12º Vestigio

Llegamos a uno de los últimos  vestigios que quiero mostrar, existente en este barrio de tradición hebrea. Y que otra cosa hay mejor para ello, que una sinagoga para terminar. Me refiero no a una sinagoga cualquiera, si no a la del “Tránsito” o de Dº Samuel Ha-Leví, que fue en realidad el que mandó edificar a su costa esta sala de oración, para el sábado o sabbat, entre los años 1357-60, formando parte de su propio palacio. Esta es  contenedora de una delicadeza, además de un simbolismo sin límites.

Al exterior no parece más que un edificio mudéjar de los muchos que posee esta ciudad, aunque desde un punto de vista del pensamiento de algunos hebreos cultos y observada desde lejos o en perspectiva desde el aire, es otra historia, pues parece construida a imagen y semejanza del “Arca de la Alianza”, según sus cabalísticas medidas, ordenadas por el propio Yahvé, en el libro del Éxodo.

Su epigrafía hebrea es de una riqueza sin límites, pues sus letras están basadas en los “Salmos de las Subidas”, que escribiera el rey David, dando pie a muchísimos versículos del Antiguo Testamento, además de alabar al rey Dº Pedro I “el cruel”. Contiene también letras cabalísticas que dan argumentos muy precisos sobre la raza hebrea y también se encuentra entre ellas la letra “zaín”, para dar gran potencia talismánica al edificio para no ser destruido, cuestión que se ha conseguido hasta ahora. De ahí que esté catalogado como si se tratara del segundo templo de Israel.

También contiene suras del Corán, escritas en árabe cúfico y ventanas que dejan entrar una tenue luz al templo. Su artesonado es un espectáculo que atrapa la mirada, en el que vemos las mismas letras árabes en nácar incrustado, donde dice “la felicidad y la misericordia”, haciendo de él un templo semítico de primera magnitud en una ciudad cristiana por tradición. Esta es la verdadera tolerancia toledana, que pese a la intransigencia de los seres humanos, aquí y ahora está escrita en sus paredes.

También esta gran sinagoga acoge entre sus demás dependencia, un importante museo como el “Sefardí”.

Pero lo que realmente buscamos son los restos que contienen sus entrañas. Tras largas excavaciones e investigaciones, se han hallado diversas alturas. Un  ejemplo de estos es lo que bien pudo ser un baño ritual o “mikvá”. Su entrada se halla en el patio de la propia sinagoga, extendiéndose por debajo de la calle de Samuel Ha-Leví y adentrándose bajo el zaguán de la Casa Museo del Greco, lo que nos hace comprender, que en tiempos de este magnífico mecenas, todo el conjunto se encontraba unido.

Todavía hay más sorpresas, pues todo este conjunto de subterráneos, llegan hasta la entrada de un aljibe, con el que era abastecido el baño. Al observar  su entrada nos damos cuenta de que era rellenado con el agua de lluvia, al mismo tiempo vemos el brocal alargado hasta lo más profundo por donde se extraía el líquido elemento, además de estar revocado con una mezcla de cal y sangre de animal, dándole el característico color rojo, hallado en otros similares en Toledo desde tiempos romanos.

Así es de importante esta sinagoga, posible punto central de la “Judería Grande”, que fue construida en tiempos en que estaba prohibido levantar sinagogas en Toledo, pasando a formar parte del conjunto de templos hebreos que contuvo esta ciudad en número de diez, según el poeta hebreo Ibn-Harizí.

Recordemos al “santuario” del Templo de Jerusalén, pues según el libro del Éxodo, Yahvé les hizo construir para él, el ara, la mesa, el candelabro, el tabernáculo y el altar de los holocaustos. Así pues, el templo contenía además del Arca de la Alianza para guardar las Tablas de la Ley. También la Menoráh o candelabro de siete brazos, que simboliza a los siete días de la creación, este de oro puro debía de pesar un talento, es decir, 23,55 kilogramos y como no la Mesa de los Panes Ácimos, fabricada en madera de acacia y revestida de oro, para contener las doce piezas, como recordatorio de la salida rápida de Egipto.

