ICONOS SAGRADOS TOLEDANOS 7.

EL JABATO DE LA PRESA DE ALCANTARILLA.

Al exterior de la presa hispanorromana de la Alcantarilla, antiguo acueducto de aquella civilización, cuyos paredones se encuentran a 31,5 Km. al sur de Toledo en su zona oriental, perteneciendo a la Sisla Mayor en su camino hacia los Montes de Toledo, paseando con mis compañeros de búsqueda J. L. Torío, Celedonio Morales y Santiago Cabañas, nos encontramos con la talla de cierta figura.

Quedamos entonces sorprendidos, por los verracos o suidos que normalmente estábamos acostumbrados a ver, siendo este algo más pequeño y encontrándose tumbado nos pareció que estaba sin terminar. Aunque intuimos que su verdadera intención era la señalización de los pastos del arroyo Guajaraz y el arroyo cercano de San Martín de la Montiña, los cuales llenaban con sus cauces a estos bimilenarios diques.

En este lugar hay roquedales por doquier, al pertenecer al batolito granítico toledano y por tal motivo se utilizó dicho material hace dos  mil años, tallando aquí grandes bloques para revestir con opus cuadratum (mampuesto) la zona del arca de la presa, para darla más  resistencia y durabilidad en el tiempo por el roce del agua, siendo lógico que hubiera grandes pedreros de oficio para poder llevar a cabo dicha labor.

También aguas abajo y cercanas a dicha presa, observamos tumbas talladas en la roca, donde serían enterrados ciertos personajes, quizás obreros o esclavos muertos al trabajar en ella.

Por sus medidas el ídolo encontrado se refiere a un animal pequeño, el cual parece estar sin terminar, pues se encuentra tallado por una de sus caras. Quizás pueda ser anterior a esta magnífica obra romana como señal delimitadora y protectora de los arroyos descritos, o quizás de tiempos romanos para enseñar dicho oficio a sus aprendices.

Desde luego la figura tiene todas las características de un posible jabato, donde aún se observan la cabeza, el lomo, los huecos entre sus patas delanteras y traseras, terminando con una abultada cola. Dicha parte de la figura que da hacia el sur, no tiene apenas musgo, aunque si lo tiene en su lomo que da hacia el norte.

En fin, toda una incógnita abierta por resolver. Quizás se estuviera tallando en relación con su dispersa necrópolis, con un significado funerario o por el contrario con un sentido zoolátrico, por cuyo culto se veneraba a estos animales, que daban el sustento a las familias de entonces, tanto por su caza como por su domesticación.

Recordemos que en tiempos carpetanos y perteneciendo esta zona a los Montes de Toledo, la caza de jabalíes y sus crías, debía de ser una costumbre ancestral, conducente hacia una forma ritual establecida de antemano.

Artículo publicado en la revista Cuatro Calles nº 25, en el segundo trimestre de 2023.

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