Laocoonte

El Greco nos legó también una de las obras cumbres de su pintura, al tiempo que posiblemente una de las más misteriosas de toda su obra, nos referimos al cuadro titulado como “Laocoonte”. Debió este de conocer este grupo escultórico en Roma sobre 1570, al que el pintor italiano Miguel Ángel había puesto de moda.

Pintado entre los años de su vejez y su muerte entre 1610 y 1614 en su taller del palacio de Villena o de la Duquesa Vieja, quizás para querer dejarnos en ella tanto sus experiencias, como lo que sentía por la ciudad donde pasó los mejores años de su vida, trascendiendo y elevando su agudo pensamiento y legando a Toledo una obra universal, que ahora en nuestro tiempo la ciudad no contiene, ni siquiera una buena copia (muchas de ellas se han llevado a cabo por el pintor Gregorio Seisdedos).  Se halla esta obra en la Galería Nacional de Arte en Washington.

Cuando el Greco murió, había dos obras más de este contenido en su taller, siendo sin embargo el único tema mitológico que pinta según sabemos, lo que nos hace  pensar al querer interpretarle, que en él hay algo más profundo, referente a la antigua leyenda con respecto a esta vieja ciudad de Toledo.

Podemos pensar que tras el hallazgo en Roma en 1506 del grupo helenístico de Laocoonte con sus hijos, el interés por dicha leyenda se acrecentó, haciendo surgir sobre este tema muchas obras de arte, aunque pasaron cien años entre el hallazgo y la interpretación del cretense.

Según Cossío, cuando el Greco pintó esta obra, se basó en la parte literaria más antigua de la leyenda, según la versión de Arctinos de Mileto y no en el relato de Virgilio. Recordemos que Laocoonte era sacerdote de Apolo en Troya. Este se atrajo las iras del dios al profanar su templo y transgredir la prohibición de casarse y tener hijos.

Los troyanos decidieron meter el caballo en la ciudad, siendo por este motivo por el que los griegos que iban dentro del caballo entraron en Troya, cuya estratagema consistió en salir de su panza y abrir las puertas de entrada, tomando fácilmente lo que no habían conseguido hasta entonces.

Tema mitológico único, según creen los estudiosos de este pintor tan extraordinario. Por ello nos preguntamos ahora, si lo que nos quería hacernos ver el Greco en dicha pintura,  era solamente una gran leyenda o por el contrario escondía en ella algún secreto sobre la ciudad de Toledo, desvelándonos su carisma misterioso y universal a través de sus pinceles.

Según algunos estudiosos dicen, el motivo de esta obra puede venir de una antigua tradición, por la que se piensa que Toledo fue fundada por los descendientes de los troyanos Telemón y Bruto, como suele ocurrir sobre lugares especiales por sagrados donde se asientan ciudades que no tienen tiempo, lo cual las hace míticas.

Con este gesto, el Greco hizo una versión a la vez mítica y a la vez paisajística de la ciudad que le tomó en adopción para sus creaciones. Esta leyenda ante una Troya imaginada, pues fue luego descubierta por Schliemann en 1870, revela en sí el paisaje noroeste de la ciudad de Toledo. Tema escogido en el cual podemos observar varias aportaciones del pintor desde su tiempo, que ahora pueden ser susceptibles de infinitas interpretaciones.

Cuadro que tiene un gran magnetismo por su inclusión en el campo mitológico y al estar inconcluso se queda en el misterio más absoluto, entrando de lleno en el campo de los secretos íntimos del pintor, perteneciendo  por ello esta pintura al universo heterodoxo, formando parte de la historia del arte.

Todas sus figuras son del mismo tamaño, aunque geométricamente este cuadro contiene varios ángulos de 90º como es costumbre en las obras más importantes del Greco. Estos ángulos se encuentran expresados en el  brazo del hijo mayor muerto, cuya figura en escorzo y sobre tierra parece estar sin vida. También observamos este ángulo determinando la pierna derecha y brazo izquierdo del padre acostado sobre la base del cuadro, luchando con una de las serpientes y en el brazo derecho del hijo menor y el brazo izquierdo con respecto  a su torso, en lucha también con la segunda serpiente.

Estos dos reptiles que tratan de morder a dichas figuras, salen de los rectos de los dos personajes, indicándonos claramente que los traumas que forma la psiquis humana hay que resolverlos, si no estos nos devorarán y terminarán con nosotros.

El Greco compara a Toledo con Troya en esta obra del Laocoonte, (aunque nadie es profeta en su tierra, ni en la que le acoge). Este se encuentra al final de su vida y por medio de su comprensión y experiencia quiere convertir a esta ciudad de acogida en mito, pues ese es el carácter que ella tiene, siendo una de las impresiones que causa a las personas sensibles que la observan.

Nos sitúa a las puertas de una ciudad cerrada y por tanto hermética, (pues en ella observamos varios lienzos de murallas), conduciéndonos a nuestro interior, sugiriéndonos sueños que nunca hemos tenido y menos aún vivido, por tal razón este cuadro se encuentra en la categoría de los arquetipos universales, revelándonos una función espiritual extraordinaria, concentrada en la pequeña ciudad del fondo.

