Acueducto de Toletum y tierras de Mazarambroz (IX)

Esta primavera, mis amigos y yo mismo, decidimos ir de nuevo a la Presa romana de Alcantarilla, para ver si había algo nuevo sobre ella y podíamos pasar a los muros de la misma, pero esto no fue posible gracias a las alambradas que nos cortaban el paso.

No obstante seguimos el camino pasando por delante de la casa de Alcantarilla que se asienta sobre una de las paredes de la presa y que posteriormente conduce al rio Guajaraz, viendo de nuevo con nuestros propios ojos, que aún seguían al lado de la misma los conductos tallados en aquellos tiempos,  para conducción del agua de la misma hacia el Toletum romano.

Luego bajamos hasta el cauce del río Guajaraz y esta vez nos fue imposible cruzarle, pues después de tanta lluvia en el invierno, se encontraba  desbordado en alguno de sus tramos.

Seguimos caminando por la misma senda, para que nuestros compañeros que no habían venido en el otoño  a este mismo paseo, contemplasen con nosotros los hallazgos que anteriormente habíamos localizado nosotros. Desde lejos y aguas debajo de la presa, aún contemplábamos la toma de agua  y uno de los muros pantalla de la misma.

Siguiendo nuestra senda y el camino marcado por otros vehículos, nos encontramos de frente con la segunda casa denominada también de la Alcantarilla y a sus pies observamos los vestigios comentados en el recorrido anterior, como eran algunas piedras talladas y la base del canal por donde corría el agua que alimentaba la ciudad de Toletum hace ya dos mil años.

Pero una nueva sorpresa estaba aún por llegar.  Seguimos nuestro recorrido como la vez anterior, pasando por uno de los lados debajo de la casa, creyendo que esta se encontraba encima del acueducto, siguiendo más adelante el rastro, sobre una zona donde había un plantío de carrascas, donde aún se observaban restos de lo que buscábamos.

Al ir mirando al suelo andando hacia adelante, todos nos separamos un poco y al rato nos dimos cuenta de que faltaba uno de nosotros. Era nuestro compañero Santiago, al cual comenzamos a llamar y este al acercarse a nosotros nos dijo que le siguiéramos para ver algo muy interesante. Y así fue, pues volviendo otra vez hacia atrás sobre una cota más alta, apareció la sorpresa ante nosotros. Este compañero había descubierto unos buenos restos derruidos e inéditos, que formaba parte del conjunto del acueducto, lo cual nos satisfizo bastante a todos.

El rastro dejado anteriormente delante de la casa de la Alcantarilla, nos había despistado y al pasar más adelante y subir de cota de altura, no nos hacía suponer que por detrás de esta se encontraban unos restos tan importantes, con respecto al acueducto romano. Después de su descubrimiento, los he hallado de forma palpable buscando una fotografía aérea en “Google Earth”, la cual dejo aquí para su aproximación y detalles, por si alguien quiere intentar llegar hasta ellos.

Al llegar al lugar y delante de una alameda de pinos piñoneros, nos encontramos los dichos restos romanos del acueducto, del cual formaba parte un amplio arco que salvaba una vaguada por donde corren las aguas de lluvia. No sabemos si realmente se trataba de un arco o de dos, pues no lo calculamos en aquel instante. Lo que si observamos es que en el centro de su hueco, había caída una columna fabricada con ladrillos, quizás para sustentar una sola y amplia arcada.

La altura sobre el suelo de esta parte del acueducto se encuentra entre dos a tres metros y el ancho del mismo tendrá sobre un metro y medio. Se observa por su estructura que es obra romana pues contiene en su parte central su masa hormigonada, como es el “opus caementicium” o calicanto, encontrándose revestido con un mampuesto de piedra serrana de color dorado.

Tras esta agradable sorpresa, seguimos hacia adelante con más ahínco, siguiendo el rastro tanto de piedras como de señales dejadas por el antiguo acueducto, que en algunas ocasiones desaparece casi por completo. Un poco más adelante observamos que había a la izquierda una especie de escalonamiento muy importante con buenas piedras de granito, pero no supimos lo que podría ser, precisamente por una estructura tan inusual como aquella.

