Secuencias de una Ciudad Patrimonio de la Humanidad. Toledo. (1)
SECUENCIAS QUE INTERVIENEN PARA QUE UNA CIUDAD COMO TOLEDO HAYA SIDO DECLARADA PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD, LAS CUALES DEMUESTRAN SU CALIFICACIÓN, COMO UNA DE LAS CUMBRES DE LAS BELLAS ARTES Y DE LA HISTORIA.
SECUENCIAS DE UNA CIUDAD PATRIMONIO
Al observar a esta ciudad como patrimonio de la humanidad, debemos de darnos cuenta que su universalidad no solo estriba en la densidad de monumentos que concentra, también debemos reconocer en ella los pequeños detalles escondidos que esta despliega mágicamente a través de sus múltiples peculiaridades, con sus diferentes estilos y la disparidad de pensamientos que la han fecundado, los cuales han dado forma a este monte único que abraza un río.
Aquí deja esta humilde página unos detalles de muestra, para que Toledo sea mejor comprendida y al mismo tiempo amada.
Desde el sur los rayos solares del mediodía, iluminan el paisaje toledano acariciando su inigualable fisonomía y destacando las dehesas que aún existen en sus alrededores.
A esta ciudad de Toledo la envuelve un halo magnífico y brillante, como si de un recipiente precioso se tratara. Si te atreves, ábrele y comprueba parte de las maravillas que se encuentran en ella, ya que es imposible abarcar tanta historia y tanto arte.
Muchos años han pasado desde que se tienen recuerdos de esta ciudad de Toledo, cuando el mítico Hércules dicen que se asentó en una de sus cavernas para enseñar la filosofía hermética, pues el nombre de la ciudad entonces era Tholietron. Aquí vemos al héroe reflejado sobre una de las torres del Ayuntamiento, dándonos la antigüedad de su leyenda, nada menos que tres mil años.
Escondidas ventanas lobuladas que iluminan el interior del Convento de San Clemente de Cistercienses Bernardas, cuya belleza refleja la técnica constructiva mejor representada en la ciudad, el arte Mudéjar.
Bellísima yesería perteneciente a los estucos de la Sala Alta de las Mujeres en la Sinagoga del Tránsito. Los caracteres de sus letras están escritos en estuco, donde vemos letras hebreas pero también musulmanas.
Techumbre real con vigas de madera, sobre las bóvedas de la Iglesia de Beatas Jerónimas, del Convento de San Pablo en la Cornisa. En tiempos excepcionales de apertura de su clausura, pudo ser visitable.
Instantánea desde uno de los barrios de la ciudad, concretamente desde el Pozo Amargo, donde observamos la colina más alta de Toledo, conformada por el conjunto del Alcázar musulmán, después Palacio Imperial y ahora Biblioteca Regional y Museo del Ejército.
Parte del cuadro de la Resurrección de Cristo del Greco, que se halla en el Convento de Sto. Domingo «el antiguo», en la nave de la epístola. Este mira con misericordia a sus guardianes y levanta el brazo y la mano derecha hacia su Padre.
Templete-sagrario en restauración de estilo barroco, usado para el monumento del jueves y viernes santo de Semana Santa, en el Convento de las Comendadoras de Santiago en los Cobertizos.
Dibujo del maestro cincelador José Antonio Manchón, sobre los restos visigodos que se encuentran en la pared exterior de la antigua iglesia de San Ginés, antigua mezquita y lugar de la celebérrima Cueva de Hércules. Estos hacen referencia a la iniciación necesaria para poder llegar a la comprensión necesaria, en el intento de poder acceder al interior de uno mismo.
Deliciosos y tradicionales aleros, en uno de los lados de la milenaria mezquita toledana de Ibn Hadidi, de Valmardón o del Cristo de la Luz. Donde se entremezclan las dos religiones del libro, más una leyenda hebrea.
Restos de lo que fue el Castillo de los Judíos, desde donde se rechazó la entrada al bastardo Enrique de Trastámara a Toledo. Estos lo pagarían muy caro una vez asesinado su hermano Pedro I «el cruel», que era adalid de los mismos.
Sobrerelieve en uno de los pórticos de la catedral de Toledo, inspirado en el pasaje bíblico de la «Ballena tragándose a Jonás».
Pináculos y cresterías góticas vistos al anochecer, pertenecientes a uno de los dos edificios góticos que contiene esta ciudad, concretamente el convento franciscano de San Juan de los Reyes, obra del arquitecto Juan Guas.
Detalle de ventana lobulada con decoración de pintura al fresco, con lacerías, perlas y caracteres islámicos, a los pies de la iglesia de San Román. En el se encuentra hoy, el importante Museo Visigodo, con restos de Toledo y sus alrededores.
Imagen que determina uno de los significados que guarda secretamente esta ciudad. Me refiero el mito del Santo Grial, representado aquí por uno de los copones que adornan exteriormente el claustro catedralicio y la luna llena sobre él mismo, bajo la influencia de la potente torre norte o campanario.
Preciosa cerámica sobre el dintel de la puerta hasta hace años secreta, perteneciente al antiguo «Beaterio de las Silva», después convento de Dominicas de Madre de Dios. Hoy corresponde con una de las entradas al Centro de la Universidad de la región de Castilla-La Mancha.
Los abruptos Cigarrales de Toledo, vistos desde un ventanal del torreón exterior del Puente de San Martín.
Sótanos bajo el edificio museístico de Santa Cruz. En ellos podemos observar aún vestigios de nuestra prehistoria. El que más destaca, es la cabeza y los colmillos de un «elefante antiguo» de la época cuaternaria, el cual bebería el agua del Tajo en aquella pretérita época y allí sería cazado por nuestros antepasados.
Cimborrio gótico del convento franciscano de San Juan de los Reyes, fotografiado en las primeras horas nocturnales, iluminado por la Luna y el planeta Venus. Su embrujo envuelve al que le observa desde el Cerro de la Virgen de Gracia.
La diosa Talía representante de la comedia, acompañada por las musas de la música. La hallamos pintada al fresco en el espectacular techo del Teatro de Rojas.
Bellísimo brocal de tiempo musulmán, cubierto exteriormente con cerámica vidriada de color verde, con caligrafía cúfica. Entre sus adornos vegetales, se halla el amuleto apotropaico de la «Mano de Fátima».
La antiquísima y bella iglesia mudéjar de San Sebastián de las «Carreras» en el antiguo barrio de Curtidores. Templo construido sobre un oratorio musulmán, la mezquita Al-Dabbagin.
Un inquisidor azuza a la muchedumbre acusando y señalando a Jesucristo antes de ser crucificado. Escena grequiana que forma parte del famoso cuadro del Expolio en la sacristía de la Catedral toledana.
Pulcro y resplandeciente ábside mudéjar, que forma parte de la antigua basílica de Santa Leocadia «de Abajo», tras el antiguo cementerio de las monjas.
Rostro y manos de la virgen negra denominada de la Bastida, en el camarín de su ermita. Fueron ejecutados estos por el pintor Guerrero Malagón, cuya esposa sirvió como modelo.
La Roca Tarpeya en la cima de los acantilados toledanos. Sobre ella el Taller-Museo del escultor palentino Victorio Macho.
Vitrales basados en el «Cuadrivium, que componían en la edad media las «Artes Liberales». Estos absorben la luz exterior y la plasman sobre el interior de la Santa Iglesia Catedral Primada.
Imagen de los arcos de la mezquita toledana de Muhammad ben Albirola y Qasim ben Calam, encargados de las donaciones pías. Se fundó en el año cuatrocientos treintaidos de la Hégira. Fue mezquita mayor de Tulaytula. Ahora forman parte de la posterior iglesia de El Salvador.
Tumbas prehistóricas, al pie del torreón del homenaje del castillo de San Servando. Estas se encuentran frente al monte que contiene a la ciudad.
Detalle del brocal con tejaroz, del pozo que se encuentra en los jardines que acompañan al bello palacio del Taller del Moro, que después fue casa de obra y fábrica de la catedral y hoy pertenece al edificio de la Presidencia de Castilla La Mancha.
Brocales de aljibes para saciar la sed, con el agua de lluvia derramada desde los tejados, en el patio del Claustro del Convento de Beatas Jerónimas de San Pablo. Estos fueron vaciados, para buscar la reliquia del cuchillo perdido, con el que el emperador romano Nerón mando decapitar a San Pablo.
Figuras reutilizadas para representar una antigua Epifanía en el Pórtico del Septentrión de la Catedral Primada, denominado también de las Ollas, de los Escribanos y de la Feria.
Piñas de la felicidad y de los buenos augurios, sobresaliendo de la yesería en estuco en el muro del hekal en el este cardinal, en la Sinagoga de Samuel Ha-Leví o del Tránsito.
Dobles ventanas geminadas, con influencias islámicas, que se encuentran en la torre-alminar de la Iglesia de Santiago «del Arrabal», de estilo mudéjar en su parte alta.
Placa islámica que testimonia una antigua mezquita toledana en el lugar donde se encuentra, sobre el muro de la hoy iglesia mozárabe de Santa Justa y Rufina.
Una instantánea en el claustro de San Juan de los Reyes, con el viejo dragón o perro alquímico, alado por su volatilidad, pero aferrado a lo terreno por un hueso, representando a la «materia prima» en el arte de la alquimia.
Piedras cárdenas abrazando a un río que hoy tiene un color indefinible. Es el Tajo, el cual era cantado por el poeta Garcilaso de la Vega. Este imaginaba ver bañarse en él a las ninfas y en su fondo creía divisar pepitas de oro. ¡Dios mío, que tiempos!
Imagen de un cadalso en la plaza del Ayuntamiento de Toledo, en el que se alza el mástil de donde debe colgar la horca, con la cual se ejecutaba a algunos reos juzgados por la Santa Inquisición. Pena abolida en nuestro país y no en otros.
Arcos entrecruzados en estilo mudéjar, sobre la puerta hallada por casualidad hace años, en el interior del Ayuntamiento de Toledo. Por ello comprendemos que esta ciudad es una caja de sorpresas.
Aquí presentamos la bella torre que acompaña a la Estación de Ferrocarril, de estilo neomudéjar adornada con cerámica vidriada, con su reloj. Al principio parece estar inspirada en un alminar musulmán, pero realmente lo que refleja es a una de las torres cristianas de las muchas que contiene la ciudad de Toledo, aunque esta es más esbelta.
Bellísimo atril en los bajos de la Escuela de Artes y Oficios de Toledo, surgido de la mente y ejecutado las sus manos del que fue el estimado y famoso herrero Julio Pascual.
Columnas cristianas y cimacios musulmanes entremezclados, que se encuentran en una de las excavaciones de las muchas que se hallan abiertas en la ciudad de Toledo, a la espera de mejores tiempos.
Cimborrio mudéjar en el monasterio cisterciense de San Bernardo, cercano a la ciudad. Pese a estar reconstruido, aún se nota su estilo mudéjar, además de parecer una fortaleza por sus redondeados contrafuertes.
Uno de los brocales islámicos, que se debió encontrar en una de las muchas mezquitas contenidas en esta ciudad de Tulaytula, para el rezo comunal de los viernes, por parte de las musulmanes.
Tejados de la una de las sinagogas que contiene la ciudad de Toledoth, concretamente la del Templo Nuevo, después beaterio de Santa María «La Blanca». Desde las alturas observando su magnífica planta basilical con cinco naves.
Bóveda gótica octogonal saliendo de un cuadrado sobre pechinas. Forma parte de la Capilla de los Franco, en el Convento de las Concepcionistas Franciscanas. Se encuentra pintada al fresco y sus nervios son recibidos por bocas de dragón.
Yeserías de tipo islámico-mudéjar, las cuales embellecen una antigua capilla mortuoria, siendo después la capilla del Corpus Christi, en la iglesia de los Santos Justo y Pastor.
Imagen aérea del transepto sur, el tejado del ábside principal y la alta torre de la Iglesia de Santiago el Mayor, en el arrabal de la ciudad. Es denominada por los entendidos como una catedral, refiriéndose al estilo mudéjar.
Pila bautismal toledana en cerámica vidriada, de la primera mitad del siglo XV, que perteneció a una de las iglesias mozárabes de Toledo, concretamente a la de San Marcos. Hoy se encuentra en la Sociedad Española de Nueva York (Hispanic Society of America). La hemos podido ver directamente en la exposición temporal del Museo del Prado, el año 2017.
Aquí presentamos otra pila idéntica a la anterior. Perteneció a la parroquia toledana y mozárabe de Santa Eulalia. Cuando se prohibió este tipo de pilas bautismales fabricadas en barro y revestidas de cerámica, por otras tallas en piedra, el cardenal Lorenzana la regaló en 1794 a la iglesia de la Virgen del Rosario, en el pueblo de Camarenilla. Por tal motivo, allí se puede ver esta magnífica reliquia por única, la cual todavía se encuentra casi intacta. La hemos podido ver directamente y admirar en la exposición temporal dedicada a al Cardenal Cisneros entre 2017-18, en la Catedral de Toledo.
La «Noche Toledana» con su nebulosa alcazareña. Este es el espectáculo que podemos observar en la oscuridad nocturnal toledana. El espectáculo está servido para disfrutarle.
Antiguo «verraco» tallado en granito y hallado en la provincia de Toledo. Este tótem consistía en una deidad a la que el pueblo de los vettones oraban y rezaban, por los beneficios que estos animales les ofrecían. Eran denominados así por los griegos y romanos.
Antiguo pórtico en estilo neoclásico del antiguo Convento de San Agustín. Se encuentra al entrar por la Puerta del Cambrón. Hoy es un instituto de enseñanza.
Letras del alefato hebreo en la sinagoga de Samuel Ha-Leví o del Tránsito en Toledo, donde se observan unos caracteres mayores que los de su alrededor, determinando cabalísticamente la fecha de su construcción en el año judío de 5122, correspondiendo en el cómputo cristiano de 1361.
No, no es un pobre pidiendo limosna en una fría mañana de niebla en la Plaza de Zocodover. Es el maestro Valmaseda, que enseña una fotografía de la antigua herrería de Santa Isabel. A este «herrero maldito» le debemos muchas de las obras que adornan las ventanas de algunos edificios emblemáticos toledanos.
Yesería con letras cúficas musulmanas y estrella de seis puntas judía. Esta última, se encuentra entre las lacerías con del paso del tiempo, correspondiendo a la inmortalidad. Las mismas adornan el Palacio de los Templarios.
Es tradición en Toledo, que los capelos cardenalicios tras la muerte de un arzobispo o cardenal, cuelguen de las bóvedas de la Catedral toledana hasta su desprendimiento.
Vista aérea de las dos torres, que conforman el legendario Palacio de Galiana. Un pequeño paraíso en la Vega Alta de Toledo, repleto de grandes historias, con respecto a esta ciudad de Toledo.
Bella cerámica en color azul, donde está representada una virgen, la cual forma parte de un frontal, el cual pertenece a la colección de múltiples tipos de cerámica, cedida por el Sr. Carranza, a uno de los museos toledanos.
Magnífica techumbre en madera incorruptible de alerce, que cierra la techumbre de la sinagoga de Samuel Ha-Leví o del Tránsito, cuyo artesonado es un trabajo de par y nudillo, con letras de nácar incrustada en dicho elemento. Su riqueza es incomparable.
