Tiempo de Alfonso VII.

Siglo XII. En tiempos de Alfonso VII (1109-1157) llegaron hasta aquí los granadinos R. Mosé ibn Ezrá, que llegó a ser en 1118 “sahib al sortá” o ministro del rey. Judah ben Josef ibn Ezrá,  de la familia del poeta ibn Ezra y nasí de los judíos de Toledo en el siglo XII, almojarife de reyes.

Su hijo Yehudá ibn Ezrá, astrónomo y también almojarife del rey Alfonso VII, fue naguid o príncipe de Calat Ribat (Calatrava) en 1146, por donde hizo pasar a muchos hebreos hacia Toledoth, siendo salvados de la intransigencia religiosa islámica de los almohades, según lo dejó escrito Abraham ibn David. También vivió aquí su sobrino el poeta Isahac ibn Ezrá.

Recordemos que el filósofo Maimónides (Rambam), nacido en Córdoba en 1135, trató de armonizar la fe y la razón, pero tuvo que huir hacia África.  Este se tuvo que convertir al islam por los almohades y tras las presiones de algunos de sus correligionarios judíos  tuvo que marchar a Fez y luego al Cairo. Fue gran filósofo, matemático, médico y rabino.

Fue el más grande de los talmudistas sefardíes, pues resumió la ley de los judíos en 13 principios y  es precisamente de donde viene el refrán de “estar en sus trece”. Esta forma de pensamiento le hicieron tener muchos seguidores, aunque también muchos detractores.  Los estudios hebreos de aquellos tiempos no solo son religiosos, sino también científicos, dedicados a la medicina, matemáticas, astronomía, geometría y lógica.

El gran rabino de Lucena (Córdoba) R. Yosef ibn Migás, tuvo que trasladar entonces su famosa escuela talmúdica hasta Toledoth en tiempos de la invasión almohade, aportando a esta ciudad sus más prestigiosos estudios, muy seguidos por eruditos estudiantes.

Llega también en esta ciudad, el médico, poeta y filósofo tudelano Yehudá ha-Leví, famoso por sus “Siónadas” y por su obra filosófica “Cúzary”. Este marcha en peregrinación a Jerusalén y cuando va a pasar por una de sus puertas diciendo improperios sobre el Islam, un guardia musulmán le corta la cabeza. Desde entonces surge la leyenda en Toledoth, de que sus discípulos han estado con él  posteriormente a su muerte, transmutándose entonces este personaje en leyenda.

Había también plateros, cambistas, comerciantes, tintoreros, agricultores, arrendatarios, terratenientes  y prestamistas. El clero se aprovechaba de ellos por dos cosas en concreto, por ser buenos tejedores de paños religiosos y por ser  buenos recaudadores de impuestos.

Si alguien quiere aprovecharse de estas páginas, sabe que intelectualmente, tiene la obligacion por ley,  además de moralmente, de hacer referencia tanto del autor como de su trabajo.

© Copyright A. Vega 1991.

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