Para que pudiera seguir abrevando el ganado que pastaba en la zona  desde tiempos antiguos, tuvo la condición de emplear solo parte del agua de dicho acueducto, dando más consistencia a alguna de las bóvedas y construyendo una nueva arca. Se fabricaron los pocillos de registro para su limpieza sobresaliendo y con su tapa, pero dejando abrevaderos para que pudiera saciar su sed el ganado.

El cardenal llevó hasta su cigarral el líquido elemento por medio de nuevos subterráneos y caños que venían desde la conducción de aguas hispano-romana. Todavía hoy se pueden observar un poco más adelante y en el camino hacia el palacio de la quinta, distintos aljibes, algún pozo de mucha profundidad y una gran acequia para conservar el agua.

El líquido elemento  iba a parar a un depósito construido entonces. Su uso daba origen a la nombrada Fuente de Buenavista o del Emperador, ya que dicha agua era indispensable para el buen mantenimiento de tan extenso cigarral.

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