Tranco Decimocuarto

RIO TAJO XIV

El poeta, dramaturgo y novelista Miguel de Cervantes, nos deja escrito en el prólogo de su universal obra D. Quijote de la Mancha, que él mismo pide opinión a un amigo para tocar los temas más importantes para dicha aventura y redactar bien sobre las cuestiones más famosas de su universal novela. A lo cual le sugiere el amigo:

……que en vuestra historia se nombre el río Tajo, y veréisos luego con otra famosa anotación, poniendo: “El río Tajo fue así dicho por un rey de las Españas; tiene su nacimiento en tal lugar y muere en el mar Océano, besando los muros de la famosa ciudad de Lisboa, y es opinión que tiene las arenas de oro”……

Para dejar un testimonio fidedigno del cauce del río Tajo, en dicho año de 1640 el entonces ingeniero flamenco Luis Carducci, a quien se le había encargado el proyecto por parte del Conde-Duque de Olivares, tuvo la gran idea de plasmar toda la longitud del mismo en múltiples dibujos, región por región, pueblo a pueblo y paso a paso, para poder hacerse una idea fidedigna de todos los problemas a resolver sobre su navegabilidad, desde la ciudad de Toledo hasta el Puente de Alcántara en Cáceres.

Este matemático como gran dibujante, nos legó un tesoro, pues sobre dicho recorrido y su estudio, dejó plasmadas nada menos que 63 aguadas apaisadas a color, con la técnica denominada como ”Chorographia”. Pero además, para el verdadero entendimiento de estas, las confeccionó por medio de la memorización de dibujos, usando las más esenciales reglas mnemotécnicas, y así dar a conocer de forma sencilla y rápida, donde se encontraban los impedimentos de navegabilidad del río Tajo.

Dejamos aquí el primero de sus dibujos, donde observamos a la ciudad de Toledo vista desde el norte, saliendo desde ella el río Tajo por el Puente de San Martín hacia el oeste, en su camino al océano Atlántico. En el dibujo podemos ver el Palacio Real o Alcázar, la Catedral y San Juan de los Reyes, sobre el monte que la define y caracteriza.

En La salida del río vemos a un lado la basílica de Sta. Leocadia de la Vega y aguas abajo la presa de piedras de Azúmel y sus molinos, a su lado la Plazuela de las Barcas y más abajo aún la Presa de las Azudas, pues se observa una con su  rueda elevadora y enfrente una huerta perteneciente a un cigarral con su ermita, la del Ángel, referente a los  monjes Capuchinos.  

Estos mapas están dispuestos en un manuscrito horizontal con unas dimensiones de 23 por 40 cm., dibujados en perspectiva caballera, denominados como “Chorographia del rio Tajo”, correspondiendo a una copia del siglo XVIII, que se encuentra en el archivo de la Real Academia de la Historia. Fueron dibujados dos siglos antes por orden de Olivares, por la desunión de Portugal, siendo necesario para los militares el saber los obstáculos que tenían que vencer de forma navegable en  el río, para transportar sus tropas con las armas, los animales y bastimentos o provisiones de campaña. Dichos datos fueron escritos por Antonio López Gómez, para el catálogo de la exposición Tesoros de la Real Academia de la Historia, en el año 2001.

En el año 1859, ya había aparecido en el Archivo Municipal de Toledo otra copia de esta joya descriptiva, sobre el cauce de nuestro río Tajo, con minuciosos dibujos rotulados para describir cuidadosamente los obstáculos naturales, como bajos, raudales, fondos, remolinos, estrechamientos, remansos, fuertes corrientes y afluentes, y los humanos como puentes, presas, aceñas, molinos, batanes, cañales de pesca o canales para azudas y riegos.

En el año 2008 fueron impresos de nuevo estos dibujos, en una edición especial en facsímil, llevada a cabo por el Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino, la Sociedad Acuatajo y el Ayuntamiento de Toledo, con el mismo nombre de “Chorographia del Río Tajo”. Al hojear dichas páginas nos detendremos en la lámina nº 19, del río Tajo a su paso por la ciudad de Talavera.

A la entrada del río Tajo observamos la basílica de Ntra. Sra. del Prado, delante de las murallas romanas de su centro histórico, indicándonos que se encuentra a 15 leguas de Toledo por las aguas. Desde ella sale el Puente de la Jara y sus molinos, con los bajos e isletas veraniegas y más abajo el Puente Viejo y los molinos de Sta. Catalina, pertenecientes a los monjes Jerónimos.

En la última de las láminas, se llega al Puente de Alcántara en la provincia de Cáceres con su municipio, muy cercanos a la frontera portuguesa, de ahí el valor  estratégico de este estudio al que nos estamos refiriendo, llevado a cabo en 1640. En ella vemos por delante del puente romano, varias presas perdidas, una fábrica y otra más de Dº García, así como el río Alagón como afluente del Tajo, hoy  absorbido por el gran Embalse de Alcántara I y II.

Más tarde, aparecieron en el archivo de la casa de Cifuentes otros planos sobre el mismo tema sobre el río Tajo, dejándolos copiar en otro libro posterior. Este se encontraba escrito y dibujado en una larga tira de papel corrida, por lo que se podía desplegar.

Dice dicho estudio del proyecto de aquel tiempo, que hay ochenta y seis presas desde la ciudad de Toledo al lugar de  Alcántara. Cuarenta y ocho de ellas contienen molinos y canales con sus aceñas, y treinta y ocho están casi destruidas, por las crecidas. También hay cuarenta y dos chorreras, según el estudio de Carducci y el reconocimiento de Martelli, correspondiendo este al primer proyecto.

Aparecen también en dicho estudio dos proyectos más. El segundo se llevó a cabo el año 1755, por los ingenieros Pedro Simó y Gil, y el reconocimiento de José Briz, a expensas de su promotor Carlos de Simón Pontero, para hacer navegable el río Tajo desde Aranjuez a Lisboa, en tiempos de Fernando VI. Ese año se produjo el terrible maremoto del oeste ibérico, afectando enormemente a la ciudad de Lisboa, aunque también a la zona española más cercana a Portugal.

Otro trabajo inédito del año 1793, se debe al arquitecto de los sitios reales Juan de Villanueva, arquitecto del Museo del Prado, dedicándoselo el marqués de Alcudia en tiempos del rey Carlos IV. Este personaje navegó el río Tajo, reconociendo su cauce desde Aranjuez, pasando por los molinos de Aceca y los de Higares y desembarcando en el puente de Alcántara en Toledo, según la carta de este estudioso a dicho marqués.

Aunque el tercer proyecto de reconocimiento en dicho libro, se produjo el año 1828, tras el proyecto del brigadier Francisco Javier Cabanes, más la opinión y el reconocimiento del ingeniero Agustín Marco-Artu, en tiempos de Fernando VII, para la navegación de barcos de vapor desde Aranjuez a Lisboa. Varios proyectos más se sucedieron en el siglo XIX y aún se hicieron eco en el propio siglo XX.

Si alguien quiere aprovecharse de estas páginas, sabe que intelectualmente, tiene la obligación por ley,  además de moralmente, de hacer referencia tanto del autor como de su trabajo.

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