POR TIERRAS DE LA SISLA MAYOR.

Otro día mis compañeros y yo mismo, nos dirigimos en tierras de Sonseca, por un camino hacia el oeste y subiendo una cuesta determinada por dos materiales de distinto potencial, como es el gneis y la tierra roja, hasta un promontorio que domina toda esta región hasta los Montes de Toledo, donde se asienta la famosa Torre Tolanca.

Su nombre es bastante enigmático, tanto o más como el del pueblo que la acoge. De planta rectangular, su acceso es difícil gracias a la abertura que hay en su muro sur, dando paso a una de sus dos fortísimas habitaciones, con bóvedas de piedra que tienen dos aberturas hacia lo alto. Dicen los expertos que es una torre hispanoárabe de entre los siglos IX o X, lo que la hace tener bastante antigüedad.

Ahora tiene una escalera de hierro por la que se accede a la parte superior de la torre, donde se ve la fortaleza de sus muros, algunos de ellos caídos, siendo los de su parte superior. Allí podemos observar una cota con un punto geodésico, donde se determina la altura del lugar. Pero lo impresionante es el bellísimo paisaje que se puede ver mirando desde todos sus lados, con olivares, viñedos, trigales y las sierras de Layos, Noez, así como todos los Montes de Toledo, en fin un gran espectáculo visual.

Tiene pegado a ella una barbacana de siglos medievales posteriores, del XII o XII, que debía de servir de apoyo a la misma, para vigilar entonces las incursiones musulmanas sobre esta región de la Sisla Mayor.

Más tarde, al paso de la mañana nos acercamos al pueblo vecino de Arisgotas, para visitar su magnífica iglesia, con entrada porticada y torre circular, que nos enseñó entonces su simpática alcaldesa. Se estaba restaurando entonces, aunque pudimos observar algunos detalles de época visigoda, traídos hasta aquí desde el paraje de los Hitos, como alguna basa de ara o pila.

En su capilla más importante al lado de su altar mayor, se observa un extraordinario artesanado mudéjar de primerísima magnitud y del que este pueblo debe de estar orgulloso.

Al exterior de la iglesia y en su parte principal, encontramos adosado a su muro varias piedras visigodas, que nos dan una idea de la riqueza que los monumentos que esa civilización antepasada nuestra, concentró en sus alrededores, así como el rollo o picota del mismo.

Según se anda por Arisgotas,  enseguida vemos que  en muchas de sus casas  se encuentran adosadas  las típicas piedras visigodas de monumentos  anteriores, entre las que podemos vez “anfisbenas”,  rodelas y otros motivos ornamentales de aquel tiempo.

Pero este lugar guarda un gran tesoro. Me refiero a su pequeño pero magnífico Museo Visigodo, donde se ha llevado a cabo un importante estudio geográfico a escala, para dar idea de la ubicación de los monumentos de sus alrededores.

En él, pese a su humildad, hay tanto explicaciones didácticas como históricas  para poder comprenderlos, además de los vestigios reales como aras, pilas, piedras adornadas que formaban parte de jambas o dinteles, así como alguna historia particular, de personas que se dedicaban a cargar dichas piedras en burros para trasladarlas hasta el propio pueblo. Todo muy bien colocado y ubicado para poder comprender su gran importancia.

Es este un gran ejemplo a seguir por todas las personas que somos sensibles al arte, a la historia y sus consiguientes misterios. Con tal talante, se recupera la memoria de nuestros antepasados, aportando nuevos datos a los que ya había anteriormente, sumando nuevas ideas y dejando nuevas sensaciones, que luego otros recogerán como testigos, en el espacio- tiempo.

Si alguien quiere aprovecharse de estas páginas, sabe que intelectualmente, tiene la obligacion por ley,  además de moralmente, de hacer referencia tanto del autor como de su trabajo.

Copyright A. Vega 2007.

Solo el respeto al medio ambiente y a la naturaleza, nos harán disfrutar de monumentos y parajes como estos, nunca lo olvides querido lector.