Compró la catedral estaño y cobre de otros países para obtener en su amalgama el bronce necesario para esta función y se aprovechó el mismo de la campana anterior. Para pesar el metal de bronce que se iba a usar para su fundición, se confeccionó una romana capaz de pesar hasta 141 arrobas (1621 Kg).

En la casa nº 5 en la Cuesta de San Justo, perteneciente a la Obra y Fábrica que tiene la Catedral de Toledo en ese barrio, se fabricaron dos hornos para fundir el metal y poder fabricarla, desde entonces el lugar se denomina como “Casa de la Campana”.

 Se concluyó la fabricación del molde  en octubre de 1753, fundiéndose  esta extraordinaria campana el 22 de Diciembre de ese mismo año, empleándose 479 arrobas de carbón y 1982 de leña para el fuego de la operación. El maestro fundidor de la “gorda” fue Alejandro Gargollo, ayudado por los artesanos y artistas toledanos Ángel Tomé, Pedro de Luna y el platero Machuca. Como dorador actuó Juan de Villarrubia.

Mientras entraba la colada, con el bronce líquido fundido por los 6 agujeros hechos al efecto en el molde, se hacían oraciones en la iglesia frontera de San Justo y Pastor, así como también en el templo primado y una vez fundida se acabó la fiesta en ese barrio dando gracias en su iglesia y se cantó un Te-Deum y una Salve en la propia Catedral. Posteriormente se fueron terminando las operaciones de desbaste, para darla esplendor, dorarla y acicalarla.

Pero fue pasando el tiempo y sobre un proyecto de izado a la torre presentado al cabildo, se quiso construir un castillo de subida, para lo que se compró madera en Aranjuez, viniendo hasta la ciudad por el río Tajo y se encargaron a  Manuel Maldonado vecino de Toledo, cuatro grandes y largas  maromas y dos cuerdas de cáñamo, para poder elevar tan grandiosa pieza hasta el lugar de su ubicación, pesando  estas un total de dos mil kilos. No se debió  intentar su izado antes, quizás porque ya se debió ver defectuosa desde su fundición.  Precisamente este defecto pudo ser la causa del retraso de la subida de la campana a la torre, que perduró en torno a los dos años.

Casi dos años después, en Julio de 1755 fue cuando el nuevo cardenal Fernández de Córdoba Conde Teva y el canónigo obrero Andrés Javier Cano, decidieron cambiar el proyecto de subida, buscando a marinos en puertos de mar y encargando  el transporte y el izado de la campana a personas entendidas. Y fue el alférez de fragata D. Manuel Pérez, al que acompañaron tres guardianes de navío y 22 marineros, que con esta comisión vinieron hasta Toledo.

Se puso por fin en marcha este nuevo proyecto y el 30 de Agosto de 1755, viniendo los marinos con sus propios aparejos, cabos y ruedas desde Cartagena, sin aceptar las sogas fabricadas anteriormente,  ya que como expertos sabían del buen uso de sus propias herramientas.

Se comenzó el traslado de la “Campana Gorda”, el 23 de Septiembre de 1755, desde San Justo hacia la torre de la catedral, cuya operación de transporte duró bastante, nada menos que siete días, por las subidas y bajadas del recorrido,  por la cantidad de gentes curiosas que se agolpaban en el mismo, pues no se querían perder tal evento. También se vio afectado el recorrido por la lluvia que caía en aquellos días, según nos cuentan los anales. Se había fabricado al efecto un medio de transporte para la campana denominado como “zapata” y sobre esta se deslizaba, llegando en dicho tiempo hasta la plaza del Ayuntamiento, al pie de la torre junto al pórtico de las Palmas.

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