeo Leoni en 1564, trabajando ya para su hijo Felipe II.

Bellísima cerámica, salida de las manos del ceramista Vicente Quismondo. En ella podemos apreciar la entrada al edificio diseñado y construido por Francesco Sabatini en 1780, por mandato del rey Carlos III, para contener a los espaderos que se dedicaban a la fabricación de las famosas espadas toledanas.

En esta instantánea, podemos apreciar la famosa y descomunal fábrica del Transparente, que se encuentra en la parte oriental exterior del presbiterio de la catedral toledana. Fue obra del arquitecto e imaginero Narciso Tomé, que acompañado por su familia, la diseño, la esculpió y la pintó, en tiempos del arzobispo Diego de Astorga y Céspedes, entre los años 1729 y 1732. Obra barroca que determina la gloria, conteniendo a personajes y profetas del Antiguo Testamento, llegando hasta las visiones del Apocalípsis de San Juan.

El tercer cuerpo de la torre norte de la catedral de Toledo, se remata exteriormente con un friso corrido de mármol muy bello, con hojas y ramos de acanto, formando diferentes formas geométricas, que a modo de capitel sustentan arcos ciegos que terminan en sus tímpanos con azulejos valencianos, dándolos un matiz muy airoso. Se debe este trabajo a Daniel de Bruselas.

Siguiendo la fotografía anterior, dejamos aquí los dos tipos de azulejos de color azul que los componen. En el cuadrado, vemos unas bandas entrelazadas y el de forma octogonal está compuesto por una cruz central en forma de hojas y a los lados unas filacterias que contienen unos raros caracteres. En uno parece decir “fitsbe” y en los otros tres “nodear”.

Desde los chaparros de la Sisla, podemos ver al fondo el caserío toledano y por encima de este sobresaliendo, el palacio imperial de los Austrias, reconocido como el Alcázar de Toledo. Contiene este edificio en nuestro tiempo, la Biblioteca Regional de Castilla la Mancha, así como el Museo del Ejército Español.

Pinturas al fresco ejecutadas por los pintores florentinos Gerardo Starnina y Nicolás de Antonio sobre 1390, para la capilla de San Blas, por orden del arzobispo Pedro Tenorio. Estas joyas estuvieron a punto de desaparecer, siendo restauradas a comienzos del tercer milenio. Por sus halos dorados se refieren a todos los santos y santas de la iglesia católica. Entre otros podemos ver a María Magdalena, así como a reyes, papas, obispos, profetas y a parte de las once mil vírgenes.

Vemos el frontis del Ayuntamiento de Toledo, coloreado en morado. Representa al día internacional de la mujer y lo más destacado es su lucha contra la violencia de género. Pero se ve que no sirve de nada, pues cada vez se asesinan a muchas más mujeres, mientras que la justicia no hace verdaderas leyes para remediarlo. Mientras tanto el maltrato a los hombres, que también es muy grande según las estadísticas, se encuentra más que callado.

Sobrerelieve tallado en una pieza de mármol, perteneciente a un palacio musulmán del siglo XI. En él vemos los típicos tallos con sus ramos, flores y frutos, mientras entre ellos se sustenta un ave, única muestra figurativa que permitía el Islam. Se encuentra en el Museo Taller del Moro.

Uno de los muchos torreones que acompañaban a los distintos conventos y estamentos religiosos y hospitalarios de Toledo, los cuales servían especialmente como secaderos de ropa, entre otras funciones. Concretamente este pertenece al Hospital de Santa Cruz, hoy museo del mismo nombre.

Aquí observamos una repisa en plata, contenedora de ocho pequeños recipientes más el testigo, para recibir el aceite e iluminar sus lamparillas en la fiesta hebrea de Janucá. También se la conoce como fiesta de las Luces y pese a conmemorar la reedificación del Segundo Templo de Jerusalén, se celebra en tiempos de Navidad y por tanto en el Solsticio de Invierno. Esta joya se encuentra en un comercio de anticuario toledano.

Una garza real observa con su largo cuello, algún movimiento en el agua, para poder atrapar algún pez o anfibio en el río Tajo a su paso por Toledo. Aunque al venir este tan contaminado por el detritus de los alrededores de la capital de España, también de Madrid y de Aranjuez, pasando por esta ciudad casi muerto, tendrá que tener mucha paciencia dicha ave durante varias horas, para poder atrapar algo.

