Las otras ocho campanas que acompañan  a la “gorda”, son al norte la denominada como  Calderona de 1479, la más grande  tras la principal y la de Encarnación de 1851. Hacia el este la de San Juan de 1667 y la que sigue es la de Santa Leocadia y San Joaquín de 1731. Las del  sur corresponden con la de la Ascensión,  “espanta diablos” o “sermonera” de 1545, le sigue la de San Ildefonso de 1760. En el oeste la Resurrección de 1545 y la octava dedicada a San Felipe de 1851.

La existencia de tres campanas como son la Encarnación, la Resurrección y la Ascensión, se asocian a los misterios de la Redención de Cristo, dando a este campanario unas connotaciones religiosas muy importantes con respecto a dicho tema. Todas ellas han conservado sus yugos o melenas de muy buena madera,  siendo piezas tan importantes como las propias campanas, dando gran calidad sonora a las mismas.

Las vistas desde aquí con excepcionales, pues a nuestros pies se contempla el caserío de la ciudad de Toledo, excepto  sus grandes monumentos,  pues estos sobresalen del mismo. El Palacio Imperial o Alcázar le vemos frente a nosotros a más alto nivel, al ocupar la colina más alta de Toledo.  En fin, todo un espectáculo para los sentidos, haciéndonos entrever lo importante por bella que es esta ciudad, que al mismo tiempo concentra toda la historia de España al completo.

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