Siguiendo el camino llegamos a un montón de piedras que ya observamos en el recorrido anterior mi compañero Jesús y yo mismo,  viendo que las habían removido y que había menos que en el otoño, seguramente recogidas para alguna construcción. Esto nos hizo ver otras piedras que entonces se encontraban tapadas y entre ellas había una muy interesante. Esta media  unos 60 x 50 cm., la cual había sido usada bien para grabar alguna fecha, nombre o referencia o quizás servía para afilar ciertas herramientas.

Ya a media mañana y por dicho camino llegamos hasta un lugar donde se notaban construcciones más importantes, por los grandes bloques pétreos colocados de forma certera. Allí echamos un bocado y un trago, para reponer fuerzas y esto nos dio pie para husmear y encontrar trozos de cerámica, pero también trozos de tégulas romanas  (tejas de aquel tiempo). Esto se comprueba, porque se componen de dos capas de arcilla,  conteniendo su centro una especie de  molienda de granito, para hacer de ellas un material bituminoso, es decir, hacerlas impermeables. Por lo cual averiguamos que el lugar había estado habitado por hispano romanos.

Desde allí mismo y sin poder entrar a las fincas particulares que hay a los bordes del camino, para seguir nuestro paseo y sus descubrimientos, observamos el bello paisaje sobre la cercana “Sierra de Layos”, desde el cual se observaban a los lejos en lontananza, unos canchos de granito, uno de ellos muy parecido a la “peña del huevo”, que se encontraba en el término de Orgaz y que fue destruida por los “quintos” de hace años.

Decidimos entonces acercarnos al pueblo de Mazarambroz, pues nuestro compañero Santiago, se acordaba de la torre que existía en dicho lugar. También nuestro compañero Julián, se acordaba haber estado en una especie de presa antigua en su término.

Según estudiosos y expertos, Mazarambroz es un topónimo derivado de  «Menterosa»,  antigua ciudad romana que posiblemente cuidara el paso del acueducto romano, pues cuentan que hubo dos torreones que defendían la toma de agua de una presa romana, de los cuales aún queda uno en pie.

Es citado por primera vez este lugar en el año 1.238, en un documento de venta, como Manzel Amrus, que quiere decir molino del mismo. Otros  investigadores quizás más objetivos dicen  que deriva del árabe manzil  ‘Amrus, que viene de parador y  del nombre personal ‘Amrus. Este nos trae a la memoria al gobernador o walí musulmán de Toledo Amrus ben Yusuf, que en el año 806 en tiempos del emir Al-Hakan I y  por vengar a su hijo, cortó la cabeza a los mandatarios toledanos de aquel tiempo, surgiendo desde entonces la famosa leyenda de “La noche toledana”.

Una vez en el pueblo, tratamos de llegar hasta la torre que aún queda en pie, la cual  dicen se construyó a finales del siglo XIV, sobre la anterior romana, atalaya conocida como el Castillo, pero nos fue imposible acercarnos, ya que se encuentra en el terreno de una finca particular, pese a que llamamos al timbre para que nos atendieran, lo cual sentimos mucho.

Siguiendo lo antes expuesto, nos dirigimos hacia la zona Oeste del término de Mazarambroz, en busca de más vestigios. Nos acercamos por diferentes caminos hasta dos prominencias rocosas, que se hallan no muy lejos del pueblo, la primera denominada como “Guijo”, con una altura geodésica de 781 metros sobre el nivel del mar. Subimos hasta ella para contemplar el paisaje, para ver si observábamos por donde pasaba el antiguo acueducto romano.

Sobre este tema no vimos nada, aunque sí  un espectacular paisaje de la Sierra de Layos hacia el Norte. Desde esa altura, también se veía la otra roca gemela del “Guijo”, donde observamos que había habido una cantera minera de diferentes minerales y cuando accedimos a ella, nos dimos cuenta de que también entre sus rocas altas, se halla un escondite muy apropiado para los cazaderos en la edad media y para los maquis en las distintas guerras civiles. Delante se observaba el valle del río Guajaraz y  al  fondo los Montes de Toledo, a los que pertenece este término.

