ICONOS SAGRADOS TOLEDANOS 2.

ICONOS   SAGRADOS TOLEDANOS  2.

EL  VERRACO  DE  ARGÉS.

En el pueblo de Argés, a diez kilómetros al sur de la ciudad de Toledo, en la Sisla Mayor se encontraba una impresionante figura zoomórfica tallada en  granito con bulto redondeado, que por su parentesco animal era del tipo “suido”, denominada en tiempos musulmanes como jabalí, queriendo decir montañero. Formaba parte del riquísimo conjunto de “verracos” ibero-celta, únicos por originarios del occidente europeo.

Estaba datado en el segunda edad del hierro, entre los siglos IV al I a. c., perteneciendo a la sociedad carpetana. Dicho verraco media 85 por 55 cm., faltándole la peana, también la cabeza, así como la parte inferior de sus extremidades, estando bien perfiladas estas últimas. Fotografía del artículo de los Montes de Toledo que se menciona.

Figura excepcional estando tan cerca del entonces monte-isla  denominado como Toletum y capital de la Carpetania, al sur del río Tajo y tan al oriente de la sociedad a la que se le achaca, la vetona. Dicha figura, además de referirse a la etnia de una sociedad concreta, era también la que auguraba buenos pastos y  buenas reproducciones de suidos, las cuales se unían a otras connotaciones simbólicas de tipo mágico-religioso.

Por tal motivo y siguiendo el antiguo camino de la Senda Galiana determinado por los propios animales en su trashumancia anual, siendo seguidos por los seres humanos de aquellos tiempos para aprender de ellos, es por lo que esta figura se debió de erigir en una zona privilegiada de pastos y abundante agua, quizás en la ahora Dehesilla de Matamoros a orillas del arroyo Guajaraz y hoy en el cercano Pantano del Guajaraz. Los romanos la nombraron más tarde como Vía Mariana.

Escultura que pudo usarse después en tiempos hispano-romanos como estela funeraria, al haber estado empotrada en una de las vallas cercanas al cementerio según sus escasas noticias, ya que otros muchos verracos han sido grabados posteriormente con inscripciones latinas para servir como recuerdo mortuorio de aquellas posteriores civilizaciones, la carpetana y la romana.

Al pasar los tiempos, quedó exenta como piedra rodada.  Sobre los años 1945-50, los jóvenes de Argés se montaban sobre ella, denominándola como “el toro”.  Luego pasó a una persona anónima del municipio, formando parte de su propiedad durante muchos años, haciendo su labor apotropaica de guardiana, quizás de forma inconsciente. Fue descrita el año 1982, en el Boletín Informativo nº 19 de la revista Montes de Toledo, y más tarde en 1993 por J. R. Álvarez-Sanchís, en su estudio «En busca del verraco perdido”. Desapareciendo en el tiempo.

Al interesarme por esta antigua figura en el Ayuntamiento de Argés, no  obtuve resultado alguno. Sin embargo, la he hallado por internet en la página Hispania Antigua, viendo que este extraordinario “suido” se ha subastado por 120.500 euros, el 14 de abril del 2021, por  lo que aprovecho su fotografía para este artículo.

Poniéndome en contacto con la casa subastadora, estos me confirmaron su venta, pero sin informarme quien le había adquirido. Espero que haya ido a engrosar los estantes de algún museo español para  nuestro disfrute. Si no es así,  dicho verraco seguirá en la más absoluta opacidad, quedando de nuevo en el secreto.

Artículo publicado en el revista Cuatro Calles nº 20, en el primer trimestre de 2022.

© Copyright A. Vega 2022

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