Un típico corredor saliente, que da personalidad a un inmueble en la Cuesta de San Justo. Espero que no se hunda al encontrarse apuntalado y sea restaurado prontamente.

Pintura de perfil del rostro del cardenal y arzobispo de Toledo Francisco Jiménez de Cisneros. Ejecutado por Juan de Borgoña en la sala capitular de la catedral de Toledo, detalle que demuestra la gran personalidad de este prelado. A este le debemos la construcción del claustro alto, la capilla mozárabe, la restitución del rito toledano ante la iglesia de Roma, la propia sala capitular, la ampliación del presbiterio en su forma original, el retablo del altar mayor, la capilla baja del sepulcro y la joya entre las joyas mundiales, la custodia de Enrique de Arfe. Con estas fábricas, obras y objetos sagrados, amplió y enriqueció hasta los límites más altos de su tiempo, a la “Dives Toletana”.

Vista nocturna de la austera pero bella torre mudéjar, perteneciente a la iglesia latina de Santo Tomé o Tomás apóstol, reconstruida en el siglo XIV por el señor de Orgaz sobre una mezquita musulmana. Por encima del alminar a la que pertenecía, se erigió su campanario cristiano.

Una de los rosetones, que componen la parte superior de una de las vidrieras del templo primado toledano. En ella se ve una roseta en su centro, rodeado por seis cuadrifolios, todos rellenos de coloridos vitrales, los cuales dan una tenue luz al interior del templo.

Luz al mediodía sobre el adoquinado de una calle toledana. Esta ilumina a una  esquina,  que se encuentra entre la Calle de San Pedro Mártir y la Plaza de Valdecaleros. Rincón lleno de tipismo, historia y leyenda.

Estos bellísimos yesos, se encuentra adornando los pasillos de la Escuela de Artes y Oficios de Toledo. Se consiguieron por medio de un molde y después un vaciado, copiados sobre las propias yeserías mudéjares de la Sinagoga de Samuel Ha-leví o del Tránsito. Hoy sería imposible hacer tal copia, al estar totalmente prohibido tocar o restaurar, cualquier obra de este tipo.

Desde las alturas, vemos frente a nosotros sobresaliendo el torreón neorenacentista y neomudéjar del antiguo Casino de Toledo, denominado como Centro de Artistas e Industriales. Dicha torre a la que se puede confundir con la de una de las iglesias de la ciudad se debe al arquitecto Felipe Trigo. Se encuentra achaflanada con respecto al edificio, tal como lo observamos en la instantánea.

El parecido entre el detalle de la pintura al fresco de la Sala Cisneriana, donde vemos los pies de Cristo sobre la bola del mundo de Juan de Borgoña en siglo XVI, para la representación de la gloria, es algo parecida a la fotografía del mundo real, hecha en el siglo XX por los astronautas, desde el espacio próximo.

Este es el detalle de un edificio neomudéjar, que se encontraba en el Paseo de la Basílica, haciendo esquina con la Avenida Mas del Ribero. Estuvo habitada hasta los años sesenta del siglo pasado. Después se fue arruinando, siendo derribada a finales del mismo. Esta instantánea deja constancia de que existió.

Uno de los octógonos de estilo mudéjar, tallado entre el bello ataurique que forma parte del Palacio de los Palomeque, hoy conocido como Taller del Moro. Al ser de inspiración musulmana, representa geométricamente a la figura que une el cuadrado con el círculo, pues se refiere a la regeneración que da paso de lo cotidiano a lo eterno. Después de seis siglos, aún se adorna con su pintura original.

Exterior del ábside en estilo mudéjar, de la iglesia de los santos Justo y Pastor, así como de la antigua capilla denominada del Corpus Christi. Esta última se reconstruyó en el siglo XIV, e interiormente es una de las joyas secretas que guarda esta ciudad patrimonial de Toledo.

Cuando Juan de Borgoña pintó la Sala Cisneriana en la catedral de Toledo, este se inspiró para ello en el paisaje, ambiente y oficios que conformaban entonces a la ciudad. Por tal motivo plasmó en una de sus secuencias, concretamente en la de la imposición de la casulla a San Ildefonso, a Santa Bárbara sustentando un de sus atributos, como es una gran espada, usando como modelo el mandoble del entonces emperador Carlos I. Por dicho gesto, este nos dejó reflejado la fama de las espadas toledanas.