Preciosa y antigua arquería del estilo mudéjar toledano, con los arcos lobulados extrañamente entrecruzados, dando una sensación inigualable por su originalidad.
Pese a que las modas nos hagan cambiar nuestras formas de pensamiento y con ello nuestros habitáculos, todavía podemos observar en esta ciudad, escritorios tan magníficos como este.
Uno de los tres claustros que pertenecen al Convento de monjas Dominicas de Santo Domingo «El Real», con su galería baja de estilo herreriano.
Personajes toledanos del siglo XVI, pintados por el Greco en uno de los cuadros más universales de la pintura de todos los tiempos, «El Entierro del Señor de Orgaz».
Detalle de los atauriques de la sinagoga de Santa María la Blanca, donde vemos el símbolo del rey bíblico David o estrella característica del rey Salomón, hoy anagrama que forma parte de la bandera de Israel.
Vista aérea del cimborrio central, cúpula, contrafuertes y naves que le acompañan, pertenecientes al exterior del Hospital de Santa Cruz, hoy día uno de los museos más importantes que atesora esta ciudad de Toledo.
Delicadas yeserías con letras en latín y caligrafía geométrica islámica en el antiguo palacio del arcedianato de Madrid en la Plaza del Consistorio de Toledo.
Vista desde un lado de la imagen del famoso «Cristo de la Vega», con el brazo derecho inclinado hacia abajo, como si quisiera un poco de misericordia. Su postura dio paso a la leyenda «A buen juez, mejor testigo».
El campanario y los esbeltos pináculos que acompañan el convento de San Juan de los Reyes. Vista tras las higueras en su jardín de invierno.
Tapiz del Cuadrivium, el cual se cuelga como ornamento el día del Corpus Christi, para adornar el paso de la espectacular Custodia de Toledo. En el mismo, se pueden observar la geometría y la aritmética usadas para la construcción de un templo y la astronomía y la música, las cuales le dan su euritmia completa.
Arco islámico de tiempos del califa Abderramán III del siglo X. Vestigio musulmán intacto, que se encuentra en uno de los torreones del actual Alcázar. Este conducía al postigo de «Doce Cantos». Contiene en su parte superior una cabeza romana, la cual representaba a Fátima, la hija del profeta Mahoma.
Las torres toledanas sobresaliendo del caserío urbano, como son el torreón sureste del Alcázar, la torre de la iglesia de la Magdalena y la torre neomudéjar del antiguo Casino de Toledo o Centro de Artistas e Industriales.
La simbólica reja del «Ojo de la Cerradura» del maestro Valmaseda, se encuentra cerrando una de las ventanas del Colegio Público de infantil y primaria «Santa Teresa».
Preciosas celosías en estilo gótico isabelino. Estas cierran los arcos del mismo estilo, de un claustro maravilloso, el cual forma parte del convento franciscano de San Juan de los Reyes.
Fuentes en ladrillo muy usadas, que se adornan con cerámicas muy bellas, las cuales se encuentran en el Monasterio Cisterciense de San Bernardo, al oeste de la ciudad.
El mudéjar toledano se abre simbólicamente en la celosía de esta ventana maestra, por los tres círculos que la sustentan, por las ventanas de sus lados, más su estructura interior, simulando la expansión del Cosmos a través de la dualidad.
Fachada el Ayuntamiento de Toledo con su galería, hacia uno de sus lados, con sus estilos escurialense, herreriano, renacentista y neoclásico, visto desde el Palacio Arzobispal.
Depósito de agua posiblemente de tiempos carpetanos en la Calle de la Trinidad, denominado hoy como «Pozo de las Maravillas» por su volumen y color.
En el exterior de un convento toledano, tres estilos, el gótico por el contrafuerte, el mudéjar por su alero y el renacentista por su espadaña. Esto ocurre en muchos de los edificios de la ciudad, al ir siendo restaurados a través del los tiempos.
Cuadro de cerámica del maestro Pedraza, con el color «azul toledano», donde vemos a un caballero con armadura y banderola, el cual se encamina hacia un castillo, protejido por un cielo estrellado. Este nos dejó este enigma por resolver.
La gata Bubastris es una deidad egipcia, cuya representación son las guerras y los apocalipsis. Esta se halla como una gárgola más en el claustro interior del Convento Franciscano de San Juan de los Reyes. Se puede estudiar en mi obra «Las Gárgolas de San Juan» que pertenece a la colección Cuadernos Heterodoxos I.
Instrumento que mide las horas solares diurnas, para determinar los solsticios y equinoccios, hallándose en el Observatorio Geodésico de Toledo, en la zona de Buenavista.
Torre mudéjar de la iglesia de Santa Leocadia «de Arriba». Lugar donde nació nuestra santa toledana, pues aún se halla en ella la cueva o el sótano, donde esto ocurrió.
En la suntuosa y principal Puerta de Bisagra, nos encontramos al Vellocino de Oro o Gamuza de los Antepasados, que tanto buscaron los héroes antiguos, colgando del Toisón de Oro. Esta es la idea que nos legaron los constructores de antaño, dándonos las claves para ascender simbólicamente a este monte sacro.
El compositor Roberto Jiménez Silva, cantando y tocando el órgano, acompañando la «misa gregoriana» o «romana» en la Iglesia del Salvador. Antiguo rito que se celebra todos los domingos en dicha parroquia.
Lápida en el interior del Puente Alcántara, recordando que el rey Alfonso X «el sabio» mandó repararle tras la gran inundación de 1258. En ella dejó impresas diferentes eras, como la de Moisés correspondiendo al año 2651, la de Alejandro Magno a 1570, la del emperador César a 1258, que era el cómputo con el que se contaban los años en la edad media y la de la Hégira islámica al 658.
El astrólogo y traductor Alí Aben Ragel, trabajó en la Escuela de Traductores de Toledo y nos legó su obra «El Libro Cumplido en los Juicios de las Estrellas». Este dio paso entre otros a las Tablas Alfonsíes de Astronomía, con las cuales el tiempo del mundo se computaba desde esta ciudad de Toledo.
Antiguo brocal del pozo de las abluciones, que se encontraba al lado norte de la mezquita de Ibn Hadidi, de Valmardón o del Cristo de la Luz. Hoy día, es imposible hacer esta instantánea, pues ya no existe dicho elemento.
Extraordinaria portada plateresca, a la entrada a la iglesia del Convento de San Clemente, de monjas Cistercienses Bernardas, debido al arquitecto Alonso de Covarrubias. Al estar a la intemperie y sin tejaroz, esta sometida a una feroz erosión. Además de esto, algún desaprensivo la ha despojado de una parte de sus columnas.
Aquí tenemos a Dº Diego López de Haro, sobre uno de los lados del Coro de la Catedral de Toledo, como agradecimiento de este estamento, pues este pagó la nave colateral de la misma, desde donde se halla arrodillado, hasta sus pies al oeste por su testamento. Todo esto, gracias a que este personaje fue el que se ocupó del botín pertrechado tras la batalla de las Navas de Tolosa a los musulmanes.
Esta joya es la Mezquita de Ibn Hadidi, de Valmardón o del Cristo de la Luz, del año 999, construida como vemos encima de una calle romana, la cual daba salida a la zona norte del Toletum imperial, hace 2000 años.
En una preciosa pintura gótica, observamos en detalle el viril de una custodia. Por el escudo de la misma con una luna en creciente y una estrella de ocho puntas, se refiere esta imagen a un periodo del año donde hay una conjunción entre la Luna y el planeta Venus, correspondiendo con cierta festividad religiosa.
Una forma peculiar de como solar el pavimento de una calle para darle importancia, como es este modelo de «opus espinatun». Este se halla sobre uno de los suelos sagrados de esta ciudad.
El día se nos va y aparece el anochecer. Tras el monte de encinas de la Sisla, aparecen iluminados dos de los edificios más emblemáticos por históticos de esta ciudad, haciéndola única por su bellaza universal.
Yesería islámico-mudéjar en la capilla del Corpus Christi, en la iglesia de los santos Justo y Pastor, con letras cúficas donde dice «Solo Alá en grande» y por encima los octógonos geométricos representando al ojo de dios.
Galería alta de uno de los palacios toledanos, concretamente el de los Conde de Terán, donde observamos los bellos ajimeces de sus dobles ventanas y por encima en su terraza, una balaustrada gótica.
Cerámica diversa de «cuenca o arista» delimitada por una cenefa normal, que forma parte del embellecimiento de la escalera de uno de los muchos conventos que Toledo atesora.
En el pasillo de uno de los adarves más largos toledanos, observamos los restos de una puerta sobre el muro exterior de una antigua sinagoga, en lo que fue la «Judería Chica», dedicada a los negocios.
Pintura al fresco de Lucas Jordán, sobre la bóveda de la sacristía de la Catedral de Toledo. En el detalle, observamos que la cruz de un pequeño ángel, hace doblegarse a las otras religiones que fecundaron a la ciudad del fondo, Toledo. Se encuentran representadas con detalles y libros, como el águila imperial romana, el islam o la sinagoga.
Torreón de «Los Templarios», en uno de los extremos del Alcázar de Toledo. Debajo de este se halló la manzana que dominó dicha orden en esta ciudad, cuyas deidades fueron San Miguel y San Bartolomé.
La «Visitación» entre primas, con sus maridos. Lo excepcional de ella, es que esta pintura augura una especie de ecografía en sus vientres. El feto ya crecido que se halla de pie es Jesús y el otro arrodillado, se refiere a su primo Juan.
Maravillosa imagen del convento de San Juan de los Reyes al atardecer, con su forma de catafalco mortuorio, mandado fundar por los Reyes Católicos para su enterramiento. Más tarde esto no se llevó a cabo, a la toma de Granada por dichos reyes.
Piscina probática de Santiago el Mayor, donde se bautizaba antiguamente por inmersión. Hoy en su centro se encuentra la pila bautismal.
Una de las magnificas vidrieras que alumbran tenuemente el interior de la Estación de Ferrocarril. Al entrar en su sala mayor, las personas que la ven por primera vez se quedan extasiados por su espectacular belleza, entre neomudéjar y neogótica.
Detalle de uno de los ricos tapices de la Catedral Primada, donde vemos a un simio buscando las frutas del Cuerno de la Abundancia. Estos cuelgan el día del Corpus Christi, adornando y engalanando sus paredes, para dar esplendor a dicho jueves.
Una de las pocas tallas que llevó a cabo Doménico Theotocópulis, el Greco. Se refiere a San Ildefonso tras recibir la casulla de manos de la Virgen. Dicho conjunto se encontraba adornando el marco exterior de su cuadro «El Expolio».
Escultura de Eduardo Chillida denominada como «Piedra de Asiento». Se encuentra en la zona más alta del Cigarral de Menores, de Dolores o de Marañón, frente a la ciudad de Toledo. Esta define la simbiosis entre una mente clara y un lugar universal.
Atardeciendo en uno de los palacios medievales toledanos, por cuyos arcos entran los últimos rayos de sol, cargando el ambiente con la magia de lo por venir en la oscura noche del alma.
Detalle de un apóstol velando a la muerte de la Virgen María y escribiendo su historia. Se encuentra este en uno de los trípticos que componen la ornamentación del claustro de uno de los muchos conventos toledanos. El futuro de estos por suerte o más bien por desgracia, es algo incierto.
Espectacular ánfora con tintes cobrizos, fabricada en la Escuela de Artes y Oficios de Toledo, bajo la dirección del antiguo maestro Aguado. Hoy la podemos ver en los bajos de dicho edificio.
Agreste paisaje de circunvalación alrededor de Toledo. Abajo a la derecha el río Tajo y en su centro el vestigio del arranque de un arco, perteneciente al acueducto romano, en mala hora destruido.
Los santos Justo y Pastor, patrones de Alcalá de Henares, en la hornacina exterior de su iglesia toledana del mismo nombre. Estos al ser de bronce, fueron escondidos en la Guerra de la Independencia para no ser fundidos y usados como balas de cañón. Desde entonces se denomina a este Callejón como Niños Hermosos.
Los sobrerrelieves de San Pablo y San Pedro cincelados sobre chapa, los cuales adornan la puerta que cierra el pórtico del mediodía de la catedral toledana.
Claustro del Convento de las Comendadoras de Santiago en los Cobertizos, denominado «de la Mona», con su galería baja en estilo herreriano. En su centro su cisterna para el agua y el brocal del aljibe.
Piedra de mármol a la entrada de la mezquita del Cristo de la Luz, que conmemora donde se arrodilló el caballo de Alfonso VI al tomar la ciudad de Toledo. Debajo se encontró una hornacina, con la imagen del Cristo del mismo nombre y una candela encendida, dando paso a la leyenda. Este es un lugar telúrico de una suave magnitud.
Interior del bellísimo Taller del Moro. Palacio toledano de los Palomeque y los Silva construido al estilo nazarí por su salón y alcobas, más sus filigranas estucadas al más puro estilo mudéjar. Después fue Casa de Obra y Fábrica de la Catedral toledana. Hoy día se recomienda su visita por su extraordinaria riqueza en atauriques y otros elementos.
Escudo del arquitecto Juan Guas con el compás abierto 90 grados, como contraseña de su maestría al haber sido aprendiz del maestro Hanequín de Bruselas. Se encuentra este a la entrada de su capilla mortuoria en la iglesia de los santos Justo y Pastor de Toledo, correspondiendo con el símbolo de iniciación en el secreto de oficio.
Símbolos judíos en una de las casas que de la Calle de Las Bulas, las cuales formaron parte de la Judería Grande de Toledoth. Entre otros detalles, vemos la «Estrella de David» o «Sello de Salomón», la Menorah o candelabro del templo y la fecha de la salida de los judíos de sus amadas tierras de Sefarad, tras el edicto de expulsión de los Reyes Católicos.
En la iglesia de San Bartolomé de Sonsoles (Seminario Mayor), en uno de sus pilares nos encontramos para su adorno, una especie de adorno estucado, haciéndonos creer que este formaba parte del propio capitel. Moldura inspirada en los capiteles de la sinagoga de Sta. Mª. la Blanca, con las típicas espirales logarítmicas.
El esplendor del mediodía, dando luz a uno de los templos más bellos de esta ciudad, en sus barrios judaicos. Me refiero a la sinagoga denominada como Templo Nuevo, hoy día sinagoga de Santa María. Y yo me pregunto ¿porqué se denominará «la blanca»? Creo que su color lo dice todo.
La leyenda de la princesa Galiana, tallada en la faja de figuras que cierra el pórtico del septentrión de la catedral toledana. En ella vemos al famoso Carlomagno rey de los francos, presentándose a la justa o torneo para luchar en Valsalmorial con el árabe Bradamante, jeque de Badajoz. Al vencer el primero, se casó con ella.
Allá abajo, al fondo, la milenaria mezquita del Cristo de la Luz, de Valmardón o de Ibn Hadidi, con sus entradas, sus arcos lobulados, sus dibujos artísticos y por encima sus ladrillo se convierten en letras, dejándonos la frase fundacional de la misma: “En el nombre de Alá, hizo levantar esta mezquita Ahmad ibn Hadidi de su peculio, solicitando la recompensa ultraterrena de Alá por ella. Se terminó bajo la dirección de Musa ibn Alí, arquitecto y se Sa´ada, conluyéndose en Muharram del año trescientos noventa”.
