3º – Subida al campanario bajo. Interior de la torre

Se cerró la subida turística a la Campana Gorda en  el año 1983, por el exceso de turismo o por no estar acondicionada la estrecha escalera de la torre con sus infinitos escalones y sin control de turnos. Ocasionalmente algunas personas importantes han podido acceder a visitar la  campana más grande de España.

 Ahora esto ha cambiado, pues una vez acondicionados los tramos de subida,  se ha vuelto  abrir al público desde el día 6 de Septiembre del año 2011. Estando cerrada al turismo un total de 28 años. Los horarios son por la mañana a las 10,30 – 11,15 y 12 y por la tarde 13,45 – 16  y 16,45 excepto domingos. Para los vecinos que están empadronados en Toledo, la entrada es gratuita y para los demás tiene un precio de 3 €, aunque en realidad te cobran 10 € según el tique adjunto.

 Se entra por el claustro y se toma la escalera de Tenorio hasta llegar al claustro alto denominado como “claverías”, que en siglos pasados ha sido un universo único por sus gentes,  muy bien descrito por grandes escritores anteriores y recorriendo sus pasillos llegamos al lado contrario del mismo, justo al pie de la torre al nivel de sus bóvedas laterales.

Subiendo una pequeña escalera se llega a una ventana desde donde se divisa el lateral sur del claustro, desde donde podemos ver entre otras cosas interesantes sus bellas vistas con otros edificios, así como sus contrafuertes, pináculos y arbotantes y algunos de los triforios que recorren tanto los pasillos colaterales bajos y laterales altos. En fin, todo un laberinto, que deja impresionado al ser sensible que observa este espectáculo único como son las alturas de la Santa Iglesia Catedral Primada de Toledo.

Siguiendo ese mismo pasillo se accede al corredor neoclásico que hay al exterior del lado oeste, sobre el pórtico de las Palmas o del Infierno. Allí observamos estatuas de santos y profetas, así como una buena vista de la plaza del Ayuntamiento con una de sus torres, el Palacio Arzobispal y la altura hasta su base, por donde fue subida la “campana gorda”. Desde aquí se entra directamente en la torre y se van recorriendo varias de las partes de su interior.

Se comienzan a bordear sobre las paredes de la propia torre, por medio de los pasillos exteriores cubiertos y adosados a ella, donde observamos las columnillas que forman y adornan su segundo cuerpo, así como la franja saliente embellecida por bolas o perlas como era costumbre en aquella época y por encima alguno de los ventanucos que le dan una tenue luz al interior.

Antes de entrar en las diferentes partes interiores de esta gran atalaya norte y desde esa altura, hay que comentar que el primer habitáculo interior de la torre, se encuentra la llamada cámara o sala del tesoro, cuya planta se convierte en una cruz griega por su inmensa fortaleza. En ella precisamente se guarda el tesoro y entre sus piezas más preciadas contiene la famosa custodia de Arfe y Villafañe, es decir, que corresponde con la “caja fuerte” de la catedral toledana.

 Fue en sus principios capilla del Quo Vadis, aunque después fue  sacristía de la capilla de Reyes Nuevos, del linaje de los Trastámara. Posteriormente y al ser cambiada la misma en buena hora, se convirtió en la capilla de San Juan Bautista, bajo el patronazgo del cardenal Tavera que quiso enterrarse aquí, aunque luego cambió de idea y lo hizo en su Hospital de Afuera (Tavera).

 Por encima de la sala del tesoro se encuentra la estancia denominada como “cocina del campanero”, que corresponde con el habitáculo usado en sus tiempos por el alcaide de la torre correspondiendo estas dos estancias con la zona de las paredes lisas del exterior de la torre y que correspondían con la altura del alminar islámico, cuando este templo fue la mezquita mayor de Tulaytula. Hace unos años se tuvo que limpiar dicha estancia, por la cantidad de excrementos de palomas que en él se concentraba.

 Siguiendo ahora en el interior de la torre, por el mismo pasillo se accede a la sala de poleas, cuyo habitáculo dentro de la propia catedral, se usaba como cárcel particular para los canónigos, denominada también como sala fuerte con este motivo, por eso en esta estancia observamos una especie de sumidero, siendo usado por los presos que allí tenían que cumplir su sentencia. Si nos fijamos en sus paredes podemos ver los símbolos canteros grabados en plan geométrico, con que se signaban las piedras, para entre otras cosas poder reconocer que oficial las había tallado y así poder cobrar su salario.

 En la alta estancia se observa también lo que llaman la “chimenea del campanero” que es por donde corrían las cuerdas para los toques de las campanas, que sube hacia las alturas y en su parte alta,  bajo un techo posterior de madera, aún vemos las pesas que sirven para contrapeso del reloj de la torre, que se encuentra por encima de este entresuelo de madera. También observamos amplios huecos a sus lados con pequeñas aberturas o aspilleras, para que entre una luz difusa a lo que fue la antigua cárcel.

 Se sale desde aquí a otro pasillo desde donde podemos observar la terminación en su altura del imafronte de occidente de la Catedral, por encima del rosetón de occidente, donde vemos sobre su balconada en su parte central, la estatua dedicada a la religión y al otro lado la media naranja de la torre sur con su cupulín, mucho más baja que esta, a la que estamos accediendo.

 Por la escalera  interior de la torre, en forma de caracol, se enfila hacia las alturas donde observamos una puerta forrada de hierro, que es la que da paso a la estancia donde se encuentra el reloj que hace sonar cada hora las campanas del campanario alto y al que hay que dar cuerda varias veces a la semana. Esta estancia termina en bóveda, correspondiendo a la tercera estancia que contiene la torre interiormente. Hubo anteriormente otros relojes, que fueron estropeándose, el anterior a este se cedió al ayuntamiento de Ajofrín en 1792.

 Siguiendo hacia arriba, accedemos a la cuarta cámara, que corresponde con una especie de camaranchón, repleto de vigas en vertical que sustenta una base de madera. En el observamos alguna abertura que da una luz muy difusa en dicha estancia y en una de sus paredes nos encontramos una pintura muy deteriorada que dicen ser de Sta. Leocadia, aunque también puede corresponder a Sta. Bárbara, para combatir los rayos que pudieran caer en la torre por su gran altura.

 Sobre la base de la estancia descansan varios badajos y alguna de las herramientas que se usaban para enajenarlas, siendo un testimonio más de lo importante que eran estas piezas que componían y hacían zonas a las campanas hace ya tiempo, pues después se han tocado eléctricamente con mazo y ahora se encuentran todas las campanas del campanario bajo inhabilitadas.

 Desde aquí y por una escalera de madera accedemos al quinto piso interior, al de las campanas precisamente, que es el último cuerpo hasta el que se tiene acceso en el plano turístico. Sobre una fuerte base de madera, la admiración nos embarga, pues entramos directamente por debajo de su famosa campana gorda, cuyo volumen nos deja estupefactos por su grandiosidad, aunque en ella veamos la gran fisura que la identifica.

 En una de las esquinas del campanario, sobre su pared y cogida al muro, nos encontramos una lámina casi carcomida, que representa a la Virgen del Sagrario, siendo una especie de saludo religioso al entrar en la torre, pues dice: “Ave María Purísima. Sin Pecado Concebida”.

También observamos que el campanario termina en un cascarón ojival, cuyos nervios saliendo de las esquinas van a parar al centro donde se halla su clave de bóveda en la que vemos tallado lógicamente al cordero místico, como terminación de esta parte de la torre correspondiendo con el símbolo de la santidad y sacrificio de Cristo.

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© Copyright A. Vega 2012

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