Con esta perspectiva, podemos ver uno de los edificios más longevos que contiene la ciudad de Toledo. Delante y en primer término, se encuentra la mezquita de Ibn Hadidi, hoy denominada como del Cristo de la Luz, siendo construida el año 999 de nuestra era. Adosada a la misma se encuentra una pequeña iglesia cristiana y su ábside, del mismo nombre y del siglo XII. Fue en esta última donde se cree que surgió por primera vez el mudéjar toledano, el cual dio su estilo a esta ciudad en la baja edad media.

En un mismo edificio toledano del siglo XIV, nos podemos encontrar sorpresas como esta. Por encina observamos el detalle de una banda con letras epigráficas góticas, donde está escrito el Apocalipsis de San Juan. Se sustentan sobre una viga, donde vemos a los lados pinturas mudéjares, que sirve de modelo para el pegado sobre ella del ataurique en estuco, el cual la dará su toque último, embelleciéndola.

Parte de la cabecera, brazo sur del crucero, contrafuertes y arbotantes, en el exterior de la  catedral de Toledo, en una visión nocturna e iluminada, para que esta sea visible desde el otro lado del Valle, recorriendo la Carretera de Circunvalación que rodea la ciudad.

Rostro vegetalizado en estilo gótico, con su policromía original dorada, el cual podemos ver embelleciendo el friso del dintel de una puerta catedralicia. Puede representar a una cabeza parlante o bafomet usado por los Templarios o quizás a su lado se elegía se elegía al rey de la procesión de los locos.

Un cupulín renacentista, que sobresale por encima de una de las capillas secretas que contiene la catedral toledana, concretamente el rico relicario del templo, al que se conoce como Ochavo.

Firma del pintor Francisco Bayeu, en los frescos pintados en el claustro de la catedral toledana, los cuales se encuentran muy deteriorados por las humedades y la intemperie. Fueron pintados en estilo barrocos, entre 1776 y 1782, sobre otras pinturas más antiguas.

Entre modernos pináculos alcazareños, tallados en granito, se encuentra fabricado en ladrillo y  en estilo barroco, el campanario de la esbelta torre de la parroquia de San Nicolás de Bari, en Toledo.

Sobre un pedestal, se encuentra una figura en gótico con un cuenco, como si quisiera repartir su contenido. Esto no es de extrañar, pues se halla en la Puerta del Mollete, que une el claustro de la catedral con el exterior. Es denominada así, porque en ella hace tiempo, se repartían unos panes blancos y redondos, a los pobres de solemnidad.

La Peña de la Cabeza, menhir natural que podemos ver si nos asomamos al valle del Tajo, desde el Paseo del Tránsito, pues se encuentra en el acantilado que cae desde el cerro frontero, con la misma denominación o Cerro de la Cabeza, coronado por la ermita de la virgen del mismo nombre. Describe sin quererlo a un gran ónfalos simbólico, por el lugar donde se encuentra.

Desde la colina más alta de la ciudad de Toledo, que se encuentra en la cara norte del palacio alcazareño, se observa la llegada del rio Tajo desde su Vega Alta, encaminándose hacia el congosto de su profundo valle, dándola su carácter orográfico y universal.

Clave, nervios y plementos de parte de la bóveda que cierra la capilla de San Blas, cuyas bellas y coloridas pinturas inspiradas en el italiano Giotto, se deben a Gerardo Starnina, Nicolás de Antonio, los dos florentinos y a Juan Rodríguez de Toledo, sobre 1390. Los nervios son recibidos por cabezas de dragones de diferentes colores, los cuales son un signo de poder del que lo demanda y al mismo tiempo de precaución, para el que lo observa.

Desde la ciudad de Toledo, observamos el castillo de San Servando, bastión defensivo al sur del Tajo. Este lugar recibió bastantes envites por parte de los musulmanes, sobre todo en tiempos de los almorávides y los almohades.