Ejecución pictórica del Greco, sobre la preciosa y angustiada cara de Jesucristo, mirando al cielo y pidiendo clemencia al Padre. Estampa que se encuentra en el centro del cuadro del Expolio, en la sacristía de la Catedral de Toledo.
Detalle del antiguo telón de seda con la Estrella de David o Sello de Salomón, el cual cubría las paredes interiores de la Sinagoga del Tránsito. Hoy es imposible hacer esta instantánea, al faltar el mismo.
Los libros de lectura sobre los Salmos bíblicos, en la serenidad de un coro de clausura. Con ellos se cantan las salmodias, que al tiempo que se recitan sus rezos. Estos aunque de tradición hebraica en la sinagoga, fueron incluidas en la liturgia cristiana. Por tal motivo, las monjas las cantan y los rezan por todos nosotros.
Antiguo adarve toledano, en lo que fue uno de los barrios pertenecientes a los judeoconversos, que entroncaba con el Callejón del Toro, comenzando en la denominada por el pueblo «Plaza de la Cabeza». Hoy dedicada al escritor polaneco Abdón de Paz.
Sobre el solar de ritos ancestrales como fue la Cueva de Hércules, un antiguo hito o bicha tótem muy antigua, reutilizada como dintel interior en la puerta actual de entrada. Fue usado posteriormente este lugar como depósito central de agua romano, ermita y palacio visigodo, mezquita musulmana e iglesia cristiana dedicada a San Agni y San Ginés.
Antiguo reloj del siglo XVIII, que se halla en el Convento de Santo Domingo «el Real», de monjas Cistercienses Bernardas. Es denominado como «dominguito» por dicho convento. Por su antigüedad había que darle cuerda dos veces al día y era totalmente fiable, pues por el se regían todos los barrios de alrededor y aún parte de la Vega Baja. Hoy día no funciona.
Restos de los subterráneos de una antigua sinagoga de las once que contuvo la Judería Grande de Toledo, en los bajos de uno de los jardines de la Calle Reyes Católicos.
Un plato artístico, hábilmente ejecutado por el grabador toledano Ricardo González, donde vemos representadas a las cinco provincias de Castilla La Mancha, más su escudo y alguno de sus monumentos.
Nuevo amuleto apotropaico encontrado entre los restos de una casa de la Calle María Pacheco, representando a la “Mano de Fátima” al encontrarse cerca de un baño islámico.
Vista aérea del templo toledano de Santiago del Arrabal, con su grandiosidad e incluyendo el plano compositivo de su planta, como forma demostrativa de su planta cruciforme, con transeptos salientes y tres ábsides.
Bellísima yesería trabajada en estuco, en la sala alta de las mujeres en la Sinagoga del Tránsito, con los típicos caracteres hebraicos y otros árabes que dicen «Solo Alá es grande».
El rio Tajo deslizándose suavemente hacia el Puente de Alcántara, entrando a Toledo. Secuencia mágica que nos deja absortos tras extraños pensamientos.
Recordatorio de la leyenda «Las Tres Fechas» de Gustavo Adolfo Bécquer. Se encuentra en uno de los rincones típicos de la Judería Grande. Lo mejor, la máxima que contiene: «En nombre de los poetas y de los artistas, en nombre de los que sueñan y de los que estudian, se prohíbe a la civilización que toque a uno solo de estos ladrillos, con su mano demoledora y prosaica».
La cara noreste de Toledo, vista desde la entrada al jardín del Palacio de Galiana, cuya belleza nos deja perplejos, creyendo estar contemplando un espejismo.
Aquí presentamos uno de los ladrillos que forman y soportan, a uno de los edificios toledanos. En su dorso observamos unos signos cabalísticos aún por descifrar.
A la izquierda uno de los estribos del acueducto bimilenario, de traída de aguas al Toletum romano y a la derecha una vieja coracha defensiva, para la obtención de agua del río Tajo en tiempos de asedio a la ciudad.
Rezo de las monjas Cistercienses Bernardas, en el coro interior de clausura de Santo Domingo «el Real», todavía habitado por estas en los Cobertizos. Su futuro se prevé incierto.
Bajo negros nubarrones, observamos la semblanza de Toledo al atardecer, donde se encuentran sus diferentes torres, espadañas y una de sus sinagogas.
Ángeles músicos en estilo gótico, los cuales adornan y dan armonía al interior de la capilla de la familia de los Luna, Dº. Álvaro y su esposa Dª. Juana.
Los antiguos aljibes sobre el solar vaciado de la casa madre de uno de los poetas más universales del mundo, el toledano Garcilaso de la Vega, que escribió sus poemas al río Tajo. Murió este tratando de tomar el castillo de Niza. Ya es imposible hacer de nuevo esta fotografía.
Escrupulosa cerámica del ceramista Zuloaga, donde vemos una escena costumbrista con el Puente Alcántara y el Castillo de San Servando al fondo. Alrededor de la escena, los escritores de la edad de oro que han escrito sobre Toledo, como Cervantes, Quevedo, Calderón y Lope de Vega.
Imagen de San Jerónimo penitente, en el cuadro ejecutado por el discípulo del Greco, Luis Tristán, en la Celda Prioral del Convento de San Pablo.
Retrato al infinito del salón central del mítico Palacio de Galiana, lugar de reposo del antiguo rey de la taifa Almamún y el cual se lo dejó como hospedaje al posterior rey Alfonso antes de ser el sexto.
Réplica de una de las tallas de la pilastra visigoda que se halla en San Román, en el Museo de la Cultura Visigoda. La original se encuentra en la Iglesia del Salvador, concretamente la escena de la «Resurrección de Lázaro». Esta sustenta los arcos islámicos, recordando que esta fue la mezquita al-Yamí de Tulaytula.
Recóndita y señorial entrada al conocido Cigarral de Menores, residencia del doctor Marañón. En su tiempo fue visitado por las mentes más privilegiadas del mundo.
En esta crucifixión del Greco acompañada de ángeles, me he permitido hacer una composición, donde uno de ellos recoge la sangre del costado de Cristo, con el «cáliz» de la Santa Cena, formando parte del mito del Santo Grial.
Plumilla de un típico y poético lugar como es la Plaza de Santo Domingo “el real”, cuya belleza sirvió de inspiración al poeta Bécquer para escribir su leyenda “Las Tres Fechas”. Cuando fue compuesta, los cipreses eran pequeños y aún no sobresalían por las tapias.
Vista aérea de la torre de la parroquia latina de San Miguel «el alto». De estilo mudéjar, con cerámica vidriada entre sus arcos lobulados, cuyo campanario exhibe unas altas ventanas de arco apuntado, dominando el que fue «Barrio de los Templarios».
Menhir en la ladera de la caída del Cerro de la Cabeza hacia el río Tajo y el dibujo comparativo del etnólogo Ismael del Pan. Este hito da nombre al cerro con su ermita y a su virgen.
Maceros tenantes de estilo isabelino, que formaron parte de uno de los imafrontes de la Escuela de Artes y oficios. Hoy se hallan en el Cigarral de los Viñedos de Santa María. Aún les queda algo de su policromía original.
El pequeño monaguillo, pendiente de seguir echando incienso en el incensario, para no perder el aroma litúrgico de la misa gregoriana o romana en la iglesia del Salvador.
Observando el paisaje del caserio toledano, entre otros edificios vemos la esbelta torre de Santo Tomé, mimetizada entre ellos.
En una de las criptas del Convento de Santo Domingo «el antiguo», vemos el primer lugar donde reposaron los restos del genial pintor Doménico Theotocópulis «El Greco», hasta su exhumación y traslado a otra iglesia.
Dos escenas en sobrerelieve del trancoro de la Catedral de Toledo, que nos enseñan la «Leyenda de Adán». En una su hijo Set asomándose al Paraíso y en la otra el «Tronco del Árbol de las Tres Ramas».
La cara norte del Alcázar de Toledo, en un antiguo grabado donde se observa el terraplén delante de su puerta principal y la fotografía de la misma puerta en ese lado con sus cimientos, debida al arquitecto Alonso de Covarrubias, hoy vaciada, donde se encuentran las dependencias del Museo de Ejército. Ya no es posible volver a repetirla.
Detalle de la obra de San Jerónimo vestido de púrpura, que se halla en la Celda Prioral del Convento de Jerónimas de San Pablo, ejecutado por el pintor Luis Tristán, discípulo del Greco.
Mujeres vestidas de madrinas en la Semana Santa toledana, rezando al bello crucificado gótico que preside la reja de Villalpando a la entrada del altar mayor de la Catedral de Toledo.
Antiguos libros de pleitos sobre los diezmos, a favor de las parroquias mozárabes y latinas. Se hallan estos en el Archivo Episcopal de Toledo, escritos en pergamino.
Concentración de torres toledanas en un pequeño espacio de esta ciudad patrimonial. Santo Tomé, San Román, San Pedro Mártir y San Juan (de los jesuitas).
Los personajes que pintaba Doménico Theotocópulis «El Greco», para dar forma a los santos y apóstoles expuestos en su obra, son los mismos que vemos actualmente caminando por las calles de Toledo.
Antiguo e importante horno de convección, usado para cocer cerámica a gran escala. Hoy abandonado en el viejo edificio del jardín bajo de la Escuela de Artes y Oficios.
Escritura islámica en ladrillo, que se encuentra en el lado este de la Mezquita del Cristo de la Luz o de Valmardón, donde se lee «Básmala», que es la primera frase con la comienza el Corán. Esta da testimonio de una de las culturas que fecundaron a esta ciudad de Tulaytula.
Maqueta del pórtico del Convento de monjas Cistercienses Bernardas de Santo Domingo «el real», en la plaza del mismo nombre, en la zona de los Cobertizos.
Dos tipos de letras entre las fajas de estuco que embellecen y datan a la Sinagoga de Samuel Ha-leví. Una es islámica y la otra hebrea, definiendo la tolerancia toledana, entre distintas religiones.
Un rincón de paz frente a lo que queda del mítico peñascal del «Espinar del Can», definido así por la forma superior que tenía dicho animal.
Recipiente cerámico, perteneciente a una de las antiguas boticas que aún contiene uno de los hospitales toledanos más prestigiosos, como es el de San Juan Bautista.
Imagen nocturna del puente de San Martín, por donde huye el Tajo de Toledo con sus degradantes y contaminadas espumas hacia otras tierras y otros mares.
Espadaña con el campanillo para las oraciones diarias, que acompañan a las monjas del Convento de Santo Domingo «el antiguo».
Sismógrafo Sprengnether, traído desde Missouri en E.U. en 1956, por el Año Geofísico Internacional. Funcionó desde 1957 a 1966 en el Observatorio de Toledo.
El librero, editor y escritor Jesús Muñoz, en su caseta de la Feria del Libro, repasando una de las obras corregidas por él mismo.
Detalle de recipiente que se halla en el Claustro denominado “de la Mona” en el bello Convento de las Comendadoras de Santiago.
Otra de las cuevas secretas que forman parte de los subterráneos de esta ciudad bimilenaria, desde que su reloj se puso en marcha. Correspondiendo con una de sus más grandes incógnitas.
Magnífica vista aérea al atardecer desde el costado noroeste del templo de Santiago «el Mayor», que se halla en el barrio del Arrabal de esta ciudad, entre la primera y segunda murallas de las varias que contiene aún Toledo.
Reliquia de «Lignum Crucis», sobre cruz de cristal de roca, adornada a su alrededor con piedras semipreciosas. La misma fue exhibida en el Museo de Santa Cruz de Toledo, en la exposición de los Austrias.
Tejado octogonal y veleta del “salón rico”, que perteneció al palacio de los Trastámara. Se encuentra este dentro del recinto del Corral de Dº Diego, en espera de su restauración definitiva.
León rampante, que formaba conjunto y adornaba uno de los imafrontes de la Escuela de Artes y Oficios. Hoy le hallamos en un chalet cercano a Toledo.
Escena nocturna de la Coracha, que baja hasta el Baño de la Cava, desde el muro del Paseo de las Vistillas, con su impresionante belleza.
Dibujo del libro «Introducción al Toledo Filosofal», donde se describe la carpintería alquímica por secreta, con las claves para poder traspasar la segunda puerta, de la que es contenedora esta ciudad de Toledo.
Vista interior de la galería alta, de uno de los dos patios renacentistas, diseñados por el arquitecto toledano Alonso de Covarrubias, desde la cúpula del Hospital Tavera.
Maravilloso centro de la cúpula fabricada en cerámica vidriada de la capilla de San Cristóbal, que forma parte del Convento de las Concepcionistas Franciscanas de Toledo.
Campanario alto en la torre norte de la Santa Iglesia Catedral Primada toledana. Fabricado en gótico por el arquitecto Hannequín de Bruselas. Su esbeltez lo determinan sus pináculos y arbotantes. Curiosamente se observa a dos personas al trasluz de la abertura central.
El águila de los Reyes Católicos, cuya bella cerámica adorna al ave de una sola cabeza, más el yugo y las flechas de sus escudos imperiales. Se encuentra en una de las paredes de la Escuela de Artes y Oficios.
Resto de yesería perteneciente a algunos de los destruidos arcos islámicos, de los muchos que debió contener esta ciudad. En el observamos a los amados camellos, a las aves para la caza y los racimos y flores de la felicidad.
Pulcro y estilizado monumento en estilo neomudéjar, dedicado al Sagrado Corazón de Jesús , con rejas de Julio Pascual y cerámica de Ángel Pedraza con el “Azul Toledo”, frente a la basílica del Cristo de la Vega.
Cobertizo perteneciente al convento de Sta. Clara. Entre su penumbra y su secreto nos conduce a la antes solitaria plaza de Santo Domingo “el real”, donde se halla este último.
Rostro en la muerte del Cardenal Juan Pardo Tavera, tallado en mármol de Carrara por Alonso de Berruguete, para su mausoleo en el Hospital de su nombre o de “Afuera”. Fue inspirado por una mascarilla mortuoria del finado.
Bajada de Santa Ana con el antiguo muro de la Escuela de Artes y Oficios, cuyos cubiletes contiene hornos cerámicos, frente a una antigua estación eléctrica, fabricada como un alminar islámico.
Una pintura gótica donde vemos al pintor arrodillado tras su firma, recibiendo la energía de la deidad a la que reza. Este ha sido convertido posteriormente en Sta. Paula, pintándole el paño en la cabeza.
Vista aérea de la torre de la parroquia latina de San Justo y Pastor, la cual además de servir de pórtico a dicha iglesia, se encuentra revestida al estilo barroco. Esto lo observamos en su esbelto chapitel, el cual la ensalza.
Belleza e imaginación de un puente mítico como el de San Martín, reflejándose en el rio Tajo, entre el paisaje más agreste de Toledo.
Descuidado jardín, cuyos edificios esconden algunos secretos, como otros muchos con los que se alza esta ciudad. Se encuentra el mismo, en la antigua Judería Grande de Toledo.
Cipo funerario islámico en mármol, perteneciente a un distinguido personaje musulmán, embutido hoy en la casa del santero de la Basilica del Cristo de la Vega.
Daga forjada, acicalada y embellecida por el espadero Antonio Rojo en la antigua Fábrica de Armas de Toledo. En su centro se observa embutida en oro la esfinge del rey Carlos III, como homenaje de su fundación.
