Tan grave como su sonido, la misma complicada y sonora  historia ha  tenido esta grandiosa “Campana Gorda”, por los muchos avatares en cuanto a su fundición, su transporte, su izado, su rotura y su personalidad por el gran tamaño que tiene, generando a través de los tiempos cantidad de dichos, leyendas y coplas, llegando sus ecos hasta nosotros para poder disfrutarlos.  Uno de ellos dicen que en su badajo ponía: «Cien quintales peso, quien no lo quiera creer que me coja a peso”.

Hay un dicho que cuenta que “Caben en ella siete sastres y un zapatero, también la campanera y el campanero”. Desde la  instalación de esta campana en su torre, una de las más grandes de la cristiandad,  se cantaba la siguiente copla:

“Campana la de Toledo,
Iglesia la de León,
Reloj el de Benavente,
Rollos los de Villalón.»

Decir también que la más pequeña campana de volteo de la catedral de Toledo, al estilo toledano, es mayor que las superiores de muchas otras catedrales de España. El Deán de la catedral de Toledo, Juan Sánchez dice que la campana Gorda de San Eugenio, es la mayor campana del país y no existe otra de similares dimensiones ni en el propio Vaticano, llevando razón en estas afirmaciones.

Diré que en mi caso y cuando era joven, una de las veces que subí en domingo a ver la “Campana Gorda”, en la torre norte de la catedral de Toledo, era la hora del “Ángelus” y fui  testigo de sus doce campanadas, comenzando a temblar la torre por la vibración ejercida, pareciendo que había un terremoto, por lo cual esta campana hacía vibrar no solo la torre, también sus contornos. Yo vibraba al mismo tiempo, sin resistir apenas su grave sonido por los decibelios que desprendía su reverberación. Esta última es un fenómeno producido por la reflexión, consistente en una ligera permanencia del sonido una vez que la fuente original ha dejado de emitirlo.

Si alguien quiere aprovecharse de estas páginas, sabe que intelectualmente, tiene la obligacion por ley,  además de moralmente, de hacer referencia tanto del autor como de su trabajo.

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