1ª Parte. Puertas y Murallas. Zona Noreste

Aunque en el año 711, los musulmanes que llegaron por  el sur a la ciudad visigoda de Toleto, tras vencer al ejército godo en la batalla del Guadalete, debieron de cruzar el puente romano de Alcántara para entrar en ella. Ahora en nuestro tiempo se debe de entrar a la misma por la puerta de Bisagra, pues esta se encuentra en el istmo que la une con el norte. Denominaron  estos entonces a esta urbe como Tulaytula.

Esa puerta en tiempos islámicos tenía su salida hacia la comarca de la Sagra, de ahí quizás su nombre de Bisagra determinado por Bab-al-Sacra o puerta hacia la Sagra. Pero también puede estar relacionado con el nombre Albixará que encontramos en las “jarchas” de aquel tiempo, que quiere decir entre otras cosas “la alegría de llegar” y encontrase a cubierto frente al enemigo cristiano del norte, gracias a la extraordinaria inexpugnabilidad de sus murallas.

Todavía hoy quedan restos de lo que pudo ser la puerta, por medio de sus arcos interiores, su entrada en codo, así como el torreón o torre albarrana que defendía a esta, por lo cual se presiente la importancia de esta entrada en tiempos de la civilización islámica.

Desde ella se extienden aún las murallas del posible quinto recinto amurallado en esta ciudad, si contamos con el carpetano, el romano, el visigodo, el islámico primario y este posterior de la misma civilización, que acoge a los arrabales de “la Granja” y la “Antequeruela”, (después se S. Isidoro), así como el de “Santiago del Arrabal”.

Pese a la gran puerta imperial de la que ahora gozamos, con trazas del famoso arquitecto Covarrubias, aún queda la impronta del islamismo en dicha puerta, sobre la cual se ha construido superponiéndose otros estilos, pero del cual aún queda una huella imperecedera con su típico regusto, haciéndonos admirar su fisonomía, cuya belleza corresponde con su antigüedad.

Caminando hacia la parte del este, bajando hacia el río Tajo, sigue la muralla islámica con varios torreones y cubillos. El más famoso es el denominado “de la reina”, siendo uno de los mayores y más esbeltos de dicha zona en su pendiente hacia la siguiente puerta. Es de forma rectangular y sus almenas y ventanas le dan una belleza inusitada.

Le siguen otros torreones y cubillos muy cercanos, por lo que observamos que esta era una de las zonas mejor defendidas de la ciudad hacia el norte. La gran altura del muro y sus partes altas almenadas sobresaliendo sobre el mismo, se pueden observar desde el interior de la ciudad y desde la propia puerta de Bisagra descollando por encima del caserío que guardaban,  legándonos aún un gran paisaje medieval.

Sigue hacia la parte inferior la muralla por la calle de la Carrera con otros torreones cuadrados y cubillos redondos datados entre el siglo X y XI, lo que le da una antigüedad de más de mil años a esta zona, dándonos un poco de vértigo por antigüedad y su gran caída hasta el Río Llano, para llegar a otra fuerte torre defensiva, de gran volumen y altura.

Me refiero a la “Torre Almofala” o “Torre de Antequera” por lo que le puede venir el nombre al “Arrabal de la Antequeruela”,  abrazando la muralla esta zona del mismo. Este espolón es mucho más alto que el propio muro, lo que le da un carácter de torre vigía para su atención con respecto a las dos puertas de ambos lados,  sobre el río Tajo y la “vega alta” de Toledo. Tiene un paso que atraviesa la misma, con un bello arco ojival, cuyo carácter puede ser defensivo o de paso de un lado a otro de la misma.

Después se tuerce la cerca, acogiendo la zona baja del arrabal de la “Antequeruela”, posteriormente de “San Isidoro”, por la iglesia que había en el interior de este barrio en tiempos cristianos frente al rio Tajo, que compusieron la ciudad medieval y en ese lienzo de muralla se encuentra otra torre rectangular, probablemente defensiva de la propia torre de Antequera, encontrándose muy cerca de ella.