En uno de los simbólicos templos toledanos, nos encontramos esta figura en difícil contorsión, boca abajo. Por su moño, se refiere posiblemente a una de las mujeres que formaba parte de la “procesión de los locos”. De ahí que se encuentra semidesnuda, con las nalgas y el trasero al aire, ya que era una fiesta en la que eran permitidos ciertos actos lujuriosos.Aún se observa en la talla, las señales del cincel de dientes.

La custodia del cardenal Cisneros encargada al orfebre Enrique Arfe, iluminada entre penumbras en el presbiterio catedralicio, poco antes de enseñar sus brillos, por las calles en el Corpus Christi de Toledo, fiesta grande de la ciudad.

Entre la riquísima colección de tapices flamencos, de la catedral toledana, observamos un detalle bíblico. La escena se refiere al recogimiento del tesoro, descubierto en el saco de Benjamín, el último hijo de Jacob según el Génesis 43:1 y 44:34. Por dicho motivo fue conducido ante su hermano José, el cual había sido traicionado por sus hermanos. De la tribu de Benjamín, salió el apóstol San Pablo.

Desde la colina más alta de Toledo, en el lado norte del Alcázar, observamos allá abajo, un bello ejemplar de edificio neomudéjar con dicho nombre, el cual es utilizado para diferentes oficinas. Fue reconstruido tras la guerra civil española en ladrillo, de arcos apuntados  y de herradura, con alfiz, columnillas y balaustres con ladrillos en rombo.

Detalle de la zona izquierda del Juicio Final, en la Sala Cisneriana pintada al fresco por Juan de Borgoña, donde observamos con sus halos de santidad a los apóstoles Juan y Santiago y por encima un coro de niños vestidos de blanco, con diferentes y bellas caras, posiblemente inspirados en los “seises cantores” de la catedral, como ya comentamos más arriba.

Estos son algunos de los arcos del patio del Alcázar, los cuales quedaron en pie, tras la terrible guerra civil española, de los unos contra los otros y viceversa. En ellos y en sus enjutas, podemos ver aún después de ochenta y muchos años,  los impactos de las balas que eran disparadas desde el desaparecido Cerro del Macho.  Como ser humano, pienso que estas huellas no tienen nada de glorioso, pero si son un signo de muerte.

Aquí podemos ver el templete superior, que remataba la parte alta del “monumento grande” que se colocaba a los pies del templo catedral desde 1807, para semana santa. Fue diseñado y construido por el arquitecto ilustrado Ignacio Hann, en madera simulando jaspes. En su interior, una urna con ángeles guardaban la sagrada forma, siendo tallados por José Tolch.

Sobre las almenas y castilletes de una de las capillas de la cabecera catedralicia toledana, emerge el cuerpo octogonal superior de su torre norte. Se corona por encima con su “alcuzón” o aguja, la cual representa a una tiara en la que se embuten tres coronas de mayor a menor, dándola un bello aire. Dicha parte simboliza a la mitra que corresponde a esta iglesia, por ser la primada de entre todas las españolas.

Entre delicados jaspes y nubes grisáceas, aparecen las extraordinarias tallas de dos cabezas blancas en mármol de Carrara, pertenecientes a unos “putis” o angelotes, que se encuentran componiendo el delicado monumento barroco del Transparente. Las dos aparecen tras sus respectivos nimbos, considerando estar jugando al “veo, veo”. Su naturalidad habla por sí misma.

Tras una fuerte lluvia, se observa el suelo brillante y limpio de una calle toledana. Me refiero a la Bajada del Corral de Dº Diego.

Fotografía nocturna del medallón que se encuentra en el arco de entrada de la Puerta del Sol y de la Luna, uno de los pasos medievales al interior de la cuidad de Toledo. Dentro de un círculo observamos un triángulo, donde se encuentran talladas las figuras que componen la imposición de la casulla por la Virgen María a nuestro patrón San Ildefonso. Como testigos, los dos astros nombrados.

Una de las muchas subidas características, que conforman a la ciudad de las doce colinas, Toledo. Concretamente me refiero a la Bajada de San Justo, la cual conduce a la plazuela y a la cuesta del mismo nombre, por la que ascenderemos no sin esfuerzo, hasta la Cuesta del Can, una de esas elevaciones.