Instantánea en la que vemos al artesano espadero Mariano Zamorano, con una espada cuya hoja se forjó en la antigua Fábrica de Armas de Toledo.
Detalle de la bella escalera de subida al claustro alto del Hospital de la Santa Cruz encargado por el Cardenal Mendoza y ejecutada por Alonso de Covarrubias, hoy importante museo toledano.
Desde la altura interior de la Puerta de Bisagra, observamos los tejados y la torre del templo de Santiago del Arrabal. Por encima la zona conventual de Toledo, con la segunda muralla de Toledo.
Estucos con decoración vegetal, en el frontal de una sinagoga toledana, representando a los lirios del Valle de Sarón, descritos en el «Cantar de los Cantares», formando parte de una especie de candelabro.
Atardeciendo en Toledo entre marañas, donde las sombras se van apoderando del ambiente, conduciéndonos a su espectacular embrujo nocturnal.
Lápida recordatoria del corregidor toledano Dº Juan Niño y su mujer Isabel de Zúñiga, que se mandaron enterrar en el coro del Convento de San Pablo, del que fueron sus donadores. Fue por compra de su hijo y señora para sus descendientes.
Altivas iglesias toledanas sobresaliendo del entramado urbanístico de los barrios de esta ciudad universal.
Antigua portada de la iglesia de San Torcuato, hoy desaparecida. A esta se trasladaron los restos de nuestro artista más universal, el Greco. Allí descansaron, hasta la desamortización y desaparición de dicho templo, quedando en el más absoluto silencio.
Sacando el Viril que contiene la hostia consagrada, del Ostensorio o custodia interior de Isabel «la católica», que son contenidos en el templete o custodia exterior de Cisneros y que fue ejecutada por el orfebre Enrique de Arfe.
Vista aérea parcial de la bellísima torre norte de la Catedral de Toledo, en ella se observan sus campanarios, el bajo en su terminación cuadrilonga gótico-mudéjar, contenedor de nueve campanas, entre ellas la Campana Gorda y el cuerpo octogonal en estilo gótico flamenco, donde se encuentran otras tantas.
Campana de San Eugenio «la Gorda», que se encuentra en el centro del campanario bajo de la torre de la catedral y pesa más de 16.000 kilogramos en material de bronce. Desde sus comienzos se encuentra con una fisura.
Cruz de las lunaciones en un cercano cigarral a la ciudad, el cual determina el mes lunar de veintiocho días con respecto a la naturaleza femenina y al calendario musulmán.
Los dragones alquímicos tallados en el claustro del Convento de San Juan de los Reyes. Uno con alas y el otro sin ellas, representando a las dos materias filosóficas, una material y la otra ígnea.
El Callejón de Menores, cuyo topónimo viene porque aquí se encontró en tiempos el convento de dichos monjes. Al fondo su antigua portada.
Zona del triforio de la catedral de Toledo en reparación, sin las vidrieras que le adornaban y daban una luz tamizada al interior del templo. Se trató con ello montar dichos vitrales en la zona exterior, como se encontraban originalmente. Idea que no llegó a realizarse en conjunto.
Pareja de jóvenes, en plena tranquilidad veraniega, pescando en el contaminado rio Tajo.
Cabeza coronada de Isabel I de Castilla, «La Católica», entre la verde hojarasca.
Frente a Toledo, al otro lado del rio Tajo, se encuentra la famosa Ermita del Valle con la virgen del mismo nombre, la cual da paso el primero del mes de mayo a la romería por antonomasia de los toledanos, más los que se adhieren a ella.
Cerradura renacentista perteneciente a un gran edificio toledano. Simbólicamente representa a un secreto cerrado, en espera ser abierto cuando seamos conscientes de nuestra dualidad.
Salida de una cloaca romana, tallada en la roca sobre el puente de San Martín, la cual decían ser la terminación de uno de los ramales de la Cueva de Hércules.
Antigua tinaja en un patio toledano, con decoración de ojos, que se tapa con una cazuela y esta a su vez sustenta un tiesto donde se observa un arbusto.
Bóveda cuatripartita de estilo gótico, que por medio de la división de sus nervios nos arrastran a una cúpula de luz octogonal. Dos ideas geométricas arquitectónicas conducentes al uno creador.
Angustia y belleza en las caras de la Virgen María, María Magdalena y María Cleofás, observando la preparación de la crucifixión de Cristo, en el cuadro del Expolio, pintado por el Greco.
Desde lejos, exterior de la capilla mayor o presbiterio en gótico de la iglesia de San Andrés. Joya toledana, contenedora de muchos secretos arquitectónicos interiores, como la Cruz del Pelícano.
Muro de las Vistillas de San Agustín, sobre el río Tajo, con sus cubiletes, pareciendo otra de las muchas murallas de la ciudad de Toledo.
Parte de la iglesia mudéjar de Santiago del Arrabal, con la composición de su dibujo en planta, donde además de los nueve módulos de una mezquita y los transeptos posteriores, los ábsides representan las tres mesas con sus respectivos altares. Exteriormente el deterioro de estos está llegando a sus extremos, pues al estar fabricados en ladrillo, la contaminación constante del paso de vehículos, terminará rompiendo su belleza.
Un campanario gótico junto a nosotros y una espadaña mudéjar allá a lo lejos.
A escala, una de las ruedas que formó parte del Artificio de Juanelo. El mismo subía el agua del río Tajo por atmósfera, a la cara norte del Alcázar. Llegó a ser en su tiempo una de las maravillas de mundo.
Armaduras del siglo XVI, guardadas y custodiadas en la Parroquia Mozárabe de Santa Justa y Santa Rufina, utilizadas en la procesión del Santo Entierro el Viernes Santo toledano.
Pequeños pero hermosos vitrales en la Estación de Ferrocarril toledana, que sirvieron en tiempos para cerrar las ventanillas, por donde se vendían los billetes para tomar el tren hacia Madrid. Están firmados en el año 2010.
Muchos secretos se guardan así mismos, al traspasar estos arcos lobulados, que se corresponden con lugar muy bello y de privilegio.
Cabeza de santo en piedra calcárea blanca, cuya talla se llevó a cabo en los talleres de obra y fábrica del convento de San Juan de los Reyes, a comienzos del siglo XVI. Al destruir los franceses en su invasión española, parte de este templo en tiempos de la Guerra de la Independencia en 1808, quizás fue indultada por los gabachos.
Una de las calles de Toledo. La Cuesta de la Sal con su tipismo.
Limpieza y cuidado de restos, en el antiguo cementerio musulmán redescubierto al comienzo del Paseo de los Canónigos. La particularidad de este, es que todos los esqueletos se hallan girados y mirando al este geográfico, es decir, hacia la ciudad de La Meca.
El milagro toledano de la imposición de la casulla a San Ildefonso de manos de la Virgen María. Se encuentra este sobrerelieve en el torreón interior del Puente de Alcántara.
Una monja frente al Hospital de San Juan Bautista, de Tavera o «de Afuera», recordando con melancolía su antigua estancia en dicho establecimiento hace años.
Reja de estilo renacentista, forjada en hierro por el maestro toledano Valmaseda, en uno de los laterales del edificio gótico de la Cárcel de la Santa Hermandad.
Uno de los muchos trampantojos toledanos representando un balcón, en la plaza toledana de la Magdalena.
Pedrón en la esquina de la parroquia de San Justo y Pastor. Este nos recuerda varias historias. Una de ellas es que pudo ser un mehhir que se hallaba en su solar y otra es la leyenda del Cristo de las Cuchilladas, pues aún se ven estas en él.
Capillas absidales al Este de la Santa Iglesia Catedral Primada de Toledo. Una dedicada a San Ildefonso con pináculos y la otra al apóstol Santiago con castilletes.
Viejo catalogo ilustrado de comienzos del siglo XX, contenedor de todos los tipos de espadas confeccionadas en la antigua Fábrica Nacional de Armas de Toledo.
Uno de los muchos jardines maravillosos por secretos, que guardan escondidos los recónditos alrededores de Toledo.
Baño hebreo en la Calle de Ángel, muy cercano a la sinagoga de Santa María la Blanca.
Detalle en cerámica del cuadro del Expolio del Greco, ejecutado por el maestro ceramista Vicente Quismondo, formando parte de su antigua casa.
Otro bello detalle en cerámica de «cuerda seca». Esta vez se refiere al escudo imperial toledano, en el vemos el azul toledano, tan usado por el maestro ceramista Ángel Pedraza.
Veleta sobre la capilla del Museo del Greco, compuesta de un ánfora de cerámica con el color verde del estilo de Puente del Arzobispo y en hierro, con los dedos de una mano señalando la dirección de los vientos.
Celosía islámica que deja entrar la luz a uno de los antiguos templos toledanos.
Vetustos arcos que conformaban el depósito romano de agua, el cual abastecía las termas de la ciudad de Toletum, construido sobre la famosa Cueva de Hércules, cuyas antiguas ideas fueron enseñadas en ella hace tres mil años.
Una de las primeras impresiones del Teatro Crítico Universal del padre Feijoó, donde critica la atracción que tenían en su tiempo las cuevas mágicas de Toledo, Salamanca y Córdoba.
Instrucciones escritas a mano y dibujo a mano alzada originales de 1909, para el montaje del sismógrafo Agamenón. Este hizo su labor durante años en el Observatorio Geodésico de Toledo y luego alguna de sus piezas sirvieron para fabricar el sismógrafo Toledo, llevándolo a cabo en la antigua Fábrica de Armas.
Una de las gárgolas más representativas del Convento Franciscano de San Juan de los Reyes, al estar cerca del lobo Gubio, hermano de San Francisco.
De frente el Torreón de La Cava, cuya alzada figura evoca recuerdos de la tradición toledana, por la leyenda de Florinda y el rey godo Dº Rodrigo. Hito al cual se le achaca la culpa de la entrada de los musulmanes en la península ibérica en el año 711.
La «noche oscura del alma», poesía mística de San Juan de la Cruz con respecto al alma. Fue colocada en el lugar por donde escapó en cuerpo físico, de los frailes que le tenían encarcelado.
Parte de la maqueta del famoso «Artificio de Juanelo». En su tiempo fue una de las maravillas del mundo conocido, por conducir el agua del rio Tajo por atmósfera a la base del Alcázar. Aunque su autor, el renacentista Juanelo Turriano, murió en la más absoluta pobreza.
En una de las calles de Toledo, se encuentra esta placa como recordatorio del pintor japonés Almazao, gracias a su compañera, el cual vivió y pintó en esta ciudad. Hasta que esta dure quedará su recuerdo, aunque de los demás artistas y artesanos oriundos de Toledo, ni rastro.
Llave con mango en forma de corazón, la cual abre la Parroquia de San Andrés, otra de las joyas secretas que esconde incomprensiblemente esta ciudad universal.
La antigua presa y central eléctrica de Saelices o San Félix al otro lado del rio Tajo. Se encuentra debajo de la Ermita de la Virgen del Valle y está en desuso desde hace mucho tiempo.
Una de las bellas pinturas románicas que adornan el templo de San Román, joya secreta de esta ciudad. Este es ángel tras la ventana, el que debe recibir a las almas desencarnadas. Actualmente esta iglesia, se encuentra dedicada al Museo Visigótico toledano.
La impresionante vista del Alcázar de Toledo, iluminada por el sol del mediodía. Se encuentra en la colina más alta de la ciudad y ha sido testigo de los terribles hechos y las glorias de su historia. Gracias a los tiempos que corren, ahora está por la paz y la cultura.
Dintel de una casa en la Plaza de San Agustín, que perteneció al secretario de la inquisición Alonso Castellón en el siglo XVII. Este personaje tuvo que demostrar su limpieza de sangre, para llegar a dicho cargo.
Una vista nocturna actual del rio Tajo, verdoso por su contaminación, el cual abrió por su fuerza e ímpetu, las rocas toledanas que vemos a su lado, legándonos una bella e inusitada estampa nocturnal.
Cariátide que forma parte de la decoración de una tumba de estilo islámico-mudéjar, en la iglesia de San Andrés de Toledo.
Un resto de la muralla que rodeó de forma defensiva a la Judería Grande de Toledoth. La vemos al mediodía, sobre los rocosos acantilados que la conforman.
Al igual que en otros edificios góticos que se precian de tal arte, en la catedral de Toledo, también observamos a un ángel búdico sustentando el evangelio y sobre su cabeza la característica flor de loto.
Detalle del muro exterior de la iglesia mozárabe de Santa Justa y Rufina. En él vemos las huellas de tiempos pasados, como el fuste de una columna visigoda, sustentando un arco de herradura de época califal. Vestigios que demuestran que anteriormente fue una iglesia visigoda y más tarde una mezquita
Esta es la librería que se encuentra componiendo el despacho del doctor Marañón, en su Cigarral de Menores o de Dolores, la cual fue usada por dicha eminencia.
Capilla en gótico isabelino, que forma el ábside de San Andrés y donde podemos observar en lo alto, una de las tres cruces «del Pelícano» que se contiene esta ciudad.
Estribo de construcción romana de hace dos mil años, que formó parte de uno de los acueductos por donde llegaba el agua a la ciudad de Toletum, desde una distancia de cuarenta kilómetros.
La obra del Greco con la Virgen amamantando a Jesús, se halla en el Hospital de San Juan «el bautista». Con su inigualable sabiduría, en ella nos legó el artista el misterio alquímico de «La Lecha de Virgen».
Capitel califal de trépano o nido de abeja, el cual adorna uno de los cigarrales que se encuentran en los alrededores de Toledo.
Arcos califales de estilo cordobés, resguardados por otros de tres lóbulos y tras de ellos el muro en barro y mampuesto de la milenaria mezquita del Valmardón o Cristo de la Luz.
Fotografía aérea del Convento de San Juan de los Reyes y dibujo comparativo en perspectiva, donde observamos el catafalco mortuorio en que se basó el arquitecto Juan Guas, para dar sentido real al alzado del edificio.
Misericordia perteneciente a la sillería del coro de la catedral. En ella se observa a un filósofo, alimentando a un marrano. La moraleja de esta escena se refiere a que «no hay que echarle perlas a los cerdos» pues se volverán contra ti.
Balconada neoclásica con figuras, escudos y las columnas con el «Non Plus Ultra», del Palacio Arzobispal toledano.
Escena del espectáculo de luz y sonido «Luz del Greco», sobre la fachada oeste de la catedral de Toledo. En la torre norte un rostro grequiano y en la sur la Inmaculada.
La coracha más representativa, de las varias que concentran las murallas de Toledo hacia el rio Tajo.
Detalle del evangelista Juan, que se encuentra en el retablo mayor de la iglesia conventual de Santo Domingo de Silos «el antiguo». Representa al solsticio de verano.
Detalle de la Cruz del Pelícano desde un lado, con las imágenes de la Virgen y San Juan, en la portería del convento de San Juan de los Reyes.
Enigmática cueva bajo el baño islámico del Barrio de Curtidores, la cual ha debido ser utilizada durante generaciones.
Paisaje con neblina de la ciudad de Toledo, desde el cigarral de Menores.
Posibles restos pertenecientes a las famosas Clepsidras de Azarquiel bajo la Cornisa. Según los arqueólogos, el nivel de su agua crece o disminuye con los ciclos lunares. Hoy sirven para regar un pequeño huerto.
