Siglos IX, X y XI.

Sabemos por el escritor árabe ibn Hayyan, que el emir Muhayin ibn Qatil, dio orden en el año 820 de construir un muro o muralla al suroeste de la ciudad, es decir, en el extremo sudoccidental para acoger a los sefardíes. Dato por el que queda claro que se refiere a la Judería, denominada esta también como “Ciudad de los Judíos”. Las juderías o aljamas, eran autónomas pues contaban con sus administradores, juristas y rabinos que dictaban su gobierno interno, como así lo hacían los municipios cristianos.

Al principio sería un pequeño núcleo de población hebrea, pero debió de ir creciendo poco a poco por su parecido con la ciudad santa de Jerusalén, llegando a ser un extenso lugar determinado por diferentes barrios, en lo que se refiere al hábitat, creciendo después también con la judería o barrio de los negocios en la zona del Alcaná.

Que sepamos la puerta de entrada  y salida desde la ciudad hacia al exterior por la judería, se llamaba Bab al-Yaud o “puerta de los judíos”. Correspondiendo hoy día y aproximadamente a la puerta del Cambrón, dirigiéndose hacia el rio Tajo y a la vega baja del mismo.

Esta daba paso a sus barrios  o thoras, el primero era denominado de Assuica, que viene de “zoco” donde se vendían toda clase de artículos y en el cual podía comprar también tanto árabes como mozárabes, conteniendo carnicería, tahona y bodega. En la parte alta se encontraría como pauta alguna sinagoga importante, en aquella zona se hallaba el adarve de Abgalón, junto a la muralla de los Maqueda, aunque dicho topónimo seguía hacia la arteria que hoy denominamos como Calle del Ángel.

Se bifurcaba esta en varias vías, pues una se encaminaba hacia la sinagoga de Sta. Mª. La Blanca, por la hoy Calle de Reyes Católicos y otra hacia la judería alta, por lo que hoy denominamos como “Arquillo de Judío”, muro que separaba posiblemente la judería de los ricos y la de los  menos ricos. Allí se encontraba la sinagoga del Sofer o del Cuerno, por los restos hallados y por los escritos existentes y hacia la zona del río se encontraba el barrio de Arriaza.

Por encima de este muro se hallaba el “Alacava”, ahora Cava Baja y Cava Alta, encontrándose en su entorno la plaza de Suleiman ben Susán y el adarve de Abengalún.

Sobre el ahora Cerro de la Virgen de Gracia, existieron los adarves del Barcheloní y de Abendaño. Recordemos que el adarve en sí, corresponde con una puerta murada, que da paso a un patinillo que conduce a la verdadera casa y desde ella normalmente hay una salida a otra calle, para poder huir en caso necesario.

La muralla al norte de la judería, era la que la separaba de la parte central de la ciudad, además esta se encontraba flanqueada por dos castillos, uno al lado de la puerta de los judíos y el otro hacia el rio, muy cerca del Puente de San Martín. Hacía la hoy calle de Sto. Tomé, se encontraba el adarve de Abzaradiel. La calle principal de Abendoja con el callejón de Naranjos o Ciruelos.

En el siglo X tuvieron los hebreos toledanos, relativos tiempos de paz. Las aljamas judías o juderías con su comunidad, se regían  por su propia gente hebrea. Su naguid o nasí, era el jefe de los barrios hebreos,  los juicios  entre ellos eran dictaminados por sus propios jueces según la ley del Talmud, con sus arcontes para hacer cumplir la ley. Por supuesto había rabinos  y gaones para las sinagogas, pero en lo que más destacaban era como médicos o físicos y como boticarios.

En el siglo XI en tiempos de la taifa del rey Almamún (Yaya) y según su ministro e historiador Ibn Said, en su libro “Categoría de Pueblos”, nos cuenta que aquí en Tulaytula (nombre  de Toledo en árabe), convivían gramáticos y poetas, encumbrando la cultura hasta cimas esplendorosas.

El tiempo que corresponde con el final del califato, la época de los reinos de taifas y primeros años cristianos se considera como el de de máximo esplendor para  los hebreos en Al-Ándalus, hasta mediados del siglo XII.

Hubo entonces aquí en Toledoth grandes bibliotecas, como por ejemplo la del hebreo Aben Maimón, que era célebre en toda Separad. Esta se salvó milagrosamente de un incendio. Se desarrollaban ya entonces en Toledo, estudios científicos, como medicina, astronomía y matemáticas y también filosóficos, tratando de armonizar fe y razón, destacando en  lógica Isahq ben Qustar.

Si alguien quiere aprovecharse de estas páginas, sabe que intelectualmente, tiene la obligacion por ley,  además de moralmente, de hacer referencia tanto del autor como de su trabajo.

© Copyright A. Vega 1991.

 

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