Parte alta de la reja de entrada al coro catedralicio. Considerada la mejor reja existente en el mundo, fue trabajada en hierro, cobre y latón por el maestro toledano Domingo de Céspedes y terminada en 1548 junto a su yerno Fernando Bravo. Dos preciosos candeleros platerescos en su parte central, acompañan una rodela contenedora del escudo del cardenal Silíceo.

Esta es la calle de las Bulas Viejas, las cuales se imprimían en ella. Además de su gran estrechez, en su conformación se observan algunos recodos. Debemos este perfil en ella, por formar parte de la Judería Grande de Toledoht, por lo que aún se pueden ver algunos de sus adarves si tenemos suerte, al ser ya pasillos vecinales. Son muy abundantes los subterráneos que la conforman, precisamente para proporcionar la necesaria intimidad de los hebreos toledanos.

Preciosa bandeja repujada en plata, en estilo renacentista, por el orfebre Matías Menlic en el siglo XVI, para el rico tesoro de la catedral toledana. Su bella escena se refiere al Juicio de Filotas, por su complot contra Alejandro Magno.

Arranque de los cuatro arcos de herradura, que sustentan las diferentes bóvedas de la Mezquita de Tornerías en Toledo. Dicha sala de oración, se encuentra elevada sobre lo que parece parte de un palacio o iglesia visigoda.

Pulcrísima vista al atardecer en la ciudad de Toledo, de uno de sus primeros parajes medievales, tan sorprendentes por su fisonomía. En ella vemos la trasera de la Puerta de Bisagra, así como son el ábside, torre, transepto y cuerpo, de la parroquia de Santiago del Arrabal, conocido como la catedral del arte mudéjar.

Otro de los vaciados que se hicieron sobre el riquísimo ataurique que contiene en su zona alta, la sinagoga de Samuel Ha-leví o del Tránsito. Se encuentra este enriqueciendo una de las paredes de la Escuela de Artes y Oficios. Entre otros detalles, observamos que además de la banda con los caracteres hebreos de los salmos, hay otras delicadas fajas rellenas de letras, del árabe nesjí, donde dice: “La felicidad y la misericordia”.

Torreón noroccidental del Alcázar de Toledo.  En tiempos de Isabel II del siglo XIX, se estableció en el mismo una estación de telegrafía óptica, para mensajes codificados entre el centro y el sur peninsular. Tras su destrucción en la guerra civil, fue reconstruido entre 1940 a 1957, por la Dirección General de Regiones Desvastadas.

Escena dorada en uno de los monumentos toledanos de tipo musulmán, cuando el sol con los últimos rayos del atardecer, ilumina desde el oeste sus piedras, columnas, capiteles, ladrillos y mampuesto, legándonos un ambiente además de cálido, sugerente y mágico.

Curioso copón con forma de baúl, para contener las hostias consagradas. Fue pintado por el pintor toledano Francisco Comontes, discípulo de Juan de Borgoña, para el retablo del desaparecido convento de franciscanas de Santa Ana en Toledo. Parte de este se encuentra en el Museo de Santa Cruz, de esta ciudad.

Arbotantes y pináculos, con sus cresterías, que conforman la girola exterior del edificio catedralicio, cuyas estructuras contienen el juego de contrapesos, dando estabilidad y equilibrio a de las bóvedas bajas de su cabecera.

Intimidad en un patio con su fuente central. Recientemente restaurado, pertenece a uno de los adarves más largos perteneciente a la Judería Grande. Iba desde la Calle de las Bulas formando el Callejón de las Siete Revueltas, saliendo a la Plaza de San Antonio.

Perspectiva hacia el norte de Toledo, desde la puerta principal del Alcázar. En ella apreciamos la parte alta del Museo de Santa Cruz y a su lado derecho según miramos, la entrada del río Tajo a la ciudad.

Diferentes colores que embellecen de forma silenciosa, el pavimento de la catedral toledana. Reflejo proyectado desde los vitrales que componen su triforio. La sensación que se tiene al observarlos es de extrañeza. Aunque en ellos se refleja el movimiento del templo con el planeta, haciendo de él un ente vivo.

Vista aérea del torreón defensivo de salida, del Puente de San Martín. En ella podemos ver perfectamente, el quebrantamiento que tuvo sobre su cara sur, en la guerra civil entre hermanastros, como fueron el rey Pedro I «el cruel» y el que después de su asesinato, Enrique II de Trastámara, gobernó en Hispania. A un lado, se observa el espumarajo del contaminado río Tajo .