El impresionante chapitel que remata la torre norte de la catedral toledana, con las tres coronas embutidas que determinan los tres reinos de la naturaleza y las cuatro bolas que simbolizan a los cuatro fuegos alquímicos.
Un rincón de la iglesia de San Andrés, donde además del ladrillo observamos un capitel visigodo y un friso de tipo islámico.
El «Arco Romano». Uno de los vestigios que quedan en pie del circo de hace dos mil años, perteneciendo a la escalera de subida hacia las gradas del mismo.
Antigua piedra en el exterior del ábside de San Pedro Mártir, donde se refleja tallado el plano de un edificio y la dirección cardinal que este debe de tener hacia la salida del sol.
En la ladera este de la ciudad cayendo hacia el río, nos encontramos la antigua iglesia mozárabe de San Lucas, otra joya secreta toledana.
Sobre una torre toledana, se embutieron hace tiempo varios tipos de restos visigodos. Entre ellos nos encontramos una «anfisbena», la cual simboliza que lo de arriba es igual a lo de abajo.
Tras la ventana observamos la muralla de la Antequeruela, con la Torre de Antequera o Almofala. Por encima el exterior de la iglesia y el cimborrio del Hospital de San Juan Bautista.
Muro exterior de la antigua iglesia de San Ginés, perteneciente a la Cueva de Hércules. En ella vemos un antiguo hito en mármol blanco, representando a una sierpe.
Estuco con decoración vegetal, representando un capitel. Se encuentra en el Seminario Mayor o iglesia de San Bartolomé de Sonsoles.
El antiguo Convento de San Gil al atardecer, denominado vulgarmente «Gilitos», por pertenecer a dicha orden. Fue cárcel y ahora es la Sede del Gobierno de la Región de Castilla-La Mancha.
Cruz tallada como si se tratara de un tronco de árbol y en su centro una corona de espinas. Perteneció a un Convento de monjas Agustinas y hoy se encuentra en una de las calles de Toledo.
Imagen en la lejanía de uno de los templos mudéjares más espectaculares y bellos de esta ciudad. Nos referimos a la Iglesia de Santiago del Arrabal.
Yesería en una de las sinagogas toledanas, donde observamos los lirios que crecen en primavera en el Valle de Sarón, según el «Cantar de los Cantares». Amuletos que detienen la destrucción donde estos se hallan.
Ventanas lobuladas que forman parte de la Iglesia de San Bartolomé de Sonsoles, en su ábside. Hoy sede del Seminario Mayor.
Galería del que fue Monasterio de San Juan de la Penitencia y hoy sede del complejo residencial para estudiantes extranjeros «Ortega y Gasset». Delante el caserio toledano.
Cerámica donde se reflejan los más profundos pensamientos por secretos, los cuales hicieron un halo misterioso sobre esta ciudad envolviéndola, dejando sus antiguos símbolos por doquier sobre sus calles y monumentos.
Cuerpo central interior de butacas con sus palcos y plantas, sus entresuelos y palomar, vistos desde el escenario del Teatro de Rojas de esta ciudad.
Consejos a los ediles toledanos por parte del poeta Gómez Manrique, en unas quintillas escritas hace siglos. Se hallan estas en la escalera del Ayuntamiento de Toledo y dicen: «Nobles discretos varones, / que gobernáis a Toledo, / en aquestos escalones / desechad las aficiones, / codicias, amor y miedo. / Por los comunes provechos / dejad los particulares, / pues vos fizo Dios pilares / de tan riquísimos techos, / estad firmes, y derechos». Estas se las debería leer el pueblo a la gran cantidad de políticos corruptos y a los jueces y fiscales que los defienden en nuestro tiempo.
Imagen de la torre y el brazo sur de la catedral toledana. Al fondo la altiva torre de San Miguel «el alto».
En el universo de las paradojas, aquí se encuentra una de ellas. Un pobre duerme tranquilo enrollado con una manta, esperando que se abra la puerta del Palacio Arzobispal a la mañana siguiente, para pedir su ayuda.
San Francisco rezando al crucifijo, en la caverna del monte Alverna. Pintura renacentista que se halla en uno de los muchos y ricos retablos, que guarda esta ciudad de Toledo en sus conventos.
Libro perteneciente a las traducciones de la Escuela Toledana del tiempo de Alfonso X «el sabio», donde se observa la forma de construcción de un astrolabio, siguiendo al latonero Azarquiel «el de los ojos azules».
Vista aérea de la parroquia de San Andrés, con la restaurada torre en su parte alta en estilo neoclásico y la excepcional terminación y alzado en gótico isabelino, del exterior de su ábside.
Virgen negra «de los Desamparados», hoy en la Iglesia de Santiago del Arrabal. Dice el Cantar de los Cantares bíblico: «No mires que soy morena, es que me ha quemado el sol». Imagen que representa a Latona misteriosa, como «materia prima» o mercurio de los sabios.
Detalle del telón de cierre, que tapa el escenario del Teatro de Rojas, donde podemos ver el cimborrio exterior del crucero y la torre del reloj de la catedral, hoy desaparecidos en buena hora. A la derecha uno de los torreones del Alcázar sin chapitel.
Paisaje toledano desde los tejados del Teatro de Rojas, con su lira representativa. Al fondo la iglesia de San Ildefonso de «los jesuitas».
La mano desencajada del Salvador atado a la columna, de Correa de Vivar. Una de los detalles secretos que esconde la Semana Santa toledana.
Imagen aérea de la Plaza del Ayuntamiento, por encima del segundo cuerpo y alcuzón de la torre de las campanas de la catedral. Tejados del Palacio Arzobispal y Ayuntamiento con su fachada herreriana.
Esquema en la sillería de un claustro tallado en madera, donde se observan además de la rotación lunar exterior, también las oraciones canónigas diarias por las líneas interiores hacia el centro, como son maitines, laudes, prima, tercia, sexta nona, vísperas y completas, según San Benito.
Deliciosa estampa del Transparente, que contiene la Catedral de Toledo. Sobre un relieve en bronce, cuya patina está conformada a base de oro bruñido, observamos a Albimelech entregando a David la espada de Goliat y el pan consagrado, que guarda en su capa.
Hace años el torreón de salida del Puente de San Martín, se encontraba sin restaurar.
Dibujo de un artesano cincelador, el maestro José Antonio Manchón, el cual nos dejó la seña de un mortero, que se encontraba en una antigua farmacia en la Plaza de Zocodover. En él se llevaban a cabo las recetas magistrales, que convertidas en pomadas se recogían por el vaso exterior.
Lápidas funerarias de los Diosdado, que se encuentran en los pilares de la Iglesia de Santiago «el mayor» del Arrabal.
Los arcos islámicos de la Mezquita del Cristo de la Luz o de Valmardón, reflejados sobre la fachada del Ayuntamiento toledano, en la noche mágica, que celebraba el 30 aniversario como ciudad patrimonio de la humanidad.
Pintura de un antiguo sagrario, en una de las iglesia de esta ciudad de Toledo, donde se observa al pelícano picándose el pecho, para alimentar a sus hijos con su sangre, de ahí que sea uno de los atributos de Cristo.
Grupo de cormoranes secando sus alas al sol, sobre unas piedras que sobresalen del contaminado rio Tajo.
Un patio toledano con su magia, cuya fuente luminosa se presta a legarnos abstractos pensamientos, conducentes al alma.
Cúpula pintada al fresco, la cual cierra la capilla de la Virgen del Sagrario. En ella trabajaron el estilo herreriano, Nicolás de Vergara «el mozo», Juan Bautista Monegro y Jorge Manuel Theotocópulis.
Oscura y bella pintura de un personaje religioso, el cual forma parte del contenido de una iglesia toledana. Este muestra entre sus manos un papel donde leemos «CARIDAD», precisamente la que le hace falta ahora a parte de la sociedad que hemos creado.
A lo lejos sobre el rio, por encima un puente. Este nos conduce de una orilla a la otra como en el Juego de la Oca, pues se dice de puente a puente y tiro porque me lleva la corriente, enseñándonos a solventar las circunstancias de la vida.
Una bella estampa del interior de la Catedral toledana, donde observamos el juego de campanillas del Coro y una de sus bellas vidrieras.
La torre de la arruinada iglesia de San Lorenzo. Su zona baja nos cuenta que fue el alminar de una de las mezquitas de Tulaytula.
Antigua tumba de Dº Esteban Illán, alcalde de Toledo. Esta se encuentra en la antigua iglesia de San Román, donde ahora se encuentra el Museo de los Vestigios Visigodos toledanos.
Arco mudéjar apuntado que contiene en su centro una pequeña abertura, para que entre un resquicio de luz al interior de uno de los templos toledanos.
Bella pintura que forma parte de un tríptico en uno de los conventos de nuestra ciudad, donde vemos pintada la Asunción de la Virgen María a los cielos, obra del artista toledano Correa de Vivar.
Allá al fondo, se ve el Paseo de Merchán o del Mariscal, denominado vulgarmente como Paseo de la Vega y frente a este el Hospital de San Juan Bautista en restauración. Fue mandado construir por el cardenal Tavera y es conocido como Hospital de Afuera.
Pila bautismal gallonada de estilo gótico, en la capilla de la Caridad o de Juan Guas, en la Parroquia de San justo y Pastor.
Una típica plaza en el centro de la ciudad, la de San Justo, con su antigua fuente y al fondo el pórtico de un antiguo hospital.
Detalle de uno de los lados de un retablo renacentista, donde observamos una cartela de la que cuelga un monstruo o demonio con patas de macho cabrío.
El arcángel bíblico Rafael, sostiene en su mano el pez con el que Tobías espantará al demonio Asmodeo. Con esta imagen catedralicia en Toledo, surgió la leyenda de que cuando se desprendiera el pez y rompiera el altar que se halla debajo, saldría tal cantidad de agua que la ciudad se inundaría, comenzando el fin del mundo.
Frontón de una fuente revestida de bella cerámica, la cual adorna uno de los patios secretos que contiene esta ciudad.
Antigua portada del Convento Franciscano de San Juan de la Penitencia, en mala hora desaparecido. Fue fundado por el Cardenal Mendoza en el siglo XVI.
Trampantojo que simula el muro de uno de los edificios identificativos de Toledo. Se halla en la Cuesta de San Justo.
Capillas góticas del lado de la epístola, en la iglesia de San Justo y Pastor. Estos fueron martirizados a manos de los romanos en la ciudad de Alcalá de Henares.
Antigua calle toledana por la que se podía transitar desde las primeras horas solares hasta las últimas. Se encontraba entre los Conventos de las Benitas y las Jerónimas de San Pablo. Hoy no es transitable.
Callejón de los Niños Hermosos, por esconder aquí las estatuas en bronce de San Justo y Pastor en la Guerra de la Independencia, para que no fueran fundidas por los franceses para balas de cañón.
Bellísimo púlpito gótico-mudéjar, el cual se halla en la Iglesia de Santiago el Mayor, en el Arrabal de esta ciudad.
Mausoleo en mármol negro y gris, del toledano y Cardenal de Sevilla, Fernando Niño de Guevara, que se encuentra enterrado en la Iglesia del Convento de San Pablo. Delante su capelo cardenalicio.
Banco de granito donde descansar, el cual se halla sustentado por dos bellos capiteles, los cuales parecen ser de la época visigoda.
Firma o contraseña de los filósofos herméticos, en uno de los vitrales fabricados de forma alquímica, contenido en la Catedral de Toledo.
Bellísimo relieve barroco sobre el pórtico principal de la Iglesia de San Ildefonso de los Jesuitas, con la imposición de la casulla al santo por las manos de la propia Virgen María.
Tumba mudéjar que guarda uno de las parroquias toledanas, San Andrés, la cual se corresponde con una de las joyas secretas que guarda esta ciudad.
Patio toledano que perteneció a una de las Casas de Obra y Fábrica de la Catedral. En este caso corresponde al edificio donde se fundió la famosa Campana Gorda, una de las más grandes del Mundo.
Extraordinaria pintura del italiano Gerardo Starnina, con potentes cuerpos, que nos enseña la «Resurrección de los Muertos» y la «Jerusalén Celeste». Esta se encuentra en la capilla mortuoria de San Blas, fundada por el arzobispo Tenorio.
La paz y la serenidad se palpan en este escondido claustro de clausura. Su doble galería está basada en el patio central del Palacio de los Condes de Fuensalida.
«Labor Ubiqunque». En todas partes está el trabajo. Detalle de la reja del altar mayor de la catedral toledana, donde el rejero Villalpando, nos deja una de sus máximas.
Una curiosa veleta sobre la espadaña de un convento toledano.
Los nervios de una bóveda gótica, que terminan en la piedra clave, dando fuerza al conjunto. Esta contiene un pinjante con la Cruz de Malta.
Conjunto arqueológico denominado vulgarmente como «Piedra del rey moro», cuyo grandioso pedregal forma parte ancestral de una de las señas de identidad de Toledo y los toledanos.
Desde la lejanía, la espadaña de la ermita de la Virgen de la Estrella.
Este laberinto pintado al fresco, se encuentra en uno de los claustros de clausura de esta ciudad. Concretamente en el Patio de «la mona» de monjas dominicas.
Estatua de bronce en escorzo, que se halla a la entrada del museo-taller del escultor palentino Victorio Macho.
Firma del pintor Dº Enrique Vera, en su cartel anunciador del Corpus Christi del año 1924. Fue director de la Escuela de Artes y Oficios de esta ciudad.
Parte alta de la custodia de Cisneros, rematada con unos nervios que concentran una mandorla, donde vemos una paloma y una rica cruz de oro con infinidad de perlas y grandes esmeraldas.
La bandera de España. Tras ella la emblemática Plaza de Zocodover, cuyo topónimo quiere decir «mercado de las bestias», aunque según otros estudiosos quiere decir «mercado del agua».
Arcos y ventanas lobuladas construidos al estilo mudéjar toledano, dando paso a que el manpuesto primordial, fuera embellecido de forma sencilla en su humildad.
Parte alta del Arco de la Sangre, iluminado para una fiesta, con su reloj marcando la una y veinte de la madrugada.
La cabeza del rey musulmán Al-Qadir, nieto de Almamún, que al perder la bella e inexpugnable ciudad de Tulaytula, el volverse para verla por última vez, se quedó petrificado según la leyenda.
Entre altos edificios, la torre mudéjar del antiguo convento de San Pedro Mártir, hoy parte de la Universidad de Castilla La Mancha.
Lago lacustre secreto, con agua sagrada, en el sótano bajo el templete donde se halla la Virgen del Valle, en su propia ermita.
Ábside mudéjar de la parroquia mozárabe de Santa Justa y Rufina, hace años recuperado, al encontrarse este tras un muro.
Magnífica pintura de la Purísima coronada, cuyo largo pelo le baja hasta sus piernas. Se encuentra esta, en la iglesia de uno de los conventos toledanos.
La antigua Mezquita de Tormerías. Como vemos este antiguo lugar de oración musulmán, se encuentra embutido entre el caserío toledano, sobre un fuerte depósito de aguas romano. Ahora se encuentra cerrada inexplicablemente.