Lo mostrado de este templo hasta aquí, demuestra tanto por su fisonomía exterior, como por su riqueza interior, que este se debió construir para contener las más grandes reliquias u objetos santos hebreos, aunque fuera de forma simbólica y aclarar que nada se oponía a este gran personaje Dº. Samuel Ha-Leví, que descendía de la tribu de los levitas, únicos sacerdotes que podían entrar en el “santo de los santos”  o santuario del Templo. Recordemos que en estos tres objetos, se centraba la historia mística del pueblo elegido.

Otros objetos de culto entre ellos, era la famosa Mesa de Salomón o Tábula Esmeraldina, donde se encontraban escritas las clavículas de este famoso rey, aunque otros investigadores creen que perteneció a Hermes Trimegistro, gran sacerdote de los egipcios y que fue sustraída a estos por los judíos cuando huyeron de ese país, hacia la “Tierra Prometida”. La misma se encuentra descrita por historiadores árabes como una mesa tallada de una sola esmeralda, sustentada por 365 pies de oro macizo. Correspondiendo también con un texto alquímico, traducido posteriormente por Hugo de Santalla, el cual fue incorporado en su “Libro de Metales y Minerales” por Alberto Magno.

Hay que recordar que también los visigodos católicos de Hispania, tenían entre otros objetos venerables, otra famosa mesa, homónima de la primera, en el altar de su iglesia principal, en Sta. María en Toledo, su catedral, formando parte del tesoro talismánico de dicha civilización, que cuidaba el entonces conde de los secretos. Esta era de oro macizo con incrustaciones de plata, con una orla alrededor de perlas, otra de rubíes y otra de esmeraldas, cubierta toda ella de piedras preciosas, según el árabe Al-Makkari.

Pero volviendo a la “Judería Grande”, que es el objeto de esta investigación, hemos comprobado según los vestigios hallados en varias zonas, que debajo de ella se encuentra otra judería completa y más secreta, – siendo lo que aquí muestro, solo la punta de lanza de lo aún que queda por descubrir, aunque ya se ha destruido o rellenado mucho -, pero lo más importante es que todos estos pasillos subterráneos debían de estar comunicados entre sí, formando toda una red subterránea.

Según el libro del Exodo, Yahvé dijo a su pueblo elegido: “Tres veces vendréis en romería a Jerusalén, para hacer sacrificios y llevar ofrendas al templo”. Estas quedaron conmemoradas con la Pascua, la fiesta de las Semanas y la de los Tabernáculos, que tenían que ver con la siembra, la siega y la recolección. En la segunda es cuando Yahvé les hizo entrega de la Torá, o libro de preceptos.

Por tal motivo y sin ser vistos, los judíos sefardíes podían hacer sus procesiones, en los días de las fiestas más importantes de su año litúrgico, entre otras y como recordatorio, podía ser la de dar  siete vueltas simbólicas, con el arca de la alianza a la ciudad de Jericó de los jebuseos. Según ellos, la más antigua ciudad amurallada de la tierra y en la última de ellas tocar las trompetas mandados  por Josué para hundir sus murallas.

En este caso de Toledoth, que por cierto, también se encontraba amurallada, – pues se la conocen varios lienzos de muralla de diferentes épocas -, posiblemente se debían llevar a cabo estas rotaciones por el subsuelo de la judería, para no ser molestados por sus vecinos católicos más ortodoxos. Los hebreos sin ser vistos, hacían su procesión, transportando su mesa por toda la judería, quizás con la verdadera Tabla de Esmeralda u otra fabricada al efecto. Aunque este asunto queda en el secreto más absoluto.

Recordemos que todo mito o leyenda fabulosa, cabe en esta ciudad única que es Toledo, pues como centro primordial de la península ibérica, monte sagrado o ciudad-isla, que se encuentra tan viva como el Cosmos, expresa de tiempo en tiempo sus enseñanzas secretas al mundo y este dormido, las recibe y las cuestiona con asombro. En  fin, que  esta ciudad es todo un ejemplo de sabiduría antigua y esta es traspasada en parte, ahora en nuestro tiempo, para que las gentes del futuro no lo olviden.

Si alguien quiere aprovecharse de estas páginas, sabe que intelectualmente, tiene la obligacion por ley,  además de moralmente, de hacer referencia tanto del autor como de su trabajo.

Copyright A. Vega. 2010.

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