Inaugurado en el año 1878, el espectacular Teatro de Rojas contiene obras verdaderamente extraordinarias. En la instantánea vemos su techumbre pintada al fresco,  por el pintor Juan Espantaleón, entre otros donde observamos un cielo con nubes y en su centro rodeada de ángeles Talía, la musa del teatro.

Fachada exterior de una de las más esbeltas capillas radiales catedralicias, donde observamos su semicircular decoración gótica, sobre un gran óculo cóncavo hacia su interior, que finaliza en una bella celosía del mismo estilo, cuyas vidrieras dan luz a su interior.

Antigua entrada a una farmacia toledana, en estilo “art decó”, que aún podemos ver en la calle Cardenal Lorenzana, estando aún en uso, dando servicio a la ciudad.

Aquí presentamos uno de los sótanos bajo tierra, del importante convento de San Clemente en Toledo, el cual era usado en sus mejores tiempos, para contener el trigo y los demás alimentos, con los que se surtían sus monjas cistercienses de clausura, desde el siglo XII, hasta principios del XXI.

Arcos de herradura islámicos, apoyados sobre columnas visigodas y romanas, revestidos con pinturas de tipo románico toledano, pertenecientes a la iglesia latina de San Román que fue consagrada en 1221. Esta es una de las muchas joyas secretas, que contiene la ciudad de Toledo.

Parte alta con almenas y por ello parte defensiva de la Puerta de Alfonso VI, del siglo X. Fue llamada Puerta Vieja de Bisagra. Por ella salían los muertos musulmanes, hacia el cementerio que se encontraba frente a ella.

Claustro bajo perteneciente a uno de los conventos toledanos. Aunque reformado por la Diputación de Toledo, aún contiene su estilo herreriano, con su aljibe y los respiraderos de su techo. En nuestro tiempo, pertenece al Centro Cultural San Clemente y se usa como sala de exposiciones.

Fotografía donde podemos ver en primer término, el cupulín octogonal con su chapitel, los dos barrocos, que guardan y dan luz a la bóveda interior, en el centro del crucero del Museo de Santa Cruz. En lontananza, vemos el valle norte que baja hasta el río Tajo, el cual forma su Vega Alta.

Arcos superiores de la puerta del Cristo de la Luz o de Valmardón, que viene del árabe Bab-al-Mardúm. Hoy día aún se puede ver entre el hueco de sus dos arcos interiores, el rastrillo medieval en madera, que al bajar cerraba la puerta. Hasta hace unos años, se veían los largos clavos que la unían al suelo.

Una de las aberturas de la Mezquita de Ibn-Hadidí, en su lado oeste. En tiempos cristianos, fue la puerta principal de la posterior iglesia del Cristo de la Luz, en cuya parte anterior se arrodilló el caballo de Alfonso VI, al tomar Toledo a los musulmanes, encontrando debajo un crucifijo, iluminado por una vela. La piedra blanca que vemos, recuerda aún dicho lugar.

Bonita vista desde el Paseo del Miradero de Toledo, de los arrabales  de la ciudad con la vega alta del río Tajo. Estos  se expandieron en tiempos árabes.  Uno de estos arrabales murado, se denomina como La Antequeruela y  otro exterior denominado  Las Covachuelas, por estar construido sobre las covachas pertenecientes al anfiteatro romano de Toletum.

Precioso ventanillo de tipo islámico, el cual se encuentra en uno de los patinillos que forman el laberinto constructivo del convento de Santa Clara. En el círculo exterior cóncavo, se observan las típicas por bellas letras en cúfico, alabando a Alá. En su celosía interior se aprecia un gran trabajo por sus azafates al aire, los cuales se dirigen a un centro octogonal, que representa a la palabra árabe “tawhid” o reconocimiento de la unicidad.

Puerta de Alfonso VI. Iluminada en la noche toledana, su parte baja hasta las dovelas del arco interior, así como los soportes exteriores, vemos que pueden pertenecen posiblemente por su estructura a la época musulmana y la parte alta exterior en estilo mudéjar, parece algo más tardía. Esta es otra de las joyas de Toledo, la cual nos observa con sus más de mil años, al entrar y salir por ella.