El solado con losas hexagonales, dentro de una de las iglesias de Toledo, cuyos cubos dan la sensación de estar escalonados hacia arriba y si se miran del revés, estos se ven hacia abajo.
Una tarde plomiza, viendo desde la lejanía el Alcázar, San Juan de los Jesuitas, parte de la Academia de Infantería, el Hospital Provincial y otros barrios exteriores.
Retrato de San Juan Bautista, pintado por el Greco. Este se encuentra en el Convento de Santo Domingo «el antiguo» y representa al solsticio de invierno.
El cuarterón de una puerta de madera, perteneciente a un convento toledano, donde observamos tallado a San Pablo.
Techumbre barroca con bonitas pinturas y lunetos a los lados, perteneciente a una de las iglesias de Toledo.
Doble ventana islámica geminada, la cual pertenece al muro de la quibla de la Mezquita de Tornerías.
La niebla se cernía sobre Toledo en un día de invierno, con sus monumentos difuminados. En primer término la nueva parroquia al exterior de la ciudad, dedicada a nuestro patrón San Ildefonso.
Antigua portada del desaparecido Convento de Jesús y María, hoy sede del Archivo Histórico Regional. Sobre el dintel de su puerta el símbolo astral por su diseño, perteneciente a las monjas dominicas que le habitaron.
Una de las tres virtudes, concretamente la caridad. Esta forma parte del imafronte o fachada principal neoclásica del conventual de San Pedro Mártir, hoy Universidad de Castilla La Mancha.
Diploma del departamento de comercio de los Estados Unidos del año 1965, nombrando al Instituto Geográfico y Catastral, Observatorio Central Geofísico de Toledo en España, como su 30 sucursal en el mundo.
Fajas mudéjares, enriquecidas por los dibujos curvilíneos del arte musulmán, haciendo de ellas una exquisita yesería toledana.
Las llaves roñosas y oxidadas para abrir los secretos de Toledo. Estos pueden parecerse a ellas, pero pese al paso del tiempo, estos esconden aún sus portentosos misterios.
El campanario y las campanas del santuario de Toledo por excelencia, su catedral.
Pequeño baldosín en cerámica de arista , que recuerda la fecha de la terminación de la restauración de una calle toledana muy céntrica.
Cubicación de un edificio religioso toledano, donde observamos sus diferentes y atractivas líneas, las cuales van a puntos indeterminados, con sus diferentes volúmenes.
Placa de cerámica en la Calle de la Trinidad, la cual está dedicada a la memoria del Cardenal Tarancón, que tanto hizo por la democracia, la que tan cara nos está costando ahora a las personas normales, que somos los que la estamos pagando verdaderamente con nuestros impuestos, mientras gran cantidad de políticos se enriquecen a nuestra costa.
Uno de los claustros del Convento de San Clemente con doble galería. Ahora es utilizado como sala de exposiciones de la Diputación Provincial.
Presentamos aquí las diferentes olambrillas de cerámica, las cuales forman parte además de adornar a uno de los edificios más emblemáticos de Toledo, como es la Estación de Ferrocarril.
Símbolos secretos algo desgastados y terminando con una cruz. Se encuentra en una de las piedras de esta enigmática ciudad.
Arpia alada con las posibles iniciales de la persona que la encargó, en uno de los edificios que conforman los soportales de la Plaza de Zocodover.
Ahí está la Santa Iglesia Catedral Primada Toledana, vista desde el entramado caserío que conforma el laberinto de esta ciudad.
Brocal de uno de los aljibes del Museo del Greco. Este se dibuja sobre un hexágono, pero su verdadera antigüedad la obtenemos gracias a la cantidad de huellas, desarrolladas por la cuerda al sacar sus aguas.
Una de las pinturas que decoran los techos del Ayuntamiento de Toledo, representando a las bellas artes. La pinto Dº José Vera, que fue director de la Escuela de Artes y Oficios.
A lo lejos, los legendarios Cigarrales de Toledo, que tanta inspiración han dado a tantos escritores, al ser unos espacios muy agradables para vivir, lejos del mundanal ruido.
Reliquia colgada de uno de los pilares de la catedral. Puede ser una ofrenda a la Virgen del Sagrario al estar frente a ella, o por el contrario parte del colmillo de un «elefante antiguo», encontrado al hacer los cimientos del pilar.
Escudo del águila bicéfala, en el intradós de los arcos del patio del Alcázar, al ser un palacio imperial.
Firma del maestro cincelador José Antonio Manchón, en una de sus obras del año 1987.
Atardecer en Toledo dando una pátina dorada, por lo que vemos al Palacio Imperial de los Austria en color rosado, creando una atmósfera inimaginable.
Uno de los brocales de los muchos aljibes toledanos, para saciar la sed en los angostos meses del estío.
Bellísima lacería gótica isabelina en una de las ventanas claustrales de San Juan de los Reyes, con los círculos que contienen los ochos de infinitud.
Vitrales de la catedral toledana. En ellos observamos el protagonismo de Adán y Eva en el Génesis. En la izquierda comiendo el fruto prohibido, en el centro el Creador reprochándoles su pecado y a la derecha su expulsión del Paraíso Terrenal.
Palacete en la Calle de la Sillería, con un bello serigrafiado en su exterior, lo cual le da una peculiaridad tan particular como personal.
Largas pinceladas las de Doménico Theotocópulis, para plasmar el pecho de Cristo resucitado, donde se observa palpablemente la herida en su costado, la que le hizo Longinos con su lanza.
Frontón superior barroco, en la entrada de uno de los puentes de Toledo, concretamente el de Alcántara, donde observamos el águila bicéfala, pero ya sin cabezas.
La puerta superior del antiguo Puente de Barcas de «La Cava», en cuyo frente y al otro lado del río Tajo se encuentra la otra orilla llena de luz.
La ventana abierta conduce nuestra vista a un edificio secular, como es San Juan de los Reyes. Imagen nocturna con el edificio iluminado que nos conduce a los sueños más profundos.
Detalle de la reja maestra que cierra el presbiterio de la catedral toledana, fabricado por el rejero Villalpando. La figura dorada simboliza la dureza al sustentar la columnata con su espalda y una mano y la sensibilidad al sujetar con la otra mano la liebre de su alimento.
Escena toledana al alba, sobre las seis treinta de la mañana. Aunque va apareciendo la luz, la ciudad aún parece un nacimiento.
La escrupulosa talla de las espaldas de un can, con su bello pelo con raya hacia un lado y otro. Este se encuentra entre las hojas de acanto del claustro de San Juan de los Reyes.
Centro del famoso «Tapiz del Astrolabio», donde se observan cantidad de constelaciones, girando alrededor de la Estrella Polar que se halla en el centro.
Dobles ventanas de tipo islámico con arcos de herradura, enmarcadas en alfiz, dando fe de su estructura. Se encuentran en un antiguo alminar toledano, posteriormente reutilizado como torre cristiana.
Arco de la Judería. Este diferenciaba dos partes dentro de ella, la parte rica y la parte pobre, entre el Assuica, la Cava Baja y la Cava Alta.
Semblanza del interior mudéjar, de la iglesia de San Bartolomé de Sonsoles, hoy sede del Seminario Mayor de Toledo.
Bella estampa de la ventana central del la Sinagoga del Tránsito o de Samuel Ha-leví Abulafia, donde se guardaban los rollos de la Torá. Detalles de su arco lobulado y por encima las «piñas de eternidad» y su proverbial techumbre.
Precioso tesoro hebreo en plata, el cual contiene los nueve huecos para depositar en ellos las nueve lámparas que representan a la fiesta de Hanucá, en tiempos de la Navidad cristiana.
El pelícano dando su propia sangre a sus hijos, siendo por tanto el símil de Cristo. Detalle superior de la cruz alquímica del mismo nombre, sobre la portería del convento franciscano de San Juan de los reyes.
Este amuleto apotropaico toledano de la «Mano de Miriam», se halla en las cuevas del Alcaná, en la Calle del Hombre de Palo. Perteneció por tanto a la antigua Judería Chica de los negocios.
Los campanarios bajo y alto de la Santa Iglesia Catedral Primada. Atravesando las nubes, el «alcuzón» o pináculo con las tres «coronas de las festividades», con las cuatro bolas de los fuegos alquímicos, rematados por la veleta y la cruz.
Leyenda con la explicación de quien dona este cuadro y su homónimo, dedicado al martirio de San Acacio y sus diez mil compañeros nada menos, correspondiendo a Gaspar López, solicitador general de la catedral en 1609.
Brocal del pozo de la Mezquita Mayor (al-Yamí) de Tulaytula, donado a esta por Ismail, padre del rey musulmán Almamún en el siglo XI, por el que se sacaba el agua para hacer las abluciones en las oraciones de los viernes.
Estas son las torres que coronan los extremos del edificio municipal toledano. Desde él se debe de regir con seriedad, rectitud y confianza al pueblo de Toledo y cuidar de su grandioso patrimonio, legado por nuestros mayores.
Bellas yeserías con decoración mudéjar y letras islámicas que decoran el fuste y el capitel de uno de los patios toledanos.
Una de las manos pintadas por el Greco en el cuadro del Expolio, con la postura clásica usada por el mismo, aunque en este caso la pinta de perfil.
Una fuente al estilo andalusí que decora un patio toledano. En ella observamos el ataifor de ocho lados y el yamur de cuatro bolas. A su alrededor se remata con unos geranios, para darla colorido.
Aquí vemos una instantánea del trabado caserío toledano. Este representa el carácter de sus gentes, todas con distinto pensamiento, pero conformando un monte único.
Un astrolabio fabricado en Toledo, inspirado en las ideas y estudios astronómicos del prestigioso astrónomo Azarquiel, que vivió en esta ciudad y a la que legó sus famosas clépsidras, en mala hora destruidas.
El ángulo del patio de una casa toledana, donde se observan las vigas del piso superior, del que sobresalen sus canecillos, entre los que se encuentran la decoración con sus escudos.
Terminación escalonada del imafronte de la nave mayor de Santiago del Arrabal, sobre el que se sustenta su tejado. Por encima la espadaña y la zona conventual del convento de Sto. Domingo el real».
Antiguos capiteles musulmanes con decoración vegetal y nido de abeja. Estos debieron pertenecer a importantes edificios o mezquitas, en los tiempos islámicos de Tulaytula.
Desde lejos observamos la muralla toledana. Sobre ella se asienta el inconcluso palacio de la familia «De la Cerda». Pegado a este y formando parte del mismo, el convento de las Madres Carmelitas Descalzas del Convento de San José. Por encima la iglesia gótica de San Juan de los Reyes.
Preciosa talla del escudo de la ciudad, con el águila bicéfala. A los lados dos columnas salomónicas. Esta pertenece al bargueño que se encuentra en la Sala de Recepciones del Ayuntamiento toledano.
Detalle del cuadro de la Inmaculada, pintada por Doménico Theotocópulis «el Greco». Son parte de los símbolos de la letanía a la virgen, con las azucenas, la sierpe, el pozo de sabiduría y la fuente de la inmortalidad.
Espectacular entrada al Palacio de Benacazón, antiguo convento de Recoletos. Su estilo es puramente musulmán y toledano, siendo una de las joyas secretas de esta ciudad.
Página del Libro de la Octava Esfera, traducido en las Escuelas de Truchimanes Toledanos. En ella se determinan las trece asignaciones que le corresponden al signo zodiacal de Cáncer.
Precioso anillo hebreo en plata, que se encuentra en esta ciudad. Su misterio estriba en que se puede abrir como observamos, para contener interiormente una pequeña filacteria, donde se describe uno de los Salmos del Antiguo Testamento.
Ventana de tipo islámico, que se halla en la pared sur de la Iglesia latina y templaria de San Miguel «el alto». Esto nos da una pequeña idea para pensar que anteriormente fue una de las mezquitas de Toledo.
Primorosa cerámica talaverana, que embellece el Salón de Plenos del Ayuntamiento toledano.
Paisaje desde el norte de la ciudad al atardecer, donde vemos la muralla iluminada, la subida por la escalera mecánica, la Diputación Provincial, la torre de Santa Leocadia y el cimborrio de Santo Domingo «el antiguo».
Bellísima clave de bóveda por su talla, que se encuentra en la catedral toledana. En su exterior se compone con hojas de vid y en su centro se encuentra su fruto, un racimo de uvas, cuyo jugo nos dará el vino, uno de los componentes de la eucaristía según el cristianismo.
El atractivo patio de la antigua Casa de la Moneda, en la Calle Núñez de Arce.
Entre la desigual trabazón del caserío toledano, llegamos a reconocer el restaurado Teatro de Rojas y la torre de la Iglesia de San Nicolás.
Antiguo resto de baldosín en arista, con restos de cerámica vidriada en color verde oscuro, blanco, marrón y azul.
La Calle Aljibes, en cuyo fondo podemos observar varios de ellos. Subiendo unos escalones, se accedía al depósito de aguas recogidas en uno de los conventos toledanos, por lo que aún vemos una cruz sobre el mismo.
Este es el plano en planta de la ciudad de Toledo. En él vemos como se inserta el «Árbol Sefirótico» en el que se basa la Cábala, método místico hebreo para llegar a lo supremo o Ain Sof.
Calle romana en Toledo, paralela a la Calle del Cristo de la Luz, hallada en nuestro tiempo. Esta se encuentra sobre una cloaca de dicha civilización y sobre ella se construyó mil años después una mezquita musulmana.
Frescos sobre el muro imafronte del primer edificio o nuncio que se dedicó a los pobres dementes toledanos. Estos han sido restaurados en nuestro tiempo.
Columna en cuyo capitel simulado, nos encontramos un candil, de ahí que la casa donde se encuentra sea la Casa de los Candiles. Aunque realmente se la conoce como la «Casa del Duende».
Detalle de un rostro de niño romano, embutido en la pared de la casa donde fue hallado, cerca de la Plaza de las Fuentes. Debajo un baldosín de cerámica, que nos recuerda su restauración.
Impresionante portada con cariátides, que fue la entrada del «Colegio de Infantes» regido por la Catedral. Ahora en nuestro tiempo, en este edificio se halla parte de la colección de tapices de la Primada, que al ser tan reducido, la observación de estos no es buena.
Placa en la Calle San Juan de Dios, que conmemora el sitio exacto donde Teresa de Cepeda, fundó su convento toledano.
El discreto artesano toledano Ricardo González, en su labor de grabador al ácido, con dos de sus muchas obras. Una en estilo gótico y la otra siguiendo la tradición arabesca.
Escudo sobre una casa en la Calle de las Bulas, en la antigua Judería Grande. Este determina una escuela cabalística, donde enseñaban nueve talmudistas bajo de dirección de un rabino mayor.
Desde la Carretera de Circunvalación o del Valle, vemos allá abajo la famosa Casa del Diamantista sobre el río Tajo.
Placa de baldosines que recuerdan los paseos del poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer por esta ciudad, la cual por su idiosincrasia y tipismo, le inspiraba ideas para escribir sus famosas «Rimas y Leyendas». Esta nos recuerda a la del «Cristo de la Calavera».
Talla en piedra de una granada sobre un escudo. Se encuentra esta en la esquina del Palacio de los Condes de Terán, dando nombre a dicha calle. Esta familia luchó en la guerra de Granada, junto a los Reyes Católicos.
Vista de la catedral toledana con sus torres y su nave central, así como el transepto sur, tomada desde la Calle del Plegadero.