Laocoonte viene de “laos” que quiere decir pueblo y de “coonte” o tesoro escondido, por lo que su rotundo significado es “el pueblo que guarda el tesoro”, legándonos el pintor en su vejez, una de las claves secretas de las muchas que esconde esta ciudad.

Observamos en el cuadro a Laocoonte y a uno de sus hijos, luchando contra dos serpientes, el otro hijo está muerto. Los tres personajes pueden significar a las tres religiones del libro que fecundaron desde lo antiguo a esta tierra, aunque de forma ortodoxa y canónica. Recordemos que el Greco, posiblemente conoció al gran heterodoxo de su tiempo Arias Montano, que gestionaba entonces las obras que se llevaban a cabo en el monasterio del Escorial. Este cuando pasó por allí,  pintó entre otros el cuadro de  “Alegoría de la Liga Santa” donde vemos a Felipe II.

El pintor pudo crear esta obra por estar de moda, o por el contrario como un gran iniciado que comunica a través de ella y a la posteridad, una enseñanza esotérica antiquísima y muy rica, que tiene que ver con “la tierra de las serpientes” o de los ofidios, pues España se llamó en tiempos remotos “Ofiusa”.

Según leemos el cuadro de derecha a izquierda, estas serpientes tienen la forma de una “D” y de una “L”, que es como referirse a Dios y al Logos, en los que se concentra el “Verbo Creador”. Quizás simbolicen a las fuerzas de la tierra y del cielo, que mueven al Universo, pues como símbolo las serpientes representan a las dos “fuerzas principio” en que está basada la naturaleza,  dejando siempre a cada cosa en su lugar.

Los cuerpos y las caras, devienen de sus obras anteriores como “Las Lágrimas de San Pedro” y de sus modelos en escorzo. La iluminación especial de todos los personajes del cuadro, soportan un color blancuzco y por ello espectral, cuya fantasmal luz parece esculpir sus bellos cuerpos, como si estos mismos contuvieran restos de profundas emociones, tanto físicas como espirituales.

Debajo del sacerdote se encuentra la “piedra cúbica” emergiendo de otra, la que abandonaron los arquitectos banales y no los cabales. Siendo en este caso un betilo cúbico, que señala uno de los centros del mundo, en este caso Toledo. Este es el carácter que el Greco determina, para esta ciudad de Toledo como epicentro de su propia vida.

Allí está el caballo, que escapa hacia la entrada de la ciudad. Caballo viene de cábala que del hebreo quiere decir “recibir” en una de sus acepciones, refiriéndose a que la “cábala universal” va a penetrar en ella para fecundarla (pues la cábala hebrea ya se encontraba  ensamblada a este lugar desde hacía siglos). De ahí la lucha entre dos grandiosas fuerzas (Laocoonte y sus hijos contra las serpientes), una ortodoxa y otra heterodoxa, cuyo fin es la penetración de la última por su hueco principal, la Puerta de Bisagra, es decir lo radical es vencido por la sabiduría más arcana, pese a su cerrazón.

En el lado izquierdo del cuadro, vemos varias figuras inacabadas y retocadas, que no fueron terminadas por el fallecimiento del Greco. Según dicen los expertos, se pueden referir a Eva y Adán a punto de comer de la manzana del Árbol de la Vida. Desde el punto de vista del Génesis, el pintor establece a este lugar como el  Paraíso Terrenal.

Pero en una obra tan simbólica no puede faltar su parte heterodoxa además de la mítica. Así la figura más cercana al espectador, se encuentra de espaldas simbolizando al Adán cósmico observando la manzana que parece tener en su mano izquierda, aunque puede ser también el héroe Hércules, que como argonauta ha conseguido la “manzana de oro” del “Jardín de las Hespérides”, siendo otra representación simbólica más de esta genial obra sobre la ciudad.

Debemos reconocer que en ese tiempo, el Greco debía de estar a bien con las fuerzas religiosas de la  urbe, para las que pintaba lo mejor de su obra, pues el ambiente toledano se encontraba entonces dominado por la terrible y poderosa Inquisición, a la cual había que engañar sutilmente (este había pintado a varios religiosos predicadores). En ese ambiente y bajo sospecha se encontraba el arzobispo Carranza y sus partidarios, por sus reformas espirituales.

Imagen30El pintor nos enseña al final de su vida, una alquimia cultural y excelsa según los fragmentos    arquitectónicos que conforman a la ciudad del fondo y por medio de personajes míticos y ancestrales, precisamente por la historia mostrada plásticamente, para poder comprender lo que puede ser el “oro filosófico” y encontrarse con lo trascendental y por ello con lo sublime. Hércules como testigo intemporal, contempla la lucha con la vida, desde la juventud a la vejez (Laocoonte y sus hijos).

Doménico Theotocopulis, el Greco, es el único que ha presentado por medio de esta obra, a una ciudad cuyos emblemas alquímicos contienen una trascendencia universal, aunque dichos símbolos en esta obra son arquetípicos.