Siguiendo lo que decía nuestro compañero Julián, bajamos por otros senderos de tierra hacia el oeste, paralelos a la carretera que va hacia “El Castañar” y Pulgar, por el valle que forma el rio Guajaraz y casi llegando hasta el mismo, muy cerca de la casa denominada “del Trompa”, observamos una antigua acequia, que contenía bastante agua.

Frente a la misma casa, se encuentra un gran menhir que determina la fuerza telúrica del lugar y un hito que contiene tallados algunos extraños huecos, al lado de estos una roca que parece estar tallada a propósito para hacer rituales benéficos, para hacer fértiles los campos de los alrededores.

Subiendo desde allí hacia el Este y llegando a una zona más cultivable pues  parecía una represa o un bancal, ¡oh sorpresa!, nuestro compañero Julián encontró de nuevo los restos del acueducto romano, por su “opus Caementicum” o calicanto y los grandes bloque graníticos tallados para tal conducto.

Esto nos alegró bastante, además de corroborar el recorrido que nuestro compañero Jesús, había determinado ya por sí mismo sobre un mapa escala 1: 200000 del servicio Geográfico español.

Cuando llegamos al camino mi compañero Félix, se encontró una piedra prismática, tallada en cuña, como otras halladas en otros recorridos semejantes anteriormente, donde se encontraban restos de construcciones romanas, lo que nos hizo suponer que esta misma había sido usada para dar nivel precisamente al acueducto y que el agua corriera con una velocidad suave hasta los castillos de nivel.

Al pasar ya alguna hora sobre el mediodía, nos encaminamos hacia el término de Orgaz, donde se encuentra la Casa Rural “El Atochal”, y allí almorzamos mientras comentábamos lo que habíamos visto y descubierto aquella deliciosa mañana tan interesante.

BIBLIOGRAFÍA

Aranda Gutiérrez, F. Carrobles Santos, J. e Isabel Sánchez, J.L. –  El sistema hidráulico romano de abastecimiento a Toledo. Toledo, 1997.

Arenillas, L. Arenillas, M. Díaz-Guerra, C. y Macías, J.M. – “El abastecimiento de agua a Toledo en época romana”, en Historia del abastecimiento y usos del agua en la ciudad de Toledo, Madrid, 1999.

Arenillas Parra, M. – Ponencia en el I Congreso sobre las Obras Públicas Romanas en Hispania. Mérida, 2002.

Celestino Gómez, R. –  El pantano romano de Alcantarilla. Madrid,  1973.

Celestino y Gómez, R. – «El pantano romano de Alcantarilla, en Mazarambroz», Toletum 7, 1976.

Burriel, A (sacerdote) y Santiago  Palomares, F.J (dibujante y archivero real). –Estudio sobre la presa de Alcantarilla, año 1753.

Fotografías. – De mi archivo personal, excepto las fotografías aéreas y los mapas.

Jiménez de Gregorio, F. – Los Pueblos de la Provincia de Toledo. Tomo I. Biblioteca Toledo, 1962.

López de Ayala, J. (Conde de Cedillo) – Catálogo monumental de la provincia de Toledo. Toledo, 1959.

Pons, A. – Viaje a España. Madrid, 1787.

Porres Martín-Cleto, J. – Historia de las Calles de Toledo. Editorial Zocodover. Toledo, 1976.

Santiago Palomares, F.J. y Vega, A. – Dibujos sobre la presa, conductos y herramienta.

Si alguien quiere aprovecharse de estas páginas, sabe que intelectualmente, tiene la obligacion por ley,  además de moralmente, de hacer referencia tanto del autor como de su trabajo.

© Copyright A. Vega 2013.

Depósito Legal TO-75-2013.

2 respuestas to “Acueducto de Toletum y tierras de Mazarambroz (IX)”

  1. Jesú Says:

    Alejandro,muy bueno, tal y como acontecieron los hechos en aquel dia tan extraordinario y feliz que pasamos juntos los compañeros, pronto prepararemos el siguiente recorrido .

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