Cueva de San Miguel-1. Estudio geológico y telúrico.

Estudio electromagnético y telúrico de la Cueva de San Miguel en Toledo.

En el año 2015 tuvo lugar una reunión entre amigos, para estudiar desde un punto de vista tanto geomagnético como telúrico, la famosa por enigmática “Cueva de San Miguel”, denominada así por hallarse su entrada frente a dicha iglesia latina de San Miguel “el alto”.

Se la conoce como “Cueva del Duende”,  por la leyenda y el misterio que encierra, pues debió ser usada por la orden del Temple en sus tiempos de esplendor. También fue denominada a mediados del siglo pasado “De los candiles” por las tertulias que desarrollaban en ella los intelectuales toledanos.

Desde un punto de vista científico, se concretó este encuentro para tratar de resolver en parte y por medio de los registros pertinentes, así como bajo el  punto de vista geológico, las posibles alteraciones de los campos magnético y electromagnético, además de las fluctuaciones de las fuerzas telúricas, en este lugar tan profundo como misterioso.

Fue gracias a la conversación que tuve con nuestra amiga Ana Olivera, por lo que se pudo llevar a cabo dicho estudio, pues como catedrática en la Universidad de Alcalá de Henares, conocía a los físicos que se dedican a dichos ensayos.

Para este trabajo vinieron los científicos Dr. José Luis Bardasano, Director del Departamento de Especialidades Médicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Alcalá de Henares y Presidente de la Fundación Europea de Bioelectromagnetismo y Ciencias de la Salud y el físico y matemático Juan Álvarez profesor de la Escuela Politécnica Superior de la Universidad de Alcalá de Henares, personas muy preparadas con respecto a la fuerza   geomagnética del planeta y sus consecuencias.

Desde otro punto de vista, hubo otras personas expertas en este tipo de    mediciones sobre energías telúricas en puntos de poder energético, pero sobre todo mistéricos, como la propia catedrática de lengua Ana Olivera y la técnico ingeniero de telecomunicaciones Mª. Cruz Bartolomé.

Les acompañábamos como testigos, mis amigos el metrólogo Santiago Cabañas, el fotógrafo Félix Muñoz para dejar testimonio de la reunión y un servidor Alejandro Vega. Este estudio se pudo llevar a cabo gracias a la amabilidad de mis amigos Salvador Márquez y su esposa Mª. Teresa, dueños de esta enigmática cueva.

Tras las presentaciones y el desayuno en la cafetería del torreón de los Templarios en el Alcázar, ya en la “Casa del Duende”, se llevó a cabo la carga de baterías de los aparatos de medida. Entramos sobre  media mañana en la cueva de San Miguel y cada equipo se puso a investigar por su lado las posibles alteraciones que podía tener dichas galerías  subterráneas, para poder valorar sus efectos si los hubiera y quizás descifrar su antigüedad.

Los profesores Bardasano y Álvarez, usaron para sus comprobaciones  un magnetómetro Emdex, que mide los componentes ortogonales del campo magnético, el cual determina la densidad de dicho campo, cuyos rangos de frecuencias y según su banda, se mueven entre los 40 y 800 Hercios, registrando dichos datos a una altura de 70 centímetros del suelo, pasando este por las siete galerías de dicha Cueva de San Miguel.

La ingeniero Mª. Cruz, usó su medidor de electromagnetismo K2-EMF, el cual mide ciertas alteraciones entre 0 a 20 mili Gauss, y pese a tener una fiabilidad bastante limitada, sirve para detectar cualquier pequeña alteración electrostática. También usó en dicha ocasión un tipo de varillas  radiestésicas especiales.

La profesora Ana comprobó la sensibilidad del lugar con la  “varilla Hartman”, la cual se sujeta solo por un dedo de cada mano, por lo que con ella se determinan los puntos geopatógenos (malos para la salud) o geobenéficos (buenos en general), según su movimiento sea este levógiro, con movimiento contrario a las aguas del reloj o dextrógiro, con movimiento contrario.

Después de recorrer con ellas las siete salas conocidas hasta ahora de este mítico edificio subterráneo, detectó uno de esos puntos en la sala más baja, justo al lado de un ojo de buey o ventana que da a otra galería superior. También usó en dicho lugar  el medidor de electromagnetismo K2-EMF.

Por parte mía, usé unas varillas en forma de “L” fabricadas por mí mismo, las cuales son fiables por cantidad de resultados verificados en el espacio-tiempo, comprendiendo que en  las cuestiones telúricas “cada maestrillo tiene su librillo”. Con respecto a estas varillas, cuando van rectas hacia adelante, detectan un campo telúrico neutro normal. Si se cierran, detectan un nudo geopatógeno, pero si se abren, dicho lugar es beneficioso. Por mi parte las varillas detectaron un solo punto donde estas se abrían.

Seguimos trabajando parte de la mañana, para comprobar en esta famosa cueva sus diferentes campos energéticos y telúricos, cuyo tiempo se nos hizo  muy corto entre las dudas que iban surgiendo y los  comentarios que hacíamos entre todos, para tratar de descifrar en parte su enigma.

Después de terminado dicho trabajo, estuve enseñando a los físicos mis investigaciones y mis propias deducciones, con respecto a la antigüedad y la forma de esta antigua cueva, así como el tubo u orificio por donde pudo entrar el agua en tiempos antiguos.

También les enseñe el lugar por donde podía escapar el agua, si es que alguna vez sirvió como depósito de la misma y la zona por donde se podía acceder antes a su parte alta, correspondiendo quizás con la verdadera entrada a la cueva.

Luego nos despedimos de Mª. Teresa, que como siempre nos atendió y despidió con su perenne cordialidad, lo cual agradecimos. De frente y tras unos pasos nos acercamos a la iglesia de San Miguel “el alto”. Allí nos esperaba mi amigo Ildefonso del Fresno, que nos abrió su patio, en el cual se hallaba el claustro-cementerio, siendo testigos de ello las losas sepulcrales que allí existen.

En él hicimos también las mediciones pertinentes, unos de forma geomagnética y otros de forma telúrica, como en la cueva que se encuentra a pocos metros, tal como se ha explicado anteriormente. Y para dejar testimonio de lo aquí expuesto, nos fotografiamos en dicho lugar, delante de la puerta de torre-alminar.

También y por la amabilidad de mi amigo Ildefonso, pudimos acceder a la torre de San Miguel y subir hasta su campanario, desde donde hay unas magníficas vistas de la catedral, el alcázar y los tejados de una ciudad tan singular y secreta como esta de Toledo.

Después y como agradecimiento a Ildefonso, nos fuimos todos hacia su hotel, que se encuentra frente a la cabecera de la catedral y comenzamos a medir los sótanos del mismo, los cuales pertenecieron a una antigua mezquita. Pero esta ya es otra historia, que dejamos para otro artículo.

Habiendo llevado a cabo con tiempo, el estudio con respecto a las mediciones llevadas a cabo por este grupo en la Cueva de San Miguel, se ha llegado a la conclusión de forma geológica y electromagnética, que no hay apenas alteraciones sustanciosas en dicho campo, llegando al acuerdo de hacer otra nueva incursión en ella, esta vez con aparatos medidores científicos, aún más sofisticados.

Por la  parte telúrica, los resultados obtenidos se darán a conocer cuando se vuelva hacer el nuevo estudio. Desde luego lo más interesante para mí en particular, es poder reunirnos de nuevo con estos sabios catedráticos, que además de su amistad, podrán darnos resultados algo más concluyentes.

Guión e inspiración de Alejandro Vega.

© Copyright A. Vega 2016

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