Al lado vemos al “andrógino” padre del héroe, uno de los puntos centrales de la obra alquímica, “ser” de dos cabezas o dos naturalezas (masculina y femenina), con que el pintor propone al mundo venidero el ocupamiento de esta ciudad por las artes antiguas, cuyos habitantes la guardan aún sin enterarse de que se trata de una ciencia ancestral y arcana.

Obra genial y maravillosa de la cual hay que extraer las sensaciones necesarias para alcanzar la luz interior. Hay que morir en la putrefacción del viejo mundo de las melancolías para poder nacer a un mundo nuevo.

Toledo, ciudad de los secretos y por medio de estos, ciudad de la memoria, que nos enseña las referencias para poder llegar al futuro y es este proceso alquímico, el que difícilmente se puede vivir en cualquier otro lugar del universo.

Además con esta obra queda constancia, de que el Greco no había perdido su identidad  y recuerdos griegos, precisamente por el mito que nos deja reflejado tan expresivamente en esta obra. Las formas y el movimiento de los cuerpos de los personajes del  cuadro, su color y su paisaje manierista demuestran todo el saber adquirido en su etapa italiana, sobre todo en Venecia, pues admiraba a varios de sus pintores en los cuales se inspiró para los colores y en otros lugares por lo clásico.

En Roma, el Greco critica a Rafael por su clasicismo y a Miguel Ángel por su colorido, aunque aprende también de ellos con respecto a lo clásico en el dibujo. Así lo observamos en su manierismo a lo romano.

Cuadro donde adquirimos una lección magistral sobre muy variados temas. Tanto paisajísticos con el cielo predilecto del pintor, de cuento o de leyenda, que luego se hace realidad y se vuelve mito. Aunque calladamente enriquecido con varios arquetipos alquímicos que son ya universales. Todo un placer, que aún no hemos podido disfrutar muchos toledanos de a pie, en nuestro tiempo.

Si alguien quiere aprovecharse de estas páginas, sabe que intelectualmente, tiene la obligacion por ley,  además de moralmente, de hacer referencia tanto del autor como de su trabajo.

Copyright  A. Vega. 2011.

Depósito Legal TO-019-2011.

Mis trabajos actuales sobre el Greco, se pueden encontrar en esta página, pinchando en Documentales TV, título «Un genio en el crepúsculo» con sus siguientes divisiones, que son realmente las explicaciones sobre cada uno de los cuadros del cretense, desde época griega, pasando por la veneciana, la romana, la escurialense, hasta asentarse en Toledo y completar su extensa, creativa y universal producción.

Un saludo y a disfrutar.

7 respuestas to “Laocoonte”

  1. pepe alacant Says:

    Ya conicía esta obra del Greco, a través de su primer libro Toledo filosofal, lo cual corrobora de forma fidedigna un pensamiento muy sutil sobre las formas míticas y alquímicas.

  2. gumersindo Says:

    Me ha gustado mucho la explicacion del cuadro. Es una pena que no podamos recibir estos comentarios en directo y con un cuadro delante, no éste Laocoonte, si no cualquier otro del autor que sea. Ha sido para mí un deleite y estoy muy agradecido al autor. Muchas gracias.

    • Alejandro Says:

      Hola Gumersindo. Gracias por tu comentario. No se de donde eres, pero si estas cerca de Toledo, te recomiendo que desde el primero de enero del 2014, conectes con las cadenas de tv. «La Regional» o «Teletoledo», para que puedas apreciar mis comentarios sobre las distintas obras del Greco durante todo ese año.
      Esto lo debemos al 400 aniversario de la muerte de tan grande artista plástico.
      Un saludo de Alejandro y a disfrutar.

  3. andrea ruffolo Says:

    esplendida pintura con significaciòn misterica.el personaje a la derecha me parece un satiro…lo que pondrìa la muerte en relacion con os misterios dela naturaleza bacchica

  4. juan perez lopez Says:

    Desde mi juventud, hace ya muchos años, soy un devoto de las pinturas de El Greco. El Entierro del Conde de Orgaz me impacto en la primera visión y por extensión, fluí conociendo toda su obra. El Laoconte es impresionante y cuando lo contemplé en su emplazamiento me pregunté como había salido de España. Los comentarios de don Alejandro me han colmado de alegría.

    • Alejandro Says:

      Gracias Dº Juan, por haber entrado en esta página y disfrutar de mis comentarios sobre el Greco. Es apasionante el observar obras tan excelsas y a veces tan misteriosas como las del cretense. Cuando llevé a cabo un documental sobre el Laocoonte, disfruté muchísimo al descifrar sus secretos en parte. Ahora en este tiempo me siento pleno al llevar a cabo cada semana, un documental sobre cada uno de sus cuadros. Espero que viva usted en Toledo y disfrute de ellos, si no es así lo siento mucho por usted. De todas formas la exposición de «El Griego de Toledo» que comienza la semana que viene le podrá compensar.
      Reciba un saludo de Alejandro.

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