13º – Campanas del campanario alto y otras

En el segundo cuerpo octogonal de la torre o campanario alto, hay varias campanas más, seis en total. Dos son mayores que las que hay en  los laterales del campanario bajo, las más baja  y grandiosa se llama San Sebastián de 1681, la de encima es la de San Ildefonso denominada “del Santo”  de 1683,  también se encuentran otras que se usan para dar las campanadas del reloj.

La última campana, el Cimbalillo o Ángel (con su firma Juan Yuste me hizo), se encontraba antes fuera en el antepecho del edificio y ahora está dentro, este último se usaba para avisar a los beneficiados de los actos litúrgicos y su toque duraba el tiempo que se tardaba andando desde  la iglesia de San Andrés al lado del Seminario, hasta la Catedral. Por encima de esta campana se encuentra el matracón o carraca que se toca a las tres de la tarde desde el jueves al sábado santo.

En total eran  doce las campanas usadas para la liturgia. Tres del segundo campanario sirven para dar las campanadas del reloj, este se encuentra por encima de la sala de poleas y el esquilón de 1737 que fue fundido por Lorenzo Gargollo, el hermano de Alejandro que fundió la campana gorda. Se encuentra este en el tejado de la nave, muy cerca del centro del crucero, sobre el coro y con él se avisaba al campanero del toque de los distintos actos, como el Padrenuestro en la misa mayor y la terminación del canto en el Coro y comienzo de la liturgia, para tocar las campanas que correspondieran. Muchas de ellas fueron fundidas, por maestros campaneros de Cantabria y de otros lugares, así como del pueblo toledano de Mora, pues eran muy diestros en este oficio.

Todas ellas tenían su función y sus clamores, tanto individualmente como en conjunto para los eventos más trascendentales, tanto en el plano religioso, de reyes, político, de duelo o para aviso de desgracia o alegría,  llevándose a cabo sus toques de forma muy estricta. Se regían estos por unas reglas, con gran variedad de armónicos muy agradables al oído cuando eran tocadas todas en conjunto.

Llegaron a ser considerados sus tañidos y retintes como el mejor sonido de campanas de España. Recuerdo que cuando aún se tocaban, el día del Corpus Chisti, eran manipuladas todas ellas, sonando como un gran concierto de campanas. También la campana gorda repicaba a gloria a las doce del sábado santo tras el «Oficio de Tinieblas»  (Officium Tenebrae) , junto con el conjunto de campanillas que se encuentran a los lados del coro, con un sonido muy sutil y agradable a los oídos. También son estas últimas repicadas aún el día de la fiesta grande, cuando vuelve la custodia de pasearse por la calles de Toledo y entra  al altar mayor.

Se dice que todas en conjunto y con su sonido, protegían contra los demonios, por eso alguna de ellas era denominada como “espanta diablos”. Algunas también tienen alrededor una leyenda, que sirve como amuleto contra los rayos, las quemaduras o los incendios, relacionándose con Santa Águeda, pues según el Flos Florum, se explica que uno de sus muchos martirios, es que fue arrojada sobre carbones al rojo vivo.

Se movían estas campanas por medio de una maquinaria que se trasmitían  a unas poleas y  al andar hacían de moverse sus badajos, aunque posteriormente fueron cambiados por mazos, que golpeaban en la parte exterior de  las campanas. Ya sabemos que el  sonido es producido por un movimiento vibratorio y que a mayor amplitud de la campana, este es lógicamente mucho más intenso.

Las vibraciones fuertes poseen mucha energía y producen ondas sonoras intensas de gran amplitud, algunos sonidos fuertes pueden incluso causar dolor en el oído y en algunos casos dañarle. Tecnológicamente la intensidad sonora, es decir  fisiológica con que percibimos un sonido se mide en decibelios (dB).

Si alguien quiere aprovecharse de estas páginas, sabe que intelectualmente, tiene la obligacion por ley,  además de moralmente, de hacer referencia tanto del autor como de su trabajo.

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