ICONOS SAGRADOS TOLEDANOS 10

EL TORO EMPOTRADO SOBRE LOS MUROS DE LA IGLESIA VISIGODA DE SAN PEDRO DE LA MATA (1).

Gracias al artículo del periódico La Voz del Tajo, escrito por el historiador Fernando Jiménez de Gregorio, en su sección “Caminando por los Montes de Toledo y la Sisla (IV)” del 19 de octubre de 1985, se nos descubrió en él lugar un interesante verraco. Aunque por las huellas allí encontradas sospechamos de otros.  

Lo más sorprendente, es que este se encuentra embutido en el muro exterior sureste de la iglesia visigoda de San Pedro de la Mata, en Casalgordo pedanía de Sonseca, que se encuentra a 36 km. al sur de Toledo, perteneciendo a la región de la Sisla Mayor. Se llega a este vestigio desde Mazarambroz, tomando la Senda de la Gitana y siguiendo el Camino de Peña el Rayo, hasta encontrarnos con sus importantes e interesantes restos.

Desde aquí y siguiendo por la senda del Fraile se llega hasta el Castañar. Dichos lugares al norte de los Montes de Toledo debieron de usarse antiguamente por estos suidos (toros y verracos) como descansadero veraniego por sus fértiles pastos y abundantes aguas. Al llegar el otoño y buscando el abrigo de dichos montes hacia el sur, cruzarían sus sierras buscando los pastos invernales.

Dichos lugares debieron ser cazadero prehistórico ibérico, por la concentración de dichas figuras en este lugar como comprobaremos en siguientes artículos, dedicación motivada por agradecimiento a dichos animales en este paraje.  

Recordemos que junto a las ruinas de San Pedro de la Mata, pasa el arroyo Colmenarito (abejas) y muy cercano se encuentra el arroyo del Cochino (jabalí), legándonos topónimos que definen su huella, pues otro arroyo como el de Vallehermoso, era denominado también como la Cañada, según las Relaciones de Felipe II sobre el Reino de Toledo en 1576, aprovechada ya entonces como senda medieval.

Este toro sería tallado en estos contornos por su significación, al tenerle como a una deidad protectora y por ello ser sacralizado por la cultura indígena ibérica y sus creencias, el cual daba alimento a las familias de aquellos tiempos tras su caza.

Más tarde y siguiendo las costumbres humanas, se cambiaba dicho lugar protector por el culto cristiano sobre estos lugares especiales,  absorbiendo antiguas creencias y energías. Dicen que entre las ruinas del templo fue hallada una placa hoy perdida donde decía “Bamba me fecit” según las Relaciones de Felipe II, creyendo por tanto que el rey visigodo Wamba mandó construir la iglesia de San Pedro de la Mata en la segunda mitad del s. VII. Algunos de los restos visigodos encontrados aquí, se encuentran custodiados en el museo visigodo de Arisgotas.

En nuestro tiempo vemos que sus muros se asientan sobre una extensa lancha de granito gris rebajada, sobre el batolito sonsecano. Entre los sillares que conforman sus muros, con cuarcita, mampuesto y sillarejo, se encuentra este suido testigo de este antiguo asentamiento,  descrito por el mencionado historiador y recordado por el profesor Salvador Peces en su blog “Sonseca en el Zurrón”.

Se refieren a una pieza empotrada perteneciente a un suido ya sin cabeza, para no sobresalir del muro. Por su tamaño y los restos que aún conserva en su torso, como son la papada y sus patas delanteras, debió  pertenecer a la figura de un toro.

Testigo ensamblado al exterior del testero derecho, pegado al ábside central de la iglesia. Al ser una antigua talla profana con respecto al cristianismo, se talló bajo ella una cruz para sacralizarla. Gracias a estos antiguos restos, aún podemos disfrutar de aquella cultura, reconociendo el pasado de este lugar privilegiado.

Lo más importante es que de frente a dicha figura, a escasos metros se encuentra el alzado alisado de su ara o templete, cuya imagen allí asentada cumpliría sobre todo su labor sagrada y apotropaica, como hito prehistórico importante. Pegado a él se observa otro alzamiento.

Cercana a ellos, vemos el ara sagrada o cazoleta de los sacrificios, sirviendo para su matanza, obteniendo el alimento necesario tras su caza.

Recordemos que los antiguos geógrafos griegos, pese a no haber pisado la península Ibérica, dieron el nombre de Carpetania a estas zonas descritas hasta ahora en estos artículos.

Artículo publicado en el revista Cuatro Calles nº 28, en el primero trimestre de 2024.

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