Antigua taberna «Sucursal del Botero» en la Cuesta de la Ciudad, que se encuentra cerrada hace varios años.
Aparato medidor de fugas del gas, verificando dicho tema en una de las calles de la ciudad.
Casa típica en estilo mudéjar con alero y con balcón de puertas con arcos geminados apuntados, ensalzando la personalidad de esta ciudad, embelleciéndola.
Detalle del tejaroz de una casa, en la terminación de la Calle de las Bulas, con cruz de calatrava en su entrada. Dicha cruz ha desaparecido.
Ángel con el yugo y las flechas, símbolo de los Reyes Católicos. Este sustenta el capitel de uno de los arranques, de los nervios góticos que conforman el cimborrio del convento de San Juan de los Reyes.
Placa conmemorativa de la inauguración de la Casa del Banco de España en Toledo, el 17 de Abril del año 1954. Hoy en plena reforma, para otros menesteres.
Callejón de los Husillos, en lo que fue la Judería Chica en esta ciudad. En la casa de enfrente, vivió la familia conversa de los Fusillos.
Cuando se construyó una de las dos sinagogas que quedan en pie hoy día en esta ciudad universal, fue denominada entonces como el Templo Nuevo, hoy conocida como de Sta. Mª. la Blanca. Los místicos cabalistas nos legaron entre sus treinta y dos pilares, el árbol cabalístico de los «Sefirot», desde el Reino pasando por Malkut, hasta llegar al Ain-Sof o la Corona.
Una de las cimas del Cerro del Bú tallado por el río Tajo, visto desde el Jardín de la mítica Casa del Diamantista.
Semblante de seriedad en el joven toledano Jorge Manuel Theotocópulis, primogénito del Greco, pintado en la pubertad por su padre, el cual le inmortalizó en su cuadro «sumun», denominado ahora como «El Entierro del Señor de Orgaz».
Una de las piedras talladas que contiene esta ciudad. Al estar bastante deteriorada, hoy es casi imposible descifrarla.
Los baños islámicos del barrio de Abdabaquín o de Curtidores, tapados por los echadizos de las diferentes obras y redescubiertos debajo de la Carretera de la Cornisa.
Viejas piedras que componen un muro toledano. Unas son romanas, siendo reutilizadas por los visigodos. A su vez las piedras blancas visigodas, fueron reutilizadas por los musulmanes. Todas ellas diferentes, pero formando un solo cuerpo fortísimo.
Frente al Puente de Alcántara, el muro de la alcazaba toledana con su adarve y corredor, correspondiendo con una de las mejores defensas de la península ibérica.
Curiosos dibujos, formados por los herrajes que decoran una de las puertas que contiene esta ciudad.
Al frente observamos un muro de obra romana, el cual correspondía con una de las cisternas más importante de Toletum. Hoy forma parte del baño de una de las habitaciones del Hotel Antídoto.
El antiguo Callejón de Recoletos, hoy sin salida y con el tipismo clásico del Toledo escondido.
Estrecha y pina subida, a una de las puertas islámicas que componen uno de los muchos lienzos en los que se basa la muralla de Toledo.
Bajada a uno de los profundos sótanos que contiene esta ciudad. Los cuales son una muestra de identidad, de los muchos secretos que guarda la misma.
Paisaje inédito de abajo hacia arriba, con patio, tejados y veleta. Subiendo la vista, observamos el exterior de la zona conventual.
Cimacio visigodo en piedra calcárea blanca, hallado en una de las casas cercanas a la catedral toledana.
Escena donde se ha plasmado a Dios como persona. Este sustenta el libro de los «siete sellos» del Apocalipsis, el cual abre el cordero místico con sus pezuñas. Tiempo en que comienzan las señales últimas del fin de los tiempos. Pintado por el equipo de Narciso Tomé en el Templo Primado de las Españas.
Vista del cuerpo alto de la Puerta de Valmardón o del Cristo de la Luz, con las habitaciones del alcaide de la misma.
Retrato de un toledano hecho por el pintor Doménico Theotocópulis, «el Greco», en su tiempo, para representar al apóstol San Andrés.
Lienzo de muralla del tiempo musulmán, donde observamos el Postigo de Doce Cantos y otra bella torre que sobresale de la misma, sobre la base romana del acueducto. Por encima otros lienzos más modernos, construidos sobre muros más antiguos.
Tras la presa de Saelices sobre el río Tajo, la Isla de los Canónigos o Huerta de la Alcurnia, usada por estos y los arzobispos en el estío veraniego, cuyos edificios se llevó por delante el mismo, en una de sus crecidas.
El fantástico y maltratado busto del relojero italiano Juanelo Turriano, servidor de sus imperiales majestades Carlos I y su hijo Felipe II. Este genial personaje, fabricó en Toledo tal artificio, que consistía en subir el agua desde el Tajo al Alcázar. Fue una de las maravillas de su tiempo. Murió en la más absoluta pobreza.
Frente a Toledo observamos los agrestes canchos de granito gris, en los cuales se sustentan sus más rancios apegos, como es la vida, la cual ha dado tanta historia a este lugar tan peñascoso y con tanta pesadumbre, como reconoció el sutil ingenio de Miguel de Cervantes.
En este verdoso Tajo, sobre un peñasco de piedra gris, una garza real se acomoda en una sola pata, esperando la ocasión para lanzarse y obtener alguna carpa envenenada por la contaminación del río.
Plano en planta de unos sótanos que se encuentran en la Calle del Hombre de Palo, cercanos al muro exterior del claustro de la catedral, donde además de sus varias estancias, se encuentran también las huellas de tres aljibes utilizados desde tiempos antiguos.
En esta singular instantánea, podemos observar la cúpula de la capilla mozárabe, que forma la segunda torre sur catedralicia, así como las terrazas, los camaranchones, algún arbotante y pináculos. Detrás y por encima la impresionante iglesia barroca de San Ildefonso «de los jesuitas».
Algunos cinturones de castidad que contiene secretamente aún esta ciudad. Estos cuausaban grandes perjuicios a las mujeres si los llevaban reiteradamente.
Frente a nosotros y sobre la Cornisa, vemos la recién restaurada iglesia dedicada al rito mozárabe, cuyo nombre corresponde con San Lucas.
Capitel gótico de la catedral toledana. En él se encuentran las fuerzas del mal luchando entre ellas. Estas simbolizan al Caos Primordial, antes de la intervención del Orden Celeste.
Las llaves que nos pintó «el Greco», forman parte del cuadro de las lágrimas de San Pedro. Estas debían de abrir el camino celestial tras la muerte real.
El famoso Cerro del Bú frente a Toledo. Este ha servido de asentamiento y defensa de la ciudad, desde la época del bronce hasta la edad moderna, de ahí sus vestigios, restos y murallas.
Una bella chapa dorada confeccionada en la Fábrica Bermejo, se halla en la Capilla de la Virgen del Sagrario. En ella encontramos la firma del Cardenal primado Dº Marcelo González Martín y a un lado los nombres del diseñador Ricardo González, del repujador José Antonio Manchón y el damasquinador Arturo Cebrián.
Escudo con leyenda en el recién restaurado Hospitalito del Rey. En el escudo real de madera dice: «Para decrépitos, ciegos e impedidos y en el intradós se remata en piedra con las palabras: «Asilo universal de pobres incurables». Por ello nos preguntamos ¿quien podrá acceder a este establecimiento en nuestro tiempo? Esa es la incógnita.
Tras varios minutos, el cambio de colorido de este precioso monumento es indescriptible, pues asume todos los coloridos posibles, pasando del oscuro al blanco y terminando con el dorado.
Una de las esquinas de San Juan de los Reyes, saliendo desde el verde de su jardín y ascendiendo hasta sus altos pináculos. Todo un espectáculo.
Como en el Generalife granadino, Toledo esconde fuentes muy bellas, que agradan mucho al espíritu, sosegando nuestras almas.
Esta es la Cuesta de la Tahona que desemboca en la Calle del Pozo Amargo. Al fondo se observan las torres de San Justo y Pastor y la torre de San Miguel.
En el hueco de la torre de San Lorenzo, el «ángel buchón» que sustenta uno de los escudos que ostentaron los Reyes Católicos.
Este topónimo determina algo despectivo como por ejemplo trapos viejos, aunque su fondo tiene un significado mucho más profundo, el cual tiene que ver con el famoso grial. Corresponde a la calle del pintor Matías Moreno.
La bella mano de Jesús bendiciendo, pintada por Doménico Theotocópulis «el Greco». Se encuentra en la colección de los apóstoles de su museo, siendo pintada por este inspirado y universal artista.
Curioso brocal de pozo con forma hexagonal interiormente, aunque esto no es extraño pues se halla este en la Judería Grande toledana.
Instantánea de la cara oeste de Toledo, bajo la presión de una fuerte tormenta. El Greco nos dejó una versión con dicho tema, pero mucho más inspirada.
Arco gótico que daba paso a la construcción de la girola de la catedral. En tiempos anteriores, esta debió ser una puerta para acceder a la iglesia baja como ocurre en la catedral de Bourges. Con el paso del tiempo esta fue tapiada, al encontrarse tras ella enterramientos importantes, como los de la familia Luna entre otros.
Una curiosa doble ventana, con columnas de cerámica vidriada, capiteles y arcos renacentistas, que dan esplendor a esta ciudad.
Plato hebreo en plata, el cual contiene grabada la Menorah o lámpara de siete brazos, que se hallaba en el tabernáculo y era el símbolo del pueblo judío. Fue mandado fabricar por el rey Salomón para el templo de Jerusalén. Era de oro puro y debía de pesar un talento.
Firma del pintor Joaquín Sorolla, en el retrato que hizo a Benigno de la Vega-Inclán, destacado defensor del Greco y promotor de su museo en la ciudad de Toledo, llevado a cabo en buena hora.
Una buena vista del entramado caserío toledano desde los cigarrales, donde se observan la Cruz del Humilladero, la ampliación de la Escuela de Artes y Oficios, el Paseo de la Virgen de Gracia y otras tantas torres.
Estos son los restos de la Fuente de Caravantes, hoy abandonada. Esta recibe abundante agua en tiempos de lluvia, la cual viene desde el Cerro de los Palos y al desperdiciarse para el riego, desemboca en el Arroyo de la Cabeza.
En este baldosín de cerámica que se encuentra en el Museo de Santa Cruz, observamos el escudo patriarcal del poderoso Cardenal Pedro González de Mendoza, valedor de los Reyes Católicos, a los que encargó su obra póstuma como fue el propio Hospital de la Santa Cruz, para pobres enfermos, niños expósitos y personas menesterosas.
El patio exterior del Museo del Greco, con sus fuentes mudéjares y jardines, recién caido un buen chaparrón.
Faja bellísima en estuco, de tipo andalusí y mudéjar toledano. Su estructura geométrica dilata los sentidos, tratando de conducirnos al más allá. Sus círculos con estrellas de ocho gajos, que se refieren a un universo ordenado y sus letras en estilo cúfico, nos enseñan una caligrafía santa.
En esta vista observamos un edificio colosal, fabricado con piedra calcárea blanca y revestido con granito gris, me refiero a la iglesia de San Juan de los Reyes y por encima a lo lejos, fabricado con acero y hormigón, el Puente de Parapléjicos.
El águila coronada representando al escudo de Toledo, formando parte de un edificio neoclásico y modernista, sobre un curioso frontón y pináculos.
Una fachada revocada y pintada con remates en sus balcones y lunetos de espejos dividiéndolos, en una céntrica calle de esta ciudad, donde cantidad de estilos se superponen unos a otros.
Magnífica vista desde el cerro toledano, con la muralla que acoge su arrabal. Le defienden la Puerta Vieja y Nueva de Bisagra y la de Alfonso VI. En su interior el gran templo del estilo mudéjar local, Santiago «el mayor».
El copón de Aristodemos, obra del Greco. Con el veneno de su interior, se trató de envenenar al discípulo amado, San Juan «el evangelista».
Alzado exterior de la segunda torre catedralicia. Al hacer en ella un corte vertical, observamos la definición alquímica del monumento. De abajo hacia arriba, la materia prima, el fuego secreto, el matraz y el huevo de los filósofos.
Era increible. Un cielo rosáceo se cernía entre dos de los torreones de esta ciudad sagrada. Y entonces me preguntaba ¿que colores hubiera usado el Greco, al haber observado esta atmósfera trascendente?
Ventana abierta en la pared de un convento o un castillo toledano. Esta puede dar sensaciones para atraer a la imaginación y poder escribir una comedia o una novela, donde se de una historia romántica de amor de las muchas que ha habido en esta ciudad, entre gentes de diferentes etnias y religiones.
En un paisaje oscuro, se observa un gran haz de luz con el Castillo de San Servando, pareciéndose a una aparición mágica. A su lado y por encima los caminos que parecen iluminarse con brillantes palmeras.
En el famoso tapiz toledano del Movimiento del Universo o de la Creación, observamos en su cielo a una de las constelaciones, la del Centauro, que por la forma de sus estrellas nos legan su nombre.
En la Puerta de Santa Catalina, que da paso a la nave del evangelio de la catedral toledana, observamos en uno de sus lados al profeta judio Jeremías, el cual escribió el libro de su nombre, formando parte del Antiguo Testamento.
Incomparable vista desde los tejados de esta ciudad y de sus cielos. A un lado la gran torre catedralicia, al otro las torres y el cimborrio de San Ildefonso de los Jesuitas, más la torre de San Pedro Mártir y en el centro el edificio de San Marcos.
Dos figuras yacentes talladas en mármol blanco. Pertenecen al arzobispo Dº Pedro Tenorio, cardenal y mecenas y a su sobrino Dº Vicente Arias, obispo de Plasencia. Se encuentran estos sepulcros en la capilla de San Blas de la catedral toledana.
Diferentes restos de cerámica de «arista» y de «cuerda seca», que cuelgan como recordatorio, en la que fue la casa que habitó el maestro ceramista Vicente Quismondo.
Antigua entrada al Cigarral del Bosque, en estilo neomudéjar. Hoy es la recepción del hotel del mismo nombre.
Reloj de sol en las Claverias de la Catedral. Este marca con la sombra las 9,30 de la mañana con respecto al sol, correspondiendo a las 11,30 reales, al tener un adelanto de 2 horas por imperativos modernos.
Frente a Toledo, pared granítica tallada por el rio Tajo y el arroyo de Val de Santa Coloma, conformando el Cerro de la Cabeza, cuyo nombre se le dio por el menhir natural que se observa en su caida.
Antiguo carro direccional, usado en la construcción de la obra y fábrica de la catedral toledana, así como en el traslado de sus campanas.
Caminos de los Cigarrales hacia la ciudad de Toledo, los cuales pasan por la antigua ermita de San Jerónimo, que se construyó en 1611, por orden del canónigo Jerónimo de Miranda, que tenía en propiedad el Cigarral de Menores.
Grutesco donde vemos a un géminis plateresco, obra del arquitecto Alonso de Covarrubias. Se le restauró hace años en mala hora dándole un baño de aire y tierra , cuya imborrable huella ha quedado para la posteridad.
