La torre de la Catedral de Toledo y sus campanas.

Hay que reconocer que para soportar una campana de tal tamaño como la “gorda” y sus compañeras, la torre en la que debían de ser tocadas, debería de tener una grandiosa resistencia y así fue como se construyó esta en su parte baja, con forma cuadrada y aportando ocho enérgicos contrafuertes en sus ángulos, teniendo una gran solidez y resistencia.

Recordemos que esta soportó el terrible terremoto ocurrido en Lisboa el 1 de Noviembre de 1755, día de Todos los Santos. Los daños afectaron a muchas de las torres de las catedrales e iglesias de España. En Baeza se desplomó su catedral entera, la torre de la iglesia de Santa María de la Mesa en Utrera, quedó totalmente destruida. A la Giralda de Sevilla se le cayeron varios de sus remates y por las vibraciones del seísmo y el movimiento de la tierra, sus campanas tocaron solas. Sin embargo la torre toledana no se resintió, aunque quizás por este motivo, parece estar algo torcida cuando se la observa desde la lejanía.

Para soportar parte del conjunto de sus  campanas, se fabricó un segundo cuerpo tan sutil como esbelto y de una refinada exquisitez. Dicen que este segundo cuerpo de la torre  y su chapitel se parecen al de la iglesia nueva de Delft en Holanda. Pero aunque el  maestro de la toledana fue el holandés Hanequín de Bruselas que nos legó un alto cuerpo calado octogonal de forma totalmente octogonal, en la de Deflt dicha zona es más alta, estando dividida en dos partes.

Desde luego aquí  tenemos ahora a la torre toledana, a la que podemos acceder de nuevo, hasta la zona donde se encuentra el primer campanario, además de poder admirar sus interiores e imaginarnos sus historias y sus leyendas.

Si alguien quiere aprovecharse de estas páginas, sabe que intelectualmente, tiene la obligacion por ley,  además de moralmente, de hacer referencia tanto del autor como de su trabajo.

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