Algo más adelante se encuentra un gran torreón rectangular, que para ser tan grande tiene poca altura. A su lado hallamos la “Puerta Nueva”. Pero Toledo esconde infinidad de secretos, sin faltarle el último gran descubrimiento en la primera década del siglo XXI, pues ha sido una ciudad  fecundada por diferentes etnias y civilizaciones. Estos han sido iberos, celtas, carpetanos, romanos, judíos, visigodos, musulmanes, cristianos del norte, mozárabes, mudéjares, francos y aquí paro de contar. Me refiero a la “Puerta del Vado” de la que se sabía que había existido por las documentaciones antiguas, pero sin ubicarla del todo hasta su hallazgo, al excavar bajo lo que se creía un simple torreón.

Esta famosa puerta, está construida posiblemente sobre algún postigo musulmán con salida al río. Su construcción es del siglo XI, de tiempos del reinado de Alfonso VI, aunque lógicamente con influencia musulmana, pues es idéntica por su estructura tanto exterior como interior, a la hoy puerta de Alfonso VI y posiblemente a la antigua de Bisagra de tiempos árabes.

En sus cercanías se encontraban los talleres del barro y los hornos de cocimiento, los tejares y alfares dentro de este arrabal. Esto hizo que  el echadizo de sus sobrantes y excedentes por el interior de la misma, más los limos de las crecidas del río al exterior, fueran tapando esta puerta en el espacio-tiempo, hasta su clausura en el siglo XVII,  llegando a su olvido total, a excepción de los documentos. Hasta esta “Puerta del Vado” o “Puerta del Río”, se podía llegar algunas temporadas en barco, pues uno de los meandros del río Tajo se encontraba muy cerca de ella, lo que le daba una peculiaridad sorprendente, además de una buena estrategia no solo defensiva, sino para el comercio.

En el  interior de la misma han quedado las huellas de sus diferentes épocas, pudiendo observar sus heterogéneos paramentos tras la limpieza de sus escombros y su excavación, prestando atención en ella a sus varios niveles. En su cota más baja, se puede ver aún el agua que se filtra hasta ella, pues se ahonda más de ocho metros. En otra zona más alta, la del segundo cuerpo se observa un adoquinado de entre los siglos XV y XVI y al frente el arco islámico de su entrada lleno de escombros, siendo en fin uno de los misterios que escondía esta “ciudad de los secretos”.

Tras el cerramiento de esta “Puerta del Rio” o “del Vado”, se abrió a su lado una parte del lienzo de la muralla, dando paso a otra puerta más amplia denominada “Puerta Nueva”, que desde el siglo XVII hasta hoy sigue dando servicio de salida y entrada a este arrabal, sin nada reseñable en su parte histórica.

Siguiendo la muralla se llega hasta un torreón pentagonal con forma de proa de  barco, mucho más tardío y desde este sigue ya la muralla  mucho más deteriorada, hasta esconderse entre los rodaderos de Toledo, siendo testigos de ello las ruinas del convento de S. Pablo “del granadal”. Esta llegaría a enlazar con el primer recinto islámico de la alcazaba, así como con los Palacios de Galiana “de Arriba”.

Hasta aquí he desarrollado desde el comienzo hasta el final de la muralla de uno de los arrabales de Tulaytula, el de la parte del Este, de bastante antigüedad y pertenecientes a los reinados islámicos de los Banú- Di l- Num en la taifa toledana, entre los que se encontraba el rey Yahya ibn Ismail, el famoso Al-mamún, que tanto desarrollo dio a la cultura en esta ciudad y el rey cristiano Alfonso VI, que hizo capitular de esta ciudad a su nieto Al-Qadir en el año 1085.

Si alguien quiere aprovecharse de estas páginas, sabe que intelectualmente, tiene la obligacion por ley,  además de moralmente, de hacer referencia tanto del autor como de su trabajo.

Copyright A. Vega. 2001.

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