En la instantánea uno de los templos más ancianos de Toledo, la antigua iglesia visigótica se San Sebastián, construida sobre un templo romano el año 601. Posteriormente fue la mezquita del barrio de Curtidores y después iglesia consagrada al rito mozárabe. Su arquitectura es muy peculiar.
Aquí observamos parte del «botamen» que contiene la farmacia del Hospital de San Juan Bautista o del Cardenal Tavera. Pese haber pasado casi cuatro siglos desde que se fundó, aún hoy puede ser visitada.
Aquí observamos un bello torreón muy restaurado, que corresponde con uno de los castillos toledanos. De él sobresalen sus dos matacanes.
Impresionante y bella figura femenina, bordada en seda y lana, la cual reprentaba en la edad media a la «astrología». Se encuentra esta formando parte del «Tapíz de los Astrolabios».
Antiguos restos del antiguo castillo, que con el Puente de San Martín guardaba la Judería Grande. Al ser rechazado por aquí el rey Enrique II de Trastámara por los judios, cuando este entró en Toledo, les castigó en todos los sentidos, física, moral y monetariamente.
Una de las puertas islámicas que contiene secretamente esta Ciudad de las Tres Culturas, denominada a sí precisamente por las tres religiones del «Libro» o tres religiones monoteístas.
Tres caras de personajes en el cuadro del «Entierro del Señor de Orgaz» de el Greco. El del centro mira a la gloria, los otros pertenecen a dos monjes, uno franciscano el otro mercedario, los cuales comentan en voz baja entre ellos y se preguntan ¿donde irá el alma del difunto tras la muerte?
El alquimista representado aquí como un soldado, ha buscado al dragón insomne y berrugoso o materia bruta, al que ha vencido hasta tal punto, que le ha encerrado en su propio castillo interior o atanor, despertándole de vez en cuando dándole de comer de su propia mano o fuego secreto. Figura del parteluz del Mediodía catedralicio.
Parte del Puente Nuevo, las ruinas de la Central de Vargas y detrás una de las corachas de Toledo.
Obra que se encuentra en un caserio toledano, la cual representa el hermanamiento entre dos religiones, la hebrea y la cristiana, llevada a cabo por las religiosas de la Fraternidad María Estrella de la Mañana. Año hebreo 5777-Purim, año cristiano de 2017.
Las fuertes torres del Alficén toledano, entre cuyos muros se encontraba la alcazaba islámica tulaytulí, con guarnición, palacios, alcázares y mezquitas, siendo independiente tanto de la medina como del exterior, controlando el puente de Alcántara.
La Cruz del Sacrificio, donde se llevaban a cabo distintas y atroces torturas, para que los reos confesaran ante lo que se les venía encima, de forma afirmativa y de inmediato, a cualquier pregunta que les hicieran los inquisidores. Se halla esta en los sótanos del Alcaná en la Calle del Hombre de Palo.
En la muralla de los arrabales de Toledo, observamos una torre defensiva mayor que la de sus lados. Es la torre Almofala o de Antequera, la cual da nombre al barrio interior de la Antequeruela.
Capitel catedralicio que contiene una cara de enfado coronada con una mitra. Esta nos recuerda a la antigua Fiesta del Obispillo, hacia el día de San Nicolás. A su lado se ven posturas indecorosas, pues esta daba paso al Carnaval.
Interior de la recien descubierta Puerta del Vado. Esta se encuentra bajo la Calle Río Llano. Se sabía por documentos de su existencia y ahora puede ser visitada con algo de suerte. Desde ella se embarcaba para cruzar el río Tajo.
Yeserías del denominado Salón de Mesa. En él tenía su sede la Real Academia de Artes y Ciencias Históticas de Toledo. Ahora su uso es una incógnita.
El Ángel del Tránsito, sustenta entre sus celestiales manos el alma de una persona fallecida, a la cual inicia por el tunel o tubo que la conducirá a la Gloria. Esto que contamos, es el testimonio de muchos seres humanos. El Greco ya nos lo dejó implícito en su obra magna «El Entierro del Señor de Orgaz».
En un dia nublado, de frente observamos la Ermita de la Virgen de la Cabeza. Esta es muy celebrada en primavera por los toledanos, el día de su romería.
Desde lejos se vé la subida a la parte alta, de lo que hoy conforman las estancias del Museo del Greco, las cuales fueron en tiempos las casas que habitaba el genio y también su taller.
El escudo del famoso cardenal Mendoza. En el observamos su capelo y sus bandas, además del anagrama «Ave María Plena de Gracia» como divisa. Se encuentra en una de las puertas del Hospital de Santa Cruz para enfermos y niños expósitos, mandado edificar por él, como legado póstumo.
Entre la arboleda, sobresale la cúpula o cimborrio de la iglesia del Hospital de San Juan Bautista o «de Afuera», el cual mandó contruir el Cardenal Tavera.
Ahí está luciendo esplendorosa la Sinagoga de Samuel Ha-Leví de la familia Abulafia. Ahora es denominada como Sinagoga del Tránsito, por la virgen a la que estuvo dedicada en tiempos cristianos.
El pintor El Greco materializó plásticamente y entre las almas de la gloria, al rey Felipe II llevándose la mano al pecho como signo católico, aunque este aún estaba vivo cuando se realizó la obra.
Desde uno de sus costados, el Convento de San Gil, denominado vulgarmente de «Gilitos». Más tarde fue cárcel y ahora en nuestro tiempo es la sede del gobierno autonómico de la Comunidad de Castilla-La Mancha.
Escudo de las Siervas de María en la Calle Sillería, con la fecha de su instalación en esta ciudad de Toledo. Dichas monjas se dedican por caridad a cuidar a los enfermos en casas y hospitales.
Instantánea donde vemos al Ángel Guardián de la Ciudad de Toledo, así como su escudo en cerámica en una de los pináculos de las torres de entrada a la misma.
A lo lejos, frente a nosotros e iluminado por el sol, el espléndido edificio del Convento de San Juan de los Reyes, mandado contruir por los Reyes Católicos para su enterramiento.
La sugestiva espadaña de Santo Domingo «el real», vista desde la zona norte, antes de entrar a esta ciudad.
Estas llaves son las de San Pedro, con las cuales y según la religión católica, este abre la Gloria. Detalle grequiano en su obra más universal.
La bellísima parte alta de la Cruz del Pelícano, donde vemos a dicho animal dando su sangre a sus hijos, de ahí que sea una representación del propio Jesucristo. Se halla en la portería de San Juan de los Reyes, aunque esta iba a servir de retablo en su altar mayor.
Pequeño cuadro cincelado por el maestro José Antonio Manchón, representando al «Seto Vivo» debajo de la Puerta de Bisagra. Cuando escribí dicho artículo, los tres árboles de la tradición como el ciprés, el olivo y la palmera aún existían, ahora solo quedan las siete fuentes y debajo la cruz, faltando la media luna y la estrella de Salomón.
Antiguo, pequeño e interesante libro del maestro Rubio Piqueras, referido a los músicos y a la música que se llevaba a cabo en la Catedral toledana, desde todos sus tiempos hasta 1923. Este arte liberal pertenecia al antiguo Cuadrivium. Este templo, como Iglesia Primada de España, según los estudiosos en dicho arte, es un pozo sin fondo.
Capitel romano de mármol, hallado al hacer las excavaciones en la vulgarmente denominada como «Plaza de los Postes», referidas al importantísimo hallazgo de las Termas Romanas en la ciudad de Toletum.
Explicación televisiva de uno de los cincuenta documentales, emitidos por la cadena local Teletoledo con el nombre de «Tulaytula. Ven al Ribat». Aquí se nos ve a mi compañero, entonces director de la cadena José Mª Marín Musso y a un servidor de ustedes Alejandro Vega Merino. Estamos platicando tranquilamente, sentados en el bello patio del Taller del Moro, una de las joyas secretas que esconde esta increible ciudad.
Delicadeza de una yesería en estuco, que se encuentra en el palacio islámico mudejar de los Palomeque, hoy Taller del Moro, en buena hora abierto al público de nuevo. Su belleza deja perplejo a cualquier persona que sea sensible, además de la paz que se observa al recorrerle. Simbólicamente observamos una paloma definiendo el apellido antes nombrado, aunque lo más interesante es, que debajo se encuentra una de las Manos de Fátima, de las muchas que Toledo concentra.
En este detalle de una obra pintada sobre lienzo, nos encontramos la firma de su autor Luis Tristán. Este fue el discípulo más destacado de Doménico Theotocópulis «El Greco».
Panorámica de la gran iglesia del Hospital de San Juan Bautista o de Afuera, una vez que se han sido restaurados sus tejados, dándole su pátina original en color negro, al estar dedicada a mausoleo del Cardenal Tavera y sus descendientes.
El artesano ceramista Domingo Sánchez Vaquero, nos eseña en este caso una sutil ánfora trabajada por él mismo, donde observamos el color «verde toledo».
Escudo de los borbones, en particular del rey Carlos III. En él se sustenta el tan ansiado Collar de Oro, de donde cuelga el vellocino o gamuza del carnero, tan buscado por los héroes solares.
Huellas de piqueta sobre el duro gneis o granito gris toledano. Estas se hallan en uno de sus sótanos, lo que demuestra que esta ciudad tiene partes que se encuentran horadadas como un queso. Es uno de los sótanos que componen los subterráneos toledanos.
Portada neoclásica de la antigua iglesia de Santiago de los Caballeros, en la calle Venáncio González. Al dia de hoy, forma parte de las dependencias del Museo de Santa Cruz.
Detalle grequiano en el cuadro de la Asunción de María. En el observamos parte de un olivo, un ciprés y una palmera, también un capullo de rosa mística. A la derecha el jardín cerrado y por encima un Toledo idealizado. Hacia la izquierda bajando, las torres del Puente de Alcántara, pero lo más importante es el creciente lunar sobre la ciudad y el sol saliendo al otro lado, circunstancia astronómica que el Greco usaba para dar trascendencia a sus obras.
Pináculos cerámicos que adornan los tejados de la Estación de Ferrocarril de Toledo, fabricados en Sevilla. Estos están inspirados en sus homónimos, los de la famosa por espléndida Mezquita de Córdoba.
Al ser restaurados los pináculos de la Estación del Ferrocarril, los menos deteriorados han sido repuestos. Los excluidos, han sido reparados y ahora algunos de ellos se encuentran embelleciendo los jardines de un cigarralito toledano.
El antiguo Hospital de San Lázaro para leprosos, se encontraba apartado de la ciudad en su tiempo. Hoy se halla rodeado de edificios y es sede de un hotel y un restaurante.
Puerta islámica que conforma el más perfecto adarve defensivo islámico que existe, para subir desde el puente de Alcántara a la alcazaba y los palacios musulmanes y más tarde a los palacios cristianos.
Escena nocturna de la actual Academia de Infanteria de Toledo, la cual se encuentra al otro lado del río Tajo, frente al Alcázar, que tuvo la misma misión, hasta el nefasto año de 1936. Después se construyó dicha academia con el esfuerzo de los presos políticos, tras dicho desastre, ocurrido en mala hora.
Antiguos vestigios de los estribos que formaban parte del famoso Acueducto Romano (uno de los más altos de Hispania), el cual hace dos mil años abastecia no solo a la población hispanoromana de Toletum, también a sus palacios, termas, circo, anfiteatro, además de regar sus fértiles vegas.
Baldosines representativos de las antiguas juderías toledanas, con la estrella de Salomón y la menoráh o candelabro de siete brazos.
Pintura mural en la famosa capilla de San Jerónimo, por su espectacular cúpula en cerámica. En una de sus paredes se representa al fresco la misa de San Gregorio. Fue la capilla mortuoria del mercader de paños Gonzalo López de la Fuente y de su mujer.
Increible escena, donde vemos a un angelote tallado en mármol de Carrara, sustentando una hornacina en el altar barroco del Transparente de la Catedral de Toledo, obra de Narciso Tomé. Por su movimiento, parece estar soportando un excesivo peso.
Matraces, frascos, pesas de medir e instrumentos, que se hallan en la farmacia del Hospital de Afuera, desde hace cuatro siglos.
Maravillosa cerámica que configura el centro de una cupula toledana. Se refiere al centro del universo simbólico, cuyas bandas están signadas con las letras «IHS», el anagrama de Jesucristo, usado en este caso como amulato mudéjar. Estas señalan al sol central que las dirije. Una de ellas contiene el «zancarrón de Mahoma».
Desde los «Cigarrales de Toledo», tan bien descritos por diferentes poetas y por el doctor Marañón, observamos un doble Arco Iris saliendo de los mismos, entre unas nubes veraniegas. Aquella tarde el espectáculo estaba servido.
Vista aérea del Palacio de los Austria, anteriormente pretorios romanos, alcazaba musulmana, palacio imperial y Alcázar de Toledo, antes de ser usadas sus salas para el Museo del Ejército Español.
Fortísimos arcos romanos, los cuales formaban parte de un depódito de aguas de aquella civilización. Se encuentran estos en la Calle Tornerías, sustentando encima de ellos a la mezquita del mismo nombre, hoy cerrada a cal y canto.
Escena nocturnal, donde observamos el edificio del Ayuntamiento de Toledo, iluminado en un fin de semana. Sobre su pináculo central, hallamos la luna llena, dádole un carárter especial por mágico.
En la fotografía, vemos al profesor y maquetista Juan Luis Peces Ventas, que en el año 2008 observaba su segunda maqueta de «plano inclinado», tratando de demostrar la maquinaria usada por el ingeniero de Calos V y Felipe II, Juanelo Turriano, el cual fue capaz de subir el agua por atmósfera, desde el profundo Tajo hasta la colina más alta de Toledo.
El «Libro Lapidario», es un tratado médico y por supuesto mágico de la mitad del XIII, basado en la más famosa obra de estas características, achacada al rey castellano Alfonso X «el sabio», el cual trataba de enseñar las influencias astrológico-astronómicas, de las piedras preciosas y semipreciosas sobre las personas pudientes que pudieran adquirirlas.
Arco de tipo islámico, que se encuentra en los baños judíos de la Calle del Ángel, hallados en una ciudad bimilenaria como esta de Toledo, la cual ha sido fecundada por diferentes civilizaciones.
Rojo y por ello evocador atardecer desde Toledo, hacia el poniente, donde decimos los humanos que van las almas de nuestros familiares al dejar la vida, en busca de su lugar en el «más allá».
Una de las corachas de las varias que se encuentran en esta ciudad, la cual servía en tiempos pretéritos, para recoger agua del río Tajo sin ser sorprendidos, en tiempos que esta fuera asediada y así calmar la sed de sus ciudadanos.
Desde lejos, el tejaroz y las bellas ventanas lobuladas de lo que fue el convento de Madre de Dios, hoy parte de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Me he permitido hacer esta composición, con la ciudad de Toledo al fondo, sumando en ella el rostro de Doménico Theotocópulis «El Greco». Es su autorretrato más importante, cuando pintaba su obra cumbre «El Entierro del Señor de Orgaz». Sus ojos revelan el misterio que este supo hallar en la ciudad que le acogió, brindándole una gloria infinita.
Panorámica de la ciudad desde uno de los torreones del Alcázar toledano. En la instantánea podemos apreciar la belleza de una lugar sin igual por histórico.
Capitel califal con técnica de nido de abeja, que adorna uno de los pórticos más bellos de Toledo, el del Palacio de Benacazón.