En el más puro estilo mudéjar y con una riqueza plena en dicho estilo, vemos aquí un suntuoso arco de medio punto angrelado con alfiz, en uno de los palacios usados por la nobleza toledana del siglo XIV. Fue tallado en estuco, indudablemente por albañiles toledanos de religión musulmana.

En un rosado atardecer, vemos las almenas y una alta torre que contiene la escalera que da paso a un alto torreón defensivo. Pertenece al hoy Palacio de la Cava, que anteriormente fue de los duques de Maqueda.

Exquisita yesería perteneciente a la galería de mujeres o matroneum hebreo, que se halla en la parte alta de la Sinagoga de Samuel Ha-leví o del tránsito, el cual parece otro templo en miniatura. En su faja central se observa el “horror Vacui”, relleno de ataurique con los lirios de Sarón y las estrellas octogonales y entre sus caracteres hebreos se lee “Y tomó la profetisa Miryam, hermana de Aarón, el adufe en sus manos diciendo, cantad a Yahveh”.

Estructura de par y nudillo en el artesonado en madera, de una de las alcobas del palacio mudéjar del Taller del Moro, rematado en el centro con una forma octogonal con mocárabes, más la piña central de la inmortalidad. Se sustentan sus ocho lados con una faja en latín, donde está escrito el Apocalipsis. Detalle que forma parte de otra de las joyas secretas que guarda Toledo.

Estos son los dos altos torreones cuadrados interiores, que forman parte del paso interior de la Puerta de Bisagra.  Fueron construidos en tiempo del emperador Carlos V y su hijo Felipe II, con trazas del arquitecto Alonso de Covarrubias. Se rematan estos por altos chapiteles piramidales, adornados con cerámica ajedrezada verde y blanca, como la bandera de la ciudad y en su parte delantera contiene el escudo del imperio español.

Arcos islámicos de herradura, que pertenecen a la parte central de la mezquita de Tornerías. Al fondo, los restos del arco del mirab, hacia el suroeste, que es hacia donde rezaban los musulmanes, mirando para la ciudad de la Meca.

Instantánea desde la línea de proscenio, perteneciente al Teatro de Rojas en Toledo. Desde donde vemos el patio de butacas o platea. A más altura los palcos de platea y por encima los dos pisos superiores o balcones con sus palcos y en la parte superior el balcón general. En este interior, observamos la herradura o concha acústica para una buena audición.

Largo pasillo, perteneciente a uno de los adarves vecinales en la Calle de las Bulas Viejas. Este perteneció a la Judería Grande de Toledoth y tenía salida al Callejón de las Siete Revueltas.

Ángel búdico tallado en la catedral de Toledo, según su rostro. Este contiene un enigma, pues pese a tener entre sus manos una de las páginas del Evangelio, en su pelo observamos una “flor de loto”. Otra curiosidad más la vemos a ambos lados del mismo, por los dos perrillos tallados, representando a la raza “Lapsa Apso”, que eran los que guardaban los tesoros de las lamaserías en el Tíbet.

 

 

 

Seguiremos derramando al mundo secuencias toledanas hasta llegar al infinito, pues estas son inabarcables. Disfrutemos un poco de sus viejas esencias, con las cuales haremos intuir las venideras.

Este trabajo ofrece  distintas llaves de variados siglos, para seguir abriendo las claves o clavículas que atesora Toledo, ya que con dichos flases, tratamos de perpetuar la esencia más escondida que obstenta esta ciudad con su río.

Las fotografías que aquí se exponen corresponden a un grupo de amigos, que  nos maravillamos cada día cuando paseamos por las calles de esta ciudad, redescubriendo en ella sus detalles, sus rincones, sus colinas o sus secretos más recónditos. Entre otros Félix Muñoz, Jesús Galàn, Celia Fuentes, Santiago Cabañas, Mª Angelines Moreno, Agustín Luceño, Mª Carmen Alonso, Fernando Merino Matamala, Ester Velasco, Tatiana Cobo, Rosalina Aguado y un servidor de ustedes Alejandro Vega.

© Copyright A. Vega 2018

Si alguien quiere aprovecharse de estas páginas, sabe que intelectualmente, tiene la obligación por ley,  además de moralmente, de hacer referencia tanto del